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Real Maestranza de Sevilla

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Domingo, 27 de septiembre de 2015

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Alcurrucén (bien presentados, nobles y mansos; aplaudido el 1º).

Diestros:

Esaú Fernández: de negro y oro. Tres pinchazos, aviso, pinchazo, estocada (saludos desde el tercio); seis pinchazos, aviso, media estocada (silencio).

Borja Jiménez: de verde manzana y oro. Tres pinchazos, aviso, dos pinchazos, media estocada (silencio); estocada (saludos desde el tercio).

Lama de Góngora: de blanco y oro. Estocada tendida y contraria (silencio); dos pinchazos, estocada tendida y atravesada (silencio).

Banderillero que saludó: Curro Robles, de la cuadrilla de Esaú Fernández, en el 1º de la tarde..

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: soleado, caluroso al principio.

Entrada: más de media plaza.

<iframe src="https://player.vimeo.com/video/140596276" width="500" height="275" frameborder="0" webkitallowfullscreen mozallowfullscreen allowfullscreen></iframe> <p><a href="https://vimeo.com/140596276">Resumen Corrida 27 Septiembre</a> from <a href="https://vimeo.com/maestranzapages">Maestranza Pag&eacute;s</a> on <a href="https://vimeo.com">Vimeo</a>.</p>

Crónicas de la prensa:

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Vamos a empezar por lo primero, como siempre, por los toros. Estos toros no eran para estos toreros. Vamos a hacer historia, esta corrida de Alcurrucén la pidió Morante cuando dijo que venía a Sevilla y se la otorgaron después de que fuera a verla. Después los mexicanos, o Barrera, o el que sea, le dijeron que dijera que no venía, y la empresa se quedó con la corrida colgada. De no ser así, los tres toreros locales habrían matado una de Pereda o parecido, que son más económicas. Por eso, tal vez, no estaban acostumbrados a este ganado. Los de Alcurrucén, nobles, nobílisimos, rajaditos algunos, sosos otros, y otros que se dejaron bien, son cosa de otros carteles. Esaú la tuvo y se le fue. Es verdad que dejó impronta de su clase una vez más, pero cuando tienes que cortarle la orejas a los toros y no lo haces, aunque sea por la espada, es un problema. Borja ha toreado poco y tiene que andar aprendiendo de unos y de otros encastes, no lo vimos esta vez, a pesar de la voluntad que le puso. Y Lama de Góngora, que ha tenido una frustrante primera temporada de matador, sin festejos, reflejó fielmente esa frustración en el ruedo. Se acabó la de San Miguel y ahora queda lo del 12 de octubre, que yo, particularmente no lo veo. Aunque resucitaran Joselito y Belmonte, no la veo, tal como están las cosas y el ambiente. Pero, por lo visto este año van a hacerla. Allí estaremos.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Esaú pide paso. Un soberbio Esaú, que conquistó la Maestranza, plasmó los mejores instantes de la tarde. El fallo con la espada condicionó sus actuaciones. Una oreja de cada uno de sus astados se quedó sin pasear. Arrancó buenas tandas por ambos pitones del primero, pero de gran calidad y templanza fueron los muletazos por el derecho. Recibió una fea voltereta en el epílogo de la faena. Otro susto se llevó cuando recibió al cuarto a portagayola. El animal salió despacio y andando por la puerta de chiqueros. Esaú aguantó el trago y cuando se disponía a darle la larga cambiada se paró y frente a él y se mascó la tragedia. Mostró una gran dimensión frente al de Alcurrucén, estando muy por encima de las cualidades de su oponente. Borja Jiménez y Lama de Góngora volvían a Sevilla después de tomar ambos la alternativa la pasada Feria de Abril. Paco hizo el paseíllo con el hándicap de ser la segunda tarde que se vestía de luces esta temporada como matador. Por uno u otro motivo, las faenas de estos dos jóvenes no terminaron de alzar el vuelo suficiente. Borja sorteó un primer animal deslucido que no le dio muchas opciones. Con el mansito quinto dejó algunos buenos muletazos. Lama de Góngora no tuvo mucha suerte tampoco. Antes de que se apagara el sexto, pudo extraer algunos muletazos de calidad con la diestra.

Lo peor: La falta de oponentes. El ganado volvió a condicionar el último festejo de la Feria de San Miguel de Sevilla. Se esperaba más de la corrida manejable pero sin transmisión de Alcurrucén para tres toreros que necesitaban dar un golpe sobre la mesa para abrirse hueco en los carteles de la próxima campaña. Ya sólo nos falta conocer el cartel del festejo del 12 de octubre. Un festejo a beneficio para la Cruz Roja de Sevilla que tendrá ganado de Las Ramblas para una terna que ojalá ponga el broche de oro a la temporada sevillana.

El País

Por Antonio Lorca. Lo que no puede ser es imposible

Entre los tres toreros sumaban poco más de una quincena de actuaciones en España y América en toda la temporada; los tres se jugaban en la Maestranza una parte importante de su futuro; y los tres llegaron al hotel cabizbajos porque no consiguieron el objetivo propuesto.

Normal, por otra parte, porque lo contrario hubiera sido el gordo de la lotería y eso es una casualidad muy grande. Está claro que cuando no se torea, el toro pasa una factura de peso incalculable, máxime cuando el escenario es de tanta responsabilidad como la plaza sevillana, aunque sea cada vez más pueblerina y bullanguera.

Y, en esta ocasión, la culpa no fue de los toros de Alcurrucén, que, en mayor o menor media, con un punto general de sosería en sus embestidas, facilitaron la lidia y posibilitaron el triunfo, si sus matadores hubieran manejado los engaños, y, sobre todo, la espada, con más pericia.

Se llevó la palma Esaú Fernández; atisbó la gloria entre comillas y la mandó a paseo al fallar estrepitosamente con el estoque en sus dos toros. Quizá, en caso contrario, hubiera cortado una oreja en cada uno, pero más por su entrega y las dos volteretas que sufrió que por la profundidad de su toreo.

Le tocó la perita el dulce del primero de la tarde, que acudió a la muleta con nobleza y recorrido, y Fernández lo toreó con temple y relajo en un par de tandas con la mano derecha y otra de naturales muy estimables. Alargó en exceso la faena porque no alcanzó la emoción que la calidad del toro requería; cuando quiso lucirse con una arrucina sufrió una espectacular voltereta de la que, no se sabe cómo, salió ileso. Después, mató mal y se acabó la historia.

Esperó al cuarto de rodillas en los medios. Tardó el toro en salir, y cuando lo hizo se paró a un metro del torero, lo miró, lo midió y, antes de que le diera tiempo de recobrar la verticalidad, lo empaló por la corva de la pierna izquierda y lo lanzó por los aires, pero como el muchacho es joven y debe ser de chicle, se levantó como si tal cosa y lo capoteó como pudo. Con este toro, que acudió con buen son a la muleta, aunque con la cara a media altura, dibujó algunos naturales aceptables, sin redondear la labor que se esperaba. En esta ocasión mató aún peor.

A pesar del impresentable mitin con la espada, tuvo la osadía de coger el capote y salir al tercio a saludar las palmas de cuatro amigos. ¡Incomprensible! ¿Cómo es que alguien no lo retuvo y le facilitó una toalla para que se tapara la cara entre barreras en lugar de salir a ridiculizar su dignidad? En fin…

Borja Jiménez y Lama de Góngora estuvieron por debajo de las condiciones de sus nobles oponentes. Decidido, pero muy despegado, acelerado, sin reposo y sin fondo el primero, y Lama, que no se vestía de luces en público desde el día de su alternativa, el 18 de abril, en esta misma plaza, evidenció que no está placeado; derrochó voluntad, le faltó seguridad y ajuste, y le sobró un toreo mecanizado y mudo.

Sin duda, los tres dieron lo mejor de sí, pero que está visto que la experiencia es un grado, que la Maestranza impone mucho, aunque ya no sea la que fue, y que triunfar en las condiciones que llegaron los tres era como comprar un décimo y que te toque el gordo. O sea, que lo que no puede ser es imposible.

El Mundo

Por Carlos Crivell. Esaú, mala espada y dos milagros

Esaú Fernández fue el protagonista en la segunda de San Miguel. Y así fue por muchos motivos. Pudo cortar dos orejas en una tarde de entrega absoluta, pero su fiasco con la espada fue de campeonato. También se convirtió en noticia por dos volteretas pavorosas de las que salió sin un solo rasguño de manera milagrosa. Lo cogió el primero cuando intentaba dar una arrucina, muletazo en el que con la muleta en la espalda se trata de embarcar al toro para darle una salida natural. El de Alcurrucén lo vio descubierto y apenas tuvo que soltar la cara para engancharlo. El cuerpo de Esaú giró sobre el pitón. Se levantó sin mirarse y sin daño aparente. Fue el primer milagro.

El segundo llegó al recibir a portagayola al cuarto. Se paró el toro en la cara y lo lanzó a gran altura. Milagro de los grandes. El toro recién salido de toriles tiene sus fuerzas intactas y suele ser muy certero. Esaú salió ileso del percance. Dos milagros y un ángel de la Guarda de los buenos.

Con dos milagros basta, puede que dijera ese ángel protector, que cuando el torero de Camas se tiró a matar a sus dos toros le abandonó a su suerte. Esaú sorteó un buen toro de salida. El de los hermanos Lozano repitió con mucha trasmisión. Lo aprovechó con buena técnica por la derecha en muletazos vibrantes. Esaú sabe conectar con el tendido, tiene ese desparpajo natural que motiva la atención del tendido. Dos o tres tandas de muletazos tuvieron largura y limpieza. Tras la voltereta llegó la sesión de pinchazos.

El bonito chorreao cuarto fue manso. Tras la cogida en la puerta de chiqueros, el animal fue noble y muy soso. Esaú puso lo que el toro no tenía, sobre todo en el comienzo al natural, dándole al toro sitio y distancia para que fuera más largo en sus viajes. La decisión fue total, su actitud encomiable. La espada fue un dolor insufrible.

Borja Jiménez cumplió con el soso toro segundo. El animal no bajó la cara nunca y Borja toreó con buen aire sin muchas posibilidades. Con la espada dio un concierto de malos pinchazos. Lo dejó todo para el quinto, manso típico de la casa, que se iba siempre aunque Borja acertó a lidiarlo en el centro y fijarlo. Fue una faena de dominio y buen oficio, tal vez algo desajustada, pero con un poderío técnico notable. Fue también una labor larga, que bajó de tono al final, sobre todo cuando se la puso por la izquierda. Mató ahora con entrega y se le agradeció su labor.

A Lama de Góngora se le notó la inactividad. Esto es fácil decirlo, pero es la realidad. A estos toros no es fácil darles buenos capotazos por sus salidas sin fijeza. Lama esbozó algún lance suelto. El tercero se dejó con poca clase. El torero sevillano hizo un esfuerzo en una labor de escaso ajuste y una figura algo forzada. Con el soso y desclasado sexto, que embistió mucho pero nunca de verdad, toreó con cierta precipitación, lo que es normal cuando se quiere amarrar un triunfo. Se situó al hilo y los pases surgieron con notable velocidad. Solo en algunos ligados de pecho renovó las esperanzas. Al final se aburrió el toro en las tablas y la tarde murió sin el triunfo esperado.

Acabó San Miguel con dos milagros en las carnes de Esaú Fernández, que seguro que hubiera pedido un tercero, que la espada entrara a la primera. No ocurrió así y el triunfo se fue al limbo.

La Razón

<img src="http://www.portaltaurino.com/images/criticos/alvaro_acevedo.jpg"/>Por Álvaro Acevedo. Un torero sin espada

Toda la clarividencia mostrada por Esaú Fernández a lo largo de una notabilísima y arriesgada actuación quedó dilapidada por su pésimo manejo de los aceros. Firmaríamos que el que entraba a matar era otro torero si no fuera porque iban vestidos igual y tenían la misma cara. Misterios de la mente humana, colapsada a veces por el estrés que provoca la necesidad.

Porque la joven terna dominical, no lo olvidemos, se jugaba parte de su futuro y la posibilidad de pasar un invierno feliz, o al menos esperanzado, después de un año difícil, de pocos contratos y muchas falsas promesas. Y Esaú tuvo en la mano un triunfo ganado a ley en dos faenas de muleta distintas pero igualmente notorias. La primera, de técnica impecable y limpieza inmaculada frente a un buen toro. Esaú toreó con mando y acople desde el primer momento y construyó una labor significativa en cuanto a la evolución de su tauromaquia, porque desde sus comienzos fue un torero muy fácil, pero ahora torea más reunido, con igual soltura pero mayor ajuste. En definitiva, mejor, ya sea en redondo, por naturales o en lentísimos pases de pecho. En el epílogo de su faena, al intentar una arrucina, fue prendido y zarandeado por el toro de Alcurrucén de manera horripilante, y milagrosamente sin consecuencias graves. Con el público de su parte ejecutó una emocionante serie final y entró a matar mal sin acierto, pinchando muy delantero y perdiendo un triunfo de ley.

También lo perdió frente al cuarto por indéntica causa, aunque esta vez el mitin con la espada alcanzó proporciones preocupantes. Una pena, pues Esaú se había jugado el tipo en una larga a portagayola de la que salió también volteado tras frenársele su oponente en el inicio de la suerte; y había estado espléndido en una labor muleteril de mucha relevancia. El toro, incierto y agresivo, tuvo enfrente a un torero de mente preclara y pulso firme que fue capaz de conducir una embestida verdaderamente compleja. Faena para aficionados, seria e importante, que confirma la madurez de Esaú Fernández, un joven quizá con mucho más que decir de lo que muchos auguraban. De nuevo, eso sí, cambió la oreja por el aviso.

Sus compañeros de terna, dos jóvenes que tomaron la alternativa en la pasada Feria de Sevilla, hoy pensarán que a quién habrán matado para estar sumidos en semejante ostracismo. Borja Jiménez, por ejemplo, cortó una oreja el día de su doctorado y de nada le ha valido. El de Espartinas llegó a Sevilla con ganas de demostrar sus virtudes, que no son pocas, pero sus toros apenas le dejaron. El segundo de la tarde embistió con una desgana insufrible; y el quinto, manso aunque dejándose torear, valió al menos para que el chaval le arrancara muletazos con enormes ansias de triunfo en una labor muy por encima de las condiciones de su oponente. No podemos decir lo mismo de Lama de Góngora, con una voluntad innegable pero espeso y rígido ante dos toros que, la verdad, tampoco fueron ninguna maravilla.

ABC

<img src="http://www.portaltaurino.com/images/criticos/fdo_carrasco.jpg"/>Por Fernando Carrasco. Esaú, cogido dos veces, convence con Alcurrucén en Sevilla

Esaú Fernández se la jugó sin cuento alguno en Sevilla y fue quien respondió ante una más que manejable corrida de Alcurrucén, que si bien manseó en los primeros compases —típico del encaste Núñez—, tuvo mucho que torear en el tercio final. Y con un astado, el primero, de los que posibilitan un triunfo importante.

Y ese triunfo a punto estuvo de conseguirlo el de Camas, muy centrado toda la tarde tanto con ese primer gran toro como con el incierto y complicado cuarto. Pero la espada en ambos casos se llevó por delante dos orejas, dos, que se escribe pronto. Se llevó dos escalofriantes volteretas en ambos, saliendo indemne por fortuna.

El peso de la tarde, por tanto, corrió a cargo de Esaú. Un tío el primero, que salió suelto y sin fijeza de los capotes pero que repetía cuando tomaba los engaños. Lo vio el camero, que brindó al público y comenzó a bajar la mano en tres series diestras de cinco y seis muletazos lentos, con gusto y ligazón. Iba «Fatigoso» detrás de la pañosa mientras Esaú se gustaba. Alargó la embestida al natural, donde al de Alcurrucén le costó algo más ir hasta el final. Tras dos series a zurdas acortó distancias, quiso adornarse con una especie de «arrucina» por la espalda y llegó la voltereta tremenda, seca. Lanzó el toro a Esaú por los aires y sin terminar de dar con sus huesos en el albero lo volvió a prender. Un pelele era el torero. Espeluznante. Por fortuna sin consecuencias. Volvió a la cara del astado y le dejó una postrera serie diestra. Se fue detrás de la espada y detrás se dejó el brazo hasta en cuatro ocasiones antes de enterrar el acero. Una pena.

Otra voltereta, más escalofriante, sufrió al recibir a portagayola al cuarto. Nos temimos la cornada y de nuevo el milagro se produjo en el coso del Baratillo. Otro tío este «alcurrucén» que llegó al tercio final incierto, probón y sabiendo lo que se dejaba detrás. Esaú le adelantó el engaño al natural, tiró del toro y lo llevó largo, embarcado, con ligazón. Dos series de muy buen nivel en las que además aguantó mucho. Lo mismo a diestras. Faena estructurada, con sentido e incluso medida. Tenía la oreja ganada a ley. Pero de nuevo se lió a pinchar. Vaya tela, Esaú, con el esfuerzo que hiciste… Pero es posible que lo volvamos a ver en el coso del Baratillo el 12 de octubre.

Borja Jiménez tuvo en su primer Alcurrucén un astado noble que metía bien la cara aunque le faltaba algo de transmisión. Pero servía. El menor de los hermanos espartineros anduvo siempre animoso pero sin acoplarse. De más a menos. Muy mal con la espada.

Con el quinto pudo dejar algunos momentos más lucidos ante un toro que fue de largo en la primera parte de la faena y que aunque quería irse a tablas tomaba la muleta. La voluntad no fue suficiente para conjuntarse con su enemigo. Lo mejor, la estocada.

Lama de Góngora toreaba su segunda tarde tras la alternativa en abril. Acusó la inactividad en su primero, donde se le vio falto de confianza y sin cogerle el ritmo a un astado que pasaba pero que acusó la leña que le dieron en el caballo.

Y al sexto, otro que repitió en los primeros compases —también le dieron lo suyo los varilargueros— y al que toreó más con la voz que con la muleta. Había brindado al abogado Joaquín Moeckel y, por desgracia, la faena no sólo no tomó vuelo sino que se fue apagando a medida que transcurrían las tandas, el toro se paraba y el torero no conseguía su propósito.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. La espada modifica el marcador de Esaú Fernández

El cartel que cerraba la breve feria de San Miguel y el propio abono sevillano había resistido más mal que bien el paso del tiempo desde el anuncio de la programación en el lejano mes de marzo. El argumento inicial era haber reunido en una misma terna a los tres matadores que habían tomado la alternativa durante la Feria de Abril pero también es sabido que la negativa de Garrido frustró ese planteamiento.

El hilo se retomó optando por sumar el nombre de Esaú Fernández para habilitar un cartel que sumara juventud y sevillanía. El caso es que el último que entró en el saco ha sido, a la postre, el que más y mejor ha justificado el empeño a pesar de esa desastrosa espada que le ha privado de marcharse a Camas con un puñado de cardenales, sí, pero también con alguna oreja.

Esaú fue el encargado de romper plaza, y lo hizo sorteando el toro de Alcurrucén que más posibilidades de triunfo brindó. Mansurrón y suelto en los primeros compases de la lidia, el animal rompió con verdadera importancia en el último tercio. El torero supo verlo y administrarlo en sucesivas series reunidas, muy ligadas, dichas siempre para dentro.

También es verdad que al trasteo le faltó redondez final y estuvo a punto de truncarse por completo por la feísima voltereta que siguió a una arrucina algo atropellada. El matador sabía que había que volver al pitón bueno del toro, el derecho, pero lo mejor que ya había trazado se estropeó en el filo de su espada.

Algo muy parecido le iba a pasar con el cuarto, un astado de peor nota que el anterior con el que Esaú apretó el acelerador con sincera entrega desde que lo recibió a portagayola –volvió a ser cogido espectacularmente sin consecuencias- hasta que cogió la muleta mostrándose sobradamente por encima de sus condiciones. El animal nunca tuvo entrega de verdad pero la faena del camero tuvo mérito auténtico y arrancó sus mejores registros por el pitón derecho antes de atrancarse de nuevo con el acero.

El segundo en liza era Borja Jiménez, alternativado el último Domingo de Resurrección de manos de Espartaco. El joven matador de Espartinas gustó mucho más con el quinto, el segundo toro de su lote, con el que sí dio la verdadera medida de sus posibilidades esperándolo y consintiéndolo en los medios. El toro fue más soso que noble pero acabó cantando la gallina.

Borja no había logrado convencer por completo a la parroquia con el segundo, un animal contagiado de la sosería de todo el encierro pero con ciertas dosis de nobleza que el menor de los Jiménez aprovechó en una labor correcta pero presidida por una frialdad argumental que pesó hasta con la espada, que manejó fatal.

Cerraba cartel y abono otro joven sevillano, también de alternativa abrileña. Se trataba de Lama de Góngora que no se vestía de torero desde que Ponce le cedió los trastos en la feria. La verdad es que la tarde le pesó y evidenció su falta de rodaje en una faena, la del tercero de la tarde, tan esforzada como desconfiada. El torero del Arenal no iba a mejorar la impresión con el sexto, que mereció un antagonista más preparado.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Esaú: entrega, toreo y fallo a espadas

El cartel, localista, con Esaú Fernández, Borja Jiménez y Lama de Góngora concitó algo más de media entrada en una tarde calurosa en la Maestranza, donde únicamente destacó el primer diestro toreando con la muleta a su lote, aunque falló estrepitosamente con los aceros.

De la corrida de Alcurrucén, en su conjunto bien presentada y de juego desigual, destacó fundamentalmente el que toro que abrió plaza, bien hecho y armado, que embistió con nobleza, recorrido y humillación. Los toros, como es habitual en esta ganadería y su encaste –Núñez–, no se emplearon de salida y no hubo toreo de capote con brillo artístico.

Esaú Fernández destacó por su entrega, toreo y fallo a espadas, sufriendo dos cogidas, afortunadamente sin consecuencias, y dejando de ganar dos trofeos por el mal uso de los aceros. Se las vio en primer lugar con este Fatigoso, que no fue tal como hemos apuntado, porque acometió con alegría, tras derribar en un puyazo a Diego Cotán. Abanto de salida, se empleó tras la muleta. Fernández realizó una muy buena faena, acompañada por ovaciones del público y un pasodoble ejecutado por la Banda Tejera. Pero no remató adecuadamente con la espada. En las afueras, con la diestra, hilvanó una primera serie con ligazón;#cuajó una segunda con muletazos suaves y de mano baja y remató con otra de buen tono. Con la izquierda florecieron naturales ceñidos en serie arrebujada. Ya en el cierre, con la derecha, quiso intercalar una arrucina y dejó la ventana abierta para que el toro le sorprendiera, lanzara por los aires y recogiera a la velocidad de la luz, propinándole una paliza de órdago. Esaú, ya restablecido, entró mal en la suerte de matar hasta en cuatro ocasiones antes de la estocada definitiva, por lo que voló el premio que se intuía.

Con el serio cuarto, un ejemplar con un buen pitón derecho y que salía con la cara alta por el izquierdo, Esaú Fernández volvió a dar una buena medida torera y de entrega. Recibió al astado con una larga cambiada de rodillas que acongojó al público porque el toro se frenó de salida, midió al torero y lo enganchó; afortunadamente, sin consecuencias. Ya en las afueras, tras un desarme, el camero destacó en dos series diestras muy expresivas y de mano baja y en un par de buenos naturales bien abrochados con un pectoral forzado. De nuevo, falló con los aceros:#los cinco pinchazos, una media y tres descabellos fueron un jarro de agua helada a una faena templada y que convenció al público, que probablemente hubiera solicitado un trofeo de estar acertado en la suerte suprema.

Borja Jiménez anduvo desdibujado. Con el segundo, noblote y soso, no dio con la tecla en una labor kilométrica, pero en la que faltó sensibilidad.

Con el manejable quinto, rajado y siempre a su aire, Borja Jiménez recorrió muchos terrenos de la plaza tras el toro. Dentro de una labor que no llegó a calar en el respetable, destacó en una tanda diestra.

Lama de Góngora tampoco tuvo su día. Largo y bien armado fue el tercero, que resultó manejable y, por momentos, algo pegajoso. El torero del Arenal no llegó a acoplarse e incluso le faltó confianza en un trasteo sin poso.

Ya en el cierre, con un Pianista huidizo, Lama se mostró porfión en una labor que brindó al abogado Joaquín Moeckel y terminó en un arrimón. También faltó reposo en la mayoría de las tandas y acierto con la tizona.

En un espectáculo de escasa historia, Esaú Fernández aportó la claridad torera del festejo; aunque con los aceros anduvo entre tinieblas.

Toromedia

Esaú Fernández se acercó más al triunfo en el cierre de San Miguel

Las dos faenas que hizo Esaú Fernández a los dos toros de Alcurrucén que formaron su lote fueron lo más destacado en el cierre de San Miguel. Estas actuaciones pudieron ser de triunfo, pero el torero tuvo una mala tarde con la espada y se fue de vacío, igual que sus compañeros de terna.

El primero manseó de salida y no permitió demasiado lucimiento en el capote. Borja Jiménez hizo un quite por tapatías y Curro Robles saludó en banderillas. Esaú brindó al publico y se gustó en el comienzo de faena, cuajando a continuación dos buenas series con la derecha muy bien rematadas con el de pecho. Hubo una más por ese lado y cambió a la zurda ligando otra buena serie. Cuando concluía la faena intentó rematar una de las tandas con una arrucina y fue volteado de forma espeluznante, por fortuna sin más daño que la paliza sufrida. Perdió toda opción de triunfo con la espada, logrando una estocada al cuarto intento. Hubo ovación para el torero y también para el toro en el arrastre.

Esaú Fernández se fue a chiqueros a recibir a portagayola al segundo de su lote, viviéndose unos momentos angustiosos porque el de Alcurrucén salió andando y se quedó parado a centímetros del torero, propinándole una voltereta. Esaú brindó de nuevo al publico pero el toro planteó problemas en el inicio de faena, superándolos el torero y cuajando dos buenas tandas de naturales. Siguió otra de mano baja con la derecha que hizo sonar la música. El toro empeoró y fue a menos y Esaú dio una última serie al natural muy meritoria. Volvió a perder con la espada el triunfo, escuchando un aviso.

El segundo de la tarde no se empleó en el capote, embistiendo con la cara alta. Borja Jiménez comenzó la faena con muletazos por alto y bonitos remates por bajo. Lo sacó al tercio y dio una primera serie diestra ligada pero ya en la segunda el toro se apagó, restando emoción a lo que le hizo el torero. Jiménez exprimió todas las embestidas con buen oficio pero sin poder calar en el público. Falló reiteradamente con la espada. Silencio tras aviso.

El quinto embistió sin entrega y rebrincado al capote de Borja Jiménez. En banderillas cogió de forma violenta a Juan Manuel Raya, afortunadamente sin consecuencias. Borja comenzó la faena en los medios dando distancia al toro y ligando con mérito. En la segunda serie el de Alcurrucén quiso rajarse pero en las siguientes el torero supo dejársela para recoger la embestida en una labor de mucho mérito en la que entendió muy bien a su oponente. Mató de estocada y fue ovacionado.

El tercero se emplazó de salida y embistió con brusquedad al capote de Lama de Góngora. En la muleta se quedó corto y se movió sin clase y siempre con brusquedad. Fue un animal deslucido pero Lama supo sacarle alguna serie estimable por el lado derecho a base de dejarle la muleta en la cara y llevarlo tapado. Por el izquierdo hacía hilo y era más complicado. El torero sevillano prolongó la faena en su intento de hacer algo destacado con un toro que no ayudaba.

El sexto lo brindó a Moeckel y lo citó desde los medios para dar una primera serie buena con la derecha. Hubo dos más por ese pitón pero el de Alcurrucén comenzó a venirse abajo. Lama acortó la distancia y le sacó todo el partido posible, sin que la faena pudiera remontar vuelo por la condición del toro. Pinchó varias veces antes de dejar una estocada y su labor fue silenciada.


©Imagen: pase de pecho de Esaú Fernández/EFE.

Sevilla Temporada 2015.

sevilla_270915.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:22 (editor externo)