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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

<img width="300px" height="220px" src=" http://www.plazadetorosdelamaestranza.com/images/stories/cronicas/2013/10abril.jpg">

Miércoles, 10 de abril de 2013

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Juan Pedro Domecq (regularmente presentados, con escasa fuerza; el 5º fue devuelto a corrales por partirse un pitón al derrotar contra el burladero).

Diestros:

Gonzalo Caballero: Estocada caída (saludos desde el tercio); más de media estocada tendida, dos descabellos (silencio).

Sebastián Ritter: Estocada tendida y caída (silencio); cinco pinchazos, descabello, aviso, cuatro descabellos (silencio).

Lama de Góngora: Tres pinchazos, estocada baja (saludos desde el tercio); pinchazo, aviso, tres pinchazos, dos descabellos (silencio).

Incidencias: Gonzalo Caballero pasó a la enfermería después de estoquear al primero de la tarde siendo atendido de diversas contusiones. Parte médico: «Conmoción leve con policontusión en codo derecho y parrilla costal derecha. Exploración neurológica normal“. Pronóstico: “Leve, continúa la lidia».

Banderilleros que saludaron: la cuadrilla de Lama de Góngora, en el 6º.

Presidente: Ana Isabel Moreno.

Tiempo: nublado.

Entrada: más de media plaza.

Crónicas de la prensa: Diario de Sevilla, El País, El Correo de Andalucía, Marca, El Mundo, La Razón, EFE, Toromedia.

<iframe src="http://player.vimeo.com/video/63771596" width="384" height="241" frameborder="0" webkitAllowFullScreen mozallowfullscreen allowFullScreen></iframe> <p><a href="http://vimeo.com/63771596">RESUMEN NOVILLADA SEVILLA 10 ABRIL 2013</a> from <a href="http://vimeo.com/maestranzapages">Maestranza Pag&eacute;s</a> on <a href="http://vimeo.com">Vimeo</a>.</p>

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Ha tardado en llegar pero ya está aquí la Feria de Abril de Sevilla. Eso sí, se comentaba, “pues no está fulano”, “pues falta zutano”…ausencias de crisis en algún tendido clásico de la Maestranza. Novillada de lujo en el primer cartel, pero los novillos no lo fueron, porque completaron un lote desigual, feo en su mayoría, y de escasa fuerza. Estaba nublado pero no iba a llover. Y lo que queda, dicen, será de un sol radiante, de azul abril sevillano. Como el toreo de Lama de Góngora, apenas cuatro novilladas y ya tan prometedor. Hizo dos faenas muy diferentes, una a un toro muy flojito con temple y gusto y otra a otro más complejo, a base de meterlo en la muleta. No los mata, pero eso, ahora, es lo de menos. Se le va esperar mucho tiempo y se le va a guardar el sitio. Gonzalo Caballero se llevó el peor lote y una voltereta muy peligrosa, pero salió de la enfermería y se fue a la puerta de los sustos. Al colombiano Ritter parece que le vino grande el envite, pues con su primero, que tenía un buen pitón derecho, debió estar mejor. La gente se fue algo decepcionada, tal vez porque lo de los trofeos les priva y Lama se pudo llevar a su Arenal sus dos primeras orejas como novillero. Pero al final todo el mundo comentaba “vuelve el 28”…Ea, pues a esperar.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Lama vuelve a destacar. Hacía tiempo que una novillada no despertaba tanta expectación como la de hoy en Sevilla con Gonzalo Caballero, que quería repetir su triunfo de la pasada temporada en su debut en La Maestranza, la curiosidad por ver a Sebastián Ritter en su presentación y a Lama de Góngora tras su salida por la Puerta del Príncipe en el mes de julio. Al final, Lama ha sido el único que se ha llevado el gato al agua esta tarde, en la que ha dejado impresa su estampa de gracia sevillana, sobre todo toreando al natural, pero sin olvidar las dos veces que se fue a porta gayola derrochando valentía, arrojo y predisposición.

Lo peor: Cogidas y pinchazos por doquier. Gran susto nos llevamos con Gonzalo Caballero en el epílogo de la faena al primero de la tarde, cuando toreaba por bernardinas y el novillo lo volteó y pisoteó de muy malas manera e incluso llegó a perder el conocimiento. Impresión también causó el picador Antonio Muñoz tras ser derribado por el astado, quedando debajo del caballo. El otro toque grisáceo de la tarde la puso la espada de Lama de Góngora que le privó de cortar trofeo. La última nota negativa va en relación al paseíllo. Un torero debe serlo en todo momento, incluso en algo tan significativo como hacer el paseíllo y no puede ser tan desastroso como el de hoy.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Dulce toreo, amarga espada

Si dicen que hay un exceso de toros en el campo, ¿por qué los veterinarios tuvieron que examinar hasta 13 novillos para completar el encierro de Juan Pedro Domecq que se lidió este miércoles…? Mal pintan las cosas en el apartado ganadero, máxime con el antecedente del pasado Domingo de Resurrección, en el que tuvieron que examinar hasta 17 toros en la anunciada corrida de Garcigrande, que trajeron Morante, El Juli y Manzanares.

Nadie puede prever el comportamiento, el juego, de una res; pero sí que estos ganaderos seleccionen animales con una presentación en correspondencia a las exigencias de una plaza de primera, como es la de Sevilla. En los dos primeros festejos de abono, pinchazo en hueso. Desde luego, muy mal ha comenzado la Feria de Abril en este sentido.

En la nublada tarde, volvimos a vivir buenos momentos de toreo. En esta ocasión por la veta estética, a cargo del local Lama de Góngora, un torero con gusto, con temple, que además le echó arrestos en varias largas cambiadas de rodillas. Lástima, que todo lo que ha crecido este novillero en el manejo de las telas, lo tirará por la borda por su desacierto con el fleje. Por ello, perdió premio –probablemente, un trofeo de cada oponente–.

Lama, con el tercer novillo, un dije en presentación, que apenas se tenía en pie –el primer tercio se resolvió con un puyacito–, se mostró como un torero con proyección. El novillo, de preciosa pinta: melocotón, resultó por sus azucaradas y suaves embestidas un melocotón en almíbar. El torero se gustó y gustó a la parroquia. Tras una larga cambiada de rodillas frente a toriles, se marcó un par de buenas chicuelinas en un quite. Comenzó la faena con pinturería y preciosos ayudados por alto. Con la diestra, relajado, templó y fue muy ovacionado en el cierre de una tanda con un cambio de mano deslumbrante y un largo pase de pecho. Con la izquierda abrió una serie con el cartuchito de pescao y apuntó algunos naturales de calidad aislados, aunque en varias ocasiones quedaron interrumpidos por la claudicación del novillo, que perdía las manos. Emborronó la faena con la espada.

Ante el sexto, un novillo alto, al que no le hicieron sangre ni para un análisis en el primer tercio, Lama volvió a jugársela frente a chiqueros. Sumó hasta tres largas cambiadas de rodillas. El público le ovacionó con fuerza dos tandas con la diestra, de muletazos templados; y otra al natural, de buen nivel. Además, el sevillano añadió al trasteo bellos pellizcos, como trincherillas o pases del desprecio. Pero de nuevo, marró con los aceros.

Gonzalo Caballero, con su primero, que acometía a media altura expuso mucho, en una faena que fue acogida con frialdad por el público y en la que fue cogido en el cierre, en una bernardina. Tras el porrazo tremendo, volvió a plantarse delante del novillo para dibujar la misma suerte. Mató de estocada. Tras ser atendido en la enfermería de la conmoción y la paliza propinada por el que abrió plaza, srecibió a portagayola, con un lance de pie, al cuarto, que claudicó en el primer puyazo. Su voluntariosa labor estuvo salpicada de excesivos enganchones y algún desarme.

Sebastián Ritter, con el segundo, bien hecho, impactó por momentos por su quietud. En los medios, logró dos tandas, en una de ellas mayestático y con ligazón, muy ovacionadas. También atornilló los pies en el toreo al natural a un astado que no llegaba a descolgar. Con el quinto bis, que sustituyó a un titular que se partió un cuerno al rematar en un burladero, no tuvo opción al lucimiento por la invalidez del animal, que perdía las manos cuando el torero intentaba obligarle. Mal con los aceros. Ante una novillada con el denominador común de la flojedad, destacó por su gusto y temple Lama de Góngora, que falló en la suerte suprema. Así fueron las cosas: dulce toreo, amarga espada.

El País

Por Antonio Lorca. Pez-queñines

A la feria de Sevilla no se debe venir con una novillada tan chica. Eso está muy feo y es, además, una falta de respeto al que pasa por taquilla. Es que los animalitos no tenían el tamaño de una sardina; a boquerón llegaron los más, y algunos de ellos victorianos, que son de menor tamaño. Sabrosos seguros que estarán en la cazuela como los citados pequeñines, pero no son aptos para salir a este ruedo maestrante. No se explica, además, cómo novilleros punteros, con ganas de comerse el mundo, se atreven a anunciarse con semejantes caricaturas de toro. Bueno, sí; porque si sus mayores se matan por el toro chico -ahí esté el caso de las tres figuras del Domingo de Resurrección-, qué no van a hacer estos chavales. En fin, que el encierro fue una vergüenza. Pero hubo: los boqueroncitos estaban paliduchos, tullidos, sin hálito de fuerza, inválidos que se decía antes, y ya habrá que ir buscando un calificativo más contundente. Nobles sí que eran; tan bondadosos que parecen hechos de algodón. El problema es que estos animalitos no producen emoción, que es la base fundamental de este espectáculo; aburren en demasía, y por eso, que no por otra razón, los niños se van, huyen los turistas y los del lugar se quedan por respeto, que no por devoción.

Con este material más propio de un festejo sin caballos estuvo muy bien Lama de Góngora, un sevillano que tiene madera de torero artista, elegante donde los haya, con un fino sentido de la estética, la sensibilidad a flor de piel y con esa gracia tan del gusto de esta tierra. A sus dos novillos los esperó de rodillas ante la puerta de toriles, los capoteó con maneras muy toreras y algunos pasajes muleteriles tuvieron hondura, cadencia y ese embrujo propio de los que tienen un misterio que decir y están locos por decirlo. No mató bien y todo quedó deslucido. A los toros, aunque boquerones sean, hay que matarlos a la primera. Decepción, pues, entre la sevillanía andante.

Distinto fue el caso de sus compañeros de cartel. Gonzalo Caballero demostró conocimiento, técnica, facilidad con los engaños. Se le nota más que placeado. Así y todo fue volteado por su primero cuando toreaba por pedresinas y recibió una paliza de campeonato que le obligó a recibir cuidados en la enfermería. Ese novillo derrochó una noble sosería que apagó cualquier oportunidad de triunfo; y mala clase demostró el cuarto, con el que abrevió.

No tuvo su tarde el colombiano Sebastián Ritter, que debutaba en la plaza. Le tocó el mejor novillo, el segundo, que no se cansó de embestir, y no dijo nada, lo cual es grave. Da medios pases, ahoga las embestidas y todo queda como muy embarullado y escasamente lucido. Y no pudo levantar el vuelo con el inválido quinto.

Sea como fuere, a Sevilla, que se enteren los toreros, hay que venir con toros: y, en casos como el de ayer, con novillos de verdad. ¡Ea…!

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Lama pasó la reválida con nota

Había girado como la veleta de una espadaña bordándolo por Chicuelo y rematando con una impecable larga cordobesa. Fue quitando al segundo novillo pero la primera gran sorpresa llegó al cruzar el monte Baratillo para hincarse de rodillas delante de la inmensa puerta de chiqueros y pasarse al melocotón que hizo tercero por encima de la montera. Llevaba el capote que usó Manzanares en el indulto de Arrojado, un engaño que acabó en sus manos cuando sólo era un desconocido aspirante que no podía soñar con la Puerta del Príncipe –sólo un año después– de aquella noche mágica de verano.

Ese gran triunfo y la expectación creada eran los principales escollos que tenía que salvar ayer Lama de Góngora, que elevó su techo al escenificar un trasteo luminoso, variado y revelador que enseñó sus registros de gran intérprete. Paco se meció con los novillos con ritmo y naturalidad, pero lo hizo siempre toreando, especialmente después de un sedoso cambio de mano que hizo rompero su primera faena y la música de Sevilla. A los sones de Ópera Flamenca, dibujó el toreo más clásico con la mano izquierda trufando el trasteo de sensacionales pases de pecho, ayudados, muletazos por bajo y pases de todas las marcas que debe administrar mejor para no recortar el toreo fundamental. Pero Lamita acabó de reventar aquello poniéndose de frente y cuajando sensacionales naturales que apuraron el escaso gas del noble juampedro. Cerrado en tablas se empeñó en pinchar y pinchar escamoteando un trofeo ganado a ley que habría cambiado la tarde.

Pero el torero del Arenal no se amilanó y le pegó tres largas cambiadas al sexto después de volver a los chiqueros. Crudo y sin picar, lo fue metiendo en una faena ajustada pero a más en la que brilló, ésta vez, el toreo diestro. Tuvo que aguantar parones y miraditas que revalorizaron una labor que también habría tenido premio si no se huviera atascado de nuevo con la espada. Hay que machacar el carretón pero su papel sigue al alza.

No hubo más: el extrafalario colombiano Sebastián Ritter se perdió en espejos prestados, mostró valor improductivo y enseñó el abracadante marchamo del dojo de su mentor, Antonio Corbacho. Pero se le fue de cabo a rabo el mejor novillo del encierro –que fue el segundo– y pasó demasiado tiempo en la cara del quinto jugándose el tipo sin sentido y acabando con la paciencia de la parroquia. Tampoco enseñó nada Gonzalo Caballero, estancado y plomizo como el cielo que cubría la plaza. Se llevó un brutal palizón del primero y acabó disolviéndose como un puñado de arena en el mar con el soso y noble cuarto. Mal asunto.

El Mundo

Por Carlos Crivell. La torería de un niño del Arenal

Casi todo fue dechado de modernidad en la novillada de apertura de la Feria de Sevilla. Es lo que abunda entre los coletudos de esta hora. Los nuevos toreros han mamado el toreo clónico de las espaldinas, las tafalleras, los arrimones y demás suertes sin una pizca de arte. Los públicos lo celebran y cualquier chaval que sueña con ser torero lo pone en práctica.

Lo difícil es andar por la plaza en torero, entrar y salir de la cara del toro con elegancia, instrumentar suertes clásicas sin prisas, darle al toro la distancia que pide en cada momento, en definitiva, tener torería, que si me apuran se puede llamar arte torero. Cada uno que lo llame como quiera. En la novillada de apertura el contraste fue nítido. Un chaval nacido en el Arenal de Sevilla puso sobre el albero todo ese compendio de virtudes que se llevan en los genes y que definen a un torero distinto.

Frente a la modernidad, la torería de Lama de Góngora, un oásis entre novillos vulgares y novilleros clonados. Lo más insólito del sevillano fueron sus largas cambiadas a portagayola. Es un detalle. Lama no debe saber, y que no aprenda, a dar tafalleras espantosas, ni gaoneras tropezadas. Le gusta regalar chicuelinas del mejor estilo sevillano. No es torero de arrimones y no acaba sus faenas con rodillazos o manoletinas. Lama se mueve por la plaza como un torero marcado por el sello del buen gusto.

La tarde llevó su nombre de principio a fin. El tercero fue tan noble como flojo. No cabía bajar la mano. Nada de profundidad. El de pecho que abrochó la primera tanda fue de cartel. Los cambios de mano, para esculpirlos. Con la izquierda, cuando la faena parecía extinguirse, toreó tan despacio como han podido hacerlo los mejores artistas de siempre. El postre fue un kikirikí digno de cualquiera de los maestros del toreo según Sevilla.

Esta faena al tercero y la más compacta del sexto fueron el epicentro de la novillada. Fue un novillo de cabeza alegre que moldeó el banderillero Cándido Ruiz en una lidia soberbia. Paco Lama sumó a su tarde un nuevo detalle: capacidad para encauzar las alocadas arrancadas del animal. Construyó una faena en la que ayudó al de Juan Pedro a sentirse cómodo en la embestida. Faena con trazos de clase grande y que descubrieron un torero de mente lúcida. Y todo con reposo, distancia, elegancia, andares pausados, lo que siempre se ha dado en llamar torería.

Estas dos faenas, que le hubieran valido cortar sendos trofeos en tarde tan crucial como su debut con picadores en Sevilla, quedaron malogradas por el pésimo uso de la espada. Quedó, por encima de otras cosas, su torería, la que impregna las formas de un niño criado en el Arenal de Sevilla.

La plaza lamentó cada pinchazo como quien pierde algo muy suyo. Toda la plaza salió hablando de toros. Y lo más importante en los tiempos que corren: la gente quiere volver a ver torear a Francisco Lama de Góngora.

Hablando de modernidades, la novillada de Juan Pedro lo fue en exceso. Muy mal presentada sin excusas, pobre de fuerzas y carente de casta. Casi todos, un saco de sosería sin chispa. Algunos se dejaron torear al sacar un fondo de nobleza. No es este tipo de reses el que requiere la emoción del torero actual.

Gonzalo Caballero, triunfador del pasado año, sorteó primero un astado apagado sin alegría. El chaval lo intentó. Ya finalizado el trasteo se puso a dar bernadinas y el animal lo atropelló. Tras matarlo se fue a la enfermería desmayado y sin resuello. Salió a matar al cuarto y tropezó con uno de los animales de menos clase del encierro. Siempre con la cara alta, ahora Gonzalo acertó a templar con la derecha en una demostración de valor, algo que posee sin ninguna duda, aunque acabó atropellado.

El colombiano Sebastián Ritter dejó muestras de valor y de inexperiencia. Es normal; su bagaje es muy corto. Su espejo es Castella. En su contra, que el segundo de la tarde embistió mucho y el joven colombiano no le encontró nunca las teclas, concepto muy moderno éste de las teclas, para poder lucir sus embestidas. Ahogó al animal en su obsesión modernista de quedarse quieto y ligar sin darle distancia al astado. La mayoría de las veces estaba en el cuello del novillo. El sobrero lidiado como quinto fue un inválido que el palco no se atrevió a devolver. Es decir, que se lidió un novillo inútil para la lidia. Ritter anduvo voluntarioso y reñido con el temple, ante un burel informal. La novillada la salvó Lama, de Sevilla y del Arenal.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Lama de Góngora se deja el triunfo con la espada

Una buena entrada para estrenar abril. Al reclamo de Lama de Góngora, que se presentaba en su Sevilla con caballos. La última vez que pisó la Maestranza sin ellos se despidió por la Puerta del Príncipe. Los utreros de Juan Pedro y Parladé tampoco los pedían. Lama se quedó en el umbral de la oreja por la espada. Un dulce jabonero de carretón disfrutó con mucho temple principalmente a izquierdas; y en los muletazos finales de las series a derechas. Se gustó en los cambios de mano por delante y en los pases de pecho, muy Cid. Un 'kikirikí' de despedida, muy sevillano.

A portagayola se fue Lama con el sexto y le tiró esa y otras dos largas cambiadas más de rodillas. A la verónica hubo más deseo que limpieza. La faena se desarrolló por otro palo: había más que torear, enganchar y llevar. Góngora por la derecha mandó con fibra y determinación; aunque si embestida y torero se ajustasen más ganaría en pureza. Sonó la música para Lama de Góngora. A izquierdas el juampedro reponía con cierta incomodidad. La diestra volvió a hacer latir el corazón de la Maestranza. La espada lo desconectó gravemente de nuevo.

Gonzalo Caballero fue volteado al final de la faena del primero. La voltereta por bernadinas le puso emoción a una faena sin la sal de la casta brava; más el desvanecimiento acabó en la en raza de Caballero, que insistió en repetir por Bernadó. Acabó en la enfermería tras matar. De ella volvió para dar cuenta del cuarto. Se fue a la puerta de toriles con el capote a la espalda. Se paró el novillo y Gonzalo libró medio farol/caleserina de milagro. No valió nada el becerrote y la valerosa actitud de Caballero quedó desnuda.

El colombiano Sebastián Ritter también se presentaba en Sevilla como Góngora. Lo hizo con un buen juampedro que se estiraba con bravura por la mano derecha. Pero la mano derecha no se estiraba siempre con la embestida, sin vaciarla. Valor por encima de la definición en el concepto a seguir. La verticalidad castellista, y no solamente, como denominador común. El quinto, como una vaca desnutrida, se partió un pitón contra el burladero; el sobrero no se sostenía en pie. Lo sostuvo la presidencia. Tampoco ayudaban los trallazos de la brega. Ni los latigazos luego con la izquierda de Ritter. La falta de fuerza dejó la embestida debajo; el colombiano tragó. Otra faena muy larga. La espada fue un calvario.

La Razón

Por Paco Moreno. Góngora, toreo sevillano sin espada

Atrás quedó la ilusionada espera, el descanso taurino a las retinas ávidas de un espectáculo tan especial, del colorido de La Maestranza, de la ilusión de los jóvenes toreros. Tras unos días de descanso para digerir el triunfo de El Juli, toca buscar toreros en esta esperanza, que no es de la Macarena, de Triana, ni de la «madrugá», sino de los jóvenes que comienzan en la atardecida maestrante.

Gonzalo Caballero puso empeño en sacar partido al primer novillo de la tarde y primer astado de la feria. Pero a ese animal, que tuvo mucha nobleza, le faltó raza y agresividad. El novillero quiso aprovecharlo, primero; y taparlo, después. En ese intento, se llevó sendas volteretas, la primera al lancear de capote al poco de salir el novillo. Con la muleta, intercaló tandas sobre ambas manos con suavidad. Templanza. Pero no pudo levantar la obra deseada ante las frías embestidas de su oponente, que le volvió a coger feamente. Lo arrolló al instrumentar unas bernadinas y quedó inconsciente en el ruedo, pero se repuso y volvió a la cara del novillo. Tras estoquearlo, el madrileño pasó a la enfermería.

Caballero salió restablecido para recibir al cuarto utrero frente a chiqueros de pie y no de rodillas. Con la muleta puso más voluntad que lucimiento, pues el novillo llevó la cara alta y apenas se empleaba en las embestidas. Su labor no levantó el vuelo, eso sí, mostró disposición.

Sebastián Ritter puso sobre el albero de La Maestranza una conjunción de toreo basada en la quietud, verticalidad y ligazón de muletazos. Pero a su faena le faltó sentido de la estética y la emoción que, a veces, otorga el perder algunos pasos y dejar venir al novillo. Pero sí puso valor el novillero colombiano con un ejemplar que, además de nobleza, acometió con calidad. En cambio, con el quinto, que salió como sobrero al ser devuelto el titular tras partirse un pitón, el novillero volvió a poner voluntad, pero este animal adolecía de escasa fuerza y realizaba un molesto cabeceo. Ritter intentó afianzarlo, pero su labor no pudo alcanzar los niveles deseados. Mal con la espada.

Lama de Góngora llegó tan dispuesto a su presentación con picadores en Sevilla, que se fue a la puerta de chiqueros y ahí recibió al utrero con una larga cambiada. Mostró que ha madurado en este invierno y que su toreo mantiene la elegancia y el buen gusto que le sirvió para abrir la Puerta del Príncipe la temporada pasada en novilladas sin picadores. El novillo tuvo nobleza y la fuerza suficiente para que Lama de Góngora mostrase ese buen gusto y elegancia que acaba en estética y que llega con claridad a los tendidos. Faena sobre las dos manos, con suavidad, algo falta de emoción, pero que malogró con el mal manejo de la espada.

Repitiría la historia ante el sexto. Lo recibió con una larga cambiada frente a chiqueros y otras dos en el tercio. Gustó con la muleta. Primero en las tandas sobre la derecha y luego sobre la zurda. Tuvo el don de la comunicación con el público y un estilo muy del gusto de esta tierra, aunque en ocasiones le tropezase la muleta, pero de nuevo falló con la espada y la posible concesión de oreja volvió a quedar en la ovación de reconocimiento del público. Al final, no hubo triunfo en la primera de feria, aunque sí algunos detalles de interés que finalmente no fueron suficiente.

Marca

Por Carlos Ilián. Lama de Góngora lo estropea con la espada

Arranca la feria de Sevilla con tres jóvenes promesas frente a una novillada de Juan Pedro Domecq. Todo un lujo para quienes aspiran a lo más alto. Y además los novillos que saltaron al ruedo de la Maestranza apenas podían lidiarse en una sin picadores. Seis becerrotes insignificantes para que no asustaran a los muchachos. Éstos no salieron, como no, muy dispuestos, aunque cada uno dentro de sus limitaciones.

Esas limitaciones, en el caso de Lama de Góngora, aparecieron en el uso de la espada, emborronando dos faenas muy estimables, en las que este chico demostró que, sin ser un exquisito, sabe conjugar temple con cadencia por lo que su toreo impacta en la retina de los aficionados. Se le agradece que tenga como principio eso de no descargar la suerte, tan común en estos tiempos.

Gonzalo Caballero ligó de lo lindo sobre la mano derecha en su primero, pero se empeñó en prologar la faena hasta que fue volteado. Su sefundo fue un becerrote áspero y blando. El colombiano Ritter se llevó el mejor novillo, el segundo, al que quiso hacer un toreo de salón y aquello le salió blandengue y sin mordida. En el quinto, un inválido, pegó pases en un remedo sin fondo, sin argumento. Este muchacho tiene buenas intenciones pero debe centrarse, con un patrón y un argumento. Ah, y que corte esa pelambrera de rizos de bebé que le resta seriedad.

EFE

Por Paco Aguado. Lama de Góngora, sin espada, renueva la ilusión de Sevilla

Varios pinchazos y golpes de descabello dejaron sin trofeos, al menos uno en cada novillo, al sevillano Lama de Góngora, después de dos meritorios y artísticos trasteos en la novillada que abrió la serie continuada de festejos de la Feria de Abril de Sevilla.

Aunque le correspondieron los dos únicos novillos con ciertas opciones del deslucido y feo encierro de los dos hierros de Juan Pedro Domecq, Lama contribuyó mucho en mejorar las condiciones de ambos haciéndoles un toreo templado, asentado y cargado de buen gusto, en dos faenas de perfecta medida y estructura.

El novel sevillano, que vistió el traje con el que fue premiado por triunfar en el certamen de novilladas sin picadores celebrado en esta misma plaza el pasado año, renovó así las ilusiones que puso en él una afición que busca relevos para ese concepto “sevillano” del toreo con que siempre ha vibrado especialmente.

Con un primer novillo noble pero muy escaso de fuerzas y con un sexto serio y reservón, Lama abrió sus actuaciones yéndose a recibirlos a la puerta de chiqueros, prolongando ese saludo con dos largas de rodillas más en el último.

Aunque luego no pudo lucir demasiado con el capote, con la muleta sí que ofreció una gran dimensión. En sus dos trasteos hubo firmeza, temple y criterio, sacando muletazos templados, mecidos sobre todo los naturales a su primero y con gran mérito y recorrido los del segundo.

Ambas faenas, acompañadas además por la música, le hubieran valido dos seguros trofeos de no haber fallado con la espada reiteradamente. Pero, con orejas o sin ellas, la actuación de Lama de Góngora no pasó desapercibida para los buenos catadores de la afición sevillana.

Al madrileño Gonzalo Caballero le correspondieron dos novillos muy deslucidos, sin raza ni fuerzas, venidos abajo y afligidos a las primeras de cambio. Con ambos estuvo el de Torrejón asentado y solvente, demostrando haber adquirido el oficio que le faltaba justo hace un año, cuando debutó con picadores en esta misma plaza y feria.

Ese oficio no fue óbice para que Caballero se llevara una fuerte paliza del primero de la tarde, una vez que arriesgó en exceso al rematar la faena por bernadinas. Tras estoquearlo, pasó a la enfermería visiblemente conmocionado, pero aún tuvo arrestos para salir de nuevo al ruedo y recibir al cuarto a portagayola y con el capote a la espalda.

También por encima de su lote estuvo el colombiano Sebastián Ritter, sólo que en su caso tuvo que enfrentarse al lote de más complejidad y peligro.

Ritter se empleó con ambos con gran quietud, apoyada en un valor seco y frío que le hizo aguantar impávido las violentas dudas en las embestidas de los dos enemigos, e incluso algún feo pitonazo. Aun así, parte del público no terminó de valorar en su verdadera medida tal despliegue de sinceridad del novillero de Medellín.

Toromedia

Lama de Góngora hace lo más destacado y roza el triunfo en la novillada

Gonzalo Caballero sufrió un sobresalto al ser volteado cuando toreaba de capa al primero de la tarde, por fortuna sin consecuencias. El novillo fue mal picado y llegó mermado a la muleta, por lo que no prestó emoción a lo que le hizo el torero. Caballero estuvo porfión e insistente, logrando los mejores muletazos al final de la faena. Cuando se adornaba con bernardinas fue volteado de forma espectacular, quedando momentáneamente conmocionado. Cuando ya lo llevaban a la enfermería se recuperó y volvió a la cara del novillo para rematar las bernardinas y matar de estocada. Fue ovacionado por el gesto.

Caballero salió de la enfermería para lidiar al cuarto. Se fue a la puerta de chiqueros e intentó recibir a su oponente por gaoneras, con el capote a la espalda, sin embargo no resultó lucido el saludo de capa. El novillo tuvo poca fuerza y no prestó emoción a los intentos de Caballero, que firmó los mejores momentos en el comienzo de faena, sin lograr que esta tomara vuelo. Mató de estocada y dos descabellos.

Sebastián Ritter desarrolló toda la faena al segundo de la tarde en los medios. Allí baso su toreo en la quietud y en dejarle la muleta puesta en la cara a su enemigo. Sus formas primero causaron sorpresa pero después cansaron al público por la reiteración e insistencia. Mató de estocada y fue silenciado. En este novillo, su picador Antonio Muñoz sufrió un espectacular percance, cayéndole el caballo encima, del que salio ileso.

En el quinto, sobrero que sustituyó al titular por partirse este un pitón, volvió a mostrarse verde y a practicar un toreo mecánico que no transmitió nada. Ante su insistencia el público llegó a pedirle que concluyera la faena. Pinchó reiteradamente y fallo también con el descabello, por lo que escuchó un aviso.

Lama de Gongora se fue a portagayola a recibir a su primero, un novillo que salió suelto y corretón, impidiendo la ligazón del recibo de capa. Aun así Lama estuvo variado y con recursos, siendo ovacionado. La faena de muleta la comenzó con suavidad y compostura, cuidando a un animal noble que tuvo poca fuerza. No podía bajarle la mano pero consiguió una serie diestra y otra al natural de gran belleza y mucho mérito que hicieron romper la faena. Con el novillo a menos, el novillero sevillano tap´o con buen gusto las carencias del animal y completó una labor de premio. Lo perdió con la espada, que manejó de forma deficiente. Fue ovacionado al finalizar su labor.

Lama demostró de nuevo su buena disposición al irse otra vez a la puerta de chiqueros en el sexto. Fueron vibrantes las tres largas cambiadas que dio y la pena es que el novillo se fue suelto e impidió la continuidad. Lo cuidaron en el caballo y saludaron en banderillas los tres banderilleros de su cuadrilla. Con la muleta comenzó bien en la primera serie a pesar de que el novillo le gustaba ir y se defendía. Poco a poco lo fue metiendo en la muleta e hizo sonar la música. También al natural lo aprovechó muy bien en una primera tanda y después se gustó en muletazos hacia las tablas de bella factura. Fue una faena con méritos para alcanzar de nuevo el triunfo, pero volvió a fallar con la espada.

Firmas

Por Gastón Ramírez Cuevas. Lama de Góngora: casi el Milagro

El público de Sevilla llenó casi media plaza para ver al novillero en quien tienen puestas todas sus complacencias: Francisco Lama de Góngora. Poca importancia le dieron los aficionados al hecho de que la novillada de Juan Pedro Domecq/Parladé fuera fea, débil y mansa en general. En realidad sólo dio muestras de bravura y alegría el jugado en segundo lugar. Y poco también le importaron al respetable las actuaciones de los otros dos chicos del cartel, tristemente, en el caso de Gonzalo Caballero, madrileño, y merecidamente en el de Sebastián Ritter, de Colombia.

Caballero dio muestras de gran valor y pundonor. En el que abrió plaza se esforzó en buscarle las cosquillas a un bicho tardo y nada guapo. Toreó con mucha honradez por ambos pitones, expuso mucho en las joselillinas cambiadas y se llevó un maromón de miedo. Groggy, Gonzalo volvió a la cara y le pegó al morito otras bernadinas (que en estas tierras así llaman a dicho pase) igual o más ceñidas que las anteriores. Dejó una entera un poco caída y fue sacado al tercio a saludar antes de pasar a la enfermería.

Volvió el muchacho de Torrejón de Ardoz para enfrentarse a un cuarto toro que no tuvo una pizca de clase y que andaba muy mal de fuerzas, por lo que jamás pasó completo. Caballero lo intentó todo, desde irse a porta gayola hasta el arrimón, pero más lucido hubiera resultado torear a un alegre aparato electrodoméstico, a un refrigerador con raza y buena lámina, por ejemplo.

¿Qué contar de Sebastián Ritter, nacido en la tierra de García Márquez? Pues que tiene un largo camino por recorrer en este duro tema de la novillería andante. La temeridad no basta y en Sevilla no gusta. El tremendismo, la falta de oficio y la ausencia de faenas estructuradas ofende al espectador hispalense. En su descargo diremos que su faena al quinto bis (un peón alevoso despitorró al titular al estrellarlo arteramente en un burladero, siguiendo la execrable costumbre de estos lares) tuvo mucho mérito por la peligrosidad de su adversario, que por su misma debilidad se paraba y tiraba cornadas. Tuvo mérito es verdad, lo que no tuvo fue objeto…

En resumen, Ritter se eternizó en un trasteo que nada tuvo ni de realismo ni de magia, y luego dio un mitin con la espada. ¡Ah! En el segundo de la tarde, lo único que hizo Sebastián fue ahogar al más potable de los juampedros en una faena reminiscente del más puro castellismo, es decir, fue algo espantoso.

Paco Lama contó con la incondicional aprobación de la afición durante todo el festejo, pero no piense usted que se le apoyó injustificadamente, por el contrario. En sus dos enemigos Lama de Góngora se fue a porta gayola, lanceó con variedad y elegancia, e instrumentó faenas de impecable buen gusto y salero. Es decir, es valiente y hace las cosas con clase.

Este muchacho tiene la onza de oro y parece estar dispuesto a cambiarla a la menor provocación. Su toreo posee sello y naturalidad, algo de lo que carecen casi todos los novilleros y el ochenta y seis por ciento de los matadores.

Así como el olvido pronto se encargó de borrar de nuestra mente lo hecho por el colombiano, las medias verónicas; los naturales; las trincherillas; los de la firma, y los de pecho que pegó Paco Lama siguen alegrándonos el alma.

No obstante, cuando la plaza en completo silencio esperaba el estoconazo fulminante para que se materializara el milagro, Francisco demostró que no tiene idea de cómo matar: lleva la zurda muerta y encoge el brazo que es un contento. Lo único encomiable de su particular versión de la suerte suprema es que se tira con verdad, que no es de los adeptos al julipié y otra añagazas. Lástima, mas es bien sabido que la toledana es la que marca la diferencia entre dos salidas al tercio y un para de orejas.

Salimos de la plaza esperanzados por lo que le vimos al coleta sevillano y conscientes de que el milagro es rara avis. Sí, puede que dos estocadas hasta la bola de parte de Lama de Góngora hubieran sido nocivas para nuestra salud cardíaca.

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Sevilla Temporada 2013.

sevilla_100413.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:09 (editor externo)