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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Miércoles 12 de octubre de 2022

Festival benéfico

Ficha técnica del festejo

Ganaderías: Juan Antonio Ruiz Espartaco, Daniel Ruiz, Victoriano del Río, Garcigrande, Ganadería Talavante, Núñez de Tarifa para el novillero y Jandilla para el becerrista.

Diestros:

Diego Urdiales: estocada, saludos.

José María Manzanares: pinchazo, estocada caída, oreja.

Daniel Luque: media estocada, saludos.

Juan Ortega Pardo: estocada baja, saludos.

Pablo Aguado: pinchazo, etocada caída, dos orejas.

Diego Bastos: estocada entera, oreja.

Marco Pérez: estocada baja, descabello, dos orejas y rabo.

Banderillero que saludó: Alberto Zayas en el 3º.

Incidencias: festival organizado por Emilio Muñoz. Benéfico, para los actos de caridad de la Hermandad del Gran Poder

Presidente: José Luque Teruel.

Tiempo: soleado al principio, temperatura agradable.

Entrada: hasta la bandera.

Imágenes

Video resumen del histórico triunfo de Marco Pérez en Sevilla AQUí

Video resumen del festejo AQUí

Crónicas de la prensa

Por Jesús Bayort. ABC. Puerta del Príncipe para Marco Pérez, el niño torero de Juan de Mesa

Juan de Mesa esculpió a Dios. Y cuatrocientos años después nos surge la sospecha: ¿será también autor de la talla de Marco Pérez? De la hechura del niño torero. Una escultura sublime, como sus maneras, como su andar. Perfección modelada a golpe de gubia sobre el tronco centenario del arte de torear. El gran poder del toreo. El que todo lo puede, el que todo lo hizo: torear como la divina providencia, aislarse del mundanal ruido de este templo profano de Sevilla, arrebatarle los titulares al mejor Pablo Aguado…

Lo avisó en estas páginas Emilio Muñoz: «Si los toros lo respetan, Marco está llamado a ser figura del toreo». Y el toro (novillo) lo respetó. O se entregó, ante este emisario del Señor. Que el pasado viernes conoció la basílica de San Lorenzo, y se postró ante Dios. Y salió bendecido, con un cometido pastoral: repartir fe y esperanza. A la fiesta de los toros, a la que hoy le ha regalado años de vida. La que hoy le ha apartado varias páginas en blanco de sus anales.

La madeja de este salmantino tejía un nudo en el estómago de cada aficionado conforme iba caminando hacia la puerta de chiqueros. El sentimiento protector brotaba en cada uno de nosotros. Atemorizados por esa pequeña talla que procesionaba sobre el ruedo, que tocó el martillo y se paró ante un cañón oscuro. Del que nadie sabía lo que podía salir. Hasta que salió Bravío, especialmente bravo, de Jandilla. La simbiosis perfecta.

La revolución comenzaba a portagayola y terminaba por la Puerta del Príncipe, con un rabo en la mano. Como escribimos en el reportaje del pasado domingo, el sentimiento que provoca Marco Pérez no se resume con el «¡qué preparado está!», sino con «¡ahí va un torero!». Porque es eso, un torero. Encerrado en un maniquí pueril. Si bien toreó, mejor salió de la cara. Con clase, con temple. Ese que envuelve su toreo, incapaz de acelerarse aunque la situación lo demande. Es incomprensible que alguien presumiblemente tan inmaduro posea la madurez suficiente para controlar en todo momento la escena. Como no haría ni un adulto. Pormenorizar su labor resultaría soez. Tiempo tendrán de ver a Marco Pérez, el niño torero de Juan de Mesa.

Y, 'lamentablemente', todo eso ocurrió en la gran tarde de Pablo Aguado. Sin la trascendencia de su consagración, pero con el contenido más rotundo de su carrera. Aguado no toreó, soñó el toreo. A cámara lenta, entregado. Crujió Sevilla con aquel lance a pies juntos, desmayado, como los que después continuarían, abrochados con una media eterna. Brindó a Espartaco (padre) antes de derramar el alma en su faena cimera.

En el inicio hubo reposo, y un cambio de mano para inmortalizarlo en un cartel de toros. El mentón se hundía sobre su pecho mientras caían muletazos sublimes. Con la derecha, con la izquierda. Que envolvieron una trincherilla extraordinaria, con empaque y categoría. El cierre era el espejo de su alma: rota. Así estaba él, frente al buen animal de Talavante, arrodillado entre los pitones, pasándoselos a centímetros en unos torerísimos ayudados. Cómo no estaría para que después de un primer pinchazo le dieran las dos orejas. Volvió el mejor Aguado, volvió el toreo eterno.

Aunque a la postre resultaran Aguado y Pérez los grandes protagonistas del festival, el éxito había llegado tres horas antes de su fin. Cuando la taquilla del Paseo de Colón colgó el cartel de 'No hay billetes'. Puerta del Príncipe para Candelaria, Madre de Dios y Los Pajaritos, beneficiarios de la gran obra asistencial de la hermandad del Gran Poder. Se confirmaba lo que tanto repite su hermano mayor, Ignacio Soro: «Todo el mundo atiende la llamada del Señor». Y ni toreros, ni ganaderos, ni sevillanos le negaron su petición. Un festejo que recuperaba, tras los dos años de pandemia, lo que parece convertirse en una nueva tradición: cerrar la temporada taurina de Sevilla a beneficio de una hermandad. Por cierto, la más exitosa de su historia reciente: 54 orejas, 1 rabo, 5 puertas del Príncipe y 8 'no hay billetes'.

Por Luis Carlos Peris. Diario de Sevilla. Sevilla enloquece con un niño

Toda la expectación levantada en torno al debut de Marco Pérez, ese quinceañero salmantino que tiene revolucionado al toreo fue superada ampliamente por la realidad de ver en el albero maestrante a un niño que como le haga al toro lo que ahora le hace a los becerros se va a fumar todo el tabaco del toreo. Recién cumplidos los quince años y con aspecto de contar con muchos menos, Marco puso patas arriba al templo maestrante con un recital artístico y enciclopédico ante un añojo de Jandilla de nombre Bravío. Desde ponerse a portagayola al estoconazo con que dio cuenta del becerro, lo que en el día del Pilar de 2022 hizo este niño ya está en los anales de la Fiesta, que muy pocos toreros, o ninguno, ha formado en su debut en Sevilla el lío que ayer formó este chiquillo.

Explicar cuanto hizo con capote y muleta se resume en el calificativo de apoteósico. Ya de entrada, sólo verlo andar por la plaza, tan diminuto y aparentemente indefenso, puso a la gente incondicionalmente de su parte. Y cuando con el rabo de Bravío en una mano y la bandera de España en la otra iba en hombros hacia la Puerta del Príncipe un enjambre de chavales fueron a portarlo hasta el Paseo de Colón. Estamos hablando de un suceso sin exageraciones de ningún tipo y en la seguridad de que va a ser asunto principal en las conversaciones taurinas del invierno.

Por lo demás hay que decir que Pablo Aguado supo entenderse a la perfección con Cristalino, el toro de Talavante que le tocó, nunca mejor dicho, en suerte. Le brindó el toro a Espartaco padre e impregnó de sevillanía la tarde para que tras un recital con el capote cuajase una faena de muleta plena de naturalidad, temple y buen gusto, tanto que aunque pinchó antes de la estocada, las dos orejas del buen colaborador fueron a sus manos.

También tocó pelo Josemari Manzanares, que se topó con una máquina de embestir con el hierro de Daniel Ruiz. Tenía Lacerado el infrecuente don de la transmisión y como el alicantino lo entendió desde que lo bordó con el capote, sus redondos y pases de pecho se concatenaron con los naturales y aunque pinchó, tras la estocada se le fue concedida una oreja.

No tuvieron suerte con sus enemigos Diego Urdiales, Daniel Luque y Juan Ortega. Tras un magnífico toreo a la verónica y brindar a la plaza, el riojano realizó una pulcra faena como el renqueante toro requería, que era a media altura, y lo mató a ley, de un estoconazo mediante la ejecución de la suerte con pureza. No tuvieron premio su entrega y esa torería que el de Arnedo destila por todos sus poros, pero Sevilla sigue esperándolo.

Daniel Luque es uno de los grandes triunfadores de la temporada, pero el toro de Victoriano del Río se agarró al piso demasiado pronto y dijo hasta aquí hemos llegado cuando el gerenense estaba dispuesto a meterlo en el canasto. Sólo tuvo opciones Daniel con el capote, herramienta que maneja maravillosamente bien, pero como cuando uno no quiere dos no discuten, tirar por la calle de enmedio es la única solución. Lo mató de certera media estocada y todo quedó en saludos desde el tercio.

El infortunio de Juan Ortega con lo que le sale de los chiqueros es innegable y ayer ocurrió un más de lo mismo. Se llamaba el toro de Domingo Hernández Bárbaro y fue un manso pregonao que salió huyendo del caballo, que se dolió en banderillas y que guardaba lo peor para el último tercio. Le brindó Ortega a Emilio Muñoz, artífice principal de este festival, y lo cierto es que no era toro de brindis. Juan lo intentó tocando todas sus teclas, pero aquello era una misión sin futuro. Rebrincado en sus inciertas embestidas, el toro no daba para nada y Ortega lo mató de estoconazo sin puntilla.

Entraba en el cartel el novillero sevillano Diego Bastos y mostró muy buenas maneras ante un novillo que estuvo siempre muy por debajo de su matador. Le brindó la faena a Luis Vilches y dejó la impronta de abrir una línea de crédito con el aficionado tras cortar merecidamente una oreja. En este novillo sonó el clarinazo sostenido que daba fin a la temporada, ya que lo que venía después como exigencia reglamentaria era una clase práctica para un niño y qué niño, qué alumno, qué prodigio.

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Correo de Andalucía. Marco Pérez por la Puerta del Príncipe

Lo había advertido hasta la megafonía de la plaza. La actuación de Marco Pérez, el menudo becerrista que había hecho el paseíllo en medio de los más encopetados matadores, iba a actuar a modo de clase práctica en el epílogo del festival a beneficio de la ejemplar Bolsa de Caridad del Gran Poder, una de las corporaciones penitenciales de Sevilla más implicadas en su labor social y una de las devociones más extendidas entre la gente de coleta. Pero lo que se esperaba con curiosidad se acabó convirtiendo en un auténtico acontecimiento sellado bajo el arco de piedra de la Puerta del Príncipe antes de que el chaval fuera paseado a hombros por las calles del Arenal, aclamado con un mesías, camino del hotel.

El tiempo y la historia dirá si este 12 de octubre contemplamos la génesis de una gran figura. A lo mejor se lo podemos contar un día a nuestros nietos pero el toreo es un camino largo y sinuoso. Eso sí: nada ni nadie quitará a Marco Pérez la gloria de rendir la plaza de la Maestranza en esta hermosa tarde del día del Pilar de mantones y estampas del Señor que bendecían los programas de mano. Guarden las entradas por si acaso; no derroten la memoria… El impacto Marco lo iba a llenar todo desde que el chico, culminada la hipotética ‘parte seria’, tiró de dominio del tiempo y de la escena y se marchó a portagayola. Recibió de hinojos al becerrote de Jandilla que habían preparado para su debut en la plaza de la Maestranza y comenzó el clamor. La larga salió limpia, también un farol posterior y los lances trepidantes que, mientras las palmas echaban humo, hicieron arrancar la música.

A partir de ahí se hizo el amo de la plaza, de la gente, del festejo… Los tendidos volvieron a convertirse en un nuevo clamor cuando se echó el capote a la espalda para trazar un impávido quite por gaoneras. Ya no hubo descanso. Brindó a su madre, presente en una barrera, y se puso a torear con un asombroso y natural desparpajo que une a su menudez corporal. Toda su faena fue una auténtica apoteosis, sumando su capacidad de resolución a una impresionante puesta en escena, al sentido del temple, la variedad de las suertes, la capacidad de entrar y salir del toro e hilvanar las series con la clarividencia de un elegido. Marco Pérez volvió del revés el coso del Baratillo aunque tuvo que refrendar con un descabello una estocada defectuosa. No fue impedimento para que cortara el rabo que toda la plaza –abarrotada hasta la bandera- pidió con impresionante entusiasmo. Era el tercer trofeo que marcaba la diferencia y le abría de par en par la Puerta del Príncipe. Le llevaron a hombros hasta el hotel por las calles del Arenal sevillano.

Pero no se puede soslayar el argumento del festival propiamente dicho en el que hubo de todo y también bueno. La actuación global de mayor calado artístico la firmó Pablo Aguado frente a un ejemplar de Talavante, tardito y de escaso fondo, con el que se mostró pletórico con capote y muleta cuajando lances de exquisito sabor y series de muletazos marcados por su personalidad diferenciada. Fue una delicia verlo torear a compás abierto, a pies juntos, lanceando en el quite… Los naturales también tuvieron un sello distinto y hasta el torero destilaba una ilusión contagiosa. Fueron dos orejas y un auténtico bálsamo. Enhorabuena.

Una se llevó José María Manzanares del manso pero emotivo ejemplar de Daniel Ruiz que saltó en segundo lugar. Logró lancearlo con excelente gusto antes de torearlo con templanza y sabor al natural. El fondo técnico, el sentido estético y el excelente momento de Daniel Luque también se hicieron patentes con un manso de Victoriano del Río que no dio demasiadas facilidades.

Urdiales dejó algún apunte de su clase con un desfondado ejemplar de Espartaco. Juan Ortega, con un basto, descompuesto y desclasado toro de Domingo Hernández no estuvo nunca a gusto y Diego Bastos lo dio todo con capote y muleta frente a otro deslucido torete de Núñez de Tarifa. Eso sí: todos hablaban del más chico.

Por Toromedia. Pablo Aguado, con dos orejas, y Marco Pérez, con un rabo, grandes triunfadores del festival

El toro de Espartaco que abrió plaza estuvo limitado de fuerza y Diego Urdiales tuvo que aplicar temple y suavidad en la faena de muleta. De este modo logró afianzarlo y darle algunos muletazos buenos por el pitón izquierdo, pero sin poder ligar la faena. Mató de buena estocada y fue ovacionado.

José Mari Manzanares toreó bien a la verónica al segundo de la tarde, con elegancia y temple. El toro de Daniel Ruiz fue un buen colaborador y el alicantino compuso una bella faena con especial calidad en el toreo al natural. Mató al segundo intento y cortó una oreja.

Daniel Luque se mostró sobrado y fácil con el capote tanto en el recibo como en el quite por gaoneras. Picó bien Juan de Dios Quinta y se lució en banderillas Alberto Zayas. La faena fue un dechado de superioridad ante un animal rajado al que Luque obligó a embestir con oficio y seguridad absoluta. Se paró pronto el de Victoriano del Río y esto limitó la faena. Fue ovacionado.

Manso y complicado fue desde su salida el de Domingo Hernández, con el que Juan Ortega dibujó algún lance a la verónica, pero luego no encontró colaboración para hacer nada lucido. Fue muy efectivo con la espada. Ovación.

Pablo Aguado dio buenas verónicas en el recibo al quinto de la tarde. También toreó con temple en el quite. Brindó al padre de Espartaco y templó mucho al astado de Talavante, un animal noble que le permitió sentirse a gusto y dibujar el toreo por ambos pitones. Faena de paladar que fue vivida con deleite por el tendido. Mató al segundo intento y le fueron concedidas las dos orejas.

Diego Bastos toreó bien con el capote al sexto, un novillo de Núñez de Tarifa con muy buenas hechuras. Firmó un bonito comienzo de faena pero el animal se paró y limitó su labor. Aún así logró algún que otro natural estimable y estuvo por encima mostrando entrega en todo momento. Mató de estocada y cortó una oreja.

Al finalizar el festejo se celebró una clase práctica en la que el protagonista fue Marco Pérez, que se convirtió en la gran sensación de este festival con una actuación completa y rotunda. Marco comenzó por irse a portagayola a recibir al añojo de Jandilla y después le formó un lío con el capote, sonando la banda de música en su honor. Se lo pasó muy cerca en el quite por gaoneras como prólogo a una faena propia de una figura del toreo.Fue un compendio de virtudes, por cómo entendió al toro y por la seguridad que mostró en todo momento, sin olvidar que su toreo tiene calidad y ajuste, además de un temple innato. Marco conmocionó a la afición de Sevilla, a la que levantó varias veces de sus asientos y que terminó aclamándole con gritos de “torero, torero”. Después de matar de estocada y descabello le fueron concedidas las dos orejas y rabo y al finalizar el festejo lo sacaron a hombros por la Puerta del Príncipe.

12_octubre_22_sevilla.txt · Última modificación: 2023/05/16 14:04 por Editor