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PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

Feria de Isidro

Martes 24 de mayo

  • Toros de Valdefresno para Daniel Luque (silencio y ovación con saludos tras aviso), José Garrido (vuelta al ruedo tras aviso y silencio) y Juanito, que confirmó alternativa (silencio tras aviso y silencio tras dos avisos).

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Video resumen AQUí

Una mansada de Valdefresno para (no) volver. Por Alberto Bautista. La decimoséptima de San Isidro es la crónica de una tarde anunciada. Los toros de Valdefresno, volvieron a llenar de bostezos la monumental madrileña como ya ocurriera en temporadas anteriores (y ya van unas pocas de veces). Al menos en esta ocasión, los animales no rodaron por el albero como síntoma de una mala alimentación o su invalidez. No. Aunque tras lo visto no le vendría mal a la divisa salmantina estar en el congelador unos pocos de años alejado de San Isidro, porque la mansada de esta tarde roza el esperpento. La corrida salvada por una presencia descomunal y unas caras que quitaban el hipo, fue un dolor de muelas para los tres toreros que se hincharon a correr de arriba abajo. Soportaron gañafones, miradas, imprecisiones, coladas y lo más reseñable es que la terna se fue al hotel por su propio pie, lo cual ya es un mérito. Valdefresno no está para seguir repitiendo en la primera plaza del mundo. ¡Basta ya de engaños!, y es que una ganadería no puede vivir de seis toros buenos en décadas. Estaría bueno, si en tantos años no le ha embestido uno…

Como decimos, los seis toros de irreprochable fachada fueron desfilando entre la invalidez, la flojedad o el peligro sordo propio de esta casa ganadera; pero sobre todo la gran “virtud” fue la mansedumbre. La disposición y buen hacer de Daniel Luque no encontró respuesta y sigue teniendo la suerte esquiva en los sorteos y todo en dos carteles en San Isidro que no hace justicia a su gran temporada y a la puerta del Príncipe. Con un gran concepto del temple el sevillano vuelve a irse de vacío del ciclo madrileño una vez más. No será por valor y determinación, pues no se debe desmerecer sendas actuaciones basadas en la autenticidad. Se encontró con una alimaña en primer turno que no paraba de lanzar gañafones a diestro y siniestro y conectó con el correoso cuarto donde adquirió dimensión en un trasteo de pura ambición ante el que saludó una ovación.

José Garrido dio una vuelta al ruedo por su cuenta tras jugársela sin trampa ni cartón con el mansurrón tercero que se rajó mediada la faena en otra actuación en tablas que no regaló ni una sola embestida. Mejor estas vueltas al ruedo que no las orejas protestadas que ya estamos acostumbrados. El quinto, fue otro endeble de remos y de evidente falta de casta de Valdefresno.

De Juanito que confirmaba la alternativa, uno tiene que compadecerse ante el lote infumable que despachó. El soso primero no hizo justicia al torero vertical que atesora y con el sexto lo intentó hasta la extenuación ante otro imposible. Valdefresno, el viento y la tarde para olvidar. ¡Qué asco de ganadería! Y, un deseo: ¡qué no vuelva más!

Martes 24 de mayo de 2022. Plaza de toros de Las Ventas - más de media plaza en tarde fresca y ventosa (15.430 espectadores). Feria de San Isidro. Décimo quinta de abono. Corrida de toros de Valdefresno - bien presentados, astifinos pero mansos, deslucidos e imposibles - (soso el primero, alimaña el segundo, manso y rajado el tercero, correoso el cuarto, manso el quinto y sin descolgar el sexto) para Daniel Luque de frambuesa y oro (silencio y ovación con saludos tras aviso), José Garrido de menta y azabache (vuelta al ruedo tras aviso y silencio) y Juanito que confirmó la alternativa - de lila y oro (silencio tras aviso y silencio tras dos avisos).

Crónicas de la prensa

Por Patricia Navarro. La Razón. Viento y mansedumbre, misión imposible en Madrid

Confirmaba Juanito con uno de esos toros que en Madrid cuestan, porque tenía nobleza e incluso cuando ya no dábamos un duro por él de pronto regaló tres o cuatro arrancadas airosas. Era precioso, pero a la nobleza le faltaba empuje, que lo que ocurría abajo trascendiera arriba. No pasó a pesar de lo intentos de Juanito que se justificó por ambos pitones, con buenas intenciones y mala espada.

Muy complicado fue el segundo, el toro que tocó en suerte a Daniel Luque. Parecía que menos hasta que cogió la muleta y la cosa se puso seria. Y difícil. Y con el viento a veces imposible. Le hizo sudar al torero de Gerena al darse la vuelta con mala clase y peligro en cada arrancada. No volvió la cara el sevillano y no era fácil. Era todo desagradable y con circunstancias adversas. Pesaba en Madrid un toro así.

Tampoco el cuarto fue un Valdefresno de bandera. Incierto el animal logró irle suavizando el viaje y adaptarse a las arrancadas. Centrado con él y tirando de valor y aplomo no dudó frente al toro Daniel Luque. Cuando más avanzó el toro se rajó, como casi todo el encierro. Lo sacaron a saludar, era su adiós de San Isidro, su cierre después de haber logrado abrir la Puerta del Príncipe de Sevilla y cumplir en su paso venteño.

Lo que el viento movía la muleta cuando José Garrido quiso empezar la faena al tercero era una barbaridad. Lo que el toro había esperado en banderillas, también. Sobresaliente José Chacón. A la huida el toro metía la cara, pero el viento hacía muy difícil que los muletazos salieran limpios. La querencia del animal acabó por ser definitoria. Por el izquierdo logró retener las arrancadas del toro, que eran buenas. Entre unas cosas y las otras la faena no logró compactarse. Apuró hasta las manoletinas finales y sonó un aviso antes de perfilarse. Se volcó sobre el morrillo y prendió una estocada. El arreón que le pegó fue apoteósico ya herido. Se salvó por la buena condición física. Respiramos todos y la plaza respondió como un resorte para pedir el premio. El presidente no lo concedió y dio una vuelta al ruedo.

Su última oportunidad fue bastante endeble. El toro, manso y de deslucida arrancada, no tuvo claridad en el viaje. Lo intentó sin muchas opciones.

Hizo lo que pudo con un exigente sexto Juanito, que tenía muchas complicaciones y pasó lo suyo con la espada.

La tarde había estado marcada por el desafío del viento y la mansedumbre casi a partes iguales. No había sido un festejo fácil. Ni de lejos el soñado.

Por Paco Aguado. EFE. Daniel Luque y José Garrido se imponen a los mansos y al viento

El sevillano Daniel Luque y el extremeño José Garrido, que dio una vuelta al ruedo, acertaron a imponerse por valor y oficio a la desabrida mansada de Valdefresno lidiada este martes en San Isidro, en una tarde de fuerte viento, que acrecentó sus dificultades.

La decimoséptima corrida del abono madrileño fue un espectáculo frustrante, por el mal juego del ganado, y desagradable, por el fresco viento de una tarde desapacible para los toreros y para el público asistente que casi cubrió las tres cuartas partes del aforo.

Apenas en un par momentos de mérito e interés se sacudió el festejo del tedio provocado por una moruchada de la divisa salmantina que no dejó de huir o de soltar violentos cabezazos, absolutamente negada a la embestida.

El instante más ovacionado por el aterido público fue el que protagonizó José Garrido con el tercero, otro manso con acusada querencia a tablas que, al menos, tuvo una docena de embestidas bruscas pero aprovechables. Y así lo hizo el extremeño, porque, para sacárselas, supo encontrar el terreno adecuado -el tercio y las tablas del tendido 1- y cercano a chiqueros, en donde el de Valdefresno permaneció un rato sin rajarse.

Aunque molestó, y mucho, el viento para el manejo de la muleta, aguantó Garrido con firmeza para sacar pases que conectaron con el tendido y, finalmente jugarse el tipo al dejar una estocada tras la que el manso le persiguió con saña hasta el tercio contrario, en un angustioso “sprint”.

Los méritos de los toreros tuvieron continuidad inmediata con el cuarto, un auténtico “pavo”, de aparatosos pitones cornivueltos, que ya salió huido del caballo para refugiarse en las tablas de sol, adonde Daniel Luque aceptó plantearle un pulso de voluntades.

Comenzó el toro soltando tornillazos a la muleta del sevillano, pero, al no alcanzarla, comenzó a querer salirse de las suertes, lo que tampoco le permitió su matador, que derrochó con él seguridad y firmeza.

Ya con las cartas sobre la mesa, Luque se aferró a la arena muy cerca de los pitones y, sin ceder ni un palmo de terreno, le consintió parones, dudas y amagos durante un largo espacio de tiempo, sin respiro ni para el toro, por si veía un hueco para la huida, ni para él mismo, que nunca se separó de allí siquiera para tomar aire.

Fue una faena de enorme mérito la del diestro de Gerena, pero poco apreciada por una afición que, ni en los días más tranquilos, sin el público efusivo del fin de semana, parece ya distinguir el valor natural y sin aspavientos de los alardes efectistas. Así que Luque se tuvo que conformar con una tibia ovación de escaso reconocimiento.

Ni Luque ni Garrido pudieron sacar más de los otros toros de su lote, igual de negados y bruscos, igual que un sexto que se movió sin celo ni clase de un lado a otro durante el esfuerzo voluntarioso y lucido de Juanito, que además pasó muchos apuros para tumbarlo.

Casi dos horas y media antes, el joven portugués había confirmado su alternativa con el único Valdefresno medianamente potable de la mansada, que salió también barbeando tablas pero acabaría empleándose con cierta nobleza por el pitón derecho a lo largo del desigual y anodino trasteo del confirmante.

24_mayo_22_madrid.txt · Última modificación: 2022/05/25 14:07 por Editor