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Real Maestranza de Sevilla

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Domingo, 12 de abril de 2015

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de Luis Algarra (correctamente presentados, con diferente juego aunque descastados y escasos de fuerzas en general; el 6º fue devuelto a corrales por debilidad manifiesta).

Diestros:

Miguel Ángel León: dos pinchazos, estocada (silencio); pinchazo, estocada tendida, descabello (silencio).

José Ruiz Muñoz: estocada (silencio); estocada tendida, caída y atravesada, seis descabellos, estocada, aviso (silencio).

Pablo Aguado: pinchazo hondo, dos pinchazos que escupe, aviso (silencio); pinchazo hondo, descabello, aviso, una docena de descabellos, aviso y descabello (silencio).

Banderillero que saludó: Ángel Odero, de la cuadrilla de Pablo Aguado, en el 6º.

Presidente: José Luque Teruel, que debutaba.

Tiempo: solado, agradable.

Entrada: más de media plaza.

<iframe src="https://player.vimeo.com/video/124766541" width="500" height="282" frameborder="0" webkitallowfullscreen mozallowfullscreen allowfullscreen></iframe> <p><a href="https://vimeo.com/124766541">Resumen 2&ordf; abono 2015. Miguel &Aacute;ngel Le&oacute;n, Jos&eacute; Ruiz Mu&ntilde;oz y Pablo Aguado</a> from <a href="https://vimeo.com/maestranzapages">Maestranza Pag&eacute;s</a> on <a href="https://vimeo.com">Vimeo</a>.</p>

Crónicas de la prensa:

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Espectáculo largo y tedioso

Todavía con el rescoldo de la sentimental tarde del Domingo de Resurrección, que abrió la temporada con la retirada exitosa de Espartaco, sonaron de nuevo los clarines en la Maestranza para anunciar, en esta ocasión, a tres promesas: Miguel Ángel León, José Ruiz Muñoz y Pablo Aguado, que debutó con picadores.

Con media entrada y agradable temperatura se lidió una novillada de dispares hechuras y deslucida en su conjunto con la que se estrellaron los tres novilleros en un espectáculo largo y aburrido.

Miguel Ángel León, que contó con el novillo más claro del encierro, el que abrió plaza, un colorao con buenas hechuras, nobleza y un gran pitón derecho, realizó una faena correcta basada en la diestra, que cerró con un epílogo pinturero. Con el capote había lanceado con buen aire a la verónica. Pero este primer acto quedó silenciado, tras matar al tercer intento. Ante el cuarto, que llegó a la muleta más parado que el caballo de un retratista, el torero gerenense comenzó con arrojo, con dos muletazos por la espalda en los medios y anduvo pundonoroso en el trasteo.

José Ruiz Muñoz, sobrino-nieto de Curro Romero, apuntó un par de lances y una media con sabor. Con la franela, algunos detalles. Estuvo eficaz en la suerte suprema y escuchó las únicas palmas de la tarde. Con el peligroso quinto se vio desbordado tras un par de verónicas con pellizco. Después de una colada escalofriante, el torero intentó tomar el olivo y se estrelló literalmente contra las tablas. El novillo volvió a colarse al banderillero Santi Acevedo. Ruiz Muñoz no se comprometió y lo liquidó de inmediato.

Pablo Aguado se eternizó en sus dos trasteos. Con el manso tercero lanceó bien a la verónica. En los medios, labor de entrega de un torero bisoño ante un animal que salía con tendencia a tablas y en otras ocasiones con la cara alta. El sexto perdió las manos y fue devuelto. En su lugar saltó un burraco, Nocturno, que hizo honor a su nombre porque ya eran las tantas de la noche. León, en un quite por gaoneras, logró uno de los mejores momentos. Aguado alargó la faena lo indecible y, para más inri, estuvo fatal con los aceros. Se pasó del tiempo reglamentado y el usía, condescendiente, le envió dos recados.

El País

Por Antonio Lorca. La pesada losa de los elogios

Mal empezamos. Se anuncian tres chavales con pintas de artistas y la única ovación de la tarde se le gana un banderillero, Ángel Odero, por parear con decoro al sexto de la tarde. Se anuncian tres figuras en ciernes y se oyen en las Maestranza seis silencios como seis losas, de esas que pueden llegar a pesar toda una vida. Y se anuncian, además, seis escogidos toretes de barato trapío, bonitas hechuras, comodísimos de cara y de cara nobleza; con las fuerzas muy justas, es verdad, y escasa casta en sus ánimos. Novillos de lujo, que tanto gustan a la nueva hornada del artisteo taurino; animalitos que no molestan y permiten el toreo supuestamente grande que cada cual cree llevar dentro.

¿Qué pasó, pues? Pasó, primero, que eran las nueve y cuarto de la noche y aun no se habían apagado las luces de la plaza; y como todo había comenzado a las seis y media, los cuerpos estaban molidos y las almas saturadas por un festejo tedioso, lento y soporífero.

Pasó, además, que los toreros fueron muy pesados, y saben cuándo comienzan la faena de muleta, pero no encuentran nunca el momento para montar la espada.

Pasó que los tres pecaron de exceso de suficiencia, que, quizá, es consecuencia de cantidad de elogios no bien digeridos. No es bueno recibir tantas alabanzas cuando se es tan joven, porque los ditirambos te pueden hacer perder el rumbo. Y esa impresión dieron los tres, a los que faltó compromiso y arrebato, importancia, en una palabra, a la hora de demostrar que sus supuestas cualidades son ciertas.

Miguel Ángel León, José Ruiz Muñoz y Pablo Aguado poseen aptitudes destacadas para la práctica del toreo. Los tres manejan con donosura y profundidad los engaños, tienen sentido del temple, buen gusto y empaque, y a los tres les acompaña la figura. Lo tienen casi todo para que en ellos se deposite la confianza.

Los tres dejaron gotas de calidad. León se lució a la verónica en su lote, y corrió muy bien la mano derecha, con empaque y hondura, y destacó en algunos naturales en su primero, en una labor de más a menos que quedó pulcra y a la que le faltó arrebato. El cuarto se pasó pronto y todo quedó en vana porfía.

Ruiz Muñoz (su tío abuelo, Curro Romero, lo vigilaba desde una grada), sorprendió muy gratamente el pasado año, y no ha estado a la altura de las expectativas. Se le ve demasiado verde, demasiado interesado en parecerse a Curro y con demasiado poco corazón. Esa fue la imagen que ofreció, además de su cantada naturalidad, no exenta de frialdad y poco sentido del riesgo.

Aguado se presentaba con caballos en Sevilla después de su incontestable triunfo con los erales en julio pasado. Enjundioso a la verónica, trazó muletazos de altura en ambos novillos, pero a toda su labor le faltó unidad y conjunción. Al final, el presidente incumplió el reglamento y tardó más de cinco minutos en enviarle el segundo aviso; de no ser por esta generosidad inaceptable, el sexto novillo hubiera vuelto a los corrales.

En fin, que el porvenir está plagado de silencio. Y es una verdadera pena porque los tres chavales valen; pero les falló la actitud; quizá, es que no han sabido o no han podido digerir tantos elogios…

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Expectativas defraudadas

Había sinceras ganas de toros. Aguado y Ruiz Muñoz habían despertado el gusanillo de los aficionados y el buen juego de los utreros de la familia Algarra en la encerrona otoñal de Lama de Góngora era otro aval para pensar que la tarde brindaría algunas alegrías. Miguel Ángel León –que es de Gerena– oficiaba el papel de telonero del chiclanero y el sevillano, que habían llevado hasta el Baratillo un montón de caras conocidas de la ciudad.

A Aguado le avalaba el boca a boca de los aficionados, las buenas sensaciones dejadas en su debut oliventino y, por supuesto, su condición de triunfador de las novilladas de promoción del verano. Y en honor a la verdad hay que decir que Aguado no falló. A pesar de algunas lagunas salió indemne de un festejo que hizo retroceder a sus compañeros. Ni más ni menos. El primero de su lote, serio y hondo, mostró desde los primeros lances su condición mansa y huidiza. Los esfuerzos de Pablo se centraron en tapar la salida del animal, que buscaba la puerta después de cada embroque. A pesar de todo hubo buen aire en el toreo a izquierdas aunque las cosas no fueron ni podían ir a mayores.

Aguado iba a echar el resto con el complejo sobrero que sustituyó al derrengado titular. Se empleó a fondo; le tocó todas las teclas; le enjaretó algunos naturales de nota y se fajó de verdad en una faena más valiosa que brillante en la que tuvo que sortear frenazos y protestas y sudar la camiseta. Hubo un arrimón final de los de verdad, dejándose llegar los pitones a los muslos y aunque dejó media estocada arriba que parecía suficiente –quizá debió entrar a matar de nuevo– se atascó con el descabello cuando el festejo –otro más– alcanzaba dos horas y tres cuartos de duración.

Nos habría gustado ver a Aguado con el excelente primer novillo, que se hartó de dejar el morro por el suelo con recorrido rebosante y calidad en los viajes. León lo toreó por ambos lados con corrección pero sin lograr extraer nada de lo que le estaba ofreciendo ese gran colaborador. El silencio que siguió a la estocada final fue más que elocuente. Pasó demasiado tiempo con el deslucido cuarto y la gente se acabó impacientado. Había muy poco que hacer.

Ruiz Muñoz dejó detallitos de su minúsculo capote con el soso primero al que toreó con buen aire en la muleta sin dejar de mirarse en el exigente espejo de su ilustre tío abuelo; sí, Curro Romero. José emula el porte del Faraón aunque da la sensación que ese canon le atenaza a veces. Lo que no esperábamos es que perdiera los papeles con el quinto, que hizo cosas muy feas por el pitón derecho. Visiblemente asustado, no se puso delante ni una vez después de dejar alguna verónica con sabor.

El Mundo

Por Carlos Crivell. Suspenso para todos en una tarde anodina

Era una novillada de lujo sobre el papel, ya por los novillos de Algarra, ya por una terna de la que se esperaban buenas noticias. Al final del largo festejo no queda casi nada para el recuerdo. Es cierto que la novillada de Algarra resultó mansa y con poca raza, es verdad que a la muleta llegaron desarrollando sosería y falta de clase, pero ello no puede justificar la actitud de una terna que debió salir a buscar el triunfo sin esperar a que los de Algarra fueran boyantes y repetidores.

El mejor novillo de la tarde fue el que abrió plaza, algo milagroso porque una costalada violenta y un puyazo excesivo le quitaron vitalidad. Aún así el novillo embistió mucho con clase y duración. León aprovechó estas arrancadas para lucirse en dos tandas con la derecha muy recogidas y templadas. A partir de ahí todo fue perdiendo intensidad, como ocurrió con los naturales donde lo mejor resultó el remate de pecho. Dibujó un buen trincherazo y se podía esperar el trofeo si acierta con la espada, pero el de Gerena no se tiró de verdad y se le fue un novillo de triunfo. Ya con el cuarto no pudo levantar la tarde. El de Algarra fue intermitente, una veces parado y otras, gazapón, de forma que Miguel Ángel le echó voluntad para justificar su presencia, en algún momento ahogó al animal y de nuevo demostró que con la espada tiene una asignatura pendiente. Un quite por gaoneras al sexto fue un detalle de voluntad. Le pesará no haber podido cuajar al primero.

José Ruiz Muñoz dejó algunos lances sueltos en los dos de su lote en los que de nuevo nos acordamos de su distinguido pariente Curro Romero. El aire es muy parecido en la manera de instrumentar la verónica, así como esa forma de coger la capa. El primero de su lote fue noble y soso. Dibujó una tanda con la derecha con empaque, hubo algunos detalles de torero, pero el animal se frenó y el chaval no pisó el acelerador. Sorteó un novillo peligroso en quinto lugar. Se fue al pecho por el lado derecho y midió siempre sus embestidas. Ante este regalo Ruiz Muñoz dejó en evidencia que no está por la épica al quedar desarmado y huir al callejón sin poder saltar al mismo. El novillo no tenía un pase y abrevió.

Se esperaba mucho de Pablo Aguado. Dejó su huella en algunas verónicas con buen gusto en el tercero. Ese novillo fue como sus hermanos, de algo a nada, de forma que la faena comenzó con buen nivel con la diestra, aunque siempre con muy poco ajuste, y se perdió en pases sin ligar ante un animal sin casta y sin fuelle. Lidió el sobrero sexto, que salió ante la flojera del titular, un novillo que también tuvo buenas arrancadas en los primeros compases. Aguado toreó algo mecánico y, nuevamente, muy desajustado. Es un detalle que debe corregir, porque la distancia entre toro y torero es abismal. La faena se perdió en la noche sevillana sin poder ligar los pases ni conseguir la emoción que proporciona la entrega del diestro. Todo se le complicó con el descabello. Debe agradecerle al presidente que no se fuera vivo a los corrales. Antes de mandarle el segundo aviso pasaron seis minutos. No se entiende esta forma de proceder del palco. En fin, mala imagen de Pablo Aguado que puede cambiar en su próxima novillada. Lo dicho, todos fueron suspendidos, los novillos, los toreros e incluso el presidente.

Toromedia

No hubo triunfo en esta primera cita con los integrantes del escalafón inferior. Los tres primeros novilleros en pisar la Maestranza este año no consiguieron ni siquiera ser ovacionados por los aficionados.

Miguel Ángel León dio lances estimables en el recibo al primero de su lote. La faena comenzó en buen tono aprovechando la buena embestida del novillo de Algarra por el pitón derecho. Hubo tres series por ese lado y sonó la música. Cambió a la zurda y sobresalió un pase de pecho. Mató al tercer intento y su labor fue silenciada. Ovación para el novillo.

El cuarto fue noble pero falto de transmisión y a menos, por lo que Miguel Ángel León sólo pudo intentarlo sin lograr conectar con el tendido. Prolongó la faena y falló con el acero. Silencio.

José Ruiz Muñoz se lució de capa en el recibo al segundo de la tarde. La faena de muleta estuvo presidida por la compostura aunque limitada por la escasa transmisión del novillo, que se vino abajo pronto. Silencio.

Buenos lances dio Ruiz Muñoz al segundo de su lote, novillo que creó algún problema a la cuadrilla y se mostró reservón y parado en la muleta. El novillero abrevió en la faena y se prolongó con el descabello.

Pablo Aguado toreó bien a la verónica en los medios al tercero de la tarde, un novillo mansito en los primeros tercios. Con la muleta empezó con una buena serie con la derecha en la que supo recoger bien la huidiza embestida del novillo. A partir de la tercera tanda, el animal empezó a desentenderse y el novillero se empleó en sacar todo el partido posible en una labor que no pudo remontar vuelo. Pinchó reiteradamente. Silencio.

El sexto fue devuelto y en su lugar salió un sobrero del mismo hierro. Aguado comenzó la faena con el 'cartucho de pescao' y ligó una buena serie al natural, lado por el que consiguió los mejores muletazos de la faena. Por el lado derecho protestó más el novillo y no pudo haber lucimiento. Su labor fue meritoria pero no estuvo acertado con los aceros, tanto que escuchó dos avisos mientras intentaba descabellar.


Sevilla Temporada 2015.

sevilla_120415.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:14 (editor externo)