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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

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Tarde del domingo, 26 de junio de 2011

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de Montealto (bien presentados, con buen juego; muy buenos los 2º, 3º y 6º).

Diestros:

Mario Alcalde. De zafiro y oro. Estocada tendida, descabello, aviso, 4 descabellos, estocada contraria, aviso, varios descabellos (silencio); estocada (silencio).

Antonio Espaliú. De mostaza y oro. Pinchazo, estocada caída y trasera, 2 descabellos, aviso, 3 descabellos (silencio); estocada, resulta cogido.

Fernando Adrián. De turquesa y oro. Municipal, 3 descabellos (vuelta al ruedo); estocada (oreja).

Saludó: Raúl Adrada, de la cuadrilla de Fernando Adrián, en el 3º.

Incidencias: Antonio Espaliú sufre dos cornadas. Parte médico: “Herida por asta de toro en triángulo de Scarpa derecho que diseca cara anterior de vena y arteria femoral con arrancamiento de tres colaterales arteriales. La cornada sigue un trayecto ascendente y hacia fuera alcanzando pala ilíaca con una extensión de unos 25 cm. Y una segunda trayectoria de unos 5 cm. hacia abajo y afuera. Tras completar exploración exhaustiva de la herida se practica hemostasia, lavado y cierre de herida tras colocación de drenajes. Presenta una segunda herida en la cara interna del 1/3 interior del mismo muslo y de menor cuantía que solo afecta a planos superficiales (producida en cogida en su primer toro). Pronóstico: Grave. Ha sido trasladado al hospital”.

Presidente: Julián Salguero.

Tiempo: Caluroso.

Entrada: Menos de media plaza.

Crónicas de la prensa: Diario de Sevilla, El Correo de Andalucía, ABC.

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Lo mejor, lo peor

Por Juan Carlos Gil.

Lo mejor: las ganas de Adrián

Las ganas de Fernando Adrián, un novillero que ha venido a la Maestranza a jugarse su carrera y que ha salido reforzado por su tesón, por sus ganas y por su toreo poderoso, largo y templado. Hacía muchos años que no se veía saludar a un utrero con seis faroles de rodilla y los remataba con una larga en los medios. Además sabe manejar la tela roja. Le gusta que los utreros se vengan de largo dejarles la muleta en la cara, conducirles las embestidas hasta el final del brazo y poco a poco ir templando las acometidas de las reses. Con esos mimbres se puede fabricar un buen torero. Su concepto es puro, macizo y de mano baja. Y por si fuera poco, cuando el primero enemigo le puso a prueba, con un escalofriante paron en mitad de un derechazo se quedó como un poste: quieto y con la cabeza fría. Al final resolvió muy bien el apuro y convenció a la concurrencia. Lástima que la espada le privase del triunfo que se había ganado a pulso.

Lo peor: la falta de actitud

Espaliú atesora en sus muñecas los secretos del temple y el buen gusto. Así lo demostró en el saludo al segundo del festejo. Unas acariciadas y deliciosas verónicas perfectamente rematadas con una media barroca. Pero con un novillo bien hecho, rematado, abrochado de cara y que gateaba detrás de los trastos debió habérsela jugado y estuvo demasiado precavido. Fue una pena que no se terminara de ver un utrero que hizo cosas magnificas en todos los tercios hasta que llegó a la faena de muleta.

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Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Adrián, valor y temple; y doble cornada a Espaliú

Después de la sequía novilleril en las últimas temporadas, se vislumbran promesas muy interesantes en la presente campaña. Aquí, en Sevilla, hace escasas fechas, el mexicano Sergio Flores dejaba olor a torería. Ayer, el madrileño Fernando Adrián se sumaba con una actuación muy sólida, a este tiempo de esperanza que han abierto un manojo de novilleros, en una tarde en la que el coriano Antonio Jesús Espaliú cayó gravemente herido y en la que tuvo una deslucida presentación Mario Alcalde.

Fernando Adrián, además de mostrarse como el novillero con más hambre de triunfo de la terna, dejó patentes dos cualidades esenciales para ser gente en el toro: valor y temple.

Adrián impesionó de principio a fin con el tercer novillo de Montealto, de cualidades extraordinarias, especialmente en su prontitud y repetición tras las telas. Además, el astado, de buenas hechuras, romaneó con poder en un primer puyazo, aunque en el siguiente, al relance, salió suelto. Adrián lo había recibido de rodillas, nada menos que con cinco faroles que encendieron al público y que remató con una larga cambiada. En un quite, dibujó buenas verónicas, que remató con una suprema media en la que llevó embarcado al novillo. Alcalde entró en su turno y Adrián le replicó con ceñidas chicuelinas. Con la muleta continuó cosechando palmas. En las afueras, con las plantas asentadas, hilvanó hasta cinco muletazos y el de pecho en una serie con la diestra, fuertemente ovacionada. Al natural, otros cuatro y el pectoral, con el público ya entregado totalmente y un pasodoble torero como acompañamiento. En otra tanda con la izquierda alargó un natural hasta el infinito con cuatro toques. Con la derecha, con el animal atemperado, se marcó una serie en una baldosa, muy aclamada por el respetable. Llegó un silencio sepulcral. Se barruntaba premio mayor. El torero se tiró a ley en un estoconazo, pero el acero asomaba feamente. Luego, cuatro descabellos hicieron que la recompensa se esfumara. Tras el rosario de golpes de verduguillo, debió desechar la idea de una vuelta al ruedo, que se marcó por su cuenta.

Con el sexto novillo, bien presentado y de buen juego, en el que destacó la nobleza, Adrián volvió a dar una dimensión importante. Le sobró la tanda inicial de doblones a un novillo al que precisamente no le sobraban las fuerzas. Pero en los medios, volvió a demostrar que es un gran muletero. En esta ocasión destacó en tres tandas por ese pitón, por el que el animal tenía más recorrido. Con el novillo, ya casi parado, se sacó de la manga algunos recursos, como un par de falleros. En varios pases se pasó cerca los afilados pitones del novillo y embarcó las embestidas hacia adentro. Mató de estocada y ganó una oreja.

Mario Alcalde evidenció carencias para un compromiso tan fuerte como es el de la presentación en Sevilla. Con el manejable segundo, citó la mayor parte de las veces fuera de cacho, y forzó en demasía la figura en una labor sembrada de desarmes y enganchones. Para colmo, precisó de una docena de descabellos. Escuchó dos avisos y el presidente dilató el tiempo reglamentario para no enviarle el novillo al corral.

Con el mansote cuarto, Alcalde concretó un trasteo en el que de nuevo hubo demasiados enganchones.

Antonio Espaliú se lució con acompasadas verónicas ante el tercero, un ejemplar bien hecho, que hizo una buena pelea en varas y que en la muleta fue algo tardo. El coriano logró algunos muletazos sueltos muy expresivos, pero faltó ligazón. Tras un pinchazo, sufrió un pitonazo en el muslo derecho, en el segundo envite, a cambio de una estocada. Luego, dio un mitin con el verduguillo. El sexto, otro animal de irreprochable trapío, resultó mansote. Espaliú brindó su faena a su banderillero Alejandro Sobrino. Hubo destellos aislados de pinturería, pero el trasteo no llegó a calar en el público. En la suerte suprema, recibió una cornada grave en el triángulo de Scarpa.

Las dos caras de la misma medalla de la Fiesta: la sangre que nuevamente derramó ayer el coriano Antonio Espaliú -herido también el año pasado en el ruedo de la Maestranza- y el triunfo de una promesa, Fernando Adrián, que apunta muchas y magníficas cualidades.

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El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Fernando Adrián, un valor en alza

Hasta seis largas y faroles de rodillas sirvieron de tarjeta de presentación del novillero Fernando Adrián, un pupilo de la Fundación El Juli que ya había dado que hablar en este mismo ruedo en las nocturnas del pasado verano. No quería dejar pasar la ocasión y además tuvo a favor un lote colaborador en el que destacó el excelente tercero, un gran novillo que también le permitió mostrar su macizo concepto capotero. Toro y torero acabarían por romper en un compacta serie diestra que fue el corpus central de una faena vibrante y expresiva, muy jaleada por el público, en la que también hubo alardes de imaginación, como un natural prolongado en cuatro o cinco tiempos que marcó la cumbre de un trasteo que habría necesitado mayor contundencia estoqueadora. Las orejas volaron en la punta del descabello pero quedaba otro novillo en los chiqueros…

Inasequible al desaliento volvió a darlo todo ante el sexto, otro utrero con posibilidades con el que le costó templarse. Pero cuando llegó el acople, la faena elevó un tono que no se mantuvo por el lado izquierdo. Ya no importaba. La tarde de Fernando Adrián había sido un catálogo de posibilidades y merecía esa oreja que paseó encantado de la vida.

La cruz del festejo se la llevó Antonio Espaliú, que volvió a salir de la plaza de la Maestranza postrado en una camilla después de resultar alcanzado por el quinto de la tarde en la suerte de matar. Ése fue un novillo algo informalete pero que planeaba en la indecisa muleta del camero, que se conformó con mojarse los pies en la orilla sin decidirse a entrar en el mar. Confirmaba así la decepción que había acompañado su actuación ante el segundo novillo de Montealto, un boyante ejemplar un punto aplomado en los finales con el que nunca fue capaz de dar el paso. El novillo se desplazaba con importancia pero había que atacarlo y pasar esa raya que para muchos es un hondo desfiladero. Sí le anotamos un brillante recibo capotero en ese torete, un puñado de verónicas de otro tiempo que merecerían motor más potente.

No merece la pena hablar demasiado de Mario Alcalde, que ya esbozó algo de lo que vendría después al hacer el paseíllo con cara de místico transfigurado. No fue capaz de meterle mano al brusco primero -el presidente le perdonó de largo el tercer aviso- y medio se tapó con el cuarto, al que despachó echo unos zorros y con escaso respeto a la liturgia y el ceremonial taurinos. Sólo le faltó quitarse la chaquetilla.

ABC

Por Lorena Muñoz. La sangre de Espaliú y la actitud de Adrián

Parecía que la tarde iba a perderse en contar descabellos pero acabaron ocurriendo muchas cosas. Esa es la grandeza de la Fiesta. La nota negativa de la novillada fue el percance, otra vez, de Espaliú. Y la positiva, la actitud de Fernando Adrián que cortó una oreja que pudieron ser más de no fallar con el descabello.

Adrián se presentó en la Maestranza con actitud de novillero, participativo en los quites y variado como ya estuvo en el ciclo de promoción del año pasado. De rodillas en el tercio con una larga y varios faroles recibió al tercero, lo que caldeó al máximo al tendido. En un quite por chicuelinas y otra réplica a la verónica demostró que venía a por todas. La faena fue vibrante, primero con la diestra y luego al natural, acoplado a la embestida larga y repetidora de «Gachonero». El descabello le privó de pasear los trofeos en la vuelta al ruedo.

Con el que cerró plaza y después la cornada de Espaliú, que había dejado tocado los ánimos, consiguió remontar a pesar de que este ejemplar no tenía tanta cantidad como su primero. Estuvo firme, sereno y dispuesto. Esta vez sí que acertó con la espada y cortó la oreja.

Había muchas ganas de ver a Antonio Espaliú, que volvía a Sevilla tras de la cogida que lo dejó inédito en septiembre pasado y de nuevo volvió a pagar con sangre su actuación. En esta ocasión fue al entrar a matar al quinto, que le dio un puntazo certero en el muslo. Antes de eso, Espaliú calentó el ambiente con un templado torero a la verónica que fue ovacionado con fuerza pero su labor fue de más a menos. El novillo, bajo y de preciosa estampa, era un toro de hechuras que se arrancó al caballo pero que se fue parando en la muleta. El sevillano brindó al publico pero a la faena le faltó continuidad, dejársela puesta y no haber fallado tanto con el descabello. La embestida del de Montealto transmitió al tendido, de ahí que fuera aplaudido en el arrastre. En el quinto tampoco consiguió remontar la faena después de una labor porfiona en la que se alternaron muletazos entonados con otras tandas en las que al novillo le costaba tomar el engaño.

Mario Alcalde tuvo una presentación poco afortunada al mismo tiempo que dispuesta en todo momento. Demostró excesivas carencias a la hora de colocarse y manejar los engaños, con un estilo por definir, queriendo hacer muchas cosas a la vez. El presidente le perdonó el tercer aviso tras un mitin con el descabello. El novillo no humillaba y el estoque de cruceta salió propulsado con peligro para los espectadores y para el novillero.

El cuarto acabó rajado tras un trasteo sin fundamento en el que parecía estar toreando de salón.

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©Fernando Adrián, Mario Alcalde, Antonio Espaliú/Empresa Pagés.

Sevilla Temporada 2011.

sevilla_260611.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:08 (editor externo)