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Real Maestranza de Sevilla

Domingo 12 de junio de 2016

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos del Conde de la Maza (bien presentados, con diferente juego, mansos en general; el 4º fue devuelto a corrales por debilidad manifiesta; 2º y 4º, pitados en el arrastre; 1º, 5º y 6º, aplaudidos).

Diestros:

David de Miranda: de grana y oro. Pinchazo, estocada baja (saludos desde el tercio); pinchazo, media estocada caída y trasera (ovación).

Juan de Castilla: de blanco y oro. Pinchazo, estocada tendida, 4 descabellos, aviso, 3 descabellos (silencio); pinchazo, estocada (saludos).

Juan Silva “Juanito”: de purísima y oro. Pinchazo (silencio); pinchazo hondo, estocada trasera (saludos desde el tercio).

Banderillero que saludó: Fernando Pereira, de la cuadrilla de David de Miranda, en el 4º.

Presidenta: Ana Isabel Moreno.

Tiempo: soleado y calusoroso.

Entrada: media plaza.

Imágenes: http://goo.gl/Hj5S49

Video: https://vimeo.com/170396771

Crónicas de la prensa:

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Juanito y Jardinoso salvan la tarde. Entre el calor y el aburrimiento transcurrió una tarde insípida en la Maestranza. Pasadas las nueve y media de la noche saltó al ruedo un precioso ejemplar de Conde de la Maza. Jardinoso, un cárdeno claro con una dulce embestida por el pitón izquierdo, cambió el final de la tarde. Juanito plasmó naturales templados y profundos que pusieron la nota de mayor emoción del festejo. El portugués erró con los aceros y la oreja se fue para el desolladero. Su anterior oponente estuvo escasito de fuerzas y fue imposible plantearle faena. David de Miranda fue volteado feamente por el primero de la tarde. Un animal con movilidad y encastado al que el onubense el realizó un trasteo largo que no terminó de calar en los tendidos. El cuarto fue devuelto por inválido. En su lugar saltó al ruedo un Conde de la Maza complicado con el que David estuvo muy firme. Juan de Castilla estuvo voluntarioso con el desclasado tercero, al que con siguió sacar algunos muletazos meritorios a media altura. El quinto fue otro astado complicado de Conde de la Maza con el que el colombiano estuvo muy valiente.

Lo peor: Tarde soporífera. En tardes como la de hoy en Sevilla, con el añadido de un calor insoportable, sigue planeando en el ambiente el debate de los tiempos muertos que se pasan en la Maestranza. Hay que solucionar este tema ya y planear soluciones para aligerar las horas del festejo.

La Razón

Por Paco Moreno. Firmeza y seguridad de los novilleros en Sevilla

Cierre gris tirando a oscuro en la última novillada de las anunciadas en la Real Maestranza de Sevilla. Los novilleros pusieron disposición y ganas, pero no fueron debidamente correspondidos ante el escaso juego del encierro de utreros de Herederos del Conde de la Maza. Solo el sexto mostró mejor son.

David de Miranda dejó un trasteo largo y voluntarioso ante un novillo que tuvo cierta movilidad aunque sin definir el ritmo de la embestida, sacó más genio que codicia y resultó complicado que el novillero onubense pudiese templarlo. Se llevó una tremenda voltereta, muy fea en su desarrollo de la que salió conmocionado, pero se recuperó pronto y continuó su labor. Algo acelerados los muletazos, por lo comentado anteriormente, y la faena no terminó de levantar vuelo, aunque hubo algunas tandas de mejor trazo. Menos opciones le dio el cuarto de la tarde, que salió como sobrero al blandear el anunciado. Puso oficio el novillero y disposición, pero las descompuestas y rebrincadas embestidas del utrero no le permitieron mayores logros, al menos, el que pudiese mostrar su voluntad. En el tercio de banderillas brilló en dos pares muy arriesgados Fernando Pereira, que ya antes había bregado con oficio al que abría plaza. Buena su labor.

Juan de Castilla, que hacía su presentación en la Maestranza, no pudo pasar de disposición y ganas de agradar, de dejar una faena meritoria sobre ambas manos ante un utrero que no humilló ni se entregó. Porfió y mucho el novillero colombiano hasta sacar algunas tandas más meritorias que lucidas. El lunar más acusado lo mostró en el manejo de los aceros. Faena arriesgada ante el quinto, un animal que no se ajustó al dicho, ese que dice «no hay quinto malo». Resultó muy molesto y sin entrega. Con el estuvo muy firme y seguro el espada, que al menos, justificó y bien su presencia en esta plaza. Ahora sí, después de un pinchazo, le enterró todo el acero en el morrillo de su oponente.

Juan Silva «Juanito» quedó inédito ante el tercero de la tarde, debido a las escasísimas fuerzas que mostró su oponente. Blando, de escasas acometidas y sin ninguna emoción. Al menos, disposición en el novillero luso sin poder encontrar mejor puerto. Sí que lo encontró ante el sexto, que fue la antítesis de sus hermanos de encierro. Al tener mejor son y ofrecer al menos una serie de embestidas aprovechables. Lo hizo «Juanito», que se mostró como un novillero con buen fondo y sentido del toreo. Faena sobre ambas manos que malogró con la espada.

El Mundo

Por Carlos Crivell. Voluntad y valor de David de Miranda

Del lote de David de Miranda, el primero fue el novillo de más posibilidades. El del Conde repitió con casta en una faena muy larga del torero de Huelva. David de Miranda le dio una infinidad de muletazos de diversa entidad. En uno de pecho fue cogido, por fortuna sin consecuencias, aunque fue una voltereta muy seria por el tiempo que estuvo en los pitones. Volvió a la cara del novillo para seguir toreando en una faena de metraje excesivo, aunque ciertamente su voluntad fue patente.

El sobrero cuarto salió corretón con claros signos de mansedumbre. A la muleta embistió descompuesto por ambos pitones. Ahora Miranda estuvo firme y valiente. No era fácil ligar los pases a un novillo que no paró de dar cabezazos. Algunos pases por la izquierda, logrados a base de valor, fueron meritorios. La espada viajó de forma poco precisa. Como remate a su tarde, se lució en un quite variado al sexto. David pide a gritos la alternativa.

El colombiano Juan de Castilla tropezó con un novillo de poco recorrido y que nunca humilló para buscar los engaños. En el caballo sonó el estribo con rotundidad. Se había lucido en un quite por chicuelinas en el primero, con respuesta posterior de Miranda por saltilleras. Su faena fue tesonera, de escaso brillo y de aparente conformismo. Acabó con bernadinas sin causa justificada. Se supone que son pases que deben poner el colofón a una labor brillante.

Con el quinto se mostró más ambicioso. Tampoco fue claro el mansito, que midió las arrancadas y recortó los viajes con peligro. A base de insistir logró algunos naturales de buen corte, hasta que llegó la voltereta. Ahora su porfía fue mayor, se fajó con valor y se justificó con creces.

El portugués Juanito apenas pudo mostrar sus condiciones en el tercero, novillo inválido que debió ser retirado a los corrales. Además de inválido, no embistió nunca por abajo. Juanito se dejó enganchar mucho los trastos. Pinchó en la primera entrada, se echó el del Conde y, en lugar de levantarlo para entrar a matar de nuevo, dejó que el banderillero le recetara el puntillazo. No fue un dechado de ambición su actitud.

El sexto, ensabanado de capa aunque cárdeno en los papeles, se movió con clase en los primeros tercios. Bien lidiado por Cándido Ruiz, llegó alegre al tercio final. En los naturales hubo de todo, algunos buenos y otros enganchados. El novillo tuvo ritmo, Juanito le echó ahora ganas, dibujó algunos naturales largos y templados y la tarde se vino arriba. La espada le dejó sin premio.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. La terna, de vacío ante una novillada complicada y mansa de Conde de la Maza

Por momentos, se juntaron el hambre con las ganas de comer: tres toreros sin la madurez suficiente para imponerse a una novillada mansa y complicada de Conde de la Maza, que deparó un par de sustos, a David de Miranda por el que abrió plaza y a Juan de Castilla en el quinto. En ambos casos fueron cogidas, afortunadamente, sin mayores consecuencias en una Maestranza con media entrada y calor canicular. Lo más positivo es que no sucedió ningún percance serio y que los novilleros se entregaron cada uno a su aire ante un material difícil para el lucimiento artístico. Un encierro con algunos novillos que hubieran dejado en entredicho a más de un torero del escalafón superior.

El público comprendió a David de Miranda, Juan de Castilla y Juan Silva Juanito –los dos últimos se presentaban con picadores en esta plaza–, quienes solventaron sus papeletas como buenamente pudieron y supieron, destacando el portugués Juanito, que de no haber errado con la espada en el sexto, posiblemente hubiera cobrado un trofeo del mejor astado del encierro.

Cuando ya el público andaba bastante desanimado por el devenir del espectáculo, un novillo ensabanado, moteado y botinero hizo saltar la esperanza por su movilidad. El astado, manso, embistió también con prontitud, aunque no humillaba tras las telas. Juanito se fue centrando poco a poco con él y logró algunos derechazos estimables hasta encontrar la distancia y la altura de la muleta apropiada para una serie diestra con ligazón. Otra tanda de naturales abrochadas con un afarolado y el de pecho continuaron cosechando palmas en la única faena acompañada por la música. El portugués cerró con ayudados por bajo, tan arrebujados que salió casi trompicado. Con el público entregado se vislumbraba premio, pero no enterró el acero al primer envite. Anotó un pinchazo antes de la estocada definitiva y el balance quedó en una fuerte ovación.

Juanito, ante el tercero, un novillo altote, que salió lastimado de varas, no tuvo opción alguna. Estuvo porfión ante este ejemplar que no embestía en un trasteo que comenzó y finalizó con ayudados por alto. Tras un pinchazo, el animal se echó. Y de tal manera, con pólvora mojada, Juanito no pudo disparar en su primer acto.

David de Miranda, el más placeado de los tres, quien sumó el año pasado más de una veintena de festejos, anduvo voluntarioso en su primero, cornidelantero, bajo, muy largo, manso, incansable y repetidor, que embestía con la cara a media altura. El onubense impactó en un quite con unas saltilleras muy ceñidas. Con la muleta, en una labor muy larga, lo pasó mal. Al rematar una de las tandas, el novillo lo lanzó por los aires y en unos segundos que fueron eternos se lo pasó del pitón derecho al izquierdo de manera angustiosa y sin que, afortunadamente, le calara. El onubense se levantó y, una vez recuperado, continuó toreando.

El cuarto, un castaño bociblanco, claudicó tras un puyazo. En su lugar saltó un sobrero del mismo hierro, un burraco alto y largo que manseó y que transmitió peligro. David de Miranda, pundonoroso, no acertaba con la colocación. El torero dejaba ventanas abiertas y en varias embestidas le veíamos cogido. Cerró el trasteo con unas manoletinas y una colada final de infarto.

Juan de Castilla mostró solidez y claridad de ideas. Con el segundo, bien hecho, manso, desclasado y mugidor se mostró valiente, intentando hacer las cosas bien hechas. Lo mejor lo consiguió con la diestra, el pitón más potable y asustó con unas bernadinas escalofriantes. El colombiano emborronó su labor en la suerte suprema, especialmente con el verduguillo.

El serio quinto, además de su mansedumbre, se movió con peligro. Juan de Castilla, en las rayas, tiró bien de la embestida del animal, especialmente con la zurda, pero en un descuido le arrolló y estrelló contra la arena, cayendo de manera terrible, para romperse la crisma. El novillero no se arredró y apostó por un arrimón, con circulares invertidos que acabó en un desarme.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Una novillada decimonónica

Los novillos fueron saliendo, uno a uno, con variedad de tipos y capas pero con una bastedad común que nos llevaba a otras épocas, a otros modos distintos. La lidia del sobrero que hizo cuarto, de precioso pelo burraco salpicado –tan de las viejas reatas de Núñez– podría haber sido grabada en blanco y negro y proyectada con cierta velocidad. El resultado habría sido una de esas películas centenarias que retrataban una fiesta muy diferente; la brega sobre los pies; el toreo de regate, tan alejado del muletazo con trazo y composición moderna. La verdad es que el envío de Los Arenales fue una prueba dura, durísima, para los tres chavales que se acartelaron ayer bajo el fuego del verano adelantado para despedir las novilladas del abano. Si era una hazaña alcanzar las tapias arrasadas de sol del viejo templo taurino del Baratillo aún lo era más ponerse delante de esos novillos arqueológicos que imposibilitaron lo que hoy entendemos como toreo.

Sólo hubo uno, el espectacular ensabanado que hizo sexto, que permitió aplicar las reglas conocidas. Así lo hizo el portugués Juanito cuajando la única faena estructurada, compacta y con sentido artístico. A esas alturas de la película, el personal se frotaba los ojos al ver –por fin– naturales de trazo limpio y sentido de la compostura. El chaval pudo enseñar esa calidad que le llevó a caer de pie en esta misma plaza en las novilladas de promoción del pasado año pero se atrancó con la espada, que cayó caída en un feo sartenazo que quedó muy agarrado y definitivamente enterrada tras un espadazo trasero que echó abajo al toro blanco. Quiso dar la vuelta. Afortunadamente rectificó pronto. El tercero, progresivamente soso, mirón y desinflado, sólo le dejó enseñar buenos principios y modales.

Abría cartel el choquero David de Miranda, que cubría su tercera temporada en la plaza de la Maestranza. Se decía que iba a tomar la alternativa en La Merced de manos del mismísimo José Tomás pero el anhelo está cada vez más desdibujado mientras se siguen demorando los carteles de Las Colombinas. Miranda ya había convencido al público sevillano en anteriores comparecencias por su pasmoso valor aunque se le vio algo envarado con el duro y descompuesto novillo que rompió plaza, que llegó a propinarle una fortísima voltereta. En cualquier caso, no se le puede negar esa sincera entrega, que le llevó a no volver la cara con el cuarto, ese sobrero de embestidas decimonónicas al que plantó batalla sin cuento. Salir de pie del envite ya era un triunfo.

Dejamos para el final la solvencia profesional del novillero colombiano Juan de Castilla, a la postre el novillero más preparado para resolver una dura papeleta en la que siempre ganó la acción a sus novillos. Lo hizo con un segundo manso, deslucido y protestón al que buscó todas las teclas aunque se atascó con el descabello. Con el quinto, una auténtica alimaña, volvió a enseñar la solidez de su oficio y pasó la prueba con nota a pesar de resultar volteado con dureza al quererse relajar.

ABC

Por Lorena Muñoz. Una crónica de calor, tres brindis y tres ovaciones

De medianoche y plata venía vestido Diego Valladar, el tercero de Juan de Castilla, según el programa de mano. Era un presagio para las dos horas y media de duración de un festejo con poca historia marcado por el complicado juego del ganado del Conde de la Maza. Tres brindis al público en los tres primeros, unos cuantos quites, mucho calor y tres ovaciones para la última novillada del abono. Ahora por partes.

David de Miranda abrió plaza con «Melonero» que se movió pero también tuvo mucho que torear. Le dio una feísima voltereta en la muleta y las cuadrillas incluso lo cogieron para llevarlo a la enfermería. Volvió a la cara del astado para continuar una faena dispuesta a la que la faltó continuidad. Antes había estado bien en un ajustado quite con el capote a la espalda de réplica al que hizo Juan de Castilla con templadas chicuelinas.

El cuarto, un toro de presencia, fue devuelto por invalidez y lo sustituyó un feo sobrero que salió distraído de salida y suelto del peto. Esperó en banderillas donde saludó Fernando Pereira, que aguantó mucho para clavar, igual que el novillero, primero con la diestra y después al natural. Lo intentó el de Trigueros que llegó a meterlo en algunos naturales y estuvo dispuesto, pero «Melonito» tenía demasiadas complicaciones. Saludó una meritoria ovación a pesar de que el puntillero lo levantó en dos ocasiones.

Juan de Castilla demostró oficio y buena colocación con el exigente segundo en su presentación maestrante. Había que estar firme y no dudarle porque le costaba repetir y era un punto brusco al tomar el engaño. Se gustó en un quite a la verónica al que también respondió Juanito por chicuelinas pero acabó atascado con el descabello después de que el puntillero le levantara al novillo. Saludó en el quinto que tuvo presencia de torito y dificultades como todo el encierro. Se echó a los lomos al colombiano que se libró de milagro y continuó con circulares, pases por alto y toreo de entrega ante la falta de clase de su oponente.

El portugués Juanito llegaba tras ser finalista en las de promoción el año pasado. Debutó con un tercero protestado por perder las manos que se paró pronto en el tercio final, sin humillar y con poco recorrido. Templado en los primeros compases estuvo correcto ante un astado que se echó después de un pinchazo.

El sexto fue un cárdeno claro al que De Miranda le hizo un quite por tafalleras replicado por el mismo palo rematado con la media. Con más movilidad y recorrido al comienzo de faena, Juanito presentó bien la muleta, tiró de la embestida, primero con la diestra y después con la zurda, que hicieron sonar la música. Hubo naturales largos y templados y garbosas trincherillas para cerrar. Una pena que no rematara con la espada. Al menos habría dado una vuelta al ruedo pero a las horas que eran ya había ganas de Eurocopa.

El País

Por Antonio Lorca. El peligroso círculo de los novilleros

Corren malos tiempos para la novillería. Se celebran pocos festejos, y escasean las oportunidades para adquirir oficio en la cara del toro, de modo que si no se es un fenómeno, el destino se torna oscuro para la inmensa mayoría de quienes pretenden alcanzar la gloria en el ruedo.

Sucede, además, otra historia: los chavales están acostumbrados al novillo moderno, noble y bobo hasta la enfermedad, son hijos del toreo despegado y ventajista y están muy mal aconsejados por su entorno.

Así las cosas, se anuncian en Sevilla tres novilleros con posibilidades, como son David de Miranda, que pretende tomar la alternativa en las próximas Colombinas de Huelva, el colombiano Juan de Castilla y el portugués Juanito; y lo hacen frente a una novillada complicada -distinta, habría que decir, porque no pretendió quitarles el carné de identidad- ante la que los toreros naufragan y dejan entrever sus muchas carencias. Pero el problema es que el festejo se celebra en Sevilla, una plaza de referencia, y el paso triste y anodino por su albero los aplasta como una losa y mengua sus posibilidades de futuro.

David de Miranda, por ejemplo, que venía precedido de una merecida fama de torero con posibilidades, dio un serio paso atrás, aunque el apoyo de sus muchos partidarios procedentes de Trigueros (Huelva), su pueblo natal, pudiera hacer creer lo contrario. No tuvo oponentes nobles con los que poder demostrar lo que lleva dentro, pero lo que se vio en el ruedo es que es un torero que se coloca muy despegado, al hilo del pitón siempre, que da muchos pases acelerados hacia fuera, que tiene poca ‘sangre’ en las venas, frío y ventajista, con poco mando en las muñecas… Su ‘delito’ fue más grave ante su primero, el más noble del festejo, y no dijo nada; deslucido fue el cuarto, ante el que evidenció que no le sobran recursos técnicos. Para más señas, sufrió una tremenda voltereta en el que abrió plaza que, afortunadamente, no tuvo consecuencias.

De Castilla se mostró como un novillero preparado, bravo y entregado, por encima del soso segundo y muy valiente ante el complicado quinto, que lo zarandeó en el tercio de muleta. Muy pesado, como sus compañeros, abusó del pico y pasó la dura prueba con un aprobado raspado.

Y el más joven, Juanito, quiso dejar claro que posee maneras toreras, si bien el escaso recorrido del tercero no le permitió el lucimiento; se vino arriba ante el encastado sexto, al que toreó con pasión por ceñidos naturales y consiguió que sonara la música por su toreo alegre, al que le faltó continuidad.

Al final, quedó claro que el panorama de la novillería no tiene un horizonte esperanzador. Los aspirantes necesitan llegar a las plazas importantes con un bagaje que hoy parece imposible; y se lo juegan todo en un examen final que no es fácil superar. Un círculo peligroso para su porvenir…

Toromedia

Juanito se acercó más al triunfo

David de Miranda hizo gala de su quietud en el quite con el capote a la espalda que le hizo al novillo que abrió plaza. El comienzo de faena fue vibrante y en las primeras series ligó aprovechando la correosa movilidad del novillo. Por el lado izquierdo el del Conde apretaba y era más complicado, por lo que tuvo que desistir pronto. También se llevó un susto cuando intentaba rematar una de las series de derechazos, siendo volteado de forma espectacular pero sin consecuencias. Volvió a la cara para cerrar la faena con dos series de mérito, tragando mucho. Terminó con una última tanda a pies juntos y mató de pinchazo y estocada. Ovación.

El cuarto salió huidizo y no permitió lucimiento con el capote. En la muleta embistió con violencia a la primera serie y Miranda aguantó bien, intentando atemperarlo en las siguientes, sin librarse nunca de los molestos cabezazos de una embestida descompuesta. Tuvo mérito la firmeza del onubense, que en ningún momento volvió la cara a pesar de la complicación del novillo. Mató de pinchazo y media y fue ovacionado.

Juan de Castilla hizo un buen quite al segundo de la tarde, después de que el novillo no le dejara lucirse en el recibo. Brindó al público y estuvo firme y con oficio con un novillo que no se entregaba y que a partir de la segunda serie comenzó a crear problemas. Apuró todas las arrancadas en una labor de mérito y terminó con bernardinas. Mató de pinchazo, estocada y varios descabellos. Silencio tras aviso.

En el segundo de su lote supo dejar la muleta puesta para dar una primera serie por el pitón derecho. Después intentó sacar partido al natural toreando de uno en uno. Pero el novillo pronto dio de sí lo que era y le propinó una fuerte voltereta, por fortuna sin mayores consecuencias. El novillero insistió con valor y firmeza en otra actuación meritoria pero que no pudo conducir al triunfo por la condición del novillo. Fue ovacionado.

El tercero manseó en los primeros tercios y a la muleta llegó con poca fuerza, desluciendo los primeros intentos de Juanito. Lo intentó el novillero portugués con un astado a menos que se aburría al embestir. En algunos momentos dejó entrever el buen corte de su toreo, pero el del Conde no le dejó desarrollar. Se equivocó al prolongar demasiado la faena. Dio un pinchazo y el novillo se echó. Silencio.

El sexto, un bonito novillo ensabanao, hizo concebir esperanzas en el buen inicio de faena y la primera serie al natural, que levantaron las ovaciones más fuertes de la tarde. Cuando Juanito toreó con la derecha terminó de calentar el ambiente y sonó la música. Bajó un poco la intensidad en la siguiente tanda y dejó una buena serie al natural para terminar. Se adornó en un bonito toreo por bajo y mató de pinchazo hondo y estocada. La espada impidió que el portugués pudiera tocar pelo en este cierre de la tarde.


©En la imagen de Tormedia, Juan Silva “Juanito”.

12_junio_16_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:13 (editor externo)