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Real Maestranza de Sevilla

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Jueves, 8 de mayo de 2014

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de El Pilar y Moisés Fraile (bien presentados, bravos y encastados; algunos rajados. El 1º fue devuelto a corrales por cojera, 1º-bis de Jandilla. El mejor, el 3º, “Niñito”, de El Pilar, que debió dar la vuelta lenta al ruedo).

Diestros:

Miguel Abellán. De blanco y plata. Media estocada atravesada, pinchazo hondo, descabello (silencio); municipal, tres descabellos (silencio).

Manuel Escribano. De berenjena y oro. Estocada tendida, tres descabellos, aviso, descabello (silencio); media estocada (saludos desde el tercio).

David Mora. De fucsia y oro. Estocada trasera y caída (oreja); pinchazo, estocada (ovación).

Presidente: Gabriel Fernández Rey.

Tiempo: soledado, caluroso al principio. Con una ligera brisa.

Entrada: media plaza.

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Crónicas de la prensa:

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

“Niñito” de El Pilar se llama el toro de la Feria. Un dechado de bravura, yendo al caballo con alegría y con una calidad excepcional en la muleta. Lo que todavía no entiendo es por qué le negó la vuelta al ruedo el presidente. Se supone que por un despiste como el que tuvo en el sexto. Porque la gente la pidió, pero aunque no la hubiera pedido, su obligación era sacar el pañuelo azul, que no se acordó que tenía a mano. Lo toreó con gusto, temple y largura David Mora y su premio habría sido mayor de haber matado mejor. En el sexto, complicado y rajado, estuvo por encima. De los demás de Fraile también sirvió el cuarto, pero no el lote de Escribano, deslucidos. Queda dicho que Mora estuvo bien y muy en torero toda la tarde. Y que Escribano que se va de vacío en el casillero de orejas de la Feria, deja en el ambiente muchas cosas más que las portagayolas y las banderillas al límite: templadísimos capotazos y una muleta de mano baja que va a gustar en muchas plazas. Tras su triunfo del año pasado el de Gerena ha crecido de forma impresionante y no es por casualidad que lidere el escalafón. A Miguel Abellán, le gritaron lo del baile, como era de esperar. Empezó con ciertas dudas para acabar más asentado pero sin rematar la faena del cuarto. Mal las cuadrillas de Abellán y Mora, que también hay que decirlo. La Feria sin remontar nos dejó un gran toro que se fue sin mayores honores por un despiste presidencial.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: El Niñito de Mora. Cuando el pesimismo de la Feria era patente en todos, sonaron los clarines y saltó al ruedo Niñito de El Pilar. Un toro de bonitas hechuras que ya prometía desde la suerte de varas, donde se arrancó desde lejos al caballo y cumplió las expectativas en la muleta. Y Mora empezó a componer la sinfonía. Con la muleta relajada, pases cada vez más largos y templados. Series de hasta seis muletazos. El público entregado. El silencio y los óles llegaron a la Maestranza. Mora había cuajado al toro de la Feria hasta el momento. La oreja no tardó en caer. La espada hizo que no fueran dos y el presidente debió premiar a Niñito con la vuelta al ruedo. Escribano concluía su feria hoy. Puede que el balance no sea el esperado. Que no haya caído ninguna oreja en el esportón por la espada o por el presidente. Pero sin ninguna duda ha dado una gran dimensión en sus tres tardes. Siete toros y siete portagayolas. Ha toreado muy despacio con el capote, ha arriesgado mucho en banderillas y ha estado a la altura con la muleta.

Lo peor: El regreso de Miguel Abellán. No ha sido la mejor tarde de Abellán en Sevilla. No ha terminado de acoplarse con ninguno de sus dos toros. Lástima el cuarto. Un animal que merecía mucho más de lo que hizo el diestro, que tan sólo fue aplaudido en un circular. Si le hubiera tocado ese lote a Escribano…

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. La ensoñación de un toro de El Pilar

Ni frotándose los ojos cuando las mulillas arrastraban a 'Niñito' algunos aficionados distinguían si había sido realidad o un sueño su embestida. La ensoñación de un toro tan sublime cuesta creerla. Como la perfección, que también existe. Aunque la mayoría de las veces sea onírica. 'Niñito' ya había cumplido los cinco años, pero la armonía de sus líneas elásticas, su generoso cuello y su cara sevillana, aun con sus arrugas, hacía que su nombre cobrase sentido. El toro de El Pilar era una pintura encendida de rojos, una piel colorada que brillaba desde el sol. Su larga anatomía escondía 545 kilos, que se desplazaron siempre sobre la finura de sus cabos, como si no dejasen huella sus pisadas sobre el albero.

No hubo una duda desde que David Mora se presentó con el capote y le voló la verónica con mejor expresión y empaque por el izquierdo; el toro cogió la onda del lance y ya planeó majestuosamente. La media verónica por el pitón contrario también desprendió su aquél. En estos remates el codilleo de Mora cobra cierto sentido.

En un quite por chicuelinas a la salida del puyazo, el toro tomó dos con gusto antes de que lo descompusiesen las más amontanadas de David Mora. Y, tras la siguiente vara, el cinqueño volvió a repetir en otro quite por Chicuelo de Miguel Abellán, que por variar algo entreabrió el compás.

Mora entendió que, para hacer valer aún más la calidad del toro pilarico, la primera serie debía ser desmayado y mirando al tendido: Niñito se toreó solo. Desde entonces, en una faena planteada en paralelo a las tablas, los derechazos involucionaban constantemente a peor. El siguiente mejoraba el anterior en una tanda encorvada sin rematar ninguno y en otra acortándolos malamente, no ya en codilleo, sino con un codazo como si atrás hubiera algún fantasma carterista aproximándose. El toro de fábula, hicieran lo que le hicieran, seguía con su humillado son, el temple sostenido, en clase 'business'. Los pases de pecho se convertían en lo más largo de cada tanda y lo mejor del toreo cortocircuitado de David Mora.

De alguna manera, por la izquierda corre más la mano, mas inexplicablemente en cinco naturales conseguía embalar una embestida templadísima, que pretendía otro tacto, una seda y no un látigo. Otra más siguió los mismos parámetros de exceso de revoluciones, sin que allí surgiese en ningún momento una reunión amistosa. Y se fue a por la espada cuando el toro contenía otra faena dentro. Quizá mejor así. Las manoletinas también mirando al tendido precedieron a una estocada trasera. Cómo estará la gente de 'desesperá' que pidió las dos orejas; la cosa quedó en una por aquello del talante democrático del Reglamento. Y el toro se arrastró sin que nadie exigiese su vuelta al ruedo en el arrastre, un algo, un reconocimiento.

Para compensar sus estrechas sienes, 'Niñito' se enlotó con un sexto de cara muy abierta, que sacó genio y mal estilo hasta rajarse. David Mora se tapa más con el malo y le echó valor incluso para matarlo por derecho: la taleguilla quedó totalmente desgajada. Una gran ovación lo despidió de la Maestranza.

El otro toro de la corrida de El Pilar le correspondió a Miguel Abellán. Un toro muy hondo, negro y serio. Otra forma de embestir. De las que pesan por su profundidad. Abellán, tras el ilusionante prólogo, probablemente acusó el tiempo de retirada, y el toro, muy sangrado, el castigo en el caballo. La muleta retrasada ayudó poco. Un gigantesco sobrero buey de Jandilla -622 kilos- cabeceó mucho aunque afortunadamente para ya el veterano torero de Madrid no se comió a nadie. Con la espada también notó la inactividad.

El peor lote se juntó en las manos de Manuel Escribano, que sumó más saludos a portagayola -seis en tres tardes-, volvió a banderillear con desigual tino y vio impotente como sus toros se venían abajo. Alguna verónica de manos bajas quedó en una tarde que tuvo nombre de toro.

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La Razón

Por Patricia Navarro. Y salió el toro para olvidar una guerra

Hay toros que se descubren por el camino. «Niñito» lo cantó de salida. Desde que David Mora se abrió de capa y nos dejó un saludo a la verónica que hacía presagiar luz a la vuelta de las tinieblas. Tenía que pasar. Nos lo merecíamos a estas alturas del serial. Tras el remate, y el caballo, donde fue el toro por dos veces, de lejos y con entrega también, se ajustó Mora en las chicuelinas, con personalidad, había gusto, algo distinto. A partir de ahí, el toro de El Pilar fue un canto a la bravura. Una auténtica locura, un espectáculo en sí, más allá de todo: el toro, el motor de nuestra Fiesta. Fijeza, capacidad de entrega en la muleta sin levantar la mirada del engaño entre muletazo y muletazo. Una máquina de embestir que se abría en el encuentro, que lo hacía por fuera, sin apretar, respetando los ritmos, aquí y ahora, hasta el infinito y más allá, inagotable fuente de bravura, sin una mirada a tablas, jamás. No había en él un resquicio de perdición. David Mora lo vio rápido cuando se puso con la derecha y comenzó el toreo ligado siempre, esa fue la virtud, aunque intermitente en la profundidad. Ésa que tenía el animal. Mediada la faena tomó la zurda y por ahí viajó el toro un metro más de lo habitual. Volaba «Niñito» detrás de la muleta, trepidante la arrancada, emotiva, íntegra. Era pura vida lo que ocurría ahí abajo. David Mora quiso, no volvió la cara y creó una faena ligada, pero los toros tan buenos ponen las cotas muy altas. Es un examen con difícil resolución en el término medio. Paseó un trofeo, pero «Niñito» era toro para poner paz en esta guerra que está dejando Sevilla huérfana. Al toro se le ovacionó; sin duda mereció la vuelta al ruedo póstuma.

El sexto fue protestón y basto y Mora se justificó y casi le cuesta un disgusto la suerte suprema, de la que salió prendido. Manuel Escribano volvió a hacerse dos portagayolas sin inmutarse. Miraba su primero siempre por encima de la muleta y tenía media arrancada irregular con la que buscó el acople Escribano tocando distintas teclas. El quinto llegó con nobleza pero bajo de revoluciones al último tercio y los esfuerzos del sevillano quedaron en punto muerto.

Tampoco el regreso de Miguel Abellán pasó a la historia con un primero, sobrero de Jandilla, que se dejó hacer con media arrancada, y un cuarto con más matices, que ponía la cara abajo y por ahí quería muleta aunque le faltara un tranco. «Niñito» había sido el toro de la feria. Y el resto de la tarde pareció seguir ese sibilino plan de fastidiarnos esta Feria de Abril en mayo.

La Razón

Por Andrés Muriel. «Niñito», cónsul a título póstumo

Las embestidas, un bombón por los dos pitones. El hocico lamiendo el amarillo, pronto al cite, el recorrido hasta donde marcaba la muleta, que igual podía ser un metro que un kilómetro. «Niñito», 545 kilos, tercero de El Pilar que le tocó en suerte – un boleto de la lotería - a David Mora será con gran probabilidad el toro de la feria. Un «superclase» de los Fraile salmantinos que se mereció más honores. Era toro de vuelta al ruedo que desfiló camino de la puerta de arrastre con una oreja colgando y entre el avispeo de látigos, como si fuera una pantera de la sabana. Ni el escaso público – otra vez menos de media- ni el presidente –con tal torta que llegó a sacar en una ocasión el pañuelo después de la primera vara - se debió enterar de que «Niñito» merecía el arrastre lento y honroso de los bravos. Así que a mí sólo se me ocurre arreglar esto de una forma. Y es que el ganadero, si lo tiene a bien, dé a «Niñito» título póstumo, igual que el poncio romano -¿fue Calígula?- que nombró a su caballo «Incitatus» cónsul de Bitinia. No merece menos este ejemplar de El Pilar con el que David Mora dio de sí todo lo que puede, que no fue todo lo que mereció el toro. Hay historias que están condenadas a repetirse. Y se repitió la de aquel «Bilanero» de Moisés Fraile de hace dos ferias. «Bilanero» era un chollo, un tío para reventar una feria, y la mascletá se quedó, como ayer, colgada de la mecha. El otro toro de la corrida, sin ser el «Niñito» de El Pilar, se lo llevó Miguel Abellán. Pero Abellán estuvo ayer perdido en su minué personal y su concierto de zapatillazos. Ni en el primero bis, que ese sí era incierto y descompuesto en la embestida, y a Abellán se le notó demasiado que pasó un mal rato, ni el buen cuarto que tenía petróleo en el pitón derecho. El triunfo catódico de Abellán en un concurso de baile le ha vuelto a poner en órbita. Lo que se escuchó en los tendidos con la chacota del «Mira quién baila» pueden imaginárselo. No se merece irse de vacío Manuel Escribano, al que le falta toda la potra que tienen en los sorteos Mora o El Cid por poner dos claros ejemplos. Pero Escribano está en el empeño. Tiene la «monea» y tiene más huevos que San Arcadio. Éste la cambia…

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Ya tenemos toro de premio

Los jurados pueden ir tomando nota. A los buenos toros sueltos que han ido saliendo en esta extraña feria -sin olvidar el buen juego global de la corrida de Montalvo- hay que sumar, con un grueso subrayado, los dos ejemplares que ayer echó la familia Fraile en su cita con la Maestranza. El caso es que en Salamanca anda el juego… El tercero, marcado con el hierro que señala la rama Ibán de esta saga ganadera podría ser ya uno de los toros de la feria con permiso de esos tres pesos pesados -Victoriano del Río, Torrestrella y Victorino- que darán argumento a la recta final de este ciclo viciado que marcará un antes y un después en la historia reciente de la plaza de la Real Maestranza. Pero hubo un cuarto sin exprimir, con el hierro de Moisés Fraile, que saltó al ruedo mostrando unas hechuras que los toreros saben que no suelen fallar.

Ese tercero retinto y alirado de pitones permitió a David Mora torear a placer con el capote. Los lances se sucedieron en calidad y cantidad permitiendo comprobar la excelente condición de un animal que también quiso caballo. El diestro madrileño, que ya andaba barruntando lo que podía pasar, fue generoso con el toro y lo colocó muy largo, casi en los medios, para una segunda vara que el imponente ejemplar tomó con alegría a pesar del fallo del picador. Para entonces ya estaba pregonando su buen juego en la muleta aunque una inesperada colada sorprendió al público y al propio torero.

Pero como la cosa iba de sorpresas, David Mora se destapó con una serie desmayada y original, casi mirando al tendido, que logró captar toda la atención. El público ya estaba de su parte y el matador dió lo mejor de sí mismo en una entregada y sincera labor que se enhebró a la incansable y alegre embestida del toro de El Pilar. Hubo empaque en las tandas diestras y un dibujo más delicado en los naturales pero David brilló sobre todo en los excelentes pases de pecho y en la capacidad de hilvanar unas series con otras con sentido de la escena e imaginación en los remates. Después de cambiar la espada aún hubo propina de manoletinas que supieron elevar aún más el tono con otro largo pectoral, un molinete airoso y un definitivo pase de pecho que fue la mejor firma a su labor. El acero entró rápido pero entro mal. El feo espadazo -trasero y caido- dejó dentro del palco el segundo pañuelo del presidente pero David Mora paseó la oreja feliz y satisfecho. Con el bruto y rajado sexto, un animal basto y de muy feas hechuras, no tuvo la misma fluidez de ideas y sobraron algunos tirones y esos feos muñecazos que debería pulir cuanto antes.

Decíamos que había otro toro de nota, un cuarto algo grandón pero con ese aire en la cara -cornivuelto pero apretado de sienes- que no suele fallar. El astado humilló con mucha calidad -le faltó algo de motor- en la muleta de Miguel Abellán, que no encontró nunca el hilo ni el argumento de una faena que no llegó a coger el rumbo. El madrileño también se iba a ver desbordado por la brusca pero potable movilidad del sobrero de Jandilla que se lidió en primer lugar. Sin reposo y con escasas ideas, descubrió demasiado tarde que el toro se dejaba tela por el pitón izquierdo pero tampoco se puso nunca de verdad de la buena.

Dejamos para el final el balance global de la actuación de Manuel Escribano que es, a falta de tres corridas a pie, el torero que sale con el crédito más renovado de toda la Feria. Más allá de los triunfos o los trofeos ha mostrado que quiere y puede elevar su techo artístico y técnico. Escribano ha pasado por Sevilla con solvencia, autoridad y calidad de figura en ciernes aunque ayer le faltó el factor toro para despedirse de la Feria con ese triunfo rotundo que le habría permitido acaparar premios y titulares. El matador de Gerena volvió a marcharse a portagayola en sus dos toros y enseñó cadencia y plasticidad con ese capote que nos seguirá dando alegrías; arrojo, exposición y espectáculo con las banderillas; exquisito temple, suavidad de elegido y compostura natural con la muleta… anque, eso sí, debe trabajar para que la espada no viaje casi siempre tan trasera.

El caso es que Escribano obligó primero y templó después a un segundo algo bruto al que sólo se podía domesticar con esa suavidad de las telas; con esa calma en los planteamientos que hicieron parecer el toro, por momentos, mucho mejor de lo que era gracias a esa trinida de actitud, aptitud y capacidad de resolución que ya le han convertido en uno de los nombres propios de la temporada. El quinto tenía un gran fondo de calidad pero le faltaba la “vida” necesaria -Ricardo Gallardo dixit- para que la tersa y elegante faena de Manuel Escribano trascendiera como merecía. Hubo naturales de trazo largo pero, más allá de eso, la constatación de encontrarse en un gran momento.

El País

Por Antonio Lorca. Sublime ‘Niñito’

Salió el que, probablemente, sea el mejor toro de la feria. La verdad es que ya era hora, después de tantas malas tardes, de sufrimiento interior y penosa desesperación. Salió Niñito, colorao de capa, y de 545 kilos de peso, y desde que pisó el albero cantó que podría ser un toro diferente. Embistió con largura y codicia al capote de David Mora, que lo veroniqueó con elegancia y templanza en lo que supuso un fogonazo de buen gusto. No atesoraba Niñito mucha fuerza, como toda la corrida, y lo mimaron en el caballo, pero acudió de largo y con alegría en el segundo encuentro con el piquero. Galopó y persiguió en banderillas, y su matador brindó a la concurrencia porque tenía claro que le había tocado un premio gordo.

Y así fue. Niñito embestía con todo su cuerpo, fija la mirada en el engaño, humillando en cada acometida, incansable en su recorrido; y todo ello, con excepcional nobleza y una dulzura exquisita. Un verdadero recreo para los desconsolados aficionados, que ya merecían una alegría como solo puede proporcionar un toro de tan suprema calidad. Cuando Mora lo consideró oportuno, se perfiló y lo mató, pero la plaza entera estaba convencida de que la decisión de Niñito era seguir embistiendo un par de horas más. Y se lo llevaron al desolladero entre la emocionada ovación del respetable. ¿Era toro de vuelta al ruedo? Pues, sí; con los parámetros modernos, sin duda. Bien hecho, guapo, sin descaro ni exageraciones más que en el arte que encerraba en su interior. No fue un toro que deslumbrara por su fiereza, sino que enamoraba con su gracia. En suma, el toro artista del siglo XXI, que recordó al indultado Arrojado en esta misma plaza.

¿Y el torero? Bien, bonito, bien… Pero sin arrebato, sin conmoción, sin esa vibración que se siente y se nota en las faenas verdaderamente grandes. Mora acompañó lo mejor que pudo la grandeza del toro, y dibujó momentos de enorme brillantez. Elegante fue el comienzo, abrochado con un trincherazo de cartel; largos redondos y naturales, algo retorcida la figura, , y la impresión en todo momento de que Niñito era el triunfador de la pelea. No mató bien y paseó una merecida oreja. No pudo reverdecer laureles en el sexto, al que hizo una faena interminable, plagada de medios pases insulsos, despegados y birriosos. El toro no era el mismo, y tampoco Mora parecía el de antes.

Volvía a Sevilla Miguel Abellán tras un retiro voluntario. Y se le notó el descanso. Parece que quiso, pero no pudo. Ha perdido alegría, y fueron cortas su entrega y disposición ante el dificultoso primero, y no estuvo a la altura, ni mucho menos, del noble cuarto.

Y Escribano repitió el guion de tardes pasadas: largas cambiadas en los medios, banderillas con más voluntad que lucimiento, y un loable y desmedido afán por torear bien. Primorosas fueron unas verónicas a su primero, y destacó por su templanza y torería ante un toro descastado, con el que aburrió en su afán por encontrar una estructura imposible. Lo intentó de nuevo ante el parado quinto, pero al toro le faltó la viveza que le sobraba a Escribano.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. David Mora, un trofeo de un gran toro de El Pilar

Dentro de esta feria sin tono, con escaso ambiente en el entorno de la plaza y sin triunfos importantes, la faena de David Mora a un extraordinario toro de El Pilar, de nombre ‘Niñito’ fue como el premio gordo del Niño para una afición castigada de lo lindo en estos días calurosos en lo climatológico y áridos en lo artístico.

Transcurría la tarde, como casi siempre, con un paseíto de los cabestros por el dorado albero –el primero, con andares del carnero de la legión, derrengado, fue devuelto y en su lugar había saltado un toro de Jandilla–. Abellán y Escribano habían terminado sus primeras actuaciones y saltó como tercer toro un ejemplar con el hierro de El Pilar, colorao, de 545 kilos, Niñito, alto y armado en cornidelantero, que resultó alegre, con recorrido, transmisión, fondo y mucho motor, en la persecución de las telas. A David Mora le tocó la lotería con este gran 'Niñito', al que el diestro realizó una faena vibrante, por la ligazón, y en la que faltó, por momentos, reposo. David Mora ya se había estirado muy bien a la verónica. Con la muleta apostó fuerte tras una apertura en la que sufrió una colada escalofriante por el pitón izquierdo. En las rayas, relajado, aprovechó la inercia del astado y ligó con la diestra. Se hizo presente de inmediato la música, porque aquello sonaba a gloria celestial tras tanta carestía de días anteriores. En las afueras, Mora llegó a dar series, con ambas manos, de más de cuatro muletazos, siempre con las zapatillas asentadas. En los medios, otra asentada, con airoso remate. El torero supo verlo. No se dilató en una faena larga. Cortó cuando el público estaba enardecido y cerró con unas manoletinas muy ceñidas y un par de pases de pecho de verdad. Se tiró de verdad, pero la espada cayó muy baja. Volaron pañuelos. El presidente sacó el suyo para conceder un trofeo. Parte del público insistió en solicitar la segunda oreja, que no atendió el usía por la mala colocación de la espada.

Con el sexto, un toro mansote, que se quedaba muy corto y cabeceaba, David Mora estuvo muy bien. Firme, extrajo muletazos con sacacorchos para fallar en la suerte suprema. Miguel Abellán no dejó huella. Con el primero bis, de Jandilla, un bicho con nervio, fue sorprendido en su labor en muchos pasajes e incluso desbordado. Y con el manejable cuarto, salvo una apertura pinturera, intercalando un fallero, concretó un trasteo desigual.

Manuel Escribano, uno de los pilares de este ciclo, cerraba su participación en una tercera actuación en la que nuevamente se entregó con pundonor, aunque no obtuvo frutos. Recibió a sus dos toros, como en días anteriores, frente a toriles, con sendas largas cambiadas de rodillas. En la primera se frenó el toro y optó por arrojar el capote. De los pares de banderillas a su lote, los más meritorios fueron un par por los adentros y al quiebro en su primero y otro de dentro afuera, saliendo desde el estribo, donde citó sentado, para prender al quiebro. Con su primer toro, que embestía con transmisión, Escribano realizó una faena larga, con altibajos y tras una estocada dio un mitin con el verduguillo.

Con el quinto, de mal juego –se frenaba unas veces y otras salía suelto del engaño– se extendió en otra labor larga, sin frutos, en la que alargó muy bien algunos muletazos. El espectáculo, que fue entretenido, supuso para algunos una inyección de esperanza de cara al fin de semana en el que esperemos se enderece esta feria desnortada, sin colorido –por la disminución de público y aficionados– y sin color.

ABC

<img src="http://www.portaltaurino.com/images/criticos/fdo_carrasco.jpg"/>Por Fernando Carrasco. David Mora se encuentra con «Niñito», un gran toro de El Pilar

Por fin un gran toro en el ruedo de la plaza de toros de Sevilla. Bueno, dos, porque si bueno fue «Niñito», de la ganadería de El Pilar, lidiado en tercer lugar por David Mora, bravo ha sido el cuarto, «Bilbaíno», de Moisés Fraile.

La diferencia ha estado que con el primero de ellos Mora ha cuajado una faena que le ha valido el corte de una oreja (pudieron ser dos si la espada no cae baja) y Abellán no le ha cogido el aire ni el ritmo.

Ha abierto plaza Abellán, que ha visto cómo le devolvían su primero por inválido. El sobrero, de Jandilla, ha embestido con la cara arriba y las manos por delante siempre. Un regalito con el que el madrileño ha tirado de oficio.

El cuarto, serio, ha ido a más conforme ha avanzado la faena. Brinda al público el madrileño, que se ha encontrado con un astado que repetía con bravura y casta. Bien el comienzo de faena, ha descatado en un circular de espaldas muy bueno. Pero a la faena le ha faltado estructura y, sobre todo, temple. Muleta demasiado retrasada mientras el de Fraile seguía embistiendo hasta que se ha aburrido. Buen toro.

Escribano ha recibido a sus dos toros, de nuevo, a portagayola. Siete en total en las tres tardes. Una barbaridad. Su primero se le ha quedado parado delante y se han vivido momentos de angustia que ha sabido solventar, para luego dejar tres verónicas extraordinaria y la media.

Este primero ha embestido mucho pero sin romper nunca. Algo remiso, Escribano ha puesto todo. Le falta clase al de Moisés Fraile. Faena en la que ha intercambiado constantemente el toreo sobre la diestra con las series al natural. El astado ha echado siempre la cara arriba al final del muletazo.

Manso de salida el quinto, al que le ha cuajado un gran tercio de banderillas Escribano. Ha brindado al público y tras un comienzo vibrante con dos pases cambiados por la espalda, el animal ha comenzado a ir a menos. Lo ha intentado el de Gerena por todos los medios pero el toro se ha hundido. Por encima Escribano. Sin cansarse de embestir

David Mora se ha gustado mucho toreando con el capote a «Niñito», que se ha arrancado de largo en el segundo puyazo, galopando incluso. Lo ha visto enseguida el madrileño que, tras brindar al público, lo ha dejado de largo para enjaretarle una serie inicial desmayada la planta e incluso mirando a los tendidos.

Luego, la faena ha tenido mucho de profundidad, bajando la mano en las series mientras el astado tomaba el engaño de manera extraordinaria, repitiendo una y otra vez a los cites.

Las dos series al natural, conformadas por seis y siete muletazos cada una han levantado al público de los asientos, concluyendo con unas manoletinas muy ajustadas. Gran toro hasta el final, que ha muerto de una estocada desprendida, fundamental para que el presidente no haya concedido la segunda oreja.

El sexto ha desarrollado mal estilo en el capote. Se ha revuelto muy pronto y en cuanto le ha podido Mora ha «cantado la gallina» y se ha querido marchar de la suerte. Muy bien el madrileño aguantándolo y robándole los muletazos que no tenía. Tras un pinchazo ha enterrado el acero, quedando prendido de los pitones el torero. Por fortuna todo ha quedado en un susto.

Toromedia

David Mora corta una oreja del tercero

El primero de la tarde salió muy limitado de fuerza y fue devuelto. En su lugar salió un sobrero de Jandilla de 622 kilos que derribó al caballo en la primera vara. En la muleta tuvo muchas complicaciones por ambos pitones y no permitió el lucimiento de Abellán. Lo intentó más por el lado derecho, aunque al natural logró los muletazos con mayor compostura. Media atravesada y descabello. Silencio.

Abellán brindó al público su segundo toro y firmó un bonito comienzo de faena. La primera serie fue ligada y en la segunda improvisó un circular muy completo. En la siguiente tanda sufrió un desarme y a parir de ahí la faena fue a menos hasta que el toro se agotó definitivamente. Estocada que hizo guardia. Silencio.

Manuel Escribano toreó bien a la verónica al primero de su lote tras recibirlo a portagayola. Hizo un buen quite por chicuelinas David Mora y Escribano se empleó en banderillas en un tercio más emocionante que efectivo. Comenzó la faena con buenos muletazos con mucha compostura. Se lo llevó el toro a los medios y el de Moisés Fraile embistió brusco por el derecho. Al natural dio una tanda apreciable y cuando volvió a la derecha llegaron los mejores momentos en una serie ligada. El toro en la siguiente protestó más y el torero aprovechó con firmeza las últimas arrancadas, quizá insistiendo demasiado. Estocada trasera y descabellos. Silencio.

De nuevo se fue a portagayola en el quinto y estuvo aseado con el capote. En banderillas sobresalió el último par al quiebro por los adentros en el que se la jugó. La faena la comenzó con dos pases cambiados por la espalda. No pudo obligar mucho a un toro justo de fuerza que se fue agotando. De uno en uno logró naturales estimables. Alargó la faena y al final sufrió un susto cuando ya no había nada que hacer. Más de media. Ovación.

Excelentes lances a la verónica dio David Mora en el tercero, rematando con buena media. El público reaccionó bien. En el arranque de la faena sufrió dos coladas por el izquierdo y en la primera serie diestra ligó con mucha verticalidad, dando un par de muletazos mirando al tendido. También hubo compostura en la segunda por ese pitón. Y ligazón en la tercera, con un buen toro que no paraba de repetir. También por el izquierdo embistió bien el del Pilar y dio una buena serie. Terminó con manoletinas y la estocada que se le fue algo desprendida. Cortó una oreja aunque se pidieron las dos.

No humilló en ningún momento el sexto, mostrando desde el principio una embestida complicada. Muy molesto resultó en la muleta, intentando Mora templar tan descompuesta embestida. Fue una labor mas esforzada que brillante. Muy al final logró una serie al natural de mérito. Al entrar a matar resultó cogido pero el pitón afortunadamente no caló. Fue ovacionado.

Firmas

Por Gastón Ramírez Cuevas. Estupendo triunfo de David Mora

Después de un gran número de tardes esperando el milagro del toro bueno y el torero con algo que decir, hoy coincidieron en el albero un magnífico David Mora y el sensacional “Niñito” de El Pilar. Curiosamente, ese gran tercero de la tarde estaba muy regularmente presentado ya que era más bien sacudido de carnes y de escaso trapío.

Desde que David Mora le pegó unas verónicas excelsas, cargando la suerte, templando con hondura y acompañando con todo el cuerpo, en el tendido supimos que “Niñito” y el elegante diestro madrileño podían darnos la alegría que tanta falta nos ha hecho en esta feria.

Mora quitó por chicuelinas modernas de mano baja rematadas con media larga, devolviéndole a esa manido lance la dignidad que nunca debió perder. Desgraciadamente Abellán tuvo la peregrina idea de ejecutar el mismo tipo de capotazos ejerciendo su derecho al quite, y la creación del gran Manuel Jiménez volvió a hundirse en la ramplonería.

David brindó al cónclave y comenzó su trasteo por el pitón derecho, muy erguido, templando y viendo al tendido. Sonó la música para acompañar colosales tandas por ambos pitones. No es fácil ver a alguien torear con más entrega, buen gusto, honradez y temple. Tampoco es fácil que salga un toro tan noble, con tantas embestidas y tan alegre. Los ensordecedores olés eran la prueba fehaciente de que David Mora estaba creando la mejor faena de (hasta el momento) toda la feria.

Me quedo con los naturales de cartel y los adornos: molinetes, trincherillas, desdenes y manoletinas. La estocada estuvo un pelín caída, cosa que probablemente impidió la concesión de la segunda oreja, pues todos sabemos lo quisquilloso y draconiano que es el juez Fernández Rey. Sea como fuere, la afición aplaudió fervorosamente a David mientras paseaba la oreja en la apoteótica vuelta al ruedo.

El torero capitalino trató de redondear el triunfo con el sexto de la tarde, pero ese toro no andaba para hacerle muchas fiestas. De hecho, se llamaba “Renacuajo” y eso es para desanimar y agriarle el carácter a cualquier bovino. Mora estuvo valiente y en torero, logrando ahormarle la cabeza al toro y logrando pases de mucho mérito, pero el triunfo grande no iba a repetirse. Por tirarse a matar como los machos, no como cierto torero que yo me sé, a punto estuvo de sufrir un percance grave. Afortunadamente el toro sólo le deshizo parte de la taleguilla. El agradecido público sevillano sacó a David al tercio y esperó para despedirle de la plaza con una salva de aplausos.

¿Cómo fue el resto de la corrida? Pues mire usted, Miguel Abellán le puso bastante empeño al asunto, pero su primer toro no sirvió por bronco y difícil. Al cuarto, un bicho con bastante raza, no lo entendió muy bien, quizá le faltaron poder y temple, elementos que no pueden darse por separado.

Y Manolo Escribano volvió a darlo todo, pero no había sorteado a un “Niñito” ni algo remotamente parecido. Volvió a irse a porta gayola en sus dos toros, lanceó a la verónica con pasmosa suavidad, puso escalofriantes pares de banderillas en tablas y luego intentó ligar los muletazos por ambos pitones. Pero el segundo de la tarde embistió siempre con la cabeza alta y jamás le dio al de Gerena dos embestidas iguales. El quinto no tuvo tampoco fuerza ni chispa, era más bien un compendio de sosería. Así es muy complicado transmitir emoción.

Al salir felices y toreando de la plaza los aficionados sevillanos no dejaban de preguntarse por qué toreros cabales y elegantes como David Mora sólo fueron contratados una tarde, y en cambio hay que tolerar a ciertos aburridísimos y adocenados consentidos de la empresa casi cada tercer día.

También se hablaba del caso insólito ocurrido durante la lidia del que cerró plaza, cuando el severísimo presidente tuvo la bondad de cambiar el primer tercio dos veces, una de ellas antes de que el cornúpeta recibiera el primer puyazo.


Sevilla Temporada 2014.

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