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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Lunes 2 de mayo de 2022

Corrida de toros

Ficha técnica del festejo

Ganadería: Victoriano del Río-Toros de Cortés (correctamente presentados, nobles y descastados. Los mejores, 4º y 6º)

Diestros:

El Juli: Meteysaca, pinchazo, media estocada, dos descabello (silencio); media estocada efectiva (oreja).

Andrés Roca Rey: Meteysaca, pinchazo, media etocada, dos descabello (silencio); pinchazo, aviso, estocada caída, aviso, descabello (palmas).

Tomás Rufo: Gran estocada fulminante, rueda sin puntilla (oreja); estocada que saca, peligrosa voltereta, estocada caída (dos oreja). Sale por la Puerta del Príncipe.

Banderilleros que saludaron: Fernando Sánchez, de la cuadrilla de Tomás Rufo, en el 6º.

Presidente: Gabriel Fernández Rey.

Tiempo: muy lluvioso, tormentoso y ventoso desde el principio. Se aclaró al final.

Entrada: lleno no hay billetes.

Imágenes

Video resumen AQUí

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

La moda de la Puerta del Príncipe

Parece que se ha puesto de moda lo de salir por la Puerta del Príncipe, como lo de los indultos. Vaya por delante que el chaval Tomás Rufo estuvo muy bien con sus dos toros, pero aunque se haya llevado una voltereta gorda, si no lo mata no debe obtener máximos trofeos. Por cierto, yo sólo ví asomar un pañuelo, no sé si fueron a la vez…La tormenta nos presentó una tarde compleja, los toros de Victoriano la arreglaron. Por cierto, no sé porqué se ovacionó al último, rajadísimo, al que tuvo que contener como pudo Rufo en su muleta. Pero si los toros son del pueblo y la Maestranza tiene que ser una plaza de pueblo, que lo sea. La voluntad y el esfuerzo, algo incomprendido, los puso Roca Rey. Y lo mejor de la tarde lo hizo El Juli en el 4º, sensacional su faena, plena de verticalidad, temple y naturalidad, como nunca se le vio en el coso del Baratillo. Esa fue la oreja importante del festejo.

Lo mejor, lo peor

Lo mejor. No quedará para el olvido el capote de José María Soler, que realizó un quite providencial al joven monosabio que, demostrando entrega y un pundonor indescriptible, resbaló sobre el barrizal intentando poner en pie al caballo que había sido derribado por el cuarto toro de la tarde.

Lo peor. La tremenda tormenta que, aunque al final no lograr aguar en demasía la tarde, sí es cierto que la deslució y, además, puso en peligro a todos los actuantes del festejo.

Crónicas de la prensa

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Correo de Andalucía. Tomás Rufo: contra viento y marea…

Los pronósticos invitaban a la inquietud. Marcaban algún chubasco a la hora de los toros pero la previsiones fueron empeorando a medida que se acercaba el momento de partir plaza. Cuando salió el primero cayeron las primeras gotas. Lo que se presentía como un aguacero de circunstancias se acabó convirtiendo en una lluvia persistente que no abandonó el espectáculo hasta la lidia del sexto toro. Ahí se iba a vivir, precisamente, el cenit de una brillante corrida que logró derrotar a las propias inclemencias meteorológicas aunque cabe preguntarse, en pleno siglo XXI, hasta qué punto es legítimo celebrar un evento de estas características –y a los precios que se pagan- en esas condiciones atmosféricas.

Habrá que dejar el debate y la reflexión para otro día a tenor del excelente momento de forma, sitio, fondo y la gran proyección mostrada por Tomás Rufo. El toledano –bien formado en la cocina de la casa Lozano- llegó resuelto a triunfar sin importarle su condición de ‘tapado’ en los carteles que había presentado Pagés. La apuesta era segura, tal y como certificaban los comentarios de los buenos aficionados y, especialmente, ese fino calibre que marca el boca a boca de los buenos profesionales.

¿Qué podemos contarles? Que Rufo abrió la Puerta del Príncipe con autoridad de figura en ciernes gracias a una ecuación de calidad, capacidad, ambición, dominio de la escena, conocimiento de los animales y hasta intuición para dar a cada uno de los toros lo que le estaban demandando. Comenzando por el final: le cortó dos orejas rotundas al sexto, un animal noble y mansito, muy distraído entre suerte y suerte, al que ya había cuajado a la verónica y acabó toreando con templanza, aplomo, variedad, seguridad… La faena tuvo la virtud de remontar un breve bache argumental y se vivió como una redención colectiva después del baño oceánico que hizo desertar de los tendidos a centenares de espectadores. No, no le pidan al cronista que entre en demasiadas averiguaciones. Tomar notas se hizo una auténtica quimera. Ya lo dijo Felipe II: aquello de los elementos…

La emoción gana a la memoria en la evocación de esa faena que Rufo quiso amarrar con una estocada en terrenos de la puerta de arrastre. El toro le echó mano en el embroque y pareció engancharlo en los pitones antes de arrastrarlo por el ruedo en una angustiosa secuencia que acabó, en el lado contrario del ruedo, agarrando el espadazo definitivo que puso en sus manos las dos orejas y con ellas, esa Puerta del Príncipe que le coloca en la antesala de la gloria, en el zaguán de la primera fila del toreo. Ya le había cortado otra al tercero mientras arreciaba la lluvia gracias a una faena ‘lozanista’ y entregada que supo captar la atención de la parroquia. El agua que caía puso cierto plus de hazaña a lo que ocurría en el ruedo. Lo mejor estaba por venir…

Pero es que la tarde, más allá del tsunami acuático, tuvo otros argumentos. Rufo había hecho el paseíllo con un viejo general –El Juli- y un joven capitán –Roca Rey- que tuvieron que contemplar al más joven alférez llevándose los laureles de la batalla. Uno y otro presentaron armas y dieron lo mejor de sí mismos ante el interesante encierro de Victoriano del Río. El madrileño, cuajando de cabo a rabo al buen cuarto en una faena de su mejor corte en la que exprimió hasta la última de las embestidas del toro. La verdad es que dio gusto ver al maestro en sus mejores fueros, feliz en la cara del toro, transmitiendo esa seguridad de mariscal en una completa labor a la que le faltó mejor refrendo con la espada. Con el primero de la tarde había mostrado su solvencia profesional mientras el personal trataba de resguardarse de las primeras gotas. No iban a parar.

Ojo: no hay que olvidar la gran faena de Roca Rey al quinto de la tarde, enfangada por la espada y los avisos pero representativa del excelente momento que le venían cantando al diestro peruano desde los albores de esta campaña de definitiva vuelta a la normalidad. Roca, saludado con rayos y truenos, se puso delante de sus toros con autoridad de primera figura y formó una auténtica tremolina cuando culminó esa labor por luquecinas, que para algo vive cerca de Gerena. La lluvia había puesto algunos escollos en su faena al segundo de la tarde pero no impidió que se subiera encima de las olas para cuajar a ese quinto en una labor intensa, trepidante, llena de ritmo que habría merecido premio gordo si el acero hubiera entrado en tiempo y forma. Fue una tarde en la que, pese a todo, y en contra de la tempestad, se marcaron algunas constantes. Tomás Rufo quiere tomar el timón.

Por Luis Carlos Peris. Diario de Sevilla. Tomás Rufo, figura a corto plazo

Hacer el paseo desmonterado y salir por la Puerta del Príncipe es un premio sólo para elegidos, tan elegido como un toledano que debutaba y que iba a enamorar a Sevilla con dos faenas macizas y un estado de ánimo por las nubes. Y todo discurría en una tarde meteorológicamente a contraestilo que se encabronó meteorológicamente poco antes del comienzo y que tendría momentos de lluvia torrencial. Y si la lluvia en Sevilla es una maravilla, en su plaza de toros no lo es. El albero no sólo no drena sino que, creando una capa de barro, convierte el ruedo en una pista de patinaje en el que guardar la verticalidad es muy complicado.

Pero en ningún momento revoloteó sobre el pensamiento de los toreros la suspensión y ya que tiraron palante, la corrida discurrió bajo una catarata que dificultó en gran manera la labor de los coletudos. Pero El Juli no es de amilanarse, cuajó verónicas bajo el diluvio en su primero, lo domó con su muleta dominadora y aunque el toro no colabora, él se muestra muy por encima del toro. En el cuarto seguía la lluvia y bajo las notas de Suspiros de España y tras brindar a la plaza cuajó a Forajido, un mulato cinqueño, serio y con mucha clase. Un gran toro para un torero grande que no deja una sola tarde de pisar el acelerador a fin de exprimir a cuanto le sale de chiqueros con la mano muy baja para sacar los pases por debajo de la pala del pitón. Si en su primero anduvo a la deriva con la espada, en éste acertó y una oreja fue su cosecha en su primera tarde sevillana.

Andrés Roca Rey entraba en el abono sevillano con esta corrida de Victoriano del Río y la verdad es que debe haberse ido nada satisfecho. Y no puede decirse que fuese por su culpa, sino por un lote poco agradable, el lote de más volumen del encierro. Andrés quiso y hasta pudo, pero entre el diluvio y uno se sabe qué, su faena no tuvo la respuesta adecuada del tendido. Cierto es que resulta difícil animar con un paraguas en la mano, pero el peruano debió tener una respuesta mejor. Roca Rey, que es el mejor atractivo para la taquilla y que está llevando a las plazas mucha juventud, siempre da todo lo que tiene y ayer estuvo muy por encima del lote que le cupo en desgracia. Dos toracos que subían bastante sobre el resto de la corrida y que hacía dudar de cómo se había enlotado la corrida.

Y la sensación de la tarde vino de Toledo y de esa factoría de hacer toreros que tienen los Lozano. Tomás Rufo era esperado con ganas y todo lo que realizó fue un recital de toreo bueno, hondo y sin alharacas. Vestido de grana y oro, este joven espada evidenció unas ganas enormes de ser figura del toreo. Desde sus verónicas con especial brillo las de recibo al sexto y como adormeciendo la embestida de Jaceno hasta su toreo seco con la muleta, este joven toledano ha encandilado a Sevilla. Curiosamente brindó sus dos toros a la plaza y la verdad es que la plaza estuvo con él desde aquellas verónicas de ensueño hasta que se lo llevó en volandas por la puerta mayor y más complicada del toreo. Entendió a la perfección a su lote, dio la que puede ser la estocada de la Feria a su primero y se tiró dramáticamente en el morrillo del sexto para agarrar la anhelada Puerta del Príncipe.

Un suceso la aparición de un torero que muchos cuestionaban cuando vieron la luz los carteles. ¿Y qué clase de torero vio Sevilla en él? Pues un torero que, aun en estos inicios, parece cuajado como para ponerse más pronto que tarde en todo lo alto del escalafón. Torea con el capote como si fuese de por aquí abajo y es con la muleta tan rotundo como fueron y son los mejores muleteros castellanos. Si Dios quiere vuelve por San Miguel en compañía de Morante y Juan Ortega, dos debilidades de Sevilla, pero él se ha convertido de un plumazo y un recital de toreo como otro favorito de la afición hispalense. Un triunfo tan rotundo en un debut tiempo hacía que no veíamos en el ruedo del Baratillo.

Por Antonio Lorca. El País. Exagerada Puerta del Príncipe para un gran Tomás Rufo

Este año alguien cortará un rabo en la Feria de Abril; y, si no, al tiempo. La secular exigencia generosa de esta plaza ha desaparecido, y quién sabe si la pandemia nos ha vuelto a todos más dadivosos o será que creemos que los triunfos nos fortalecen frente a los muchos y potentes enemigos de esta fiesta.

Tomás Rufo, el joven torero de Talavera de la Reina, ha debutado en La Maestranza con todos los honores; ha entrado en el alma de Sevilla, que es galardón que solo a unos pocos se les concede. En una sola tarde, descolorida por una fuerte tormenta y embarrada por una pertinaz e intensa lluvia que se mantuvo durante la lidia de los cinco primeros toros, Rufo ha dicho alto y claro que es un torero tocado por la varita mágica del temple, la elegancia, la hondura, la entrega y el valor.

A pesar del ambiente tan desabrido, —el agua, el viento, el barro, los charcos y cada cual más pendiente del paraguas del vecino que de lo que sucedía en el albero—, el debutante ha demostrado que es un inconformista, que se sobrepuso a la adversa climatología con un pundonor y una tauromaquia que ha dejado a más de uno con la boca abierta.

Manejó el capote con una gracia exquisita. Veroniqueó a sus dos toros con hondura y suavidad, y participó en quites por chicuelinas y delantales en los de sus compañeros.

Ya en su primero avisó de que le adorna el don de la naturalidad ante un toro manso y de comportamiento desigual, como toda la corrida, que no permitió que la faena levantara el vuelo; pero cortó una oreja por su técnica depurada, su buen estilo y una estocada caída de efecto fulminante.

Más opciones le ofreció el sexto, tan huidizo y rajado como noble, al que toreó con garbo y hondura, con muletazos por ambas manos de muy buen corte.

Su labor fue entonada, pero no rotunda; de buen gusto, pero no arrebatadora. Así las cosas, montó la espada, y, en el momento del encuentro, el toro lo enganchó por la muslo derecho, lo volteó y lo arrolló durante varios metros por el barro en una situación dramática y angustiosa. Cuando pudo zafarse de su oponente, se le vio dolorido y con el semblante demudado, aunque, por fortuna, no resultó herido.

Con el vestido de color albero mojado, cobró una estocada, y el público, conmovido por la paliza recibida, pidió con desmedido afán las dos orejas, que el presidente concedió sin rechistar.

No era faena de dos orejas, pero ya se sabe que una voltereta predispone para el triunfo, y Rufo, que ha dejado en esta plaza una impecable impresión, se ha beneficiado de ello.

Por eso, esta Feria de Abril, cortar un rabo está más cerca que nunca. A ver qué otra opción le quedará a la presidencia si un torero es capaz, de aquí al domingo, de conmocionar al triunfalista público sevillano.

También El Juli y Roca Rey sufrieron los rigores de la lluvia y el desigual comportamiento de los muy serios toros de Victoriano del Río. El primero cortó una oreja por veteranía, madurez, conocimiento y buen gusto. Así lo expresó ante el cuarto de la tarde, al que muleteó con limpieza y suavidad después de que su primero, soso y muy descastado, no le ofreciera oportunidad alguna.

Y Roca Rey persiguió el triunfo con ahínco; muy centrado y valeroso ante su anodino primero, y muy pesado ante el desclasado quinto. A poco si escucha los tres avisos.

Por cierto, José María Soler, de la cuadrilla de El Juli, le hizo un quite verdaderamente providencial a un monosabio que cayó en la cara del cuarto toro cuando trataba de defender al caballo del picador, caído en el suelo. El capote de Soler evitó lo que pudo ser una cornada segura.

Y a estas horas, el joven Rufo seguirá saboreando las mieles de una Puerta del Príncipe exagerada a todas luces; una pena que no vuelva hasta la Feria de San Miguel; sería un buen candidato a cortar el rabo que está a punto de caer.

Por Patricia Navarro. La Razón. Tomás Rufo roza la tragedia y se convierte en Príncipe

Con la misma puntualidad con la que empezaba la corrida se desató la tormenta sobre Sevilla como si no hubiera un mañana. Recién tomábamos asiento no había manera de cubrirse de la lluvia ni de ver lo que ocurría en el ruedo con El Juli mientras la mayoría aguantábamos el tirón y otros abandonaban sus localidades en busca de resguardo. (Esto convalida a pisotón por espectador que huye y nublar la visión constante). El primer Victoriano no fue ni bueno ni malo y así la faena de El Juli con escaso tino con los aceros.

Roca buscó darnos refugio con su toreo mientras tronaba, crujía el cielo de la Maestranza sin piedad. El toro, con mejores principios que finales, le dejó las cercanías y resolver con arrucinas para construir una faena sólida que remató con bernadinas. La espada se cruzó en el camino.

El ruedo era ya un barrizal peligroso y ensangrentado (ríos de tinta de las rayas) cuando saltó el tercero. Era esperado el turno de Tomás Rufo. Las cuadrillas perdían pie al intentar parear, los trastos había que cambiarlos por el peso cada poco tiempo, la vida ocurría muy rápido y muy despacio. Rufo se tomó en serio su paso por Sevilla y aprovechó las condiciones del toro para hacer el toreo clásico, el que es eterno. El estoconazo le dio la puerta a un trofeo. En realidad aquello no fue más que el preámbulo, un aperitivo, pero todavía no lo sabíamos.

Juli se entretuvo con un cuarto, noblón y con mucho temple. Aislado de la lluvia, el piso y los tiempos lo hizo fácil, lo disfrutó para él como si estuviera en el campo y la estocada hizo el resto para que el premio fuera suyo. Tal y como estaba la plaza todo tenía mérito.

A la música no se lo debió parecer cuando Roca Rey se fajó con el quinto, que era más complicado, porque se lo guardaba todo y había que buscárselo. Se puso corajudo, insistente, silenciado hasta el final por el cuestionable criterio de la música y con poco tino con la espada. El esfuerzo ahí estaba.

Rufo no es que rozara la tragedia es que la miro de frente, le rasgó la piel y le perdonó la vida. Fue al entrar a matar al sexto, después de una faena a un toro rajado, pero con ese punto de transmisión. Se perfiló cerca del burladero de matadores, donde peor estaba el piso, y al resbalón le siguió una cogida espantosa con el toro apretando para dentro. Horrible. Cuando se puso en pie se desplomó. Tardamos un poco en saber qué tenía. Por suerte la tarde acabó en final feliz. Le siguió un espadazo que ponía fin a una labor cimentada sobre el toreo zurdo. En la verticalidad, en el temple y en la seguridad. Aplomo por parte de Rufo, que encontró en Sevilla lugar seguro. Corazón conquistado. Y así, tras la lluvia, la tormenta, los truenos, los desvelos y una cogida terrible, abandonó la Maestranza por la Puerta del Príncipe. La vida, a veces, también puede ser maravillosa.

Por Toromedia. Tomás Rufo abre la Puerta del Príncipe en la octava de abono

Un fuerte aguacero coincidió con la salida del primer toro de la tarde, con el que El Juli apenas pudo lucirse de capa. Comenzó la faena doblándose con el toro y el viento le molestó en los primeros compases. El de Victoriano del Río no se empleaba mucho, pero poco a poco Julián lo fue metiendo en la muleta, sobre todo por el lado derecho. Labor de oficio que tuvo escaso eco en unos tendidos más preocupados por guarecerse de la lluvia. Falló con los aceros y fue silenciado.

Cuando El Juli recibió de capa al sexto, la lluvia había amainado. Dio lances en los medios y abrochó con dos medias. El toro derribó en la primera vara y el Juli hizo un quite lucido por chicuelinas. Comenzó la faena con buenos muletazos diestros con la rodilla flexionada a los que siguió una serie por ese mismo pitón. Al natural toreó con verticalidad y relajo. Volvió a la derecha para gustarse en las últimas series de una faena en la que se le vio disfrutar, incluso pisando un terreno de cercanía muy comprometido en la fase final. Obra maciza de momentos de enorme profundidad que apuntaba triunfo grande pero la espada quedó un poco tendida en media estocada. Cortó una oreja.

El primero de Roca Rey y segundo de la tarde hizo una brava pelea en el caballo, empujando mucho en las dos varas que tomó. Tomás Rufo hizo un quite en el que destacó una media. El toro buscó chiqueros. Roca Rey comenzó la faena en medio de los truenos y rayos de una fuerte tormenta. Se llevó el toro a los medios a pesar del viento y ahí ligó dos series con mano baja y mucho aguante. Por el lado izquierdo el toro probó más y Roca aguantó con valor. Volvió a la derecha y calentó de nuevo en medio de un fortísimo aguacero. Terminó con bernadinas y mató de pinchazo y estocada, pero el toro tardó mucho en caer, perdiendo un posible premio.

Roca Rey no pudo lucirse de capa en el quinto, que acusó el mal estado del ruedo a la hora de desplazarse. La faena la hizo en terrenos del 6, donde el ruedo estaba algo mejor, y fue templando al de Victoriano con la derecha, aprovechándolo por ese pitón en series ligadas y de mucha superioridad. También logró meterlo en la muleta al natural imponiendo su ley y dejando siempre la muleta en la cara. El parón final con luquesina incluida creó ambiente de triunfo, pero pinchó antes de dejar una estocada algo desprendida, teniendo que descabellar. Dos avisos, se esfumó el posible premio.

Tomás Rufo dio buenas verónicas al tercero, un toro al que apenas se pudo banderillear por el peligroso estado del ruedo. Brindó al público bajo el persistente aguacero y ligó dos series de mérito, más limpia la segunda. El de Victoriano del Río fue un buen colaborador y Rufo lo aprovechó sobre todo por el lado derecho, ya que por el izquierdo el toro se empleaba menos y se defendía. Apuró embestidas por el pitón más potable en una labor meritoria que remató de estocada desprendida de rápido efecto. Cayó la primera oreja de la tarde.

Rufo toreó muy despacio y muy bien a la verónica en tres lances y media belmontina que provocó sonoros oles en el tendido. Hizo un quite por chicuelinas dejando el toro colocado en suerte con una excelente media. La faena la comenzó con muletazos por alto a pies juntos y otros por bajo de buen trazo. A continuación toreó al natural en dos series en las que supo recoger la rajadita embestida del toro. También por el lado derecho se la dejó puesta y ligó a un toro que cada vez parecía rehusar más la pelea. Pero el mérito de Rufo estuvo en no tirar la toalla y seguir intentándolo. Todo lo que hizo tuvo sello de calidad y mucho temple. Lo aprovechó hasta la última embestida construyendo una faena muy por encima de la condición del animal. Fue cogido de forma terrible al entrar a matar, pero milagrosamente no resultó herido. Volvió a la cara y cobró una estocada que ató un triunfo sonado. El presidente sacó los dos pañuelos a la vez y la Puerta del Príncipe se abrió de par en par.

Fotografías: Arjona/Toromedia.

02_mayo_22_sevilla.txt · Última modificación: 2022/05/19 11:05 por paco