Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


sevilla_050513

REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

<img width="270px" height="190px" src=" http://www.plazadetorosdelamaestranza.com/images/stories/cronicas/2013/5mayo.jpg">

Domingo, 5 de mayo de 2013

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de Villamarta (bien presentados, con juego desigual, algunos mansos; 1º, 3º y 4º aplaudidos en el arrastre; 2º pitado).

Diestros:

Fernando Adrián. De celeste y oro. Estocada (saludos desde el tercio); pinchazo, aviso, estocada tendida, descabello (saludos desde el tercio).

Juan Leal. De turquesa y oro. Estocada delantera y tendida (palmitas); pinchazo, estocada, descabello (silencio).

Álvaro Sanlúcar. De turquesa y oro. Meteysaca, estocada desprendida (saludos desde el tercio); estocada, descabello (saludos desde el tercio).

Presidente: Gabriel Fernández Rey.

Tiempo: soleado; caluroso al comienzo.

Entrada: media plaza.

Crónicas de la prensa: El Mundo, El Correo de Andalucía, Diario de Sevilla, La Razón, ABC, El País, Toromedia.

<iframe src="http://player.vimeo.com/video/65518249" width="384" height="241" frameborder="0" webkitAllowFullScreen mozallowfullscreen allowFullScreen></iframe>

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Verán ustedes. En 1912 los críticos de Sevilla pidieron en un escrito al gobernador que en la Maestranza no se hiciera la ordinariez de conceder orejas, como se estaban dando en todas las plazas, hasta en Madrid. Tres años después Joselito cortó la primera. Digo esto porque yo no soy orejista ni mucho menos. Prefiero una buena faena sin trofeo a cutreríos con un puñado de rabos. Pero a veces son un síntoma de lo que ocurre. Por ejemplo, en Sevilla han habido tres novilladas de lujo con buenas reses y lo más granado del escalafón y no se ha cortado ni un apéndice. Ayer hubo tres novillos potables de Villamarta, dos sin lidia, lo que le tocaron a Juan Leal, pero ninguno de los novilleros sacó fruto alguno más allá de unos saludos de consolación. Fernando Adrián puso el oficio pero debió apretar más el acelerador en busca de un triunfo importante. Juan Leal demostró en su debut la valentía que ha demostrado en todas las plazas y le tocó bailar con el lote más feo. Álvaro Sanlúcar enseñó sus detalles artísticos pero ya debe dar algo más si quiere dar el salto con garantías. En fin, que no es nada bueno el balance novilleril en Sevilla hasta ahora, sobre todo si están para doctorarse. Otra cosa es lo que vienen con poco bagaje con caballos. Esperemos que esto mejore.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Caliente y templado. Sevilla tiene ese clima especial. Un clima, que como contamos la semana pasada, hizo que sacáramos de nuevo los abrigos del armario. Hoy hemos vuelto a la manga corta. Cosas del termómetro sevillano. El toreo es como un termómetro también. Una corrida de toros, o en este caso una novillada, pasa por momentos fríos, otros menos fríos, templados, y otros donde el calor se palpa. Tal vez, ese punto álgido lo puso Álvaro Sanlúcar, que aunque no tuvo el lote propicio para el triunfo, hubo destalles de buen trazo. Fernando Adrián y Juan Leal se despedían de Sevilla como novilleros con picadores, ya que el primero tomará la alternativa el próximo mes de manos de su maestro Julián López “El Juli” y el segundo, lo hará con Castella en el país galo. Adrián tuvo el mejor lote de la tarde con el que estuvo intermitente en sus faenas y Leal derrochó valor.

Lo peor: Frío. No ha sido un festejo en el que en conjunto el público se haya divertido. La media plaza que llenaba hoy La Maestranza ya denota que los sevillanos deciden marchar hacia la playa a pasar el domingo. La multiculturalidad impregna los tendidos del coso. Cargados con sus cámaras de fotos o ipad intentan captar instantáneas de la novillada, aunque sean momentos fríos, porque en realidad en este caso no entienden nada de la liturgia taurina, pero eso sí, por la taquilla sí pasan.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Tres novillos para andar mejor

La novillada no fue de revolución pero no le faltó interés. El encierro de Villamarta brindó posibilidades para triunfar abiertas en un lote para salir lanzado con fuerza a la inminente alternativa de Fernando Adrián y un tercero que, sin durar tanto, tenía veinte muletazos de los buenos. Desgraciadamente, la carrera de Adrián -formado en la factoría de toreros que montó El Juli en Arganda del Rey- ha sido declinante. Deslumbró en esta misma plaza en sus inicios como novillero sin caballos pero la cilindrada de su motor se ha ido reduciendo a la vez que se estancaba en el complejo escalafón menor. Pronto se hará matador de toros y el panorama se antoja demasiado complicado.

Para él fueron los dos mejores novillos de este encierro de Villamarta: un primero codicioso y un cuarto con bondades que duró los mil millones de muletazos que le enjaretó el chaval sin sacar nada en claro. Abantito y suelto en la lidia, ese primero quiso coger los capotes por abajo aunque se quebrantó en un tremendo volantín que mermó sus fuerzas. No importó, berreando y protestando persiguió la muleta de Adrián, mostrando muchas teclas y registros que tocar. Pero el madrileño, abusando de andar siempre detrás de la mata, torea perdiendo pasos en vez de ganarlos y busca más la composición premeditada que una colocación comprometida y así es imposible acoplarse con los novillos.

Idéntica película se iba a repetir con ese bonancible cuarto al que picó con sobria y precisa eficacia Luis Miguel Leiro. Fernando Adrián le enjaretó el Cossío entero: miles de muletazos amontonados de todas las marcas que el utrero de Villamarta se tragó sin rechistar, humillando con codicia y siguiendo una muleta que no terminó de convencer a casi nadie. Una buena serie diestra y algún natural suelto de bella factura se perdieron en medio de la nada. Había tenido en la mano los resortes necesarios para salir espoleado de cara a esa alternativa pero salió más bien tocado.

Tampoco terminó de convencer por completo Álvaro Sanlúcar,. El torero gaditano mantiene ese buen corte que le hizo brillar con luz propia en sus inicios pero pasa un inmenso calvario delante de los novillos y además se le nota demasiado. Parece no haber asimilado por completo la dureza del utrero, tan distinta del eral. El chaval enseña destellos de calidad que se asoman aquí y allí y cuando logra sobreponerse a sí mismo es capaz de ligar muletazos con sabor pero… Se templó con el capote recibiendo al tercero, un novillo hondo y apretado de carnes que rompió a bueno en la muleta. Sacudiéndose las duquelas negras logró enjaretar un puñado de pases diestros que enseñaron otro sabor. El novillo duró poco, tan poco como la gasolina del chaval, que pechó en sexto lugar con un cuajado berrendo, levemente salinero, que se empleó de verdad en un duro primer puyazo que le exprimió todas sus fuerzas. Se paró por completo y puso en aprietos a los banderilleros. En el último tercio no quiso andar mucho más aunque tuvo algunas arrancadas que Álvaro Sanlúcar sorteó como pudo. Nada más.

El tercer hombre en discordia fue el francés Juan Leal que se marchó de su presentación sevillana con el beneficio de la duda. Para él fue el lote menos propicio del encierro. Pasó mucho tiempo en la cara de sus dos novillos -y se llevó varios porrazos sin consecuencias- enseñando que anda sobrado de valor. Habrá que verlo más y mejor.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Festejo sin apenas brillo ni trofeos

Cielo límpido, de azul brillante. Sol y excelente temperatura. Tres promesas interesantes. La Maestranza, con la mitad de su aforo cubierto. Como el domingo pasado se preveía un espectáculo interesante. Y como hace una semana exactamente, las expectativas se fueron diluyendo a medida que el festejo no alcanzaba la intensidad deseada.

Fernando Adrián, a punto de tomar la alternativa -próximo 15 de junio en Ávila, de manos de su maestro, El Juli- no estuvo ayer acertado en Sevilla ante su lote, ovacionado, el mejor del encierro. No aprovechó a su primer astado y se perdió en un larguísimo trasteo ante el cuarto. Adrián recibió a su cornigacho primero ganando terreno a la verónica. El animal dio un par de volteretas en el primer tercio, antes de que el torero madrileño realizara una faena que comenzó con buenos muletazos por ambos pitones. Bajo los sones de un pasodoble, el trasteo se partió en dos cuando el novillo, por el pitón izquierdo, desarmó al torero. Silencio por parte de la Banda de Tejera y labor en picado. Rubricó de estocada contundente, aunque caída.

Ante el cuarto, un novillo bien armado, mansote, pero con motor, Adrián, se perdió en un trasteo interminable, en el que los mejores muletazos los dibujó con la diestra. Por el pitón izquierdo fue cogido sin consecuencias. Acabó su labor en un arrimón, con un par de falleros incluidos. En esta ocasión se mostró desacertado con la espada.

Juan Leal, que se presentaba en la Maestranza, dejó la impronta de torero con una gran dosis de valor ante el peor lote. Leal es un torero que se mira en el espejo de su compatriota, el francés Sebastián Castella. Como contrapunto de su firmeza, todavía está verde en varios aspectos técnicos. En la suerte de matar se quedó vendido en un par de ocasiones ante su segundo. Se las vio en primer lugar con un cornigacho que estuvo a punto de causar una desgracia, cuando lanzó por los aires, de latiguillo, al picador Germán González. Todo quedó en un susto. Sin embargo, en la muleta duró un suspiro. Leal, en los medios, de largo, trazó un par de muletazos por la espada, enlazados con otros derechazos. El novillo se rajó de inmediato y el torero francés, en su salsa, se dio un valiente arrimón entre los pitones. Entró a morir a cambio de un espadazo muy tendido.

Con el quinto, un torete en presencia, apostó fuerte. Se fue frente a toriles para una larga cambiada de rodillas, en la que tuvo que echarse a tierra para no ser cogido. Brindó a su apoderado y fotógrafo taurino Maurice Berho. En las afueras, con la diestra, dibujó suaves muletazos. Sin embargo, con la izquierda, hubo varios enganchones. Acabó de nuevo en otro arrimón. A la hora de matar se quedó en dos ocasiones en la cara del novillo. En la primera, a cambio de un pinchazo salió enganchado sin mayores consecuencias. En la segunda, sufrió una tarascada tremebunda.

Álvaro Sanlúcar, con un gran número de paisanos que le alentaron constantemente, tampoco alcanzó el triunfo, pese a su concepto en el que prevalece la estética. Con el corniabierto tercero, un ejemplar manejable y a menos, que acabó en toriles, ganó terreno con bellas verónicas. Dos buenas series diestras, con muletazos con gusto, fueron muy ovacionadas; así como algunos naturales de preciosa composición, en los que alargó la embestida del animal. Música. Todo apuntaba alto, en los momentos de mayor emoción. Pero tras otra tanda en la que llegaron varios enganchones, el trasteo se diluyó.

Con el sexto, un sardo que era un toro en presentación, manso y aplomadísimo en la muleta, no tuvo opción para el lucimiento.

El festejo, sin apenas brillo ni trofeos, apenas caló en un público que parecía pedir la hora, cuando tras dos horas y media se arrastraba al sexto villamarta bajo la luz artificial que comenzaba a iluminar los bellos arcos de la plaza sevillana y su ruedo ovalado.

La Razón

Por Paco Moreno. Voluntad y arrojo en una novillada sin pena ni gloria en La Maestranza

La atardecida maestrante de ayer domingo no quedará por mucho tiempo en la memoria de los aficionados. Acompañó el tiempo soleado y plano de viento, hubo algo menos de público que siete días antes, quizás por la coincidencia con el fútbol o por el cercano traslado de la Virgen del Rocío. O por las playas, pero se cubrió el aforo en torno a la mitad, lo que no está mal. La novillada de Villamarta tuvo movilidad y buen son y los espadas anduvieron prestos, aunque sin romper. No fue ni tedioso ni brillante.

Fernando Adrián cumplió con el capote ante el novillo que abría la tarde, un ejemplar codicioso y que punteó el engaño. El madrileño comenzó pronto con la zurda, metido ya en la faena de muleta. Estuvo aseado en una labor con altibajos, cuando fue un novillo más de alto que de bajo. Buena concepción del toreo, aunque le faltase emoción a su trasteo.

Al cuarto de la tarde lo dejó en los medios y allí comenzó su labor, sobre la derecha en esta ocasión, con tandas más que aceptables. Al novillo le costó más embestir por el izquierdo y, los naturales, resultaron menos lucidos. Por eso, centró el trasteo sobre la diestra aunque la faena no terminara de levantar vuelo.

Juan Leal estuvo dispuesto, intentando acoplarse con un novillo que tomó la muleta algo descompuesto y distraído. En las tandas sobre ambas manos lo llevó toreado pero faltó transmisión, pues el conjunto pecó de sosería. El francés optó por un arrimón ya en el tramo final.

Por todo ello, se fue a portagayola a recibir al quinto, siendo arrollado en uno de los lances posteriores. Brindó a nuestro compañero en la información gráfica, Mauricio Berho, un detalle, pues es su apoderado. Compuso una faena templada sobre la derecha, suave, aunque mientras pasaron los límites que acoge el entusiasmo. Por la zurda le punteó la muleta y resultó más deslucida la serie. Todo se fue diluyendo. Ni bien ni mal en ese tono medio que no conduce a ninguna parte.

Álvaro Sanlúcar compuso verónicas aceptables al tercero, ganando terreno y llegando a los medios. Su faena de muleta tuvo un buen comienzo, sobre todo en las tandas por la derecha, con temple y gusto. El novillo se desplazó bien y lo aprovechó el novillero. Lástima que al tomar la izquierda bajó el nivel y la faena se vino a menos. El sexto tuvo fijeza pero le costó un mundo embestir, había que ponérsela muy cerquita de los pitones, para que la tomase. Lo intentó el novillero, más sobre la diestra, aunque no pudo pasar de voluntarioso.

El Mundo

Por Carlos Crivell. Tres de Villamarta para el triunfo

Salieron tres novillos buenos a la plaza sevillana, primero, tercero y sexto. Dos cayeron en el lote de Fernando Adrián; el francés Leal se llevó los dos de menos juego. Al final, el esportón de los aspirantes se fue vacío, algo que no es fácil de explicar, porque cuando llegan estas oportunidades no se pueden escapar.

El primero, novillo de cornamenta gacha y nervio fácil se movió con presteza en la muleta de Adrián, novillero en las puertas de la alternativa, que demostró suficiencia en los aspectos técnicos. Es decir, Adrián está para otros retos distintos al novillo, pero cuando sale uno que pide mando y temple, y que tiene un buen pitón izquierdo, el torero debe expresar su calidad torera. Su faena fue intermitente, unas veces logró llevar toreado al astado y en otras abusó de un toreo de velocidad acelerada y toque final algo violento. Al conjunto, de muy largo metraje, le faltó mayor entidad.

A Fernando Adrián le quedaba el cuarto, un novillo dulce y boyante por ambos pitones. El espigado diestro volvió a estar mucho tiempo en la cara del novillo en una labor de altibajos notables. El animal embistió mil veces y Adrián acabó aburrido de darle muletazos de corte variado y de poca entidad. La ovación al de Villamarta y las palmas para el torero son el resumen de este cuarto acto.

El francés Juan Leal se enfrentó a dos novillos de mala condición. El segundo, brusco y de cara alta, apenas le permitió mostrar lo que sabíamos: es firme y valiente. Intenta ligar en una loseta, pero eso no siempre es posible con reses de tan poca clase.

El quinto no fue mejor. Se fue a portagayola, allí recibió un topetazo violento, pero ni se miró. Se lo brindó a Maurice Berho y se encontró con la dura realidad de un animal manso, sin fijeza y que se quería marchar de la suerte. Estuvo valiente, se puso en el sitio, pero aquello era un pozo seco.

El tercero tuvo calidad en las primaras tandas. Álvaro Sanlúcar tiene un toreo enraizado en su tierra, así lo demostró en algunos lances a la verónica, delantales y las chicuelinas. La faena a ese tercero se agotó en dos tandas con la derecha de compás abierto y mucha expresión. Se pasó al novillo a una distancia excesiva, producto de una colocación deficiente muy fuera del viaje de la res, aunque mantuvo su buen concepto estético en una faena de intensidad decreciente.

El bello sardo sexto recibió un puyazo tremendo en la primera entada y allí dejó media vida. Muy soso y sin fuelle, Sanlúcar porfió para sacar pases sueltos sin ligazón.

En resumen, tres novillos para triunfar sin que dos novilleros los pudieran aprovechar. Son los trenes que pasan y que ya no volverán.

ABC

<img width="85px" height="85px" src=" https://si0.twimg.com/profile_images/3585502117/976791fec9581e1638bef93d18f1ccb2.jpeg">Por Lorena Muñoz. Tres novillos de Villamarta para mucho más

De turquesa y azul cielo vistieron los tres novilleros que formaban un interesante cartel en la Maestranza. Dos a punto de tomar la alternativa, Fernando Adrián y Juan Leal, y Álvaro Sanlúcar, que con menos novilladas y experiencia, fue quien demostró más gusto y mejor concepto de la terna aunque necesite más oficio. Al final lo que resultó interesante fue el encierro de Villamarta con tres ejemplares ovacionados en el arrastre para haberle cortado las orejas.

Adrián sorteó un buen lote, el primero un novillo interesante con el que no llegó a entenderse y el cuarto, ejemplar al que tampoco entendió y que también tuvo faena. Ambos fueron aplaudidos en el arrastre. Con el que abrió plaza estuvo algo acelerado en el recibo y mejor para llevarlo al caballo. Brindó al público la faena del primero que tuvo mucha calidad en su embestida, aunque la faltó un poco de fuerza, acusando las dos volteretas que dio en el capote. Comenzó el madrileño con la izquierda una labor intermitente en la que llegó a sonar la música pero que paró tras un desarme.

El cuarto también metió la cara con claridad en la muleta y repitió por el pitón derecho desplazándose con largura. Por el izquierdo estuvo a punto de darle una voltereta y volvió a la diestra donde realizó el resto de la faena, excesiva en su metraje por la que llegó a escuchar un aviso, donde hubo innumerables pases sin decir nada. Dio una imagen muy distinta a la que ya se conocía de él en la Maestranza.

Juan Leal se mostró voluntarioso y participativo en los quites, con el capote a la espalda, e incluso se fue a portagayola en el quinto, con susto incluido. Brindó al público su labor del segundo que derribó al picador en el primer encuentro con la puya y tuvo una lidia desastrosa. El francés comenzó a pies juntos en el capote y con el pase cambiado por la espalda en la muleta muy al estilo de Castella, diestro al que recordó en muchos gestos y en la forma de colocarse. Acortó los terrenos al novillo desde el inicio y se mostró valiente pero sin colaboración y sin llegar al tendido.

El quinto volvió a formar un revuelo en el ruedo con la cuadrilla superada por las circunstancias. Hubo un momento con más banderillas en el albero que en el novillo. Brindó a su apoderado, Maurice Berho, una labor larga y fría en la que volvió a mostrar su toreo vertical, en cercanías, pero sin eco en el respetable. Se llevó una voltereta al entrar a matar ya que no salía de la suerte, por fortuna sin consecuencias.

Álvaro Sanlúcar mostró personalidad y buen concepto en el tercero con el que manejó bien el capote a la verónica en los medios y comenzó la faena con la zurda en una buena serie. Le dio aire antes de tomar la diestra donde le tragó más al novillo, que se quería ir, en un par de series para retomar al natural donde se encontró más cómodo. Sonó la banda de Tejera en la faena que no llegó a ser rotunda porque el novillo se vino abajo a la mitad del trasteo.

El sexto, el más toro del encierro, recibió un largo puyazo protestado por el propio novillero, que acusó y mucho en el tercio final. Llegó muy aplomado a la muleta y se defendió en el engaño cuando quiso pasar, ya que se quedó parado en los primeros compases. Sanlúcar le insistió pero no había mucho más que sacar. Eso sí, tiene que mejorar con la espada.

El País

Por Antonio Lorca. ¡Hay que morir…!

La impresión general es que a la Maestranza hay que venir a morir, a dejarse matar, que se dice por aquí, a dar un aldabonazo, a trazar un antes y después en la carrera de cada cual, a dejar una huella indeleble en esta plaza quien aspira de verdad a ser figura.

Esto, y no otra cosa, es lo que se espera de tres jóvenes que hacen el paseíllo en un templo tan respetado y de tan enorme proyección. Con esta inquietud, se supone, se visten de luces, y así se les espera.

Después, a medida que transcurre el festejo, la ilusión se va evaporando, se diluyen los sueños y se impone la inquietante realidad de una profesión dura y difícil y al alcance de unos pocos elegidos.

Bien vestidos, eso sí, los tres de celeste y oro, con lo que tal coincidencia dificulta identificación; experimentados, también; conocedores de los trucos de sus mayores; impersonales en el ejercicio de las suertes fundamentales; las tandas, muy cortas, casi siempre aliviados, al hilo del pitón y con la suerte descargada; con aire de supuesta suficiencia; sin aparente ánimo de pelea; y sin la disposición necesaria para ‘dejarse matar’.

Quizá, sean estas impresiones exageradas, pero algo de todo ello, en mayor o menor medida, queda en la imagen que proyectaron los tres novilleros que actuaron en la Maestranza sevillana.

Un dato a tener en cuenta es que la novillada de Villamarta, de larga nobleza y fijeza en la embestida, fue ovacionada casi toda ella en el arrastre mientras los toreros solo recibieron algunas palmas de consolación.

¿Qué pasó, pues? Pasó, primero, que falta personalidad en las muñecas toreras; que torear no consiste solo en dar pases; hay que expresar, hay que sentir, hay que decir y emocionar. Y este asunto debe ser harto difícil.

El primero de la terna, Fernando Adrián, por ejemplo, dio muchos, muchísimos pases, en dos faenas largas, incansables, insípida la primera y más apasionada la segunda. Se le ve muy toreado, pero a sus formas le falta hondura. Acompaña y manda poco. Así, aburrió a su primero y muy noble novillo, y acabó por no decir nada ante el cuarto, con el que se mostró mucho más entonado.

El francés Juan Leal quedó inédito. Bien es cierto que su lote fue menos propicio. Pronto se vino abajo su primero, con el que solo pudo ofrecer deseos de agradar, y descastado fue el quinto. En fin, que tuvo escasos mimbres; de todos modos no dijo nada, lo cual es seriamente preocupante. Soso y parado fue el segundo; recibió al quinto de rodillas en los medios y tras un trasteo anodino por la escasa calidad de su oponente, resultó trompicado al pincharlo, y, por fortuna, todo quedó en una voltereta sin consecuencias.

La mejor impresión la dejó Álvaro Sanlúcar. Sus andares parecen diferentes y de sus muñecas surge algo parecido a la gracia torera. Así, se le vieron buenas maneras en el toreo a la verónica con el que recibió al tercero, bajando las manos y embarcando al novillo. El animal duró poco en el tercio final, pero quedó la referencia de un torero distinto, que llega con facilidad a los tendidos.

Breve fue también el fuelle del noble sexto, y, a pesar de sus reiterados intentos, el torero no consiguió levantar los ánimos de quienes estaban prestos para cantar las excelencias de algún novillero que diera la más mínima oportunidad para ello.

En fin, que no hubo ni una vuelta al ruedo; ni una sonora ovación, nada para el recuerdo. Sobran las justificaciones; a la Maestranza hay que venir a morir… Pero está claro que esa disposición heroica solo está reservada para unos pocos elegidos.

Toromedia

Fernando Adrián y Álvaro Sanlúcar, ovacionados

Ninguno de los integrantes de la terna de hoy logró alcanzar el triunfo a pesar de que la novillada de Villamarte tuvo buenos ejemplares. El lote de Fernando Adrián fue el que más opciones dio, saludando el madrileño dos ovaciones. También gustaron la quietud y firmeza de Leal y las buenas formas de Álvaro Sanlúcar.

Fernando Adrián toreó templado con el capote al primero de la tarde, que dio una vuelta de campana al final del saludo capotero, resultando mermado. Brindó al público y comenzó la faena toreando al natural, dando dos primeras series estimables. También ligó con la derecha, acusando el novillo falta de fuerza aunque tuvo buena condición. Sobresalió la segunda serie por este pitón que hizo sonar la música. Pronto paró porque al cambiar a la izquierda sufrió un desarme que rompió el ritmo de la faena. Mató de estocada efectiva. Ovación.

Adrián brindó el segundo de su lote a Gómez Escorial y comenzó en los medios ligando dos series por el lado derecho, sobresaliendo la segunda. Al cambiar de mano sufrió un sobresalto al resultar tropezado. Siguió por ese lado, logrando algunos naturales sueltos. Pero fue al volver a la derecha cuando la faena volvió a entonarse aunque posteriormente se pedió en la cantidad, resultando bastante reiterativo e insistente en exceso. Mató de pinchazo y estocada. Ovación.

El segundo de la tarde derribó de forma espectacular al picador en el primer puyazo y manseó en el segundo. Juan Leal comenzó la faena con dos pases cambiados por la espalda y se mostró muy firme con un novillo muy distraído que no transmitía nada. Destacó su quietud ante un animal manso sin ninguna virtud en su embestida. Mató de estocada. Silencio.

Juan Leal se fue a portagayola a recibir al quinto, sufriendo un doble susto al pasarle el novillo por encima en la larga y al resultar arrollado en el remate del recibo. Brindó a su apoderado, Maurice Berho, y ligó un par de series estimables por la derecha, a pesar de que el novillo no se empleaba y resultaba deslucido. Este defecto lo acusó más por el pitón izquierdo, insistiendo Leal pero sin lograr que la faena tomara vuelo. Al final se pegó un serio arrimón. Resultó cogido al entrar a matar, por fortuna sin daño. Dejó una estocada atravesada en el segundo intento y tuvo que descabellar. Silencio.

Álvaro Sanlucar se lució en el recibo de capa a su primero y también en los inicios de la faena de muleta. La primera serie por la derecha fue ligada y en la segunda comenzó a sonar la música. Ya en la tercera el novillo comenzó a pararse más y el novillero cambió a la zurda, rajándose el de Villamarta. Mató de metisaca y estocada. Ovación.

Sanlúcar volvió a mostrar su buen corte en varios lances sueltos en el sexto. En la faena de muleta se encontró con un novillo bastante parado con el que poco pudo hacer. El gaditano insistió sin que su labor lograra calar en el público. Mató de estocada y tres descabellos y fue ovacionado.

<iframe src="http://player.vimeo.com/video/65494300" width="384" height="241" frameborder="0" webkitAllowFullScreen mozallowfullscreen allowFullScreen></iframe>

Sevilla Temporada 2013.

sevilla_050513.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:21 (editor externo)