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Plaza de toros de Valencia

11 de Marzo de 2017

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Alcurrucén de buenas hechuras y diferente condición, deslucidos. Destacó el sexto con calidad.

Diestros:

Juan Bautista: Ovación tras aviso y silencio

Jiménez Fortes: Ovación y silencio tras aviso

Alvaro Lorenzo: Silencio y oreja

Tiempo: soleado, tarde agradable.

Entrada: un tercio

Vídeo resumen: http://vdmedia_1.plus.es/topdigitalplus//20173/11/20170311203257_1489260853_video_2096.mp4

Crónicas de la prensa:

El País

Por Antonio Lorca Pepe Luis, el sueño de otra época

La reaparición de Pepe Luis Vázquez bien justifica un viaje a Illescas. No en balde nació con la pureza del toreo en las entrañas, aunque la ausencia de ambición y serios percances impidieran en su día que pudiera emular la majestuosidad torera de su padre. Su paso por el arte taurino fue largo en el tiempo, breve en los éxitos e intenso en los sueños; quizá, por eso es de esos toreros que desborda esperanza cuando decide volver a enfundarse un traje de luces.

Pero el tiempo es un juez implacable, y lo que es peor, la inactividad, que pasa factura cada día. Lógicamente, Pepe Luis ha perdido el oficio -no torea desde 2012-, pero mantiene el garbo, las maneras y la estampa.

El resto del festejo fue una divertida algarabía. Morante se encontró con un nobilísimo toro en primer lugar y lo toreó como solo él sabe hacerlo. Lo recibió de capote con un farol en tablas y una tanda de verónicas excelentes. Repitió el animal en la muleta y el público se volvió loco de alegría. Al contrario sucedió ante el quinto, un marrajo que huía de su sombra, y los tendidos no quisieron entender que Morante acabara con el animal sin más preámbulos.

Manzanares se llevó el mejor lote: dos toros fabricados de pura almíbar: nobilísimos y de escasas fuerzas. Bien, con su habitual elegancia y templanza, muleteó a su primero, y se cansó de dar muletazos al excelente sexto, al que se le perdonó la vida. Excelente porque era un pan bendito en la muleta, pero el caballo ni lo olió. En fin, todo muy divertido.

Y algo más. Es saludable visitar de vez en cuando una plaza de tercera para palpar el estado de la fiesta. Y la verdad es que se cae el alma a los pies. Pero no por el trapío del toro, sino porque lo que allí se celebra no es una corrida, sino un festejo adulterado que se parece a la tauromaquia como un huevo a una castaña.

Veamos: el presidente demuestra que ni sabe ni tiene autoridad, y el público se comporta como estuviera presenciando una verbena popular. Ejemplos: se le dio la vuelta al ruedo al segundo toro sin motivo, del mismo modo que se devolvió el quinto o se le perdonó la vida al sexto. Pero es más: el presidente le indicó a Manzanares que matara a ese último, e, incluso, le envió un aviso, pero el torero, en un gesto de inaceptable rebeldía, soltó el estoque y se sentó en el estribo a esperar que sonaran los otros dos; así pues el presidente, asustado, mostró el pañuelo naranja.

El respetable será muy respetable, pero parece no distinguir un toro de un caballo. Lo jalea todo, sobre todo si el torero se pone bonito, aplaude o abronca sin motivo y ríe a carcajadas como si estuviera en un circo.

En fin, que esta fiesta en plaza de tercera no necesita toro, ni fiereza, ni casta, ni sangre; basta con un carretón de entrenamiento y un señor vestido de luces con aires de bailarín. Pero eso es un verbena, y no la fiesta de los toros…

El Mundo

Por Salvador Ferrer. Oreja al temple de Álvaro Lorenzo

Álvaro Lorenzo firmó lo más torero de la tarde con el saludo capotero. Buen capotero el toledano. La verónica enganchada con la bamba, el temple que imanta y ralentiza. Y el olé que brotó del público. Brindó al público. Dibujada una serie diestra con temple y cadencia. Redonda y abrochada con un de pecho a la hombrera. Luego firmó otro mejor. El toro tuvo su ritmo, su temple y su bondad. In extremis, Alvaro Lorenzo y ese buen toro de Alcurrucén salvaron la tarde. Y, en cierto modo, la crónica. Oreja al temple del toledano. Otro torero joven que se apunta al carro.

El primer encierro de la primera de feria correspondía al hierro de Alcurrucén, de encaste Núñez-Rincón. La única ganadería sin sangre Domecq en la feria. De los hierros que más salidas a hombros han posibilitado en Las Ventas en los tiempos contemporáneos del toreo. Significativo el dato.

El francés Juan Bautista, galo como su apoderado y empresario de la plaza, anduvo inseguro e incómodo. Bajo, hechurado y guapo el Nuñez por fuera. Y serio. Un tacazo, que se dice. Por dentro, el comportamiento fue también muy 'alcurrucén'. Abanto de salida, salió suelto del peto, manseó, se plantó en los chiqueros pero cambió para bien pese a su falta de ritmo. Exigente. El francés no acabó de imponerse. Mejor dicho, nunca se impuso. Buena estocada en la suerte de recibir. A los puntos ganó el toro, a más y con su importancia. Con el quinto tampoco se acopló el arlesiano. Naufragio con el mejor lote de un encierro desclasado. ¿Volverá en 2018?

El malagueño/salmantino Saúl Jiménez Fortes, la vaca es más de donde pace que de donde nace, volvía a Valencia. En el recuerdo una Puerta Grande hace unos años tras una actuación soberbia. Afanosito se llamaba el segundo, nombre de pila de familia insigne. Muy en el límite el toro, muy en los 60 la morfología. Irreprochable actitud de Fortes. Asiento y encaje, en una baldosa una serie con su sello. Toro más de acoplarse, estimo, que de imponerse. El valor acongojante ahí quedó.

Con el soso y desaborido quinto, para que luego digan de los quintos, Fortes volvió a exhibir valor y entrega. Nada más y nada menos pudo demostrar.

El toledano Álvaro Lorenzo se presentaba como matador de toros en Valencia. Por eso hizo el paseíllo desmonterado. De novillero, Lorenzo ya dejó su impronta de torero castellano. Manso de solemnidad el tercero. Andarín, desentendido, rajado, suelto, con la cara siempre por las nubes. Los adjetivos que acompañan a la mansedumbre. Inédito todavía Lorenzo.

ABC

Por R. Carrión. Álvaro Lorenzo y «Madroñito», al rescate en el estreno de la Feria de Fallas

Un encierro de Alcurrucén, desigual en su presentación, noble y escaso de raza, se lidió en el primer festejo de la Feria de Fallas. Todos los ejemplares, menos el último, tuvieron el comportamiento propio de su encaste durante los primeros tercios, pues salieron sueltos y distraídos. A ese sexto, de nombre «Madroñito», lo toreó muy bien de capote Álvaro Lorenzo, para después cuajarle unas excelentes series con la mano derecha. Con la izquierda, el trasteo no alcanzó la misma altura porque las tandas fueron algo desiguales, intercalando excelentes muletazos con otros más destemplados. Pese a matar al segundo intento, le fue concedida una meritoria oreja. Con el tercero, manso y huidizo, el toledano anduvo algo escaso de recursos.

Jiménez Fortes estuvo dignísimo en sus dos actuaciones. Ninguno de sus oponentes se lo puso fácil, pero el malagueño se la jugó sin trampas en su primero, que echaba la cara arriba, y logró bellos pasajes ante el quinto, que no se empleó nada.

Juan Bautista anduvo tan correcto como frío, queriendo hacer siempre las cosas bien pero sin apreturas. Y hay ocasiones en que uno debe atravesar la delgada línea roja del toreo…

11_marzo_17_valencia.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:11 (editor externo)