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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Domingo, 24 de abril de 2022

Corrida de toros

Ficha técnica del festejo

Ganadería: Toros de Virgen María/Santa Ana (1º y 5º). Correctamente presentados y desigual juego (1º y 6º, aplaudisdos en el arrastre, 3º, 4º y 5º, pitados).

Diestros:

Oliva Soto: Estocada caída, aviso, oreja.

Esaú Fernández: Pinchazo, estocada tendida, saludos desde el tercio.

Javier Jiménez: Tres pinchazos, estocada, saludos desde el tercio.

Borja Jiménez: Estocada casi entera caída, saludos desde el tercio.

Lama de Góngora: Estocada caída, dos descabellos, saludos desde el tercio.

Ángel Jiménez: Estocada en su sitio, oreja.

Presidente: Gabriel Fernández Rey (sustituye a Fernándo Fernández-Figueroa, de baja por enfermedad).

Tiempo: soleado, fresco.

Entrada: más de media plaza.

Imágenes

Video resumen AQUí

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Una oportunidad aprovechada

La corrida de este domingo, primera del ciclo ferial, es de las que se llaman Corrida de la Oportunidad. Seis buenos toreros locales que se habían quedado fuera por mor de los entresijos empresariales, “tú me pones a éste y yo te pongo al tuyo”, o simplemente exigencias de las figuras “por delante me pones uno que no moleste y por detrás a fulanito”. El caso es que la empresa resolvió, con acierto, montar esta corrida en lugar de una novillada preferia, como estaba previsto. Y la iniciativa ha sido un éxito: los toros de una presentación irreprochable, nada que ver con los juanpedros de la apertura, con presencia y pitones, y unos se dejaban más y otros menos, pero allí había interés y nadie se aburría. Y los toreros estuvieron bien todos, los que cortaron oreja, Oliva y Jiménez, y los que no, cada uno en su estilo dejaron muestra de su capacidad y su oficio. O sea, que la experiencia ha valido y debe repetirse y, desde luego, dar alguna oportunidad mejor a los que se lo han ganado. Ahora, a partir del miércoles, viene lo bueno y estaremos aquí, junto a la puerta de arrastre, para contárselo.

Lo mejor, lo peor

Lo mejor. Lo mejor de la tarde lo protagonizó la gran disposición y la entrega mostradas por los toreros actuantes. Fueron a por todas y Oliva Soto y Ángel Jiménez aprovecharon las virtudes que brindaron algunos de sus oponentes, como los casualmente nombrados “Oropéndolo” y “Oropéndola”, de Santa Ana uno, de Virgen María el otro.

Lo peor. Fue un ave como la orompéndola pero metálico y profundamente molesto. El helicóptero de la Policía en su afán por cuidar del orden ciudadano en una multitudinarias fiesta organizada en la ciudad para celebrar la victoria bética de la Copa del Rey. El caso es que fastidió, y mucho, la dos primeras lidias de la tarde sobrevolando sobrevolando sobrevolando…

Crónicas de la prensa

Por Jesús Bayort. ABC. Que lo repitan el 15 de agosto

Aún no había asomado mi cabellera pelirroja por la grada del 5 cuando un aficionado carloteño me recibía a portagayola. Parecía estar esperándome para trasladarme su descontento por la cantidad de ladrillos que se veían en cada tendido. Me recordaba aquella frase lapidaria de Jesulín de Ubrique: «Los aficionados caben en un autobús». «Sí, en el del Betis», le contesté yo. Ciertamente llevaba razón ese señor. Y no me creerán si les digo que a mí me interesaba más esta corrida que muchas de las que se anuncian en farolillos. Por varios motivos: era un cartel inédito, con denominación de origen sevillano; y con una ganadería aún por descubrir, de la que consta que le abre las puertas a todos los toreros de la tierra.

En definitiva, una tarde más de venir a ver que de venir a ser visto.

Acertó la empresa Pagés en no denominarla como antiguamente se hacía en estos casos: «corrida de la oportunidad». Porque no lo era. Más bien se podría considerar la corrida 'del compromiso'. El compromiso que llevó a Ramón Valencia a confeccionarla dos días antes de presentar el serial. Y paradójicamente, el compromiso que ahora debe adquirir con los seis actuantes. Pues no es que haya sido la empresa quien haya cumplido con ellos, sino que han sido ellos quienes han cumplido con la escasa pólvora ofrecida. Llevar una escopeta de doble caño no asegura que se vaya a cobrar una pieza; llevar un único cartucho en la canana, menos.

Los sevillanos estuvieron bastante por encima de la corrida, que era honda y ofensiva. Algunas caras 'recogidas' encubrían dos puntas como leznas, que en vez de amilanar a los coletudos consiguieron que mostrasen sus respectivas versiones más serias y comprometidas de cuantas habían registrado sobre el albero maestrante. Y el resultado fue proporcional al material que cada uno tuvo en sus manos: orejas para los que se llevaron los mejores astados y ovaciones para los demás.

Los prolegómenos de la corrida traían a la mente aquello de «cuando toca, ni aunque te quites; y cuando no te toca, ni aunque te pongas». Los seis toreros más 'modestos' del abono, ante la mayor adversidad del ciclo: un único toro para cada uno, fuera del ciclo continuado, sin televisión que los proyectase y para colmo ganó el Betis la Copa del Rey. Que bendita sea. Pero resulta que a la misma vez que ellos ponían un pie sobre la calle Iris, el plantel verdiblanco paseaba el trofeo por los alrededores del coso. Menos mal que se suspendió la corrida de Villaluenga del Rosario. Morante volvía dejarse televisar en abierto, y por Canal Sur, a la misma hora que el festejo maestrante. «¿Qué más nos puede pasar?», pensarían.

Así las cosas, hacían nuevamente el paseíllo en Sevilla. Algunos de ellos llevaban varias temporadas sin hacerlo. Por cierto, que no hubiera estado de más un minuto de silencio en memoria del recién fallecido Emilio Moreno (hijo), tantas veces por el tendido o por el callejón de la plaza. Y como era de esperar, los nervios eran manifiestos entre los alternantes: hubo un pequeño lío a la hora de colocarse en el paseíllo y Oliva Soto comenzó a saludar sin esperar al resto durante la ovación que el público les dispensó a los seis como gesto cariñoso de acogida. Rápidamente lo subsanó e invitó a los compañeros. Fue ese quizás su mayor momento de desatino de la tarde.

Artísticamente estuvo impecable el camero. Lanceó hasta los medios al primero de la tarde, que se había partido la badana del pitón en un remate al burladero. Aún más astifino se quedó. El de Virgen María traía buen son, pero olvidó en El Ronquillo el depósito de fuerzas y transmisión. No fue ese impedimento para que el «gitano y de Camas» –así se publicita– le sacara el máximo partido: lo cuidó en varas y entendió por ambos pitones. Más con la diestra, por donde se aplomó como pocas veces se le recordaba. Confió en que el toque seco despertaría a la bestia. El empaque y el pellizco calé rápidamente conectaron con los tendidos. Fue sonada la ovación tras un parón del animal, durante el transcurso de un cambio de mano. Pasó la prueba del algodón y el «ay» se tornó en «ole». El epílogo de la faena fue inconmensurable con varios derechazos de frente, con el compás abierto. Aunque la estocada no resultó tan efectiva como se esperaba, le permitió cortar la primera oreja de la tarde.

Idéntico premio se llevó el astigitano Ángel Jiménez con el 'cierraplaza'. El destino había brindado la tarde a los toreros de pellizco. Porque el ecijano de eso anda sobrado. Ahora, desprendido del otrora exceso de amaneramiento. Su labor fue la gran 'tapada' de la tarde. Los primeros tercios transcurrieron sin pena ni gloria hasta que echó mano de la franela. En el inicio ya atisbó cosas especiales, como un cambio de mano en el que desmayó completamente la figura. Ese desmayo acompañó toda la obra, sin olvidarse nunca de componer y encajar su talla. El trasteo se impregnaba con momentos de suma torería, como algunos ayudados y doblones que se intercalaban entre el toreo fundamental. Supo darle tiempo al animal y espacio a su obra. Llenó al escenario. Y rubricó todo aquello con una excepcional estocada.

Menos suerte corrieron sus compañeros. Esaú Fernández se enfrentó al más áspero y desclasado de toda la corrida. El segundo de Virgen María fue como una botella de gaseosa, lo echó todo al abrirse. Venía como un rayo a la muleta del camero, aunque carente de ritmo y calidad. Cuando Esaú lo quiso apretar, se desfondó. Y en ese trance de aplomo se dejó llegar los pitones al raso de la chaquetilla. Le hubieran pedido la oreja de acertar con la espada.

A Javier Jimenez le cantaron su toreo a la verónica, sin enmendar la posición y lanceando con despaciosidad. Paradójicamente, el tercero tenía fondo de mansedumbre, que no de bravura, y terminó derrotando a las virtudes iniciales. Mientras las rajadas afloraban, Jiménez dejó profundos pasajes con la diestra y se impuso a las coladas por la zurda. Después salió Borja, que juega con el hándicap de ser el pequeño. Siempre tapado por la sombra del hermano mayor. Una situación que no le hace justicia a un torero que demostró tener unas maneras especiales que invitan a confiar en él. Apenas se viste de luces, pero tiene seguridad, capacidad y plasticidad en su toreo. En el quite al tercero dejó una larga cordobesa digna de plasmarse en un cartel de toros. No hay que perderlo de vista.

Lama de Góngora volvió a evidenciar la solvente técnica que tiene. Su oponente echó el freno tras derribar al caballo y pasar un largo tiempo empleándose sobre el peto. Cuando le cerraron el toro en el burladero, el animal ya no andaba.

Por resumir todo lo escrito, estos toreros merecen volver a Sevilla. Y que mejor que hacerlo con la reapertura de la Maestranza por la festividad de la Virgen de los Reyes. En manos de Pagés queda la cosa.

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Correo de Andalucía. Dos orejas y seis tíos

La corrida no se libró de la atmósfera electrizante que rodeaba la celebración de la flamante Copa del Rey ganada por el Real Betis Balompié. El fragor de la fiesta futbolera llegaba a los tendidos maestrantes que no se libraron del pertinaz vuelo de un helicóptero policial que debía andar vigilando las multitudes que pululaban por el centro de Sevilla, muy cerca del coso del Baratillo. No era una corrida al uso. La empresa Pagés había tirado por la calle de en medio metiendo en el mismo corral a seis toreros sevillanos del gusto del aficionado que sólo necesitaban un trampolín válido para dar su propio salto. Era una corrida de cabales, muy de la familia del toro de Sevilla, de caras conocidas y, especialmente, de confianzas renovadas. Oliva cortó una oreja siendo fiel a su más genuina personalidad; Jiménez se reveló como gran intérprete pero todos, los seis, aprovecharon de cabo a rabo la oportunidad que se les brindaba dando lo mejor de sí mismos en una interesante tarde de toros en la que no hubo concesión al aburrimiento.

Tuvieron delante un encierro imponente de Virgen María en el que hubo de todo y para todos. Nunca fue fácil aunque hubo dos toros más que potables –primero y sobre todo el sexto- y otros que, desde un común fondo manso, sirvieron de prueba válida para calibrar el estado de forma y fondo de los actuantes. Todos pasaron con nota. Merecen más y mejores oportunidades.

Oliva Soto abrió plaza toreando a la verónica con esa garra y ritmo que forma parte de su puesta en escena, de su más íntimo sentimiento torero. El toro de Virgen María blandeó y busco querencias pero acabó rompiendo en la muleta del camero con alegría y prontitud propiciando una faena de menos a más en la que el torero gitano encontró el acople en dos notables tandas sobre la mano diestra que hicieron arrancar la música. A partir de ahí llegaría lo mejor de una labor que encontró su mejor tono en el toreo natural y un excelente pase de pecho que reveló la capacidad de expresión de Oliva. Antes de marcharse a por la espada, después de un enorme trincherazo, se transfiguró en un breve ramillete de muletazos desmayados, de diferenciada personalidad, que levantaron al personal de los asientos y preludiaron una estocada tirándose muy de verdad. El toro se amorcilló pero esa espera no logró doblegar el entusiasmo del público que pidió y consiguió esa primera oreja que paseó tan feliz como toda su gente.

Pero no iba a ser la única: el joven matador ecijano Ángel Jiménez iba a cortar otra del sexto toro que fue, con mucho, el mejor del variado, no siempre fácil, pero muy interesante envío de la ganadería de Virgen María. Ni el toro ni su matador habían acabado de definirse en los primeros tercios de la lidia pero todo cambió en un segundo cuando Ángel, después de sacar al animal con unos excelentes ayudados por alto, se puso a torear sobre la mano derecha mezclando armonía, entrega, ritmo, sentido de la expresión… El torero de Écija tuvo la virtud de sorprender al público que ya no iba a perder ripio de su labor.

Se hartó de torear en definitiva, y supo administrar muy bien al toro midiendo el metraje de las tandas. Pero su toreo fue in crescendo, cada vez más hondo y arrebujado sobre la diestra; fluido por la izquierda; excelentemente rematado con pases de pecho y hasta un airoso farol ligado a otro pectoral. Fue una faena de altísima nota que abrochó con ayudados a rodilla flexionada y una estocada suficiente. La oreja es de mucho peso. En otra fecha, con otro ambiente, metidos en la harina de los farolillos, podría haber sido doble premio. Ojo al torero.

Pero no se puede olvidar el esfuerzo y la entrega –también la calidad- del resto de los actuantes. En el caso de Esaú Fernández, también de Camas, sobreponiéndose a la dura embestida del segundo, un toro poco picado que embestía con picante pero reponiendo y desparramando la vista. La verdad es que había que estar ahí pero el camero acabó ganando la pelea gracias a un sincero arrimón al que le faltó mejor refrendo con la espada.

También hay que subrayar especialmente el estado de forma y fondo de Javier Jiménez, de Espartinas, pletórico con el capote y muy por encima de un tercero –brindado a Espartaco- de temperamento manso y acobardado que estuvo a punto de romper antes de renunciar a la batalla. Javier evidenció su gran preparación, su crecimiento como torero, la capacidad delante del toro, el sentido de la distancia, la colocación, la escena… Su hermano Borja –que ya le había endilgado una larga de seda al toro anterior en su turno de quites- también mostró unas inmejorables credenciales toreando mucho mejor de lo que merecía al cuarto, brindado a su cuate. Fue un toro vacío de todo, corto de viajes, al que enjaretó naturales de alta nota, citando de frente y toreando con todo el cuerpo. Dejó ganas de volverlo a ver.

Lama de Góngora tuvo la suerte de espaldas. Le tocó pechar con un quinto de imponente trapío y escaso contenido que había derribado con estrépito al caballo de picar enviándolo de vuelta al patio con paso renqueante. Fue un bicho de embestida pajuna, al que Paco Lama toreó con autoridad y entrega después de cuajarle unas verónicas templadas y muy bien dibujadas que remató con arrebato. Aún quedaba la gran faena de Ángel Jiménez que iba a poner el mejor broche a un festejo que dejó un gran sabor de boca. Todos contentos. Merecen volver.

Por Luis Carlos Peris. Diario de Sevilla. Buen inicio, tedio y mejor final

Sobrevolaba un inoportuno helicóptero la plaza y la corrida, que había arrancado con síntomas esperanzadores, fue despeñándose por la pendiente del aburrimiento por un juego descastado y rayando en la invalidez de los toros de Virgen María y de Santa Ana. Pero lo que bien empieza hay veces que acaba bien y si el camero Oliva Soto había estado por encima de Oropéndolo para cortarle una oreja, el astigitano Ángel Jiménez lograba la faena con más clase de la tarde con Oropéndola, que vaya casualidad que salgan dos toros de nombre tan parecido y de distintos hierros.

Se lidiaban cuatro toros de Virgen María y dos de Santa Ana, dos hierros conformados por sangres variadas y que ya enseñó la patita con el sobrero que Morante apechugó el Domingo de Resurrección. Estábamos ante un cartel de poco nombre, pero que llevaba el sello siempre ilusionante de oportunidad para unos toreros que no tienen ocasión de mostrar con un mínimo de frecuencia sus posibilidades. Cartel de seis toreros sevillanos que formaban los cameros Oliva Soto y Esaú Fernández, dos de Espartinas como son los hermanos Javier y Borja Jiménez, un sevillano de la Plaza Nueva y un astigitano que despierta muchas ilusiones.

Oliva Soto se encontró con un toro que iba y venía para cuajarlo a la verónica desde el tercio a la boca de riego. Brinda a la plaza y muestra buena disposición en una serie de derechazos para sacar el toro a los medios. Ganándole terreno fue haciéndose con el animal, calienta a los tendidos y suena la música, señal aparentemente inequívoca de que estábamos ante una tarde prometedora. Muletazos con empaque, algunos de frente llevándolo muy atrás y el toro tarda en doblar, por lo que suena un aviso. No es obstáculo eso para que el camero pasee una oreja.

Tras él, un paisano, otro torero de la feroz Camas. Esaú tiene reconocida una cualidad que es la de poder con cuantos toros le salen de chiqueros. A ese toro le hace un quite de mucha calidad Javier Jiménez. El toro muestra más genio que bravura y embiste con la cara por encima del estaquillador. Es una pelea la de torero y toro con transmisión, pues se unen el genio del morlaco y el poder del camero. Todo acaba en arrimón y en una estocada tendida precedida de un pinchazo, por lo que el premio queda en ovación y saludos.

A renglón seguido entra en escena Javier Jiménez y ese buen quite en el toro anterior se ve superado por un recibo de verónicas despaciosas, jugando muy bien los brazos y ganándole metros al toro en cada lance. Le replica su hermano Borja con pinturería. Brinda a Espartaco y el toro se descubre como que tiene peligro por el izquierdo con coladas espeluznante. El toro va complicándose y él está por encima, pero dos pinchazo y una estocada desprendida deja todo en saludos.

Borja, su hermano menor, torea con sevillanía, pero no encuentra colaboración en Maleado, José Chacón se luce en banderillas, brinda el toro a su hermano Javier y todo arranca con buen toro con la diestra, pero el toro va quedándose hasta clavarse en el albero y sólo de uno en uno admite pases. Estocada tendida y más saludos.

Reaparecía Lama de Góngora, ese torero de la Sevilla eterna que nos hizo soñar en una noche de verano sin caballos y con Puerta del Príncipe. Bien a la verónica, el toro derriba con estrépito al caballo que monta José María Díaz, la lidia se desordena, hay demasiados capotazos y no todos como debieran. Y el toro, un burraco con cerca de seis años de edad se para demasiado pronto, por lo que no puede brillar el brindis a José Chacón. Lama se desabrocha el chaleco, lo intenta todo y hasta hay sitio para el acoplamiento. Pero estamos ante otro pozo seco que Lama zanja de Estocada y descabello al segundo intento. Nuevamente, ovación y saludos desde el tercio.

Pero cuando dábamos por hecho que la corrida no daría algo de sí surgió el astigitano Ángel Jiménez para alegrarnos las pajarillas y demostrar una vez más que mientras quede un toro en chiqueros hay posibilidad de enderezar las cosas. Y vaya si las enderezó este ecijano de toreo agitanado con un toro que mostraba mucha clase y la fuerza justita. En redondos y naturales enjaretó una buena faena que nos curó del tedio que había traído el envío ganadero. Lo mató a ley y le cortaba una oreja para demostrar que lo que bien empieza debe acabar bien o muy bien.

Por Toromedia. Oliva Soto y Ángel Jiménez triunfan en la corrida de seis matadores

Oliva Soto se lució con el capote en el toro que abrió plaza, ganando terreno a la verónica y rematando con buena media. El toro salió mermado del caballo y el torero brindó al público. Oliva Soto cuidó al de Santa Ana en las primeras series, dándole tiempo. El animal se dejaba y Soto dejó dos buenas tandas con la derecha que crearon ambiente. Sonó la música y también por el lado izquierdo se dejó el toro, permitiendo al sevillano gustarse en el toreo al natural. Hubo una última serie con la derecha toreando muy relajado que fue lo más estético de su labor. Dejó una estocada entera y el toro tardó en caer, pero esto no le impidió cortar la primera oreja de la tarde.

Esaú Fernández cuidó a su toro en el caballo y también brindó al público su faena. El de Virgen María se movió en las primeras series con vibración y Esaú plantó cara y ligó tres series de mérito. Muy firme y seguro, estuvo muy por encima de su oponente, terminando en un terreno de cercanía muy comprometido. Mató de pinchazo y estocada y fue ovacionado.

Javier Jiménez toreó muy bien de capa al tercero, con suavidad y mucha compostura en las verónicas. Su hermano Borja se lució en el quite con dos verónicas y una larga excelentes. Javier brindó a Espartaco y comenzó la faena en los medios ligando dos series con la derecha. Cuando se puso al natural estuvo a punto de ser arrollado en dos ocasiones, pero insistió, se impuso y le sacó al toro dos meritorias series por ese pitón. Al volver a la derecha el astado ya estaba bastante agotado. Procedía entrar a matar, suerte en la que Jiménez no estuvo fino. Fue ovacionado.

Borja Jiménez no logró lucirse de capa en el cuarto. Brindó a su hermano y planteó la faena en los medios, pero el toro no acabó de desplazarse y limitó el lucimiento. Hubo un buen momento al citar el torero de frente al natural, pero su enemigo acabó por no pasar. Buenas intenciones y buenas formas en el torero limitadas por el de Virgen María. Estocada casi entera. Ovación.

Lama de Góngora toreó muy bien a la verónica al quinto, un serio burraco con el hierro de Santa Ana que derribó al caballo en la primera vara y se empleó en la segunda. El toro hizo amago de rajarse ya en banderillas y Lama brindó a su banderillero Jose Chacón. El sevillano se esforzó por hacer embestir al toro a base de dejar la muleta en la cara y provocarle siempre. Fue una actuación seria, comprometida y muy firme con la que Lama de Góngora se ganó el respeto de la afición. Mató de estocada algo desprendida y dos descabellos. Ovación.

Ángel Jiménez no pudo lucirse con el capote en el sexto, al que sin embargo hizo la faena más completa de la tarde. La inició con ayudados de bella factura, pero algo deslucidos por la circunstancia de que el toro perdía las manos. Dejó detalles de calidad y brilló especialmente en el toreo con la derecha, ligando dos series buenas que hicieron sonar la música. Al toro le costó más por el lado izquierdo, por lo que el astigitano volvió a la derecha para rematar a muy buen nivel la faena con dos series que llegaron mucho al público. Mató de estocada y le cortó una oreja.

Por Álvaro Ochoa. Diario de Sevilla. La tarde del helicóptero

Llegar a la plaza ya fue complicado en la tarde de ayer, último domingo del mes de abril. El tráfico, tanto de coches y peatones, era denso en la inmediaciones del Paseo de Cristóbal Colón. Y se hacía aún más dificultoso conforme se acercaba al centro de la ciudad. La celebración copera del Real Betis marcó la segunda corrida del abono de toros de la Real Maestranza de Caballería. Probablemente, ese factor restó público a los tendidos, que presentaron algo más de media entrada. No obstante, había salpicadas varias bufandas verdiblancas por la grada y una bandera a cuadros en uno de los palcos de sombra. Fue retirada pocos antes del comienzo del festejo y sus portadores se marcharon. Pero el verdadero protagonista de la tarde, aparte de los seis toros y los seis toreros, fue el helicóptero de la Policía Nacional.

La plaza de toros de Sevilla es conocida en todo el mundo por su silencio cuando se lidia un toro. Una calma tensa que es interrumpida, normalmente, por oles o críticas al ganado. Esta vez, esas voces se perdieron entre el rugido de los motores de la aeronave policial, que sobrevolaba el centro para controlar la multitudinaria fiesta bética en la Avenida de la Constitución y la Plaza Nueva. En los tres primeros toros, el helicóptero fue un espectador más de las faenas que se desarrollaban sobre el albero. El público miraba al cielo a su paso y lamentaba el ruido. “¿No puede pasar un poquito más pallá?” o “Le está gustando como está Oliva Soto con la muleta” eran algunas de las reflexiones en voz alto de los presentes. Los sones de la Banda de Música del Maestro Tejera se escuchaban con dificultad y, cuando el vehículo volador no pasaba, se escuchaban alegres cláxones desde las calles cercanas. El silencio no fue posible en la tarde de los seis. La ruidosa traca final –nunca mejor dicho– la marcaron varios cohetes y petardos que sonaron cuando el día finalizaba y la noche tomaba el relevo.

24_abril_22_sevilla.txt · Última modificación: 2022/05/06 01:17 por paco