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04_abril_16_sevilla

Real Maestranza de Sevilla

Lunes, 4 de abril de 2016

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Hermanos Tornay (regularmente presentados, justos de fuerza y mansos; pitado el 5º).

Diestros:

Esaú Fernández. De grana y oro. Estocada baja, descabello (ovación); estocada caída (silencio).

Jiménez Fortes. De azul marino y plata. Media estocada tendida, tres descabellos (silencio); estocada desprendida (saludos desde el tercio).

Borja Jiménez. De malva y oro. Pinchazo, estocada tendida (silencio); dos pinchazos, aviso, estocada baja (palmas).

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: lluvia constante excepto el 6º.

Entrada: un cuarto de plaza.

Video: https://vimeo.com/161535833

Crónicas de la prensa:

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Ya estamos en Feria, digo yo, aunque no lo parezca. La segunda del ciclo ferial, primera de toreo a pie, fue un desastre de principio a fin. El día de perros, en que no paró de llover hasta la noche. El frío que calaba hasta los huesos. El vacío, lógico en este caso, en la plaza. El ganado de los hermanos Tornay - un recuerdo cariñoso para ese querido Antonio que se nos fue- que no dio opción alguna. Sólo se puede salvar la voluntad de los toreros que echaron para delante la corrida cuando todo el mundo apostaba por la suspensión, que hubiera sido definitiva, sin duda. Ellos, que llevan meses soñando con esa tarde, preparándose para esa tarde, no podían irse para atrás en el paseíllo. Pero todo salió mal. Desgraciadamente, las reses de Tornay se merecieron no volver en un tiempo, aunque han echado novillos notables en la Maestranza. Y de los toreros qué será: Esaú seguirá buscando oportunidades un año más, aquí, en Venezuela o en la China Popular. Jiménez Fortes tendrá que apretar para volver a tener el sitio que tenía. Y Borja, que acaba de empezar, tendrá que creer en sí mismo para vislumbar un mínimo futuro. Curiosamente, en el sexto salíó el sol, sólo unos minutos, los suficientes para que pudiera reflejar en una foto la extraña luz que habitó la Maestranza. Tal vez, eso espero, sea un símbolo de la Feria que nos espera. Saldrá el sol y se hará la luz del toreo.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Querer y no poder. Tres jóvenes valores hicieron el paseíllo en la Maestranza bajo un aguacero, con la ilusión de aprovechar la única oportunidad que les dieron este año en el abono sevillano. La terna lo puso todo frente a unos oponentes inexistentes. Esaú Fernández salió a por todas y se fue a portagayola para recibir al primero de la tarde. El diestro de Camas se mostró decidido y firme, comenzando la faena con la zurda. Aprovechó las escasas buenas embestidas del toro por ese pitón. El animal acusó la voltereta que se pegó en el primer tercio, por lo que Esaú optó por pegarse un arrimón. Con el cuarto, que brindó a Fortes, no pudo hacer nada. Jiménez Fortes puso la emoción con el parado quinto. Se la jugó entre los pitones del astado en labor más peligrosa que lucida. Con el segundo sólo pudo dejar algún detalle. Destacó el quite templado por chichuelinas que le realizó al primer toro de Esaú. Borja Jiménez se mostró entregado y voluntarioso, pero poco pudo hacer con un lote deslucido y vacío por dentro. La jornada había comenzado a las una del mediodía. La Capilla del Palacio de la Real Maestranza acogió una emotiva misa cuando se cumplía un mes de la desaparición de nuestro amigo y compañero Fernando Carrasco. Una manera de decirte, allá donde estés, que te echamos de menos. Gracias a Carlos Trejo, Lorena Muñoz y Álvaro del Moral porque sin ellos no hubiera sido posible.

Lo peor: En abril, aguas mil. Los tendidos se poblaron de paraguas por el aguacero que cayó en Sevilla. Los espectadores tuvieron que soportar la incesante lluvia hasta 15 minutos antes de finalizar el espectáculo, que asomó el sol por primera vez en el día. Además del sopor que sufrieron debido al frustrado debut de los astados de Hermanos Tornay. No fue una tarde para hacer aficionados.

ABC

Por Andrés Amorós. Gris plomo y poco oro en la Maestranza

Se equivoca el profesor Higgins (el de «Pigmalión» y «My fair lady»), en su lección de fonética: la lluvia, en Sevilla, no es ninguna maravilla; sobre todo, si hay corrida de toros. Toda la mañana, llueve sin parar. En la capilla de la Maestranza se celebra un hermoso funeral, en recuerdo del compañero Fernando Carrasco. Sigue lloviendo por la tarde pero la lona ha funcionado, el suelo está en condiciones y los tres diestros quieren torear: ¡adelante! El público agradece su buena disposición. Los toros de Tornay –de encaste Domecq, para no variar-, que debutan en Feria, impiden la brillantez: los dos primeros son manejables; los otros cuatro, flojos y deslucidos, se paran muy pronto. Sólo se salva la voluntad de los toreros, en una tarde plomiza, que deja muy poco para el recuerdo.

El camero Esaú Fernández rozó el triunfo grande en la pasada Feria de San Miguel. El primer toro derriba al picador, que cae en la cara de la res; es manejable pero flojo. Se luce Curro Robles con los palos. Casi toda la faena la realiza el diestro con la izquierda; sobresalen tres naturales buenos, en medio de otros, sólo discretos. No es Esaú un artista de la línea que suele considerarse predilecta de los sevillanos pero tiene oficio, intenta conducir las embestidas con mando y mata con decisión. El cuarto, que se llama «Turronero», no «canta» nada: sale suelto, es flojo, incierto. El brindis es bíblico: de Esaú a Saúl (Jiménez Fortes). Su voluntad no tiene fruto porque el toro se para y va a morir a chiqueros pero el diestro vuelve a estar seguro con la espada.

Reaparece en Sevilla , después de sus dos gravísimos percances, el malagueño Jiménez Fortes. El público lo recibe con la lógica simpatía y agradece, toda la tarde, su valor estoico. El segundo toro tardea pero no mete mal la cabeza. El matador lo llama de lejos pero el toro no va. Se muestra firme, además de valiente, pero no redondea la faena ni logra evitar enganchones. Acaba, como suele, con un arrimón y mata defectuoso. El quinto, rebrincado, plantea muchos problemas: puntea, engancha las telas, aprende pronto. Fortes, impertérrito, sufre varias coladas, está cerca de la cogida, nos hace pasar miedo. Mata con decisión. Lo mejor: ha salido ileso. Merece respeto su valor pero…

Borja Jiménez, el más joven de los dos hermanos toreros de Espartinas, tomó la alternativa en esta Plaza, el Domingo de Resurrección de 2015, de manos de Espartaco, su maestro.

El tercero sale suelto, pega arreones, con genio. Borja comienza con dos muletazos cambiados, lo embarca, le deja la muleta en la cara… hasta que se para. Se ha justificado, con oficio y valor. Este deslucido toro se llama «Mísero»; si hablara –imagino– lo haría como Segismundo, en «La vida es sueño»: «¡Ay, mísero de mí, ay, infelice! / Apurar, Borja, pretendo / por qué me toreas así / pero soy flojo y entiendo / qué delito cometí». Mata a la segunda, a toma y daca. Al salir el último, pesan ya los chaparrones y el aburrimiento . Borja brinda al público, comienza con estatuarios pero la res se derrumba; luego, se para tanto como los toros de Guisando. Su voluntad se ha estrellado contra un muro.

Mientras se lidia el último toro, con los focos de la Plaza ya encendidos, asoman, por sorpresa, unos rayos de luz, que iluminan los airosos arcos. Parece una metáfora de nuestra afición: por plomiza que haya sido la tarde, simbolizan la esperanza – que nunca se acaba – de que mañana salga el sol.

Postdata. Los manifestantes quieren liberar a Sevilla del baldón de la Tauromaquia. Tienen tarea… Un ejemplo: la próxima semana, en la Feria de farolillos, miles de sevillanos hablarán de Gitanillo de Triana, Joselito el Gallo, Juan Belmonte, Chicuelo o Ignacio Sánchez Mejías (reliquias, supongo, de un pasado fascista). Habrá que cambiar el lenguaje para cambiar la realidad. Imagino la charla : “Ayer me tomé unos rebujitos en Lince y Comadreja 13”. “Pues no sabes cómo estaba la pringá, en Oso Hormiguero Pigmeo 30”. “Fue guay el flamenquito, en Ché Guevara 23; la penúltima la tomamos en Aleksei Grigoroviev Stajanov 15”… Un nuevo horizonte democrático se abre para la Feria de Sevilla: ¡como lo van a pasar turistas y turistos!

El Mundo

Por Carlos Crivell. Embistieron los toreros

La corrida se celebró por petición de los toreros. No tuvieron en cuenta que la tarde estaba metida en agua, que el público presente sufriría en sus carnes el agua pertinaz que todo el mundo sabía que estaba a punto de descargar, que esas corridas con paraguas no son las deseadas. Pero era su día, su corrida, y quién les quita la ilusión de torear en Sevilla en una corrida de feria a tres espadas necesitados. El ruedo estaba en buen estado, milagro de la cubierta y trabajo ímprobo de los operarios.

Los matadores del cartel quisieron torear, ellos no sabían que en los chiqueros les esperaban seis reses que habían llegado a la plaza dispuestos a no embestir; en muchas ocasiones no solo no embistieron, los de Tornay cazaban moscas. Si lo llegan a saber…

Como no embistieron los toros, ellos embistieron y justificaron de sobras su decisión de echar adelante una corrida con un tiempo infame. El valor y la entrega de la terna merecía algo mejor que la corrida de Tornay. Salieron a jugarse la vida sin reparos. La corrida fue un canto a la heroicidad de tres jóvenes vestidos de luces.

Los toros quinto y sexto fueron dos ejemplares para quitarle a un torero las ganas. Saúl Jiménez Fortes, cosido a cornadas, se puso delante del pavo, que tenía tan malas ideas como tantos pitones. Lo trató como fuera de carril, se la puso por delante y quiso torear a quien lanzaba derrotes al cielo. La plaza enmudeció ante un alarde de valor tan seco. Eso debe ser lo que llaman tragarle a un toro. En su quietud estoica, el de Málaga logró algunos muletazos limpios, sacó alguna arrucina y no movió ni un músculo cuando el morito quería quitarlo de enmedio.

Y no menos impacto produjo lo que hizo Borja Jiménez en el sexto, un tío de casi seiscientos kilos con dos perchas para un museo. Con su figura menuda, lo citó para comenzar con estatuarios, lo citó por la derecha aguantando pitonazos, sufrió un desarme de un animal desesperado y se arrimó como un loco en las tablas. Estaba justificado que quisiera torear. No tiene otra en el horizonte. Como postre, le puso los pechos en un alarde de valor total y sin medida.

Jiménez Fortes y Borja Jiménez habían tropezado en primer lugar con dos toros apagados y con poca vitalidad. Fortes, que no perdonó un quite en toda la tarde, luchó por encontrar el temple para que el de Tornay no le enganchara la franela al final del muletazo. No faltaron ni el arrimón ni los circulares. Se enredó con la espada.

Borja comenzó con muletazos cambiados por la espalda, pero el toro le duró un suspiro. Se tiró a morir en la segunda entrada y salió trompicado.

Esaú Fernández casi no tuvo ni opciones de poder hacer un gesto. Bueno, lo hizo cuando se fue a portagayola en el que abrió plaza, con la lluvia incesante, el tendido de sol despoblado, pero su corazón a buen ritmo. Le molestó el viento en ese primero, noblón pero también muy a menos en la faena. Logró algún derechazo templado. En el cuarto la lluvia era un dolor. El toro le echó la cara arriba siempre, como si quisiera probar el agua de la lluvia. Embistieron los toreros, que se la jugaron de verdad.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Ovaciones a Esaú y Fortes, con mal ganado en tarde lluviosa

Llovía, Fernando. Cielo entoldado. El alma rota. En la Capilla maestrante, junto al lugar del que partiste, te recordamos tus compañeros en una emotiva misa. Pese a que no se haya guardado minuto de silencio en la plaza de toros, estarás presente en tu grada, como lo has estado en Semana Santa por cada calle, por cada rincón de Sevilla. Lo dijo el sacerdote: lluvia por la tristeza de tu desaparición. Una lluvia incesante también a lo largo de la tarde en un festejo que poco, muy poco tiene de historia en lo artístico. Estreno en la Feria de Abril de la ganadería de Manuel y Antonio Tornay, que no funcionó. Y entrega de la terna, recibiendo las dos únicas ovaciones del espectáculo el camero Esaú Fernández y el malagueño Saúl Jiménez Fortes.

El paseíllo se inició con casi diez minutos después de la hora prevista para que los operarios retiraran la gigantesca lona. El piso de plaza estaba en buen estado. Y la terna decidió tirar palante; algo que no gustó a todos los espectadores, porque las previsiones, tal como se cumplieron, amenazaban lluvia intensa y porque el desfile se hizo bajo un aguacero.

Fernando, la corrida de Tornay fue desagradable en juego tanto para los toreros como para el público. Sin clase, con la mayoría de los toros echando el freno.

Esaú Fernández, muy entregado, volvió a estar acertado en la suerte suprema, retornando a su ejecución en corto y no de largo, como lo hizo en la pasada Feria de San Miguel, en la que perdió trofeos por ello. Se enfrentó en primer lugar a un astado cariavacado al que recibió con una arriesgada larga cambiada de rodillas y que derribó en el segundo encuentro; pasando apuros el picador. Toro mugidor, que se rajó pronto. Esaú abrió faena en los medios, de lejos para cerrar en cercanías con unos circulares invertidos y un desplante sin muleta en una faena pundonorosa, en la que tuvo mucho que lidiar. El halcón de Camas se tiró en corto para una estocada casi entera y remató con un descabello para escuchar una ovación.

Con el cuarto, un toro largo que se frenaba en cada acometida, Esaú Fernández, que brindó su labor a Jiménez Fortes, no tuvo opción alguna al lucimiento.

Fortes retornaba a Sevilla tras la gravísima cornada en el cuello sufrida en Vitigudino. Tal como le vimos en el Palacio de Vistalegre de Madrid, el malagueño no ha perdido un ápice de valor. Escuchó la otra ovación del festejo en su segundo toro, un ejemplar muy astifino e incierto, con el que se jugó el tipo y asustó al personal en varias ocasiones, como en los ayudados del inicio de faena o cuando se le coló en un natural. Ya en el epílogo, cuando estaba metido entre los pitones del cornúpeta, intercaló un fallero de infarto. La estocada casi entera fue una buena rúbrica a la sobredosis de valor.

Con el parado y complicado segundo, Fortes también había apostado muy fuerte y los momentos más emocionantes llegaron en el epílogo, en la distancia corta.

Borja Jiménez se las vio en primer lugar con un toro reservón, que calamocheaba. Labor con altibajos con una rúbrica auténtica, en la que salió tropezado por el toro a cambio de una estocada.

Con el grandote sexto -pesaba 589 kilos- le resultó imposible el lucimiento. El toro, paradote, se rajó pronto y acabó en tablas. Borja, que comenzó en los tercios con pases por alto y a pies juntos, fue desarmado antes de que armara faena, que cerró en la distancia corta, con unipases y jugándose el tipo.

Mala corrida de Tornay y entrega de la terna, con Fernández y Fortes como más acertados en un día en el que la lluvia, Fernando, fue protagonista desde la mañana en la Capilla de la Maestranza hasta la anochecida en el ruedo de la plaza sevillana.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El espectáculo que no podía ser tal

Cuando la megafonía tronó quedaban aún algunos minutos para la hora del comienzo del festejo. Los operarios se afanaban en retirar del ruedo la famosa lona y el escaso público que se había atrevido a asomarse a los tendidos esperaba que el speaker anunciara la cancelación de la corrida. Pero no fue así. Con las nubes desatadas –y sin minuto de silencio para recordar a Fernando Carrasco– se decidió echar para delante. Y si salía el primero no habría vuelta atrás. Conviene hacer una reflexión previa. El estado del ruedo era bueno para torear; el valor y las ganas –como en la mili– se suponían; pero quizá conviene pensar en ocasiones en la comodidad del público. A priori, el espectáculo no podía ser tal.

Pero, uno a uno, fueron saliendo al ruedo los toros de la ganadería debutante, la de los hermanos Tornay. El primero, de fea fachada, se tapaba por las enormes agujas que tuvo que sortear Esaú en una portagayola que pasó casi desapercibida por imperativo acuático. El camero comprobó en el segundo tercio que el animal se desplazaba más por el izquierdo y por ese lado, si probaturas, comenzó una faena tesonera en la que llegó a arrancar dos naturales –dos– en medio de una labor larga, concluída en arrimón, que no podía ir a más por la condición protestona del rajado bicho, al que no le sobraban fuerzas.

Cuando salió el cuarto arreciba el frío y la tarde parecía sentenciada. Esaú brindó a Saúl pero hubo poco que rascar. El toro punteaba los engaños; echaba la cara arriba; no mostraba ni un ápice de raza ni entrega… y arreaba el agua. El esfuerzo fue absolutamente baldío.

También resultó absolutamente improductiva la entrega numantina de Jiménez Fortes, que a veces roza el patetismo. El diestro malagueño concluyó su faena al segundo, un toro ayuno del más mínimo contenido, con un arriesgado arrimón en el que no hubo demasiados argumentos. Pero Fortes dio la impresión de navegar a merced de las olas –ya le ha costado gravísimos percances- en su labor con el quinto, un toro de peligro sordo al que había que poder antes de exponerle. A pesar de su corpulencia, Fortes parecía un junco mecido por el viento, vendido a la embestida incierta de un animal que le dio el primer aviso en la tanda de ayudados por alto con la que comenzó el trasteo. Se fue parando el toro y siguieron los respingos del personal, cada vez más impaciente ante el evidente –e improductivo– peligro que corría el torero. Una estocada tendida canceló la angustia.

Quedaba el benjamín de la terna, que el pasado año pisó la plaza de la Maestranza rodeado de otros lujos y otros oropeles. El decorado era ayer otro aunque Borja Jiménez no se cansó de estar en la cara de sus dos toros en sendas faenas concluídas con idénticos arrimones. Alargó más de lo que sugería la lógica, el frío y el agua el trasteo al sexto. Al fin y al cabo era el único cartucho que le quedaba en la Feria. Esta tarde se lidian toros de Torrestrella con terna de color sevillano: Miguel Ángel Delgado, Pepe Moral y Javier Jiménez. ~

El País

Por Antonio Lorca. La historia del toro podrido y el torero pesado

Había llovido y venteado durante todo el día y una espesa cortina de agua caía con fuerza sobre el albero de la Maestranza en el momento del paseíllo, pero el presidente aceptó acertadamente el criterio unánime de los toreros de que se celebrara el festejo. En ello les iba la vida —la cita más importante del año— y no era cuestión de desaprovecharla por unas gotas molestas.

Lo que no sabían Esaú, Saúl y Borja —o no querían saber— es que en los chiqueros les aguardaban toros que, con casi toda seguridad, saldrían dispuestos a amargarles la existencia.

Y así fue. La corrida de los hermanos Tornay fue imposible; no es que los toros fueran mansos o blandos: estaban podridos y solo tenían apariencia de su especie por el color negro y los astifinos pitones. Por lo demás, un producto de desecho, animales sin clase, ni acometividad, ni fijeza, con la cara por las nubes, sin recorrido, de embestida forzada, descompuesta y destemplada. Ninguno colaboró en ningún tercio de la lidia. Toda su actuación fue desabrida e infame. En fin, un regalo envuelto fraudulentamente en papel de Feria de Abril para tres toreros modestos que buscan la gloria y se las vieron con un pasaporte para el olvido.

Misterio grande es por qué se anuncia en este abono una corrida de los Hermanos Tornay. Pero si alguien le preguntara al empresario, su respuesta es conocida: “Así ha nacido el niño [el abono]”, que fue lo que dijo cuando en la presentación de los carteles se le requirió transparencia.

Pero después hay otro secreto indescifrable. ¿Por qué los toreros de ahora se parecen unos a otros como gotas de agua? ¿Por qué carecen de un distintivo personal? ¿Por qué, además, son tan pesados en la cara del toro?

Esta del toreo es un actividad para hambrientos o elegidos por una mano extraña. Ninguno de los tres da la impresión de pasar hambre, pero ¿son elegidos? Eso deberán demostrarlo.

Delante de esos toros imposibles hacen lo mismo, se colocan igual, carecen de imaginación, son conformistas y aburren al paciente personal con faenas insulsas y largas hasta la extenuación. Parece que se les desordena la cabeza, se les nubla la vista e insisten una y otra vez mientras arrecian las voces para que pase cuanto antes el cáliz de la pesadez insoportable de un señor delante de un animal cadavérico.

Ni Fernández, ni Jiménez ni su homónimo (mucho nombre, pero poco apellido) pudieron brillar. Bueno, Fortes, que es el primer Jiménez, dibujó una media de categoría y destacó en unas ceñidas gaoneras en los dos toros de Esaú; en los suyos, derrochó voluntad, valentía y bastante pesadez.

Fernández recibió a su primero de rodillas en los medios con una larga cambiada en la que vio de cerca los pitones afilados de su oponente. La faena de muleta la cimentó en la mano zurda y algún natural airoso se le vio. En el otro, lo intento, pero nada. Y Borja derrocha ilusión juvenil, lo intentó, se arrimó y, como sus compañeros, no encontró hasta muy tarde la manera de poner fin al suplicio.

Toromedia

Ovaciones para Esaú Fernández y Jiménez Fortes

La corrida estuvo amenazada por la lluvia caída durante todo el día, pero finalmente los toreros, tras reconocer el ruedo, decidieron torear y buena parte de la tarde lo hicieron bajo la lluvia. Al final ninguno pudo alcanzar la meta del triunfo.

Esaú Fernández se fue a portagayola a recibir al primero de la tarde en medio de un fuerte aguacero. El toro estaba medido de fuerza y Esaú lo brindó al público y comenzó la faena toreando directamente al natural, dejando una primera serie en la que aprovechó la inercia del de Tornay. Probó al toro por la derecha, pero por ese lado se quedaba más corto. Cuando volvió a torear al natural logró la mejor serie ligando dos muletazos con el de pecho a un astado que se dejaba. Lástima que en la siguiente serie le desarmara, rompiéndose el hilo de la faena. El de Camas se pegó un arrimón en el final de su actuación con circulares meritorios. Mató de estocada y descabello. Ovación.

Manseó en los primeros tercios el cuarto de la tarde, con el que Esaú no se pudo lucir de capa. Sí lo hizo en el quite Jiménez Fortes toreando con mucha quietud por gaoneras. Precisamente brindó el toro al diestro malagueño e intentó sacar partido por los dos pitones a un animal que no acababa de emplearse, limitando su labor. Mató de estocada. Silencio.

Jiménez Fortes ya se lució en el quite que le hizo al primer toro de la tarde. Sin embargo no pudo hacerlo en su toro en el recibo de capa porque el animal le apretó. También brindó al público y plantó cara con la derecha a un toro tardo al que dio algunos muletazos estimables por ese lado. Estuvo por encima de un astado bastante parado que limitó su faena. Mató de media y cuatro descabellos. Silencio.

El quinto fue cuidado en el caballo. Fortes comenzó con ayudados por alto sufriendo un par de coladas por el pitón izquierdo. Cuando lo intentó con la derecha, el toro también lo puso a prueba y aguantó con valor y firmeza las dificultades de su enemigo. La faena fue un derroche de valor ante un enemigo peligroso. Estocada. Ovación.

No hubo lucimiento de capa por parte de Borja Jiménez en el tercero, que manseó en el caballo. Comenzó la faena con pases cambiados por la espalda y ligó con mérito con la derecha en las primeras tandas con firmeza ante un toro que se lo pensaba y que se fue parando. Insistente, Borja sacó todo el partido posible. Mató de pinchazo y estocada.

El sexto no se empleó en el capote y llegó a la muleta soltando la cara cuando Borja Jiménez se pudo a ligar los muletazos con la derecha. En la segunda serie lo desarmó y a partir de ahí el toro fue a menos a pesar de los intentos del torero de Espartinas. Prolongó la faena y mató de pinchazos y estocada. Fue aplaudido tras escuchar un aviso.

04_abril_16_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)