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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

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Tarde del miércoles, 4 de mayo de 2011

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Fuente Ymbro (de correcta presentación, mansos y descastados; el 5º fue devuelto a corrales por debilidad manifiesta).

Diestros:

Matías Tejela. De blanco y oro. Estocada (palmas); meteysaca, pinchazo, estocada caída (silencio).

Miguel Ángel Perera. De rioja y oro. Dos pinchazos hondos y caídos, descabello (saludos); pinchazo, estocada casi entera y trasera, descabello (silencio).

Alejandro Talavante. De blanco y plata. Dos pinchazos, media estocada tendida y atravesada, descabello (silencio); estocada (silencio) .

Presidente: Julián Salguero.

Tiempo: Sol y nubes. Temperatura agradable.

Entrada: Más de tres cuartos de plaza.

Crónicas de la prensa: El Mundo, La Razón, EFE, El Correo de Andalucía, El Pais, ABC, Diario de Sevilla.

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Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Otra de las ganaderías de postín, de las seguras, de las que piden las figuras, que falla estrepitosamente en esta Feria. Los de Fuente Ymbro, una ganadería joven, de “jandillas” puros, que estaba haciendo las cosas bien y que ha echado un borrón importante en la Maestranza. Toreros también se están cayendo muchos en el ciclo sevillano, pero eso son otros “lópeces”. Salvo el primero que fue bastante potable y no se aprovechó, los demás fueron flojos, descastados, cuando no mansos, mansísimos, rajados y huidos, visitando todos los tendidos. Lo de que Tejela venga a Sevilla no se lo explica nadie, más que por el cambio de cromos con su apoderado francés. Está fuera de esto hace años y no tiene ambición y se le nota. Los extremeños del cartel apenas pudieron hacer nada, aunque Perera estuvo más valiente y decidido que otras tardes, pero en vano. Tanto con el complicado segundo como con el manso quinto. A Talavante no le fueron mejos las cosas y se quedó inédito en esta cita, corriendo detrás del tercero, manso integral, e intentando estar digno con el que cerraba plaza. En fin, que esto se acaba y, hasta ahora, hay lo que hay.

Lo mejor, lo peor

Por Juan Carlos Gil.

Lo mejor: los chispazos de Talavante

Poco argumento ha tenido la esperada corrida de Fuente Ymbro. Algunos ejemplares estaban bien presentados y eran bonitos, finos de cabos y lavados de cara. El primero y el quinto, que fue devuelto, además fueron acodados de pitones bien hechos aunque sin apreturas por detrás. Y a pesar de las hechuras y de la armonía de la conformación morfológica de la corrida ninguna res ha regalado una embestida. El presidente, para más Inri, devolvió al quinto, que por lo menos humillaba y que, aunque se trastabillaba al coger los avíos, nunca se derrumbó. Se esperaba mucho más de este encierro y las ilusiones se esfumaron medido el festejo.

Sólo puede destacarse una serie diestra de Alejandro Talavante que desprendió un perfume caro, sobre todo un derechazo a cámara lenta, templado y hondo que despertó a los tendidos. Con los riñones encajados, la muleta en la cara y la muñeca rota, deslizó Talavante la embestida del primero de su lote. Esa serie nos hizo concebir esperanzas pero el planteamiento se desmoronó cuando el extremeño cogió la zurda. Ahí el astado de Ricardo Gallardo cantó la gallina y renunció a la pelea huyendo de los compromisos que le ofrecía su matador.

Finalmente sería injusto no reseñar la meritoria actuación con la capa de José M. Hernández que lidió perfectamente al cuarto de la tarde. Con un capote suelto y las muñecas templadas condujo muy bien la embestida de Mimoso. El la tela rosa del banderillero se convirtió en una acaricia bondadosa que mejoró muchos enteros la condición del toro jabonero, que en último tercio se desfondó.

Lo peor: la falta de emoción

Cuando el toreo carece de chispa, conmoción, entrega, pundonor, agitación es sumamente complicado que los tendidos entren en las faenas de los matadores. Perera se jugó los muslos limpiamente ante el primero, al que además lo recibió en la puerta de chiquieros, y como si nada… el personal deseando que abreviara. Y si a esta nobleza bondadosa le añadimos algunos puntos de sosería y no pocas dosis de insipidez… las ganas de irse a la feria se acrecienta considerablemente. Una pena.

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El Mundo

Por Carlos Crivell. La corrida fantasma del miércoles de farolillos

Miércoles de farolillos, tiempo espléndido, mucho calor, en los carteles se anuncian seis toros de la acreditada ganadería de Fuente Ymbro, que lidiarán los conocidos espadas Matías Tejela, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante. Este festejo nunca existió; se podría decir que fue una corrida fantasma. Todos esos ingredientes se evaporaron para convertir en humo lo que estaba llamada a ser una corrida tronío de un día de farolillos de la Feria de Sevilla.

El festejo no existió en la consideración de los propios aficionados. Ni se llenó la plaza en un día tan señalado, ni el público parecía conocer los secretos de la lidia. El respetable, que sólo completó tres cuartos de plaza, se comportó como la propia corrida. Se durmió. No había corrida y no había público. Salieron siete de la ganadería anunciada, el quinto fue un sobrero, y todos eran clones unos de los otros. La pujanza no llegaba más que al tercio de banderillas, a pesar de que en el caballo se simuló la suerte de varas. En la muleta, todos los astados se desfondaron con estrépito por una alarmante falta de casta, cuando no era la mansedumbre más descarada la que ponía fin a la lidia.

No hubo nada. Algunos toros exhibieron unas hechuras espléndidas, como el devuelto quinto o el sexto, que por presencia era un toro de ensueño. En las notas de la corrida no hay nada apuntado. Ni un lance estimable en el saludo. Apenas un quite de Perera fuera de su turno en el segundo y mejor que ni lo hubiera intentado.

¿Suerte de varas? Todo fue un puro simulacro. No se colocó ningún toro en suerte, ningún picador echó el palo, todos picaron en los bajos de forma indecorosa.

En banderillas todo fue rutina sin ningún espíritu torero de superación, se clavó donde se pudo y ninguno se hizo acreedor a unas palmas.

No se dio ni un muletazo digno de ese nombre, aunque seguro que los compañeros de fotografía nos mostrarán naturales y derechazos de buen corte. Todo fue monótono, espeso, sin ninguna imaginación. Los toros murieron de espadazos en los bajos, salvando el primero, mejor estoqueado por Tejela. Fue una corrida fantasma. Hasta el público parecía fantasma. Sólo en el quinto, inválido, protestó algo para que lo devolvieran a los corrales. El toro parecía mejor, pero un capotazo siniestro de Joselito Gutiérrez lo tumbó con el desencanto de Perera, que parecía confiado. El público levantó con timidez su protesta, seguro que ya agotado de tanto toro manso y descastado.

Los toreros echarán la culpa al ganado, que es verdad que no fue para tirar cohetes, pero la terna no se puede escapar sin algún rapapolvo por el desastre ocurrido en un miércoles de farolillos.

El cartel no despertó apenas interés. La empresa debería pensar que en farolillos llena la propia feria. No es así. El aspecto de los tendidos era impropio de una fecha tan señalada.

La terna se contagió de la modorra y acabó desanimada. Tejela durmió a la plaza en el primero, toro noblón al que le hizo una faena interminable sin acabar de rematar alguna tanda completa. Se amontonó mucho y aburrió hasta a su cuadrilla. Lo mató bien. Seguro que pensó que su toro era el cuarto; no, su toro había sido el primero. El cuarto fue una especie blanda y sosa, carente de casta, con el que naufragó incluso con la espada, con especial mención para un metisaca que había hecho guardia. Perera acabó su feria. Hace un año fue a la deriva con esta misma ganadería. Demostró ganas en una fallida portagayola. Se justificó en un tremendo arrimón en el segundo, lo que pasa es que dejarse acariciar la taleguilla con los pitones es meritorio, pero mejor si antes se ha toreado bien. El quinto, sobrero de ancha cuna y baja alcurnia, fue un manso integral. No quiso ni ver al extremeño.

Talavante lo intentó con el manso tercero hasta que el animal dijo basta, pero demostró que no tenía ganas de nada con el sexto. Es verdad que fue un toro parado y manso, pero se dejó enganchar y lo citó siempre fuera de cacho. Con ese talante, menos podía embestir el bello ‘fuenteymbro’. Lo dicho, una corrida fantasma.

El Mundo

Por Zabala de la Serna. Desfondada corrida de Fuente Ymbro

En 16 años cubriendo la feria de Sevilla, jamás había visto tres cuartos de entrada un miércoles de farolillos. La crisis, sí, la crisis. Y el cartel. Pero cierto es que otros años con lo mismo se llenaba. Los “otros años” pasaron. La situación es otra.

Quisiera saber uno qué pintaba Matías Tejela en la Feria de Abril. El intercambio de cromos. Nada más. La gente no es tonta. En la caseta se estaba mejor. Tejela nunca acabó de cogerle el pulso a un primero de Fuente Ymbro largo, lustroso, de imponente cuello, alto de cruz y una clase que terminó por superar el punto de debilidad inicial. A veces el alcalaíno se olvidó del toque exterior y vacío la enclasada embestida con aquella muñeca que de juventud tanto prometía. El toro pedía temple por su templado pitón izquierdo, que ya asomó su calidad en un quite por gaoneras de Perera. La faena fue un continua intermitencía, valga la contradicción. Sorprendió lo mucho que duró el jandilla de Ricardo Gallardo. Y lo mucho que humillaba. Los momentos más logrados y la estocada merecieron la ovación desde el tercio.

Miguel Ángel Perera se fue a portagayola en un hecho insólito en su carrera. O yo no lo recuerdo, que puede ser. El toro se frenó y se cruzó; el torero esperó con un par. Si no echa cuerpo a tierra le arranca la cabeza. Le pasó volando por encima. El fuenteymbro era de baja estructura. Muy bien hecho. Un zapato al lado de la envergadura de Perera. Un quite por tafalleras aumentó la diferencia visual de escalas. El extremeño se clavó en los medios y abrió faena por pases cambiados. Sobre la mano derecha el toro se le vino dos veces por dentro, más que por mala fe, porque sorpredió al torero con la muleta retrasada; de ahí en adelante, tomó buena nota, enganchó y corrigió una embestida siempre muy agarrada al piso. Le faltaba aún más ese tranquito al natural. A menos el toro, y a más Perera, que en la distancia corta dominó. La espada se le encasquilló y saludó desde el tercio.

Más suelto fue el tercero, cuya desproporcionada cara chocaba con su terciado cuerpo. De tan sueltecito en las embestidas, los viajes, las idas y vueltas, que apuntaban tanto a tablas, acabó rajado en ellas. Alejandro Talavante había aprovechado las embestidas tan abiertas que duró para expresarse con temple y un exagerado uso del pico de la muleta. Entre el toro y Talavante cabía una procesión. Corrió bien la mano con la zurda y ahí se rajó el toro.

Se apagó tan pronto el jabonero cuarto que cabreó al personal. Tejela sólo pudo matarlo y mal. El aburrimiento hizo que al final devolvieran el quinto que no tuvo ni más ni menos fuerza que otros. Pareció la cuadrilla de Perera enseñar con capotazos sus claudicaciones ante las protestas. No sé si su propietario debería preocuparse más por la potencia o la falta de casta, que es lo que tuvo la corrida fundamentalmente. El sobrero del mismo hierro de la G de Gallardo también se rajó desfondado. Perera muleteó con oficiosa formalidad. Está mal con la espada. No lo ve. Desde hace tiempo ya. Como el otro día, pierde el engaño en el embroque.

Talavante anduvo con poquita torería con un sexto muy serio que se desinfló.

La Razón

Por Patricia Navarro. Toros poco gallardos los de Ricardo

Llegó el calor, y el poso que deja en el ambiente el rebujito de El Real, como si se notara entre líneas que habían bajado las revoluciones. Eso o que la tarde acabó por bajárnoslas del tirón: qué tostón. La corrida de Fuente Ymbro, desigual de hechuras, tan sólo echó un toro con opciones para pasarlo bien, para pegar veinte muletazos medio a gusto, para el toreo, sin más cavilaciones. El resto fue remar contra corriente. Los toros de Ricardo poco tuvieron de gallardos, nobles, sí, sin poner al límite de nada, sin grandes dificultades y cero posibilidades de triunfo. Desgraciados todos. Bajos de casta, de fondo, de motor y de entrega. Más bien rajados y sosos hasta la saciedad. Harta estaba La Maestranza, con sobrero incluido.

Matías Tejela, veterano del festejo, tuvo en las manos las únicas embestidas buenas de la tarde. Contadas resultaron cuando se arrastraba al sexto, séptimo en realidad. Había ganado peso. Descolgó pronto el toro, anunciando que todo lo haría por abajo. Y así fue: noble y entregado. La faena de Matías Tejela estuvo encauzada en el buen camino pero le faltó crecer, redondear y al final la cosa acabó por enfriarse sin concretar.

Se acordaría después con el cuarto, con el que hiciera lo que hiciese, todo resultaba intrascendente. Ese fue el rol de la tarde, o el sino o la condena. Penitencia.

Miguel Ángel Perera le echó valor. Y su tarjeta de presentación, su aval fue cruzarse el ruedo para recibir al toro a portagayola. Era el segundo de la tarde. El Fuenteymbro no se lo puso fácil. Y ahí, recién asomado por la puerta de los miedos, se frenó en el capote de Perera. Echó el torero cuerpo a tierra y suerte que el toro lo saltó. Después, cuando llegó la tranquilidad de la muleta, se paró el toro, con tan poca clase, que sólo dejó lugar a pegarse un arrimón. El quinto fue sobrero, de la misma divisa gaditana, al menos acudió al engaño, pero nada duró. Antes de montar la faena se rajó el animal.

Con la misma condición se encontró Alejandro Talavante en el tercero. Nos pareció que le convencía el diestro extremeño para meterlo en la muleta y desistió el Fuente Ymbro de la historia. Demasiada para él. Muy irregular salió el sexto. Estaba ya la gente de La Maestranza sevillana pensando en sus cosas. Se paraba, le costaba arrancar, medía. Talavante lo intentó y cuando vio que la cosa no se aclaraba por ningún lado cogió la espada. Pues se lo agradecimos. La ruina, a estas horas, la llevábamos en todo lo alto.

EFE

Por Juan Miguel Núñez. Bostezo infinito

Corrida no apta para hacer el toreo. A partir de ahí, la tarde fue un bostezo infinito. Sólo el encastado primero tuvo buena condición, aunque, al fallarle las fuerzas, al final tampoco resultó. Pero la gran ausencia en éste fue más que nada del torero.

El toro blandeó en los dos primeros tercios, aunque viniéndose arriba en la muleta. Tejela prologó con un cambio por detrás y dos muletazos por arriba. Y cuando parecía que iba haber buena conjunción entre toro y torero estando la faena por naturales, se notó mucho la falta de apreturas.

Tejela lo hizo todo muy despegado. Descruzado en el cite y “escupiendo” las embestidas hacia fuera, aquello no trascendía.

Y eso que el toro fue siempre a más. A pesar de su falta de fuerzas tomaba la muleta con celo y humillado. Pero se impuso la vulgaridad de los pases, cien pases, sin sentimiento ni ajuste. La estocada, sí, fue una gran estocada.

El cuarto fue un toro parado y sin fondo. Revoltosillo a principio de faena, sin embargo, se paró enseguida. No podía el animal con el rabo, sin aliento, y eso que en el caballo apenas se le había picado. Tejela le sacó los muletazos de uno en uno, muy espaciados. Nada de nada.

Perera sorteó dos toros que no sirvieron ni para estar mal, que ya es decir. No obstante la apuesta del torero fue más que notable, por disposición y capacidad, y en ambos trasteos.

Estuvo en la puerta de chiqueros para recibir a su primero con una larga cambiada que hubo de resolver en cuerpo a tierra cuando el animal se le paró echándosele encima sin atender “el toque”. De pie lanceó a la verónica con buen estilo. Y todavía se lució en un quite por saltilleras. Pero con la muleta no fue posible.

El toro, que había tardeado en el caballo, pensándoselo mucho, se quedó debajo ya en las mismas probaturas, frenándose. Perera lo citó muy encima para compensar la falta de recorrido del torillo, que acudía muy de vez en cuando, sin fuerzas, sin celo, apagándose. La única alternativa, el parón, no pasó de un simple proyecto.

El quinto bis fue toro soso en lo poco que duró, pues se “rajó” prácticamente en los inicios de faena, yéndose a las tablas, y en actitud de huida conforme Perera le buscaba las vueltas.

Talavante lanceó con elegancia a su primero, otro toro en el límite de la invalidez. Se acopló pronto con la muleta, y la faena llegó a tomar altura en las dos primeras series a derechas.

Apuntaba el toro buen son cuando de pronto, al intentar torearle por naturales, “cantó la gallina”, yéndose a la querencia de tablas. Allí, algún pase suelto, pero no valió la pena. Talavante, que lo poco que hizo le salió muy bien, terminó cortando por lo sano.

El sexto salía ya frenándose en el capote. Berreón, sin ánimo de pelea, se estrelló un par de veces en la muleta, señal de que topaba más que embestía. Talavante otra vez optó por la brevedad.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. ¿Está todo el pescado vendido?

Sorprendió a propios y a extraños encontrar mucho ladrillo al sol –también a la sombra– en una fecha que hasta ayer mismo se llenaba por sí sola sin mirar demasiado el kilataje del cartel. Fue una auténtica sorpresa comprobar que la plaza de la Maestranza, en un miércoles de farolillos, en la yema de la fiesta, no logró congregar en sus venerables tendidos más de tres cuartas partes del aforo. Se confirmaba así la tendencia de este año: numerosos huecos en todos las localidades; ausencia de muchos de los rostros de siempre y papel, mucho papel en manos de la vergonzante reventa que campa como Pedro por su casa en los alrededores de la plaza sin que les tosa ni un baranda.

La reflexión es clara. Podemos seguir echándole la culpa a ese cajón desastre en el que hemos convertido la recurrente crisis pero quizá convendría analizar más concienzudamente la calidad de los carteles que no logran convocar al personal. Seguramente las empresas no estarán de acuerdo pero también se pueden sacar consecuencias positivas de esta deriva reduccionista: terminará ganando la calidad y se adecuará la cantidad de un espectáculo sobredimensionado que vivía a favor de unos abonos cautivos que empiezan a perder su infabilidad.

Pero vamos al toro, que es lo nuestro. Y decimos al toro porque la verdad es que Ricardo Gallardo sólo logró lidiar un ejemplar con verdaderas posibilidades de lucimiento que quedó muy perdido en medio del decepcionante encierro que se sorteó ayer. Para colmo ese toro, que fue el que abrió el festejo, fue a parar a manos de un chico –no tan chico– que lleva apuntando toda su vida sin decidirse a disparar. La verdad es que a estas alturas Matías Tejela pintaba poco en Sevilla pero también es verdad que la oficialidad de la torería andante está poniendo últimamente reparos a anunciarse con los toros de Fuente Ymbro, que demasiadas veces quedan en manos poco solventes.

El caso es que al madrileño se le volvió a ir otra oportunidad de oro. Ese primero, escurrido de carnes, excesivamente vareado, tuvo poquitas fuerzas y excelsa bondad en la muleta. Tejela se hartó de darle pases sin forma ni fondo y aburrió a los vencejos en medio de una frialdad ambiental que ya no se evaporaría de la plaza. Pareció salir algo más dispuesto con el espectacular jabonero y carbonero que hizo cuarto, que no metió mal la cara en la brega, pero el toro se fue desinflando como un globo de Bob Esponja en Lunes Santo y al torero tampoco le sobraba el fuelle. Total, que después de una cuchillada de riña de kinkis lo acabó echando abajo de una estocada habilidosa.

Perera debe andar enfadado con las pocas opciones que ha barajado esta Feria para poder triunfar y reivindicarse. La verdad es que salió siempre a darlo todo, a veces a costa de impacientar al personal en su afán de sacar agua de un pozo seco. Hasta se fue a portagayola en el segundo de la tarde como declaración de intenciones, para dejar bien claro que no había venido a pasearse. El toro salió cruzado del túnel de chiqueros y acabó pasando por encima del diestro extremeño que se levantó para lancearlo con templanza. Quitó Perera por tafalleras y apostó fuerte en el inicio de faena con un doble pase cambiado en los que dejó llegar al toro al paso. El diestro de Puebla de Prior se dio cuenta muy pronto de que el toro venía avisado por el derecho. Sólo respondía cuando lo llevaba bien tapado y por el izquierdo no pasó de soso, acortando los viajes y desentendiéndose de la lidia en todo momento.

Tampoco pudo ser con el sobrero que hizo quinto a pesar de la alegría –un punto violenta– que mostró en banderillas. En el último tercio no pasó de informal, tomando el engaño siempre con muchas desigualdades que confundieron al público, quizá también al matador. A pesar de su empeño, la labor de Perera no trascendía a los tendidos, mucho menos cuando el morito andaba loco por coger la puerta.

Al final, los muletazos más estimables corrieron a cargo de Alejandro Talavante, que prácticamente acababa de bajarse del avión después de indultar un toro en la localidad mexicana de Aguascalientes. Sin reses a favor sí se pudo comprobar que el extremeño ha depurado su concepto y ha asumido su verdadera personalidad más allá de los espejos prestados que tan poco le iban y las lecciones del señor Millagui. Parecía que iba a servir el tercero y hasta hubo algunos apuntes de buen toreo –espatarrado el matador, tirando con pulso de la muleta– pero la mansedumbre del animal le pudo a la clase de su embestida y se acabó aguando la fiesta.

Muchas menos opciones iba a darle el imponente sexto, un toro largo y alto, muy ofensivo por delante, que parecía el padre del resto del encierro. Parecía que se iba descolgando en la brega pero era sólo un espejismo. Hacía hilo en la muleta, defendiéndose hasta aplomarse por completo poniendo la inevitable firma a una tarde decepcionante.

El País

Por Antonio Lorca. El misterio de Fuente Ymbro

El misterio de Fuente Ymbro es el mismo de tantas ganaderías que, después de un prestigio bien ganado a base de ciencia y afición, se desploman por la pendiente de la podredumbre. Y nadie sabe por qué. O, al menos, nadie lo explica. Pone de relieve, no obstante, la enorme dificultad y la grandeza de ser ganadero, un científico autodidacta que, sin probetas de laboratorio, persigue la persistencia de un encaste y busca con desesperación un tipo de comportamiento. El toro come lo mismo, recibe el mismo trato, idénticos cuidados sanitarios, pero un día, inesperadamente, todo comienza a torcerse. Y el toro vibrante, encastado y codicioso de ayer se convierte en una piltrafa tullida, moribunda y lisiada. Ha habido, se suele decir, un fallo en la selección; un semental mal elegido que contagia a toda la ganadería y hace añicos años de esfuerzo continuado.

Eso es lo que se suele decir, y será verdad. No siempre es toda la verdad. Muchas veces, el ganadero decide cambiar el rumbo de sus toros por la imposición de las figuras -auténticas responsables de la decadente situación de la fiesta de los toros-, que lo presionan y chantajean para que el producto pierda cara, o agresividad, o casta, o poderío… Y cuando la ganadería se derrumba, todos le dan la espalda.

Fuente Ymbro surgió no hace muchos años como una luz de esperanza en la ganadería brava. Creada con vacas y sementales de Jandilla, el nuevo ganadero sorprendió con un toro nuevo: con trapío, codicia, poder, movilidad y nobleza. Y en poco tiempo se ganó un lugar de privilegio en las ferias más importantes.

Parece, sin embargo, que el sueño se ha esfumado. Como todo lo bueno, ha durado poco. Quizá, el ganadero sepa las razones. Pero ya saben lo que se suele decir.

Lo cierto es que la corrida de ayer fue infumable, impropia de un hierro de postín y de la feria sevillana. Uno tras otro, salieron animales inválidos, mansos, acobardados, huidizos, descastados… Pura basura. ¡Qué grande desesperación para un ganadero serio ver a un toro suyo huir de la pelea, como hizo el tercero, que no encontraba hueco donde refugiarse! O ese cuarto, absolutamente hundido, inválido total; o enfermos de sosería, como el segundo, quinto y sexto. Solo al primero, tan blando como los demás, le pudo su nobleza y entrega.

Por cierto, Matías Tejela dio la impresión de estar toreando a ese toro un par de días y de dar más de dos mil muletazos, y no dijo nada. Que te toque un toro así, que no se cansa de embestir, y no seas capaz de despertar al público del duermevela de la manzanilla, tiene delito. Como mínimo, es para que el torero reflexione sobre su papel en esta historia. Un pase aceptable y 10 malos, sin unidad ni continuidad, sin templanza ni calidad. Recibió una ovación inmerecida para romper, se supone, el sopor reinante. Después, quedó inédito en el cuarto, que, tras una vuelta de campana, fue un muerto en vida.

Tras él, llegó el turno de Miguel Angel Perera, supuesto especialista en esta ganadería. Recibió a su primero de rodillas en la puerta de chiqueros, el toro se le paró en la misma cara y no lo prendió de milagro. Brindó al respetable la faena, y la sosería del toro y su propia incapacidad para convertir un arrimón en emoción, hizo el resto. Muy despegado se enfrentó al otro, y, a falta de lucimiento ante un animal rajado, se puso pesado, que es costumbre habitual en estos tiempos.

Y también estuvo Alejandro Talavante, pero su presencia se notó muy poco. Bien es cierto que pudo dibujar dos, quizá tres, naturales en su primero que supieron a gloria por su hondura, pero ese tercero ya se sabe que huyó como un despavorido. Y el último se vino abajo, mientras el torero alargaba la mano, despegado y sin cruzarse. Y así, ya se sabe, es imposible.

ABC

<img src="http://www.portaltaurino.com/images/criticos/andres_amoros_bn.jpg"/>Por Andrés Amorós. A Sevilla le crecen «las setas»

Seguimos viviendo de recuerdos. Después de dos corridas brillantes, hemos caído en el abismo: tarde espléndida; toros de Fuente Ymbro flojos, sosos, rajados; diestros sólo voluntariosos. Consecuencia: aburrimiento, sopor general.

Cuando los toros «no dicen nada», da tiempo a hablar mucho con los vecinos de localidad. Por agradable que sea la charla, es muy mala señal. Les comento a mis vecinos mi paseo matinal: todo es posible en Sevilla, para bien y para mal. En lo bueno, los conventos sevillanos que he visitado: recogimiento, sensibilidad, arte, sosiego. La devoción popular por Sor Ángela de la Cruz; la vida contemplativa de Santa Paula, donde Sor Remedios me da muestras de estar al día, además de rezar. Por internet sigue la boda inglesa y lo de Bin Laden; por el ABC, los toros…

En lo malo, el horror de «las setas»: en pleno centro histórico, la catetez de un Ayuntamiento y el capricho de un arquitecto han propiciado un esperpento que no se permitiría en una ciudad italiana; un ejemplo de derroche, inutilidad, falta de sentido común y de amor por la ciudad . Creer que eso añade «modernidad» y atractivo turístico a una ciudad como Sevilla me parece patético. Lo peor es que el sectarismo político obliga a muchos a decir que les gusta…

A Sevilla no le crecen los enanos sino «las setas»; también, esta tarde, en la Plaza de los Toros. La reses de Fuente Ymbro no propician la menor emoción. Los diestros se empeñan en hacer la faena de siempre, sin buscar la variedad, con otra lidia. Además, matan mal. Una tarde insufrible.

En el que abre Plaza, noble y flojo, hace Matías Tejela una faena pulcra, afeada por su falta de fuerzas y acometividad. Consigue algunos naturales estimables, muy en corto (la izquierda ha sido siempre su mejor arma), liga bien el de pecho pero sufre un desarme. Mata con decisión.

El cuarto, un bonito jabonero sucio, dobla varias veces y, para colmo, se da una vuelta de campana que acaba con sus pocas fuerzas. Aunque brinda al público y comienza bien, el toro es un marmolillo, no hay emoción ninguna y la gente se impacienta. Esta vez mata mal.

Parece iniciar la tarde con muchos ánimos Perera: acude a porta gayola y es derribado; después, buenas verónicas y quita por saltilleras. Brinda al público: las habituales pedresinas, en el centro, y hace el poste, pero pasa varios momentos de apuro, no conecta ni con el arrimón final. El estatismo vertical tiene mérito pero no es la mejor receta para toros que no transmiten. En ABC escribió Edgar Neville que el diestro debe ser tranquilo pero no Tranquilino (un artista de entonces).

El sobrero quinto es tan deslucido como el desechado: flojea, se cae, se desentiende del diestro, se raja descaradamente. Igual diagnóstico que en el anterior pero, esta vez, agravado.

Talavante coge pronto el sitio al tercero y dibuja algunos derechazos limpios, largos, pero el toro huye a chiqueros, se raja por completo. Tarda en matar.

Hundida ya la tarde, el sexto no tiene codicia alguna, embiste rebrincado y Talavante no sabe por dónde meterle mano; cuando le tropieza, machetea y, esta vez, acierta al matar.

Algunos espectadores salen maldiciendo en arameo; otros, después de una agradable siesta. Una tarde mala en el coso del Baratillo pasa. Pero «las setas» se quedan en Sevilla. Por desgracia.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Corrida de Fuente Ymbro, manantial seco en casta

La corrida enviada por Ricardo Gallardo (Fuente Ymbro) resultó un desastre en toda regla. Con el denominador común de la falta de casta, ninguno de los toros salvó el desesperante espectáculo. Además, varios de ellos flojearon, incluido el quinto, derrengado, que fue sustituido por un sobrero del mismo hierro. Toros muy cambiantes durante su lidia y, lo peor para los diestros, es que embestían con distinta velocidad en una misma suerte. El encierro, que también adoleció de una desigual presentación, fue material de derribo. Una ruina de corrida ante la que cada uno de los tres diestros -Matías Tejela, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante- se batieron el cobre, cada uno con distinta fortuna y acierto, sin conseguir lucimiento suficiente como para que conquista el corazón del público.

El madrileño Matías Tejela no llegó a sacar todo el partido al primero, ante el que se perdió en una faena kilométrica y de escasa calidad. El astado, justo de trapío, de cara aniñada, sin remate, derribó en el primer encuentro, aunque no peleó con fijeza en varas. El madrileño se la jugó en un inicio de trasteo con un fallero -pase por la espalda- junto a tablas. Pero el toro, aunque era manejable, carecía de fuerzas y la faena, en las afueras, transcurrió con escasa emoción, salvo una serie con la izquierda y algún natural de trazo largo. Labor excesivamente larga y de escaso fruto, con algunos detalles de buen gusto, como una preciosa trincherilla. Lo mejor, la rúbrica: una buena estocada.

El cuarto, un precioso jabonero, resultó todavía más flojo y, para más inri, quedó más quebrantado tras una voltereta. Aunque manejable, llegó a la muleta aplomadísimo y, salvo una apertura con cierto gusto de Tejela, aquello no levantó una tarde que ya entraba en picado pasado el ecuador.

El pacense Miguel Ángel Perera fue quien con más firmeza presentó batalla. A su primero, aceptablemente presentado, manso, lo recibió con una larga cambiada de rodillas a portagayola, en la que el toro, que se frenó, estuvo a punto de cornear al torero, quien evitó la cogida al arrojarse a su derecha. De pie, lancéo con buen aire a la verónica. Perera esbozó un quite por tafalleras a pies juntos, que fue muy aplaudido. En los medios, de largo, aguantó en un fallero. El extremeño tragó en un par de coladas escalofriantes y lo mejor lo consiguió en una serie con la diestra, con ligazón. El epílogo, en cercanías, fue de infarto, exponiendo sus muslos ante los afilados pitones del astado.

El quinto toro, derrengado, fue sustituido por otro, que también manseó y que se rajó de inmediato. Perera se esforzó con el deslucidísimo animal en un trasteo meritorio.

Alejandro Talavante tampoco pudo lucirse. Ante el serio tercero, largo como un tranvía, manso y rajado, lo más significativo fue una serie con la diestra en las afueras y un par de pases de pecho. Ante el cuajado sexto, mansísimo, áspero, mirón y que lanzaba gañafones cuando veía la tela, el pacense cortó a tiempo.

El público acabó desesperado, algunos abandonando antes de tiempo sus asientos, ante la ruina de corrida de Fuente Ymbro, un manantial seco en casta.

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©Imágenes: Matías Tejela, Miguel Angel Perera y Alejandro Talavante/Empresa Pagés.

Sevilla Temporada 2011

sevilla_040511.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:19 (editor externo)