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Real Maestranza de Sevilla

Jueves, 12 de julio de 2018

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Erales de Carlos Núñez (bien presentados con diferente juego, descastados en general).

Diestros:

Curro Jurado Dos pinchazos hondos y bajos, aviso (silencio); estocada en el 3º (vuelta por su cuenta).

Carlos Enrique Carmona Estocada trasera, aviso, dos descabellos (vuelta por su cuenta).

Cristóbal Ramos Parrita Resumta cogido en el quite al 2º de la noche.

Manuel Martín Tres pinchazos, aviso (silencio).

Pablo Páez Estocada (oreja).

Jesús García Estocada (vuelta al ruedo).

Incidencias: Cristóbal Ramos Parrita y Carlos Enrique Carmona fueron atendidos en la enfermería. Parte médico de Cristóbal Ramos ‘Parrita’: ‘Herida incisa en región inguinal derecha, con trayecto ascendente de 10 centímetros, sin afectación de planos profundos. Menos Grave’. Parte médico de Carlos Enrique Carmona: ‘Herida inciso-contusa en tercio medio región pretibial, miembro inferior izquierdo que interesa tejidos blandos superficiales. Pronóstico leve’.

Presidente: José Luque Teruel.

Tiempo: noche con temperatura agradable y fresca.

Entrada: media plaza.

Video:

Crónicas de la prensa:

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Pablo Páez, único trofeo, y Parrita, herido menos grave

El espectáculo comenzó de manera agria. En el segundo novillo, en el tercio de quites, entró el murciano Cristóbal Ramos Parrita, lanceando de frente por detrás e intercalando gaoneras. El joven torero al que apodera Antonio Mondéjar fue herido de manera certera en la zona inguinal. Las asistencias lo llevaron de inmediato a la enfermería, de donde ya no saldría.

Con erales de Carlos Núñez, de desigual presentación y juego, el único espada que consiguió un trofeo fue Pablo Páez, nacido en Ronda, de la Escuela de Sevilla, ciudad donde reside, quien se mostró solvente ante el quinto, un eral que cuando le exigía perdía las manos, pero que ofreció la oportunidad para que Páez demostrara su buena disposición tanto en una larga cambiada de rodillas a portagayola, como en otra más y dibujara un ramillete de bellas verónicas, rematadas con una preciosa media. El torero evidenció gusto en muletazos por ambos pitones. Mató de estocada y cobró el citado premio.

Esta segunda nocturna de promoción se inició con el nazareno Curro Jurado, quien ante el manejable primero, mugidor, realizó un trasteo correcto y algo frío que no caló en el público para ser silenciado. Al tercero, con poco brío, que lidió por el herido Parrita, lo recibió con una larga cambiada de rodillas en los tercios y consiguió los mejores pasajes con la diestra y en un epílogo en el que puso en liza el cartuchito de pescao; rematando de estocada para dar una vuelta al ruedo tras petición.

El madrileño Carlos Enrique Carmona, hijo del matador de toros Lázaro Carmona, mostró actitud al recibir a portagayola al segundo, que se paró, aguantando el novillero lo suyo. El astado, que había herido a Parrita, manseó y fue complicado y Carmona, con firmeza, planteó una faena muy seria y solvente que brindó a su padre. Fue cogido en el epílogo y tras estocada falló con los aceros por lo que el balance quedó en una vuelta al ruedo.

El salmantino Manuel Martín se las vio con un ejemplar, el cuarto, mugidor, que soltaba la cara y se defendía. Un duro hueso de roer para un aspirante que se entregó con pundonor.

El madrileño Jesús García, de la Escuela Fundación El Juli cerró plaza con un astado bien presentado. El novillero brilló a la verónica y en el remate de una media. Prendió banderillas con seguridad y acierto, destacando en un tercer par de dentro afuera. Y con la muleta supo sacar partido del ejemplar de Núñez, que punteaba, cerrando la faena con unas manoletinas y matando de estocada. Dio una merecida vuelta al ruedo tras petición de oreja que no atendió el presidente.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Páez se abre una puerta a la final

Resulta complicado juzgar la aptitud y la actitud de los aspirantes cuando se encuentran con una novillada sin posibilidades. El envío de Carlos Núñez –feo, mal presentado y ayuno de contenido- fue una dura prueba para el sexteto de novilleros que se anunciaron en el segundo festejo clasificatorio del ciclo de promoción sin el ambiente, el calor ni el jolgorio de otros años. ¿Qué está pasando? Habrá que pararse a analizarlo.

El caso es que el único que se llevó el gato al agua fue el rondeño Pablo Páez, que volvió a dejar de manifiesto el dulce momento que atraviesa la escuela de Sevilla. El centro que depende de Aula Taurina parece haber dejado atrás ese rol de convidada de piedra de no hace tantos años. Páez tiene personalidad y gusto en el trazo pero, sobre todo, salió sincera y resueltamente a aprovechar como fuera las muchas o pocas posibilidades que le ofreció un novillo, el quinto, que no tenía ni media arrancada. Por eso hay que dar doble mérito a una faena que enseñó un toreo de calidad, sentido del temple y también alguna lagunita lógica del que empieza. Páez tiene su fuerte en la mano izquierda y logró llamar la atención. Debe tener sitio en una final en la que ya se abrió hueco su rival más directo: El Primi.

También se quedó cerca de ese trofeo el aspirante madrileño Jesús García. Ya había animado el cotarro en su quite por lopecinas en el novillo de Páez cuando el larguísimo festejo caminaba hacia el despeñadero. García esta puesto y se sabe bien el oficio. Maneja bien el capote, banderillea con vistosidad y soltura y resuelve con la muleta. Merece ser visto con otro material. El eral de ayer sólo acertó a defenderse y a tirar puñetazos. El chaval estuvo mejor de lo que merecía el animal.

Y a partir de ahí poco más que contar en una novillada interminable que dejó pocas ganas de volver al público mayoritariamente juvenil que se desperdigó por los tendidos. El nazareno Curro Jurado había llegado de Ceuta –sirve en la Legión- sin pelo suficiente para sujetarse la castañeta. El chico, fornido, tiene oficio y no está exento de firmeza aunque debe administrar mejor el tiempo y la estructura de las faenas. Esbozó muletazos de buen corte con el primero y llegó a templarse con el que mató por Parrita, al que instrumentó buenos naturales finales.

Mucho más verde se mostró Carlos Enrique Carmona, hijo del matador de toros Lázaro Carmona. Aún está lejos de alcanzar la firmeza y capacidad de resolución para resolver los problemas que le planteó el segundo novillo de la noche, que le propinó una fortísima voltereta. Antes había metido para dentro a Parrita con una fea cornada en el bajo vientre que, afortunadamente, no revistió graves consecuencias. Nos queda el novillero charro Manuel Martín, que todavía debe tener los oídos atronados por el berreo del cuarto, un becerrón feote y acobardado al que le anduvo con desahogo. No se podía hacer más.

12_julio_18_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:12 (editor externo)