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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Domingo 9 de junio de 2022

Corrida de novillos

Ficha técnica del festejo

Ganadería: Novillos de José Luis Pereda (bien presentados y, excepto el 6º, con buen juego en general aunque mansearon; 1º y 2º fueron los mejores).

Diestros:

Antonio Santana Claros: Estocada trasera y descabello (ovación); pinchazo, aviso, estocada desprendida (palmas).

Jesús Álvarez: Estocada y pinchazo (silencio); estocada (ovación).

Manuel Diosleguarde: Dos pinchazos, estocada trasera, (ovación tras aviso); dos pinchazos, estocada (silencio).

Banderilleros que saludaron: Elías Martín en el 3º y Juan Márquez en el 5º.

Presidente: Joaquín José Herrera.

Tiempo: soleado, caluroso al principio.

Entrada: menos de media plaza.

Imágenes

Video resumen AQUí

Crónicas de la prensa

Por Álvaro Ochoa. Diario de Sevilla. Sopor y calor a partes iguales

El cerrojazo del patio de cuadrillas sonó a las nueve en punto como un cohete más de los que anunciaban la llegada de las carretas rocieras por el Aljarafe. La primera novillada de junio, que trató de torear sin éxito al intenso calor de la jornada, fue una realidad en una Maestranza que se acercó al tercio de su aforo. Y en la que no ocurrió mucho. Ninguno de los tres aspirantes a torero dio un golpe en la mesa poniendo su nombre en boca de la afición, que cenó seis faenas sin premio.

Santana Claros, aún con la herida abierta por su cornada el pasado mayo en Las Ventas, arrancó voluntarioso con el capote, recibiendo a Bulería con medias verónicas. Primeros aplausos que dieron paso al silencio y al crujir de pipas hasta la llegada de la muleta, en la que consiguió dar algunos pases con mérito. Y riesgo. El malagueño no dudó en arrimarse al correoso novillo de José Luis Pereda, llegando el animal a rasgarle la tela y a intentar darle una voltereta. El novillero aguantó y resolvió con estocada profunda y descabello una faena que no pasará a la historia. El segundo novillo de Santana Claros, probablemente uno de sus últimos antes de tomar la alternativa, era negro burraco y de nombre Alpargatero. El fuengiroleño lo brindó al público, que lo aplaudió cariñoso. El novillero decidió hacer gala de quietud y toreo a dos manos. Estatuario ante un animal que casi no humilla. Se entregó sin éxito Santana Claros y terminó su comparecencia en El Arenal con un pinchazo y una casi entera estocada.

Recluso salió de toriles como una bala, pero el capote de Jesús Álvarez, que lo saludó a portagayola, lo capeó con éxito. A ese lance le siguieron otros de igual mérito tras una vuelta al ruedo del novillo. El brindis a su madre dio paso a la lidia de muleta, que fue de menos a más. Aunque no tanto como para encender al público y tener opciones de trofeo. La justa fuerza del novillo y su corta embestida tampoco ayudó al sevillano, que lo fulminó de un espadazo. Nada que contar hasta los pares de Juan Márquez, que saluda desde el burladero. Pases y pases que no conectan con el público. Pero tiró de coraje y encendió por momentos a los tendidos. Aunque, poco después pinchó antes de enterrar el metal en Rinconero.

Manuel Diosleguarde pisó con ganas y gusto el albero ante su primer novillo, de nombre Ventolero. Sobresalió Elías Martín en banderillas, desmonterándose tras su último par. El público lo alentó y también al novillero, que brindó la faena a los tendidos. Trabajadas tandas con ambas manos, pero la irregular embestida del novillo afea el espectáculo. A ello se le unieron dos pinchazos del salmantino, que fue golpeado por el animal en su tercera entrada a matar. El sexto novillo no hizo honor a su nombre: Noble era muy peligroso. El picador, que se llevó una importante bronca, lo picó todo lo que pudo, pero en banderillas seguía amenazando a las cuadrillas. Algo embistió ante la muleta, pero se rajó pronto, desluciendo las tandas de Diosleguarde. El castellano puso punto y final a la tarde con dos pinchazos y una estocada completa.

Por Jesús Bayort. ABC. Huelga de toreo: el jolgorio estaba fuera

Del epicentro del 'macarenismo' hasta el coso del Baratillo sentía estar sumergido en un variopinto desfile de moda flamenca. Señoras con falda rociera, caballeros enjaezados con medallas sobre el pecho y sombreros de palma con la matita de romero. Los looks peregrinos se imponían a los de guayabera y almohadilla bajo el brazo. La noche pedía acompañar a las hermandades capitalinas. O incluso aprovechar para quitar el sayo, como innegable cuarenta de mayo. Para qué nos vamos a engañar: no había ambiente de toros en Sevilla. Dos horas y media después del comienzo del festejo, y a veinte minutos de la medianoche y del cierre de la edición impresa, regresaba a casa para rematar esta crónica. El barrio parecía inmutado.

Parecía. Cuando giré de Escoberos hacia Parras estalló la luz y el júbilo. El simpecado de la hermandad de la Macarena estaba detenido frente al zaguán de mi casa. ¿Quién escribiría por mí? Un callejón colindante sirvió como refugio, mientras escuchaba el gozo de mis vecinos.

Indudablemente, lo pasaron mejor que yo. Frente a una Maestranza deshabitada, una calle Parras desbordada. El interés estaba aquí. Como en Triana o en el Salvador. El único, y quizás ínfimo, atractivo del festejo era el retorno de Jesús Álvarez. Muchos aún recordaban aquella pancarta reivindicativa: «Tres años sin una oportunidad en mi tierra. Si no es aquí, ¿dónde será?». Otras tres primaveras más tuvieron que pasar desde que el novillero de Santiponce se postrara frente a la Puerta del Príncipe para iniciar una anecdótica huelga de hambre. Demanda que terminaría logrando su objetivo: persuadir a la empresa Pagés. Seis años después, le llegaba la ocasión de demostrar que no iba de farol. Y también de agradecerle a los de la calle Adriano su confianza.

Hacía el paseíllo entre paisanos, partidarios y amigos, que lo arroparon durante toda la noche. El terno oscuro disimulaba su cuestionable figura. Pese al tiempo sin vestir el chispeante, sorprendió por su solvencia técnica. Sin redondear faena, salvó los muebles. El primero pedía sitio, Álvarez intentaba imponer su terreno, más corto y asfixiante de la cuenta. Fue, junto con el primero de la tarde, el mejor novillo del encierro que había traído el ganadero onubense José Luis Pereda, con movilidad y retazos de bravura. Sin derrochar clase. Tampoco el trapío, justo y necesario.

Los momentos más estéticos y toreros del festejo llegaron de la mano del malagueño Santana Claros, que cumple diez años como novillero con picadores. Paradigma de la situación que atraviesa el escalafón, consiguió momentos interesantes en ambas faenas. La primera, afectada y con claro estilo 'afinitado', no terminó de conectar con los tendidos. Al novillo 'Bulería' lo despidieron con una ovación casi inspirada en ese palo flamenco. Al novillero casi que lo ignoraron. Entraron más en su faena al cuarto, cuando apostó por dejar la muleta abandonada en los frentes. Ahí llegaron los dos mejores naturales del festejo.

El salmantino Manuel Diosleguarde se enfrentó al lote más ofensivo, de tipo y comportamiento, del encierro. De estilo sobrio, quiso más de lo que pudo lograr. El sexto no tenía un pase. Meritoria actuación.

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Correo de Andalucía. Mansedumbre y trienios

Volvían las carretas del Rocío, tiradas por esos bueyes –cuentan- que acusaron el calor extremo de una jornada que no invitaba demasiado a moverse de casa. También era el retorno de las novilladas de abono después del breve paréntesis rociero en estas noches de jueves que acompañarán al aficionado entre junio y julio en las restantes novilladas picadas y las que aún se tienen que anunciar para la promoción de nuevos valores. Y hablando de bueyes, la mansedumbre extrema del encierro de José Luis Pereda acabaría marcando el desarrollo de un festejo en el que, pese a todo, hay detalles, comportamientos y actitudes más que matizables…

Si nos atenemos al orden de antigüedad gana por goleada el malagueño Santana Claros. En años, queremos decir. Y además siembra algunos interrogantes en torno a los criterios empleados para poner en pie la nómina de novilleros de la temporada. Si algunos no pintan nada se echa de menos la repetición de los nombres con verdaderas posibilidades. El tal Santana debutó con picadores hace diez años y hace cinco que se había presentado como tal en la plaza de la Maestranza. ¿Qué pintaba a estas alturas en su ruedo? Esos prejuicios inevitables se confirmarían a lo largo de su actuación, especialmente con el excelente ejemplar que saltó en primer lugar.

Nadie se habría extrañado si el palco hubiera decidido enviarlo a los corrales a tenor de sus escasas fuerzas pero, inopinadamente, el novillo rompió con alegre, pronto y codicioso galope en la muleta sin que el chaval pasara de meras composturas, más preocupado de ponerse bonito que de conducir unas embestidas que –estas sí- eran de premio gordo. Su segundo enemigo fue un torete ensabanado, casi burraco, que mostró una mansedumbre de libro de historia, repuchándose del palo y el peto con aire arqueológico. El caso es que el animal acabaría brindando cierta movilidad en el último tercio y aunque el propio novillero se dio cuenta de que la cosa podía fluir por el pitón izquierdo no fue capaz de coger el hilo y dar continuidad a su anodina labor.

Comparecía en Sevilla el novillero sevillano Jesús Álvarez. Había protagonizado una sonora protesta encadenándose a las rejas de la plaza de toros, en la que se había presentado hace ya seis largos años. Logró el compromiso de la empresa, que lo anunció en 2020. La pandemia fulminó aquella temporada pero los Pagés mantuvieron su palabra y este jueves, por fin, pudo hacer el paseíllo en el coso del Baratillo. ¿Era tarde ya? ¿Estaba preparado para el trascendental compromiso? Tuvo delante un novillo, el segundo, al que recibió a portagayola. El bicho marcó desde el primer momento sus querencias, apretando hacia los adentros, y confirmando su fondo manso. El caso es que resultó manejable en la muleta pero la falta de recursos del sevillano, que se esforzó en una estimable ronda de naturales, se hizo demasiado evidente. La misma canción se iba a repetir con el quinto, otro manso de carreta que huyó de todo y de todos entre puyazo y puyazo y que tomó la muleta sin demasiada entrega y ayuno de clase. Álvarez anduvo esta vez algo más suelto y despejado, hasta firme por el pitón izquierdo. Pero era muy difícil concretar nada…

El tercero del cartel fue, finalmente, el novillero charro Manuel Diosleguarde que tuvo que pechar con un tercero rebrincado, manso, bronco y descompuesto con el que se mostró firme, resolutivo y siempre dueño de la situación. El novillo ya había confirmado la condición mansa de todo el encierro y acabó reculando cuando su lidiador le insistió en la última fase de su faena. Sufrió un fuerte golpe al entrar a matar que no pasó a mayores. Dio impresión de novillero hecho y preparado para esa alternativa que le espera en Santander.

El futuro matador salmantino no podría repetir esa impresión lidiando al sexto, otro manso de carreta que hizo cosas raras de salida y acabó sembrando el desconcierto en los dos primeros tercios. No faltó el sainete del picador, decidido a castigar al bicho con el tercio cambiado, echándole el caballo encima. Posiblemente le hacía falta ese puyazo de más pero el numerito del piquero, y su salida del ruedo de cualquier manera sobraban. El tercio de banderillas se resolvió entre carreras y sustos con el director de lidia, el tal Santana Claros, asombrosamente inhibido –no fue capaz de cortar la persecución de un rehiletero- hasta el punto de abandonar el ruedo para meterse en el callejón antes de que terminara el tercio. ¿Asombroso? ¿Vergonzante? Resumiendo: el animal no tuvo un pase en la muleta. A Diosleguarde le costó echarlo abajo.

Por Toromedia. Ovaciones para la terna en la tercera novillada del abono

El primero de la tarde salió justo de fuerza y no permitió a Santana Claros lucirse con el capote. Fue medido en el caballo y se vino arriba en banderillas, embistiendo bien en los primeros compases de la faena. Claros ligó una primera serie con la derecha dándole distancia y compuso bien al natural en la siguiente con un novillo que respondía. Por ese lado logró dar los muletazos más estéticos a un novillo que no paró de embestir, pero sin llegar a redondear faena. Mató de estocada y descabello.

Santana Claros dio algunos lances estimables al cuarto y también se lució en el quite, que tuvo compostura. El novillo no humillaba y el malagueño comenzó la faena con estatuarios, mostrándose firme en una labor que tuvo su mejor momento en una serie al natural. Mató de pinchazo y estocada y fue ovacionado.

Jesús Álvarez se fue a portagayola a recibir al segundo de la tarde. El novillo se empleó en los dos puyazos y salió suelto de la muleta. Álvarez se la dejó puesta y logró ligar con la derecha, aunque fue al natural cuando toreó con mejor trazo en una faena discontinua que no tomó vuelo. Mató de estocada y fue ovacionado.

El quinto manseó de salida y no hubo lucimiento de capa. Brilló en banderillas Juan Márquez y el novillo llegó a la muleta sin emplearse, por lo que complicó la labor de Jesús Álvarez, que estuvo algo más cómodo al natural, lado más potable del de Pereda. Avanzada la faena se entregó más el novillero y logró caldear algo el ambiente. Mató de pinchazo y estocada y fue ovacionado.

Manuel Diosleguarde mostró oficio y buenas formas en el recibo de capa al tercero. El novillo manseó en el caballo y en banderillas saludó Elías Martín. Diosleguarde comenzó la faena con solvencia y se impuso a un novillo que quería rehusar la pelea. Estuvo muy por encima de un animal incómodo que no paraba de soltar la cara. Al natural logró mayor limpieza y largo trazo en una labor de mérito. Fue cogido al entrar a matar sin consecuencias. Ovación.

El sexto no permitió lucimiento de capa a Diosleguarde. Manseó en el caballo, recibiendo un serio segundo puyazo, por el que fue muy pitado el picador. El novillero lo intentó por ambos pitones limitado por la poco colaboradora embestida de un novillo que salía distraído de las suertes. Silencio.

09_junio_22_sevilla.txt · Última modificación: 2022/06/10 11:48 por Editor