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PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

Feria de Isidro

Sábado 4 de junio

Por Alberto Bautista. PortalTaurino. Oreja de Rafaelillo en la debacle de Talavante

Al filo de las 21:30 horas se echaba el sexto bis de Garcigrande: feo, destartalado, horriblemente presentado, un manso al que Talavante no supo por dónde meterle mano. El sobrero se había encelado en el peto y el extremeño era ya una caricatura. Y es que sus cuatro tardes anunciadas a bombo y platillo y lo que es peor: vendidas por la empresa como si de una heroicidad se tratase ha sido un bluf, un quiero y no puedo vaya… para un torero que ha pecado de tanta inactividad, recordemos su prematura retirada allá por el mes de octubre de 2018 y su regreso sonado el pasado año en Francia. Cuatro tardes de descalabro con el pobre bagaje de una oreja en la corrida de la Cultura a un toro de Jandilla. En su última comparecencia estuvo desconectado. Cortocircuitó un Talavante inapetente, desganado y peor que un becerrista con la espada. Fue de traca. Y lo que es peor de todo, incapaz. Porque Talavante es ya una caricatura de lo que fue, un ejemplo lo tenemos en su primero un Adolfo flojito que acabo desesperando al personal en un brujuleo en el que se vieron sus grandes carencias. Los bajonazos se repitieron. De verdad, Talavante debe hacérselo mirar. Ni genio, ni mago… ni más cuentos chinos.

Si hablamos de heroicidad, dicho adjetivo bien cabe colocárselo a Rafaelillo y a Escribano. El murciano le arrampló una oreja a un gran “Mentiroso” de Adolfo que no hizo honor a su nombre por el fondo y la duración que obtuvo de él. Supo sacar el mejor fondo del toro con tandas limpias y mostró el estimable pitón izquierdo del Adolfo, el mejor de la tarde de un conjunto desrazado y de escasas opciones a excepción de primero y tercero. La estocada ya valía la oreja. Arriba y sin puntilla.

Sabía de la importancia del trofeo y con el cuarto, puso toda la carne en el asador, pero se empotró ante una alimaña de corto viaje pero qué en realidad, fue noble en el trasteo que si bien no le permitió lucimientos dejó a Rafaelillo a que enmendara la plana con arrimones de infarto. Quedó su entrega y el público reconoció su considerable actuación sacándole a saludar. Y es que Rafaelillo que ya es un fijo en este tipo de corridas merece también anunciarse con los hierros comerciales, a los cuales plantaría batalla, mostraría sus armas y daría espectáculo.

Manuel Escribano no quiso tampoco irse de vacío y con todo el mérito del mundo dejó una tarde para la hemeroteca. Se fue a portagayola en su segundo, banderilleó a sus dos toros y se jugó literalmente la cornada con el regalito del quinto. Su primero, si bien no se comió a nadie mantuvo el interés hasta el final pero la sucesión de pases y en vista de la escasa humillación del Adolfo no llegaron a prender la llama en el tendido. Con el quinto que no tuvo ni un pase, una alimaña peligrosísima se la jugó a carta cabal sin aspavientos y hasta quiso ligarle tandas pero el toro reponía y le miraba de manera incesante. Escribano, estuvo muy profesional y valentísimo más que le pesen a muchos, hizo un meritorio esfuerzo con el peor lote.

Sábado 4 de junio de 2022. Plaza de toros de Las Ventas - lleno de “no hay billetes” en tarde algo ventosa (22.964 espectadores). Feria de San Isidro. Vigésimo quinta de abono. Corrida de toros de Adolfo Martín (6º bis Garcigrande) - bien presentados pero mansos de poco juego a excepción de primero y tercero - (con transmisión y buen pitón izquierdo el primero, noble a menos el segundo, con movilidad el tercero, alimaña el cuarto, peligroso el quinto y manso y descastado el sexto) para Rafaelillo de grana y oro (oreja y ovación con saludos), Manuel Escribano de verde billar y oro (silencio y ovación con saludos) y Alejandro Talavante de verde botella y oro (silencio y pitos tras aviso). Jesús Diez “Fini” saludó tras parear al tercero.

Crónicas de la prensa

Por Patricia Navarro. La Razón. Rafaelillo corta trofeo en la gesta sin gesto de Talavante

Con la de Adolfo Martín nos encaminamos al final de la feria. Adolfo y Victorino para el cierre Isidril que se recordará como la vuelta a la normalidad. La de verdad. No la del pos confinamiento. A esta corrida se apuntó Alejandro Talavante dentro de su gesta de cuatro tardes a Madrid, consumidas sin grandes glorias. Quedaba el órdago. A la grande. Se estiró a la verónica con el tercero, que era su primero y se movió en la muleta el animal con ese punto de orientarse y recortar el viaje que nos hacía estar atentos. Alejandro planteó la faena en los medios, pero no acabó de cuajarla y el final con los aceros estuvo en las antípodas de lo que debe ser. Su apuesta se quedó a medias y el sexto fue un sobrero de Garcigrande, que se durmió en el peto y con el que resultó un despropósito los primeros tercios. El ambiente cuando tomó la muleta era a la contra. Deslucido el toro y la faena. La gesta de Talavante se quedó sin gesto en su San Isidro de fiasco y con una espada nefasta.

El encaste Santa Coloma del primero sacó su versión de temple y ritmo en la muleta de Rafaelillo. Qué pitón izquierdo. Viajaba largo el animal y repetía. Era franco y hasta el final con las revoluciones justas. El murciano fue descubriéndolo poco a poco, abriéndole las puertas a las embestidas. Lo mejor vino en un par de tandas al natural, muy cerrado en tablas. El espectáculo corrió a cargo de la estocada. Una obra de arte, por la ejecución y la efectividad. Tremenda. Y así tuvo su premio.

Gigante de pitones fue el cuarto. Un mundo le debió parecer a Rafaelillo salir con el capote a pararlo. Se frenó el animal, pero tiró de oficio para llevarlo hasta los medios mientras lo enseñaba. No se lo puso fácil después. El trofeo que ya había cortado presionaba. El toro más. La media arrancada cada vez era más corta, más orientada y dubitativa. Un trago. Rafaelillo no perdió los nervios. Por encima del animal solventó las muchas dificultades, aguantando cabezazos (recordamos que el tamaño era XXL), cruzado y queriendo. No se le podía pedir más. Llegó un punto que era imposible. Pasar por delante de esos pitones en la suerte suprema algo parecido al infierno. No perdió la sonrisa.

Escribano fue ganando en ajuste y peligrosidad en las banderillas hasta poner un tercer par de infarto. El arreón que le pegó le puso en aprietos. A Manuel, que no es cualquier cosa. Todo ese ímpetu lo perdió de pronto cuando llegó a la muleta este segundo toro. Su embestida al paso y sin fiereza no transmitía nada.

A portagayola fue a recibir al quinto. Un calvario. Cuando vimos salir a ese toraco, más. Pasó de largo en la suerte y apretaba después. Ya se quedaba por debajo en el capote cuando lo puso al caballo. Andanzas de lo que estaba por venir. Agresivo de pitones y muy fiero, el toro llevaba el peligro en cada arrancada, rebañaba avieso. Un regalo. Miedo. Ponerse al natural era todo un desafío y ligar una quimera si tenía pensado salir vivo. Expuso, arriesgó hasta lo incómodo en los tendidos. Entrar a matar era una broma pesada con ese toro a la caza y que no lo dejaba ni acercarse. Habilidosísimo. El contrapunto para lo que no vino después.

04_junio_22_madrid.txt · Última modificación: 2022/06/07 09:52 por Editor