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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Sábado 24 de septiembre de 2022

Corrida de toros

Ficha técnica del festejo

Ganadería: Toros de Victoriano del Río (con distinta presentación y juego desigual, algunos rajados y pitados en el arrastre; los mejores, 1º, 2º y 4º).

Diestros:

José María Manzanares: Media caída, aviso, descabello, aviso y descabello (saludos desde el tercio); pinchazo, media trasera y tendida, pinchazo hondo, cinco descabellos, aviso, tres descabellos (silencio).

Andrés Roca Rey: Dos pinchazos, estocada baja (silencio); estocada (saludos desde el tercio).

Juan Pedro García Calerito: Alternativa. Estocada entera (oreja); pinchazo hondo, aviso, seis descabellos (silencio).

Banderilleros que saludaron: Antonio Manuel Punta y David Pacheco, en el de la alternativa; Manuel Rodríguez “Mambrú”, en el 4º.

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: soleado, temperatura agradable.

Entrada: lleno de “no hay billetes”.

Imágenes

Video resumen AQUí

Crónicas de la prensa

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Una alternativa y otras cosas que contar

De momento, se colgó el “no hay billetes”, el séptimo de la temporada y el primero de San Miguel. Que quién tuvo la culpa?. Desde luego, Calerito no y Manzanares creemos que tampoco. Es bien cierto que Morante tampoco lo hizo ayer y se supone que no lo hará mañana. Con todos estos presupuestos, es fácil despejar la incógnita. La corrida de Victoriano sirvió, al menos cuatro de los toros que salieron al ruedo maestrante, aunque tirando a rajarse al final del último tercio. O sea todos menos el lote de Roca Rey, que lo tuvo tan imposible que ni siquiera intentó eso de asustar al miedo que hace en sus finales de faena. A Manzanares esta temporada lo vemos conformista, tal vez abúlico, o sin motivación. Y lo demostró una tarde más, porque tuvo dos toros de triunfo, el segundo de gran impacto y vibración, con los que el de otras tardes, u otros años, habría salido por la Puerta Grande. Calerito demasiado hizo con tomar una alternativa digna, al lado de dos figuras y cortar su oreja correspondiente. En el cierraplaza el toricantano, prueba de inexperiencia, se empeñó en desarrollar la faena que llevaba preparada en la cabeza. Y eso no sirve porque el toro es el que descompone todos los planes y a eso hay adaptarse. En fin, este domingo el cierre y la esperanza de a ver por dónde nos sale el de La Puebla.

Por Patricia Navarro. La Razón. Manzanares desprecia un lote de Puerta del Príncipe

Volver después de lo de Morante no era cualquier cosa porque Morante no lo es. Él y su toreo deambulan por otro planeta. Uno en el que los locos del toreo podemos vivir. Regresar a la realidad era un aterrizaje denso. Roca Rey en su temporada estrella tiraba de nosotros como un imán, también con temor. Saber de lo que es capaz asusta. Eso por no entrar en las comparaciones. Ese compromiso suyo es el que se agarra al estómago en estos tiempos en los que no nos comprometemos con nada ni nadie. No fue ese tipo de tarde, pero no adelantemos. Habían embestido dos toros. Dos de dos. Y de qué manera. Bravos, con codicia, entrega, dos animales de Victoriano del Río de triunfo grande, hasta que de pronto «Frenoso» nos amargó la primera faena de Roca Rey (dicen en su tierra que el apellido es compuesto y uno sin el otro no tiene sentido). Acá lo contemplamos como Roca e incluso como Rey. No hubo lugar a grandezas con ese medio toro que ni fú ni fa y para rematar le tapó la salida en la suerte suprema. Se salió Andrés hasta de su propio guión. Hay faenas así, también.

Rajado fue el quinto, con las embestidas justas y contadas. Roca las apuró a cuentagotas, con temple, dando las ventajas al animal, tirando de él hasta que lo irremediable ocurrió y el victoriano no quería nada. Solvente Roca y torero. Madrid espera.

Antes Calerito se había convertido nada menos que en matador de toros. «Orador» descolgó desde que el torero le soltó las muñecas. Lo llevó por delante el toro. Lo tuvo claro. Él fue rey el día de su alternativa. Antonio Manuel Punta y David Pacheco se desmonteraron. Lo que les dejó. El toro los arrinconó al burladero, como si quisiera dejar claro quién ponía orden. Fue toro bueno, gran ejemplar de Victoriano con codicia, nobleza y entrega en una muleta voluntariosa que recién llegaba al escalafón de matadores y tuvo una contundente espada.

«Dulce» fue un toro bravo, entregado, repetidor y noble. Otro gran ejemplar de Victoriano que saltó al ruedo en segundo lugar para Manzanares. Un toro importante con el que el alicantino se tomó su tiempo para ya al final lograr reunir algún pase. El toro de haber apostado desde el principio era de triunfo irremediable. Lo merecía. Un soberbio animal, una gran oportunidad de reconquistar Sevilla donde no hace tanto fue Príncipe.

La cosa, la de la suerte, o no, según se mire, no acabó ahí, también vino en el cuarto, que además dio espectáculo en el caballo. Qué bella es la suerte así. Dos varas, empleándose, de lejos, fiero… Bravo el toro ahí, y después. Tuvo mecha. Manzanares lo intuyó, pero no lo quiso enseñar, porque eso implicaba ponerse de verdad. No lo sacó de las rayas del tercio (a la contra del toro) y fue tapando la naturaleza del animal y aliviándose a la mínima. Todo vale. En ese camino la espada.

Calerito cerró plaza con un toro con movilidad y algo más rebrincado, que volvió a sumar en el conjunto de corrida buena del ganadero madrileño. Puso voluntad el torero y mala espada. La sombra de Morante a estas alturas era alargadísima, aunque no os olvidéis de que hoy estamos de suerte: esta tarde vuelve a hacer el paseíllo el torero de La Puebla.

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Correo de Andalucía. Expectación defraudada y resaca morantista

En estos tiempos de pan llevar el personal prepara todo con la misma antelación como se cocinan los carteles en invierno y se consumen en el otoño siguiente. En cualquier caso, la fuerza, el tirón taquillero y el excelente momento de Roca –rey indiscutible de la campaña y número uno de la grey torera- pusieron la alcayata para colgar el ansiado cartel de ‘no hay billetes’. Pero una cosa es lo que se prepara y otra lo que acontece. Y el aficionado, ésa es la verdad, seguía hablando de Morante. ¿Quién es el aficionado? Cada vez se ven más eclipsados en una babélica plaza de la Maestranza que tiene su clientela actual lejos de Sevilla real. Un paseo por el barrio de Santa Cruz o la plaza de la Virgen de los Reyes –donde ahora hay meno Sevilla- sirve de radiografía precisa y exacta del público que va a llenar los tendidos baratilleros. ¿Mejor? ¿Peor? Es así la cosa. No hay que darle más vueltas…

Pero hay que ir al toro dentro de una corrida, la de Victoriano del Río, que habría tenido otras lecturas si las reses se hubieran enlotado en otro orden. Hubo tres, quizá cuatro reses que podrían haber propiciado otro espectáculo. Nunca lo sabremos aunque tampoco es aventurado constatar que José María Manzanares, tan consentido en Sevilla, sigue navegando a años luz de sí mismo, de sus resultados en esta plaza en otro tiempo que ya empieza a antojarse demasiado lejano. Para él fue un segundo ejemplar importante y con un punto de exigencia que siempre lo quiso todo por abajo. El alicantino escenificó un esfuerzo más o menos sincero y hasta logró poner al personal atento mientras la banda atacaba ‘Suspiros de España’ en el final de un trasteo tibio y demasiado discontinuo. Llegó a escuchar dos avisos después de media tendida y algunos descabellos.

Pero el Manzana iba a estropear esa impresión de sí mismo con el cuarto, un animal despegadete del suelo, alto de cruz, al que picó de cine Paco María. Hubo un largo sobo antes de ponerse a torear formalmente, un pelín en noria. Pero aquello no terminó de tomar forma mientras se sucedían cortas rondas de muletazos sin ajuste, hilo ni argumento. Vamos que aquello no fue a ningún sitio, tampoco con su otrora infalible espada. La impresión no pudo ser más opaca.

Tan opaca como el lote que se llevó Roca Rey, verdadero protagonista de la tarde y vértice sobre el que giraba ese taquillazo que colmó los tendidos del coso sevillano. No tuvo mucho que rascar con un tercero de salida mansa, tardo, probón y mirón que embistió a pasitos en la muleta del peruano que se vio obligado a cortar sin remedio antes de atravesarlo en un feísimo sablazo de costado a costado. Tampoco iba a poder ser con el quinto por más que se puso firme, muy de verdad delante de un animal desentendido y sin celo, loco por marcharse, al que intentó someter en todo momento con muletazos de trazo rotundo, siempre atornillado a la arena. El bou acabó diciendo basta. Esta vez sí le recetó un buen espadazo.

Dejamos para el final la notable alternativa de Calerito, un novillero sólido y forjado a fuego lento que se había ganado tarde a tarde este doctorado de lujo. Tuvo enfrente un primero de excelentes hechuras que sólo anunció cosas buenas en los dos primeros tercios, humillando en todos los capotes. Juan Pedro, vestido de blanco y oro, se lo brindó a su padre y lo toreó con buen aire desde la primera tanda, arrancado de largo con codicia. Había que estar a esa altura y el nuevo matador de Aznalcóllar pasó la prueba con solvencia en dos o tres tandas diestras antes de tumbarlo de un estoconazo que validó la oreja. Responsabilizado, volvió a la carga con el sexto, brindado a su señora madre. Fue un toro con algunas teclitas que tocar al que pasó reunido y centrado después de abrir la tienda con el cartucho de ‘pescao’. Calerito resolvió algunos problemas como la tendencia del bicho a hacer hilito. Había que llevar siempre muy tapada esa embestida que tampoco terminó de romper por completo. La espada no funcionó esta vez.

Por Luis Carlos Peris. Diario de Sevilla. La tarde fue para el toricantano

Llegábamos a la Maestranza como inmersos en una nube que apenas nos dejaba darnos de cara con la realidad. La tormenta artística del día anterior apenas nos daba opción a ver las cosas como eran y es que la sinfonía que un torero de la margen derecha había ejecutado en la del amarillo albero tenía efectos de resaca. Y resulta que íbamos a la función que más expectación había despertado en las taquillas, pues en el cartel se anunciaba Andrés Roca Rey, ese ciclón peruano que anda poniendo el toreo bocabajo. Junto a él, un consentido de Sevilla como Josemari Manzanares que iba a investir como doctor en Tauromaquia a Juan Pedro García, ese Calerito que es modelo de afición con hambre por abrirse camino.

En chiqueros seis toros de Victoriano del Río, ganadería principalísima, y que enviaba un lote de toros armónicos, con tres toros muy bonitos y más serios los tres últimos. Y como si la Providencia hubiera querido ayudar al más necesitado, el lote más potable iba a corresponderle al toricantano. Y el neófito pisó a fondo el acelerador desde el inicio con una serie de verónicas llenas de entusiasmo y de buenas maneras para ir a por todas en el último tercio.

Calerito mostró una sobredosis de entusiasmo que iba a servirle para triunfar en el primero tras brindárselo a su padre. Orador se llamaba el toro de la alternativa y ese toro iba a hacernos concebir unas esperanzas que luego no tuvieron confirmación. Un toro encastado que repetía queriéndose comer la muleta y con el que Juan Pedro se puso de verdad y dispuesto a asegurarse el porvenir. Se fue a los medios tras el brindis y allí fue entendiéndose con para un diálogo entusiasta y lleno de esa hermosas imperfecciones que ofrece el inicio de cualquier profesión. Calerito aprovechó las vibrantes y repetidas embestidas de Orador aprovechándolo en redondos y al natural para matarlo formidablemente de una estocada hasta los gavilanes. La oreja en el toro de la alternativa bien debería ser el primer peldaño para una escalera de éxitos. ¿Será así?

En el sexto salió igual de animoso y tras brindarle a su madre (qué lejos aquellas imágenes de madres y esposas rezando en la intimidad del dormitorio) citó con el cartucho de pescado para una serie de naturales en la que el toro iba a su aire, pero Calerito hizo buen uso de la cabeza para ir sometiendo a Jinetero, un toro castaño con mucho cuerpo. Un par de series con bastante temple le hubiera proporcionado otro trofeo, pero se enredó con los aceros y hasta sonó un aviso para él por su uso desmañado del estoque de descabellar.

Josemari Manzanares se estrelló con un lote vacío que iba a propiciar que viviese su tarde sevillana más opaca y, además, se atascó a la hora de matar a ambos. Andrés Roca Rey, la gran atracción de la tarde, hizo lo que pudo y quien da lo que tiene no está obligado a más, pero todos sus esfuerzos fueron baldíos. El primer toro era tardo de agarrado como estaba al albero y el segundo se lo brindó a la plaza y tras los estatuarios hieráticos se vislumbraba uno de esos huracanes que el limeño desata por todo el circuito. Pero el toro se refugió en tablas sin aceptar la pelea que le proponía su matador. La tarde fue para el neófito y en plena resaca del viernes vuelve Morante, ¿habrá revival?

Por Andrés Amorós. ABC. Sigue triunfando el recuerdo de Morante

La extraordinaria faena de Morante ha caldeado todavía más la Feria de San Miguel. Acudimos a la Plaza de los Toros esbozando todavía una sonrisa, saboreando lo que vimos. No se engañe nadie hablando de estética, de ponerse bonito, no. Fue una faena de enorme valor y de gran técnica: las dos bases imprescindibles para que surja el auténtico arte.

Calerito, de Aznalcóllar, fue un niño prodigio, hereda el apodo de su abuelo. (Recuerdo yo a otro Calerito, matador de toros, un valiente cordobés, que murió muy joven, en 1960). En el primero, bravo y encastado, se luce en verónicas , cargando la suerte. Brinda a su padre, en el callejón . Dándole distancia, el toro acude galopando, con emoción. Lo lleva prendido a la muleta con buen aire torero pero el toro se apaga y la esperada faena no se completa. Se vuelca en una gran estocada, que ya merece el trofeo.

Maneja con soltura y gusto el capote en el último, El público está con él. Ovacionan a Manuel Jesús, el hermano de Espartaco, que mide bien el castigo. Brinda a su madre, en el tendido. Comienza con el cartucho de pescao; el toro repite pero embiste desigual. Logra meterlo en la muleta, la faena va a más, con buenos muletazos por los dos lados, pero el fallo con los aceros impide el posible trofeo. Ha demostrado que puede ser torero: le deseo lo mejor.

Manzanares, tan querido en Sevilla, ha obtenido éxitos pero no me parece que esté teniendo una temporada plenamente feliz. La prueba, está fallando bastante con su espada, antes infalible: sigue entrando de muy lejos – así es como él lo ve claro - pero se tumba demasiado, se sale de la suerte y pincha. El segundo, encastado, incierto, repite, pega hachazos. Saluda Duarte con los palos. Aguantando, José María logra meterlo en la muleta, en series no impecables pero sí emocionantes, con mérito, a los sones del precioso pasodoble ‘Suspiros de España’, que borda esta Banda. Mata regular y el toro tarda en caer. El esfuerzo que hizo con la muleta no lo ha mantenido con la espada.

El cuarto aprieta en el caballo, aguanta bien Paco María. Manzanares pasa un momento de apuro por perderle la cara: con su experiencia, no debería. Se luce Mambrú en banderillas. Cuando José María lo mete en la muleta, el toro va a más, con emoción. Le saca algunos buenos muletazos, sin acabar de confiarse porque el toro protesta, se cierne: surge cierta división de opiniones. Vuelve a matar sin confiarse y falla mucho con el descabello: otro aviso. Ha de recuperar el sitio con la espada.

Sevilla es la penúltima gran prueba de Roca Rey, en la temporada española (le queda Madrid, el 12 de octubre, cerrando la Feria de Otoño). Su valor impresiona a todos pero está siendo irregular, con la espada: necesita entrar de muy cerca (lo clásico) pero, a veces, quiere matar ‘ a capón’, adelantando las dos manos a la vez, y eso no siempre funciona.

Por Toromedia. Calerito corta la única oreja en la tarde de su alternativa en la segunda de San Miguel

Calerito comenzó toreando bien de capa al toro de su alternativa, Orador, número 115 y de 565 kilos, provocando los primeros oles de la tarde. Después de los dos puyazos, el de Victoriano del Río embistió con brío en las dos primeras series diestras, en las que el toricantano citó de lejos y ligó con temple y limpieza. Comenzó a sonar la música y en las siguientes series la faena bajó un poco en intensidad, pero todavía hubo una serie más con la izquierda que, unida a una buena estocada, provocó la petición y concesión de la primera oreja de la tarde.

El segundo de la tarde se revolvió en el capote de José Mari Manzanares. El toro llegó a la muleta exigente y con mucho que torear y Manzanares intentó someter por el lado derecho. Poco a poco fue construyendo la embestida y logró que la faena fuera a más, con dos series diestras sometedoras y vibrantes en su recta final. Dejó media estocada y tuvo que descabellar, sonando dos avisos.

El primero del lote de Roca Rey no le permitió torear con el capote. Salió reservón y llegó a la muleta bastante aplomado. Roca lo intentó con la izquierda, pero el toro estaba muy frenado. Puso todo su empeño en hacerlo embestir pero fue en vano: no había enemigo. Tuvo que entrar a matar no sin dificultad porque el toro no le dejaba pasar.

Manzanares dio lances estimables al cuarto, al que picó bien Paco María. También lucieron Daniel Duarte en la brega y Mambrú con los palos. La faena comenzó bien con dos series buenas por el lado derecho, pero no pudo seguir creciendo porque el toro fue a menos y presentó dificultad por el izquierdo. Manzanares falló con el acero reiteradamente y provocó enfado en un sector del público.

El quinto, distraído y sin emplearse, tampoco dejó a Roca Rey lucirse de capa. En cambio Calerito le hizo un ajustado quite por chicuelinas. Roca brindó al respetable y creó ambiente con dos series que tuvieron mucha verdad. Pero justo después de la segunda, el toro se rajó y buscó las tablas. El resto de la faena consistió en el intento de romper esa querencia por parte del torero, algo que fue imposible por la condición mansa del astado. Mató de buena estocada y fue ovacionado.

Calerito estuvo dispuesto con el capote en el sexto, al que dosificó bien en el castigo Manuel Jesús Ruiz Roman. El de Aznalcóllar comenzó la faena en los medios con el cartucho de pescao como una declaración de intenciones. Después se acopló bien con el toro por el lado derecho dejando dos series compactas. Al natural respondió menos el de Victoriano y fue cuando volvió a la derecha cuando de nuevo se entonó la faena. Todos los méritos contraídos se esfumaron por el fallo con los aceros.

Fotografías: Arjona/Toromedia.

24_septiembre_22_sevilla.txt · Última modificación: 2022/09/25 08:54 por paco