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San Pedro Regalado: El milagro de la humillación del toro. Litografía del siglo XIX a partir del lienzo de fray Diego de Frutos. Los Trofeos Taurinos “San Pedro Regalado” de Valladolid son los más antiguos de España: los concede el Ayuntamiento de la ciudad desde 1952. Un año antes el santo fue nombrado patrono de los toreros.

Realizaba el santo, el trayecto a pie que separaban dos conventos entre los que se desarrollaba su vida habitual. Dirigiéndose del Abrojo a La Aguilera, en compañía de otro fraile, al ir rezando, no se percataron de que hacia ellos se abalanzaba un toro escapado de la Plaza de Valladolid, donde se estaban jugando. A los gritos que dio la gente que le seguía, advirtieron el peligro a tiempo que el bruto partía carrera para cebar en ellos su furia y para satisfacer su cólera el Santo, elevando los ojos al cielo, sin temor, con fe y sobrenatural esperanza, le aguardó seguro. Llegó a él el bruto horrible, y en vez de maltratarle enojado, lo paró taurinamente, se le mostró rendido, puso las rodillas en tierra, besó el suelo que pisaba, y como un corderillo se quedo. Quitó le con suavidad los hierros que le herían, y echándole la bendición, le mandó se fuese. Obedecióle el toro, y, en apartándose del Santo, contra la gente que se le acercaba mostró su natural fiereza. Dejaron los hombres ir libre al bruto por seguir al Regalado, aclamando su santidad y publicando el suceso.

En la Plaza del salvador de Valladolid, hay un escultura, obra del escultor sevillano Miguel García Delgado. El fraile aparece con su tradicional hábito, portando el cíngulo en la cintura, de pie y con la mano derecha ligeramente adelantada del cuerpo, simulando la postura que debió adoptar cuando paró al toro y le ordenó se marchara sin hacer daño alguno.

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