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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

<img width="270px" height="200px" src=" http://www.plazadetorosdelamaestranza.com/images/stories/cronicas/2013/28abril.jpg">

Domingo, 28 de abril de 2013

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Núñez del Cuvillo y uno, 3º, de Fuente Rey (desigualmente presentado y diferente juego; buenos en general, 1º, 2º y 3º, aplaudidos en el arrastre; 4º, pitado).

Diestros:

Juan Ortega Pardo. Estocada baja (saludos desde el tercio); pinchazo, media estocada, descabello (silencio).

Román. Pinchazo, estocada caída y contraria, descabello (saludos desde el tercio); estocada tendida y trasera, descabello (silencio).

Lama de Góngora. Estocada (saludos desde el tercio); media estocada, descabello, aviso, 8 descabellos (silencio).

Banderillero que destacó: Raúl Martí, de la cuadrilla de Román, en el 2º.

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: fresco, con viento y desapacible.

Entrada: poco más de media plaza.

Crónicas de la prensa: ABC, El Correo de Andalucía, Diario de Sevilla, La Razón, El País, Toromedia.

<iframe src="http://player.vimeo.com/video/65006423" width="384" height="241" frameborder="0" webkitAllowFullScreen mozallowfullscreen allowFullScreen></iframe> <p><a href="http://vimeo.com/65006423">Resumen 15ª de Abono. Juan Ortega, Román y Lama de Góngora</a> from <a href="http://vimeo.com/maestranzapages">Maestranza Pag&eacute;s</a> on <a href="http://vimeo.com">Vimeo</a>.</p>

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Fue buena la novillada de Núñez del Cuvillo, vaya eso por delante. La tarde gélida - dicen que ha nevado en la Sierra Norte- y el viento fueron inconvenientes no deseados, pero no definitivos. El primero y el segundo fueron excelentes cooperadores. Ese jabonero, “Aguador”, uno de los mejores que veremos este año embistiendo en la muleta. Y posiblemente lo fuera el sexto, que llegó al tercio final maltrecho por varias volteretas. Y cuarto y quinto se dejaron. Pero no hubo triunfo a pesar de la voluntad de los novilleros. Juan Ortega tiene cosas buenas pero le falta rodaje. Román tiene rodaje pero atropelló la razón y se llevó dos volteretas propiciadas por él mismo. A Lama de Góngora le tocó bailar con la más fea, el remiendo de Fuente Rey, y el jabonero maltrecho. Mató mejor esta vez, algo es algo. Aún así, se pudieron cortar dos o tres orejas. Son cosas de las novilladas y los novilleros. Si fueran todas como éstas - y no como las echan en Madrid, que son para legionarios curraos- saldrían novilleros esta temporada proyectados desde la Maestranza. Seguiremos informando, amigos.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Detalles. La Maestranza volvía a vestirse de gala tras la Feria para dar lugar en ella la primera de las novilladas. Era un cartel esperado y a priori atractivo, que se plasmó en los tendidos con dos tercios de entrada. Novillos de Núñez del Cuvillo para el sevillano Juan Ortega, Román, que se presentaba en Sevilla, y Lama de Góngora, uno de los novilleros punteros del momento. Después, los astados no respondieron con las expectativas, aunque el segundo fue el más destacado. Román llegó a instrumentar muletazos de buen trazo pero sin llegar a darle forma a la faena. Por su parte, Lama de Góngora, en su segunda tarde en el coso del baratillo esta temporada, hizo sonar la música en el sexto, con la esperanza de levantar la tarde, pero el novillo terminó acusando las dos volteretas que se pegó en el primer tercio.

Lo peor: Una tarde de febrero en abril. Sevilla en primavera es una auténtica maravilla. El olor azahar que impregna sus calles es la señal de la llegada de la estación reina en la ciudad. Se acerca el calor. Pero hoy todos en La Maestranza nos hemos pregunta ¿dónde está el tiempo de la semana pasada? Hemos pasado frío, pero mucho frío, poco típico de una tarde de abril sevillana y más normal por aquellos meses de invierno. Hasta tal punto fue, que durante la faena al quinto de Román, un espectador gritó “por favor, mátalo” y lo que le siguió las carcajadas de todos y continuó “chico, no tienes frío, mi ‘arma’”. Qué razón tenía y qué bien resumió la tarde. Y por si no fuera poco, la lluvia llegó a aparecer brevemente, y el viento molestó mucho a los espadas. Una tarde casi para el olvido.

ABC

<img width="85px" height="85px" src=" https://si0.twimg.com/profile_images/3585502117/976791fec9581e1638bef93d18f1ccb2.jpeg">Por Lorena Muñoz. Tarde fría y un jabonero para el triunfo

La primera novillada tras la Feria de Abril tenía varios e interesantes alicientes. El primero de ellos la vuelta de Núñez del Cuvillo que no lidiaba una novillada en la Maestranza desde 1995. Diecisiete años después embarcó un encierro desigual, al que le faltó fuerzas, con un ejemplar interesante, el segundo, un buen novillo para triunfar.

Y el segundo, una terna con lo más granado de escalafón. Juan Ortega un sevillano que ha cosechado importantes triunfos como el de novillero triunfador en Arganda del Rey donde ganó el traje de luces que estrenó en la Maestranza. El valenciano Román, con triunfos recientes en Castellón y Valencia, y el novillero sevillano con más tirón, Lama de Góngora. Ninguno de los tres pudo redondear la fría tarde.

Juan Ortega saludó dos ovaciones en su lote y lidió con la climatología ya que le molestó mucho el viento que sopló con intensidad al comienzo del festejo. En el que abrió plaza dejó alguna verónica estimable tanto en el recibo como en el quite y comenzó la faena con doblones, muy torero y con mucho gusto, para sacar al novillo más allá del tercio donde hilvanó un par de series con la diestra. Fue mejor con la zurda con naturales largos y con más temple a pesar de que le molestó el viento en muchos momentos de la faena. Se tiró en rectitud tras la espada y dejó una estocada de efecto fulminante. Asomaron algunos pañuelos en el tendido y saludó una ovación.

Con el cuarto no tuvo fortuna. El frío arreciaba en el tendido, incluso llegó a llover y se abrieron los paraguas. Ortega brindó al público para caldear el ambiente, pero su oponente no colaboró para que en el ruedo pasara algo. Comenzó la faena sentado en el estribo y tras un fuerte topetazo en las tablas lo sacó al tercio donde el de Núñez del Cuvillo se fue quedando cada vez más corto, echó la cabeza arriba y se revolvió después de cada muletazo acusando la falta de fuerzas. Estuvo dispuesto pero sin material y así lo entendió el público que le hizo saludar de nuevo.

Román, que se presentaba en la Maestranza, sorteó un lote desigual aunque con opciones. Mostró ganas en el segundo al que hizo un quite por tafalleras y luego otro por gaoneras como réplica al de Lama de Góngora que dejó unas ajustadas chicuelinas. Brindó al público la faena del jabonero, un novillo que se desplazó con largura por ambos pitones y que ofreció muchas posibilidades para el triunfo. El valenciano quiso aprovecharlo y lo toreó con la diestra con menos acople que con la zurda con la que estuvo más templado. Aguantó quieto y se llevó dos feas volteretas, la segunda cuando toreaba por bernadinas, al final de faena. El pinchazo previo a la estocada le privó del premio.

Al quinto, el más pequeño del encierro, lo recibió con dos largas de rodillas en el tercio en lo que fue lo más destacado de su labor capotera. Brindó al ganadero Ricardo Gallardo pero el silencio y el frío polar se habían apoderado del tendido y de lo que pasaba en el ruedo, donde en realidad no pasó nada destacable. Román se alargó en varias tandas de muletazos sin conectar con el público y llegó a escuchar un aviso.

Lama de Góngora, el novillero con más ambiente del cartel, volvía a Sevilla tras su debú el 10 de abril y con la referencia de la Puerta del Príncipe en las de promoción del año pasado. En su segundo paseíllo de la temporada no pudo revalidar su triunfo ni alcanzar las cotas artísticas que le preceden. Se fue a chiqueros en el tercero y manejó con gusto el capote al igual que Ortega que quitó por delantales y una media. La faena de muleta no llegó a romper al igual que la embestida del novillo, a oleadas, a veces con intensidad y otras a regañadientes. Se fue quedando más corto y la posibilidad de triunfo se fue diluyendo. La buena noticia es que dejó una buena estocada de la que rodó sin puntilla el de Fuente Rey.

El sexto, otro jabonero de bella estampa, dio dos volteretas en el recibo a la verónica de ahí que el sevillano lo cuidara con mimo en el caballo, donde el picador solo señaló la suerte. Brindó al respetable, que había protestado al presidente para que lo devolviera a los corrales. Lama de Góngora le cambió los terrenos varias veces en la faena que tuvo gusto y temple con la diestra, largura en los pases de pecho y torería entre series. Al natural, con ayudados, enganchó la muleta y paró la banda de música de Tejera que interpretaba ‘Puerta grande’. Falló en exceso con el descabello para cerrar la gélida tarde.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. La Maestranza parecía Valdemorillo

La suerte permitió que los tres novillos de mayores opciones se distribuyeran equitativamente en los lotes. Fueron un primero de excelente clase y boyantía en la muleta; también un complejo segundo por orientado y mirón que transmitía mucho cuando se entregaba en los engaños; el tercer torete potable fue el sexto, un jabonero blando y noble que quizá duró demasiado poco.

El caso es que hubo material para que la terna hubiera salido más o menos disparada de un festejo que había despertado una enorme expectación. Ni el tremendo frío que sacudía los tendidos de la plaza de la Maestranza -parecía un festejo de Valdemorillo o Ajalvir- restó los dos tercios largos de aforo en una plaza que presentaba un aspecto inusual para estas calendas: abrigos, paraguas, bufandas… el mundo al revés después del ese breve veranillo que nos engañó a todos.

Decíamos que ese primero llegó a la muleta con un excelente son y unos viajes rebosantes que no fueron amortizados por Juan Ortega, un chico con un pie en Sevilla y otro en Córdoba del que se cuentan muchas cosas y casi todas buenas. Pero el caso es no logró acoplarse a esa gran embestida. Hubo mejor planteamiento que resolución pero el acople verdadero no llegó a levantar un trasteo que también tuvo en contra la continua molestia del viento. ¿Estuvo mal Ortega? Tampoco bien. La oportunidad era de oro y se le esfumó por completo. Lo mejor, la estocada. La parroquia andaba ya criogenizada cuando despachó al cuarto, un novillo seguido, tardo, corto de viajes y violentito con el que pasó demasiado tiempo en la cara.

También se esfumó la oportunidad de triunfo que puso el segundo de la tarde en manos de Román. Pero el sonriente novillero valenciano no terminó de centrarse por completo en una faena que tuvo buen inicio y mejor final aunque adoleció de mayor y mejor trazo en su fase central. El novillo transmitía una barbaridad por el pitón izquierdo pero también miraba siempre lo que había detrás de la muleta y, definitivamente orientado, llegó a alcanzar al chico dos veces, la segunda de ellas cuando se lo echó encima al cerrar el trasteo con las inevitables y prescindibles bernardinas. Con el paletón quinto tuvo muchas menos opciones. Animoso, lo recibió con dos faroles de rodillas en el tercio pero a esas alturas la plaza había entrado en la quinta glaciación y el utrero, embistiendo a trompicones, tampoco terminó de centrarse en una faena larga y anodina que parecía haber sentenciado definitivamente el festejo.

En estas salió el sexto, otro precioso jabonero de escasísimas fuerzas que en otras circunstancias -que le pregunten al presidente- habría sido devuelto de inmediato. Pero el novillo de Cuvillo llegó a la muleta de Lama con una templada nobleza que el nuevo valor de la afición hispalense -se notó en los tendidos- aprovechó en una faena rítmica y compuesta, de muletazos a media altura con la cintura quebrada; resueltos con un leve codilleo y rematados con pases de pecho al hombrillo contrario que despertaron al público de la hibernación. Cuando se echó la muleta a la mano izquierda cambió la decoración. El bicho comenzó a defenderse de puro flojo y la faena, a menos, acabó de enterrarse en un sin fin de descabellos. Con el informal y soso tercero no pasó de tesonero y machacón aunque lo mató a ley.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Espectáculo tibio en tarde gélida

Muy buena entrada si se tiene en cuenta la tarde gélida, más propia de Valdemorillo allá por febrero que de un festejo primaveral en Sevilla. Aficionados y cabales tras la pista de una terna prometedora, compuesta por dos sevillanos -Juan Ortega y Lama de Góngora- y el valenciano Román. La novillada de Núñez del Cuvillo, remendada con un astado de Fuente Rey, lidiado en tercer lugar, hubiera dado para mucho más en manos expertas. Pero los chavales se marcharon de vacío.

Juan Ortega intentó realizar las suertes con gusto. Ante el novillo que abrió plaza, bien presentado, bueno, aunque se metía algo, se lució en un par de bellas verónicas y realizó una labor correcta, en la que hilvanó buenos muletazos en sendas tandas; siendo molestado por el viento en momentos en los que la faena cobraba mayor intensidad.

Con el cuarto, un colorao que se lastimó al salir de un puyazo, Ortega apenas pudo lucirse ante un ejemplar tardo y que se quedaba corto.

Román, quien se entregó sin reservas ante su lote, contó con el animal más boyante del encierro, el segundo. Un jabonero bien hecho, que salía suelto en los primeros tercios y que descolgó tras la muleta del valenciano. A su quite por tafalleras, le contestó Lama con otro mejor por chicuelinas y el titular cerró con unas arriesgadas gaoneras. Román comenzó su faena con estatuarios a pies juntos. Con la diestra anotó una tanda corta y con calidad. Y al natural, relajado, cuajó una serie rematada con un excelente pase de pecho. Hubo luego ligazón por el pitón derecho. Y naturales de mano baja. El novillo estuvo a punto de cogerle en un pase de pecho con la zurda. En el cierre, por bernadinas, atropelló la razón y el novillo le enganchó; afortunadamente sin mayores consecuencias. Se libró milagrosamente de una seria cornada. El público estaba con el torero por su disposición. Pero el espada no bajó la muleta en el primer envite y pinchó. Precisó de otra estocada y un descabello y lo que se prometía como un posible premio quedó en una fuerte ovación.

Con el quinto novillo, el de menor volumen del encierro, más pequeño y recortado, sin clase en sus embestidas, Román realizó una labor voluntariosa, tras recibirlo con dos faroles de rodillas en las rayas.

Lama de Góngora, quien en la pasada Feria de Abril dejó una grata impresión, salvo con la espada, aportó una buena actitud y también demostró que ha mejorado en la suerte suprema, que ha practicado estos días bajo la tutela de Espartaco padre. Recibió al serio tercero, con el hierro de Fuente Rey, con una larga cambiada de rodillas frente a toriles y lanceó bien la verónica. Ortega se anotó un buen quite por delantales. El ejemplar de Fuente Rey resultó molesto -se metía por el pitón izquierdo y a veces se quedaba debajo por el derecho-. Lo mejor de Lama surgió en una serie diestra en la que tapó la cara al animal y trazó buenos muletazos. Mató de certera estocada.

El jabonero sexto, también bien construido, se destrozó en un par de volatines al humillar tras los vuelos del capote de Lama, que cuidó, junto a su cuadrilla, a un animal con mucha calidad, pero justo de fuerzas. El torero del Arenal consiguió sendas tandas, por ambos pitones, en las que los muletazos fueron largos. Dibujó algunos otros con el buen gusto como bandera. El problema es que no podía bajar la mano, porque el astado se podía caer. Por ello, faltó emoción al trasteo, que se diluyó pronto. Después de propinar media estocada, Lama dio un mítin con el verduguillo. Precisó de hasta nueve descabellos.

El espectáculo, con picos de interés, no pasó de tibio en una tarde gélida, impropia de la primavera sevillana.

La Razón

Por Paco Moreno. Más voluntad que acierto en una tarde de frío invernal en La Maestranza

Volvió el frío a Sevilla y, por tanto, a La Maestranza, en un día que se presentó muy ventoso y que se notó en el ruedo. A pesar de ello, buena entrada en el Baratillo, superándose el medio aforo cubierto, similar a algunos días de las corridas feriales. El cartel era interesante sobre el papel y el público respondió al buen planteamiento de la empresa Pagés. Una terna de novilleros punteros acompañados del regreso de Núñez del Cuvillo al coso sevillano con una novillada, 27 años después de lidiar la última.

Juan Ortega mostró que maneja bien los engaños y que tiene buen corte: clásico y estilista, aunque no pudiera rematar su labor ante su primero. Unas veces fue la falta de acople y, otras, el viento. Verónicas estimables y naturales interesantes, pero con altibajos por la falta de continuidad en su labor ante un novillo que tuvo buen son, sobre todo por el pitón izquierdo. Un trasteo más voluntarioso que lucido ante el cuarto. Un novillo incómodo de embestida, sin aparente maldad, pero también falto de fuerzas y codicia, que llevó un molesto cabeceo. No pudo levantar, por tanto, la faena el novillero sevillano.

Asimismo, Román se encontró ayer con el novillo soñado para presentarse en Sevilla: noble, repetidor y muy templado en las embestidas. Con este animal, primero de su lote, realizó una actuación a más, en la que destacaron sus verónicas de recibo y el quite de frente por detrás, réplica a otro por chicuelinas de Lama de Góngora. El valenciano dejó una faena más que aceptable, intercalando tandas sobre ambas manos; aunque luego la malograse con los aceros. Curiosamente, al quinto le dejó una estocada, pero este animal colaboró bastante menos, pues la falta de fuerza marcó su comportamiento. Estuvo voluntarioso el levantino, planteando una faena de muletazos interesantes, pero que, en conjunto, desembocó en frialdad, como cada vez más fría, en lo climatológico, avanzaba la tarde.

Por último, Lama de Góngora se fue a la puerta de chiqueros para recibir con una larga cambiada de rodillas a su primer novillo. Se estiró a la verónica y puso mucha voluntad en una faena de muleta, a veces fría, en la que intentó siempre sacar partido a un novillo que tuvo nobleza y embestidas algo descompuestas. El sexto dio dos volteretas sobre los pitones en los primeros compases de su lidia y ahí perdió fuelle. Tuvo bondad, pero poca acometividad, y el novillero se arrimó en tandas sobre ambas manos el tramo final de la novillada, sin poder rematar su labor y fallar con el descabello.

El País

Por Antonio Lorca. Una tarde fresca y fría

Acertó la previsión meteorológica, y del calor sofocante de las tardes de feria se pasó al frío invernal tan impropio por estas tierras en fechas como las actuales. Pero las bajas temperaturas se mitigan con ropa de abrigo; lo que tiene difícil arreglo es cuando el frío se instala en el ruedo y todo lo que allí sucede no hay manera de calentarlo. Algo de eso ocurrió ayer en la Maestranza, en la que estaban anunciados tres novilleros de postín con novillos de alta alcurnia ganadera, y lo que se presagiaba como tarde de altos vuelos quedó, al final, en un quiero y no puedo de extraña explicación. O no, según se mire.

Lo normal sería culpar a los novillos, que no pueden defenderse una vez que van camino de la plaza de abastos. Lo normal –que es verdad– sería decir que eran de estampa enjuta, de fuerzas muy justas, de bondad infinita y algunos de excelsa calidad, junto a otros de sosería innata o invalidez manifiesta. Y estos novillos presentan una gran dificultad: que hay que ser muy buen torero para destacar delante de ellos; y no es que no lo sean los tres chavales de ayer. El problema radica, mejor, en que los novillotes eran tan buenos y de tan almibarada embestida, que no se daban a respetar. Para ser toro hay que demostrar algo de fiereza y de codicia. Hay que dar miedo, vamos. Y la novillada de ayer parecía de juguete.

De hecho, la Maestranza no se despertó hasta que Lama de Góngora dibujó un quite por garbosas chicuelinas en el segundo de la tarde. Ya había matado el primero Juan Ortega, un joven prometedor, con planta de torero, experimentado para mayores empresas, que no llegó a acoplarse con un becerro excesivamente bondadoso y al que citó siempre con el pico de la muleta. De tal modo es ardua tarea emocionar a nadie. El cuarto fue un inválido, soso y deslucido que no le permitió más que estar con ganas de agradar.

Algo parecido le ocurrió a Román, que derrochó seguridad y conocimiento, y le faltó exquisitez para destacar ante el muy bonancible segundo, un jabonero al que muleteó siempre con la suerte descargada y en línea recta, sin posibilidad de que su labor llegara a los tendidos. No tuvo opciones ante el quinto, muy soso y descastado, al que recibió con dos largas afaroladas de rodillas en el tercio.

El más esperado por los sevillanos era Lama de Góngora, que concita todas las esperanzas de los amantes de la torería hecha arte. Y a fe que el muchacho tiene maneras y un gusto excelente. Recibió a su primero con una larga cambiada de rodillas en los medios, y no hubo más porque el animal salió suelto. La faena de muleta no alcanzó el nivel esperado porque la embestida era corta y sosa, el novillero insistía una y otra vez con la suerte descargada, y toda su labor careció de ángel. El sexto, otro jabonero de bonitas hechuras, se dio dos costaladas en los primeros compases de la lidia y quedó muy mermado de fuerzas. Destacó su enorme calidad, pero no podía mantenerse en pie. Aun así, Lama lo cuidó, lo mimó y algún muletazo tuvo hondura. Como en esta tierra somos exagerados, la banda rompió a tocar como si la lidia de un moribundo mereciera tal honor. Lama se ejercitó para cuando le toque un novillo de verdad y muchos jalearon sus buenos detalles. Todo fue de más a menos hasta que la música comprendió el sinsentido de sus notas.

Toromedia

Román y Lama hacen lo más destacado de la tarde

El buen sabor de boca dejado por los novilleros Román y Lama de Góngora fue lo mejor de una tarde presidida por el frio y el viento en Sevilla. Las faenas que ambos hicieron al segundo y sexto de la tarde fueron lo más destacado de una novillada en la que ninguno de los actuantes logró tocar pelo.

Juan Ortega estuvo entonado con el capote en el primero de la tarde. Bonito resultó el comienzo de faena con la rodilla flexionada y después se llevó al novillo a los medios, donde el viento le molestó. Destacó la segunda serie al natural y en la tercera sobresalieron los remates de pecho. La faena no pudo tomar vuelo por la molestia constante del viento. Mató de estocada desprendida de rápido efecto y fue ovacionado.

Ortega se lució en un galleo con el capote a la espalda para colcar en suerte al cuarto de la tarde, un novillo que se quedó muy corto en todo momento y que deslució los intentos del novillero. Puso voluntad, pero no tuvo materia prima apta para lograr un triunfo. Su labor fue silenciada después de escuchar un aviso.

El valenciano Román, que debutaba en Sevilla, bajó las manos en el recibo capotero y brilló en un galleo por tafalleras para llevar el novillo al caballo. A continuación, Lama de Góngora hizo un quite por chucuelinas rematado con una buena larga al que Román respondió con uno por gaoneras con mucha quietud. Este fue el mejor novillo de la tarde y el novillero lo aprovechó para mostrar sus buenas formas a la afición de Sevilla. Hubo buenas series tanto con la mano derecha como al natural, de toreo ligado y templado, que subieron el tono de la tarde. Al final sufrió un par de sobresaltos, uno de ellos cuando toreaba por bernardinas muy aparatoso pero sin consecuencias. Pinchó y perdió la posibilidad de tocar pelo.

Al quinto lo recibió con dos faroles de rodillas, pero no pudo haber continuidad por salir suelto el de Cuvillo. A este astado le faltó fuerza y le costaba pasar en la muleta. A base de insistir, Román logró alguna serie con la derecha y también algún natural suelto al final de la faena, pero la obra no llegó a tomar cuerpo por la limitación del novillo.

Lama de Góngora afrontaba su segundo compromiso en las novilladas de abono y no tuvo materia prima para el triunfo. El primero de su lote fue un novillo de Fuente Rey que completó la novillada de Cuvillo y que resultó brusco y soso en su comportamiento. Lama apostó fuerte al irse a portagayola, mostrándose variado con el capote a continuación. Con la muleta lo intentó con insistencia ante un novillo brusco que no transmitía nada. Lo mató de buena estocada y fue aplaudido.

El sexto, este sí de Cuvillo, dio dos vueltas de campana en el capote, quedando mermado de fuerza. Lama comenzó en buen tono la faena de muleta, con series por el lado derecho que dejaron ver las buenas formas de este novillero. La música sonó y se creó buen ambiente a pesar del intenso frío que a esas horas atenazaba a los tendidos. También al natural hubo momentos de mucha plasticidad, pero el novillo acusó las volteretas iniciales y se vino abajo, por lo que la faena no pudo rematarse. Mató de media y falló reiteradamente con el descabello. A pesar de ello fue ovacionado.

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Sevilla Temporada 2013.

sevilla_280413.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:18 (editor externo)