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Real Maestranza de Sevilla

Miercoles, 26 de abril de 2017

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Torrestrella serios, encastados y de buen juego . 5º y 6º los menos manejables con deslucidas embestidas, el mejor el 4º que fue ovacionado en el arrastre, extraordinario empleándose y repitiendo, un 3º humillando poco y complicándose, el 2º mas noble y un 1º parado.

José Garrido: de marfil y azabache. Media estocada, silencio y estocada. oreja.

Álvaro Lorenzo: de blanco y plata. Municipal, bajonazo y dos descabellos, silencio tras aviso. Estocada caída y atravesada y descabello. silencio tras aviso.

Ginés Marín: de verde esmeralda y oro. Estocada, silencio. Pinchazo y estocada. Silencio.

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Asesor artístico: Antonio Ramón Jiménez.

Incidencias: se guardó un minuto de silencio en memoria del torero Sebastián Palomo Linares, fallecido el lunes.

Tiempo: nublado.

Entrada: poco mas de media entrada

Galería fotográfica: https://plazadetorosdelamaestranza.com/una-oreja-jose-garrido-la-torrestrella/

Video: http://vdmedia_1.plus.es/topdigitalplus//20174/26/20170426215933_1493236857_video_2096.mp4

Crónicas de la prensa

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver Cuando seas padre comerás huevos

Debieron ser dos orejas…pero no porque no las concediera el presidente, sino porque debió merecerlas el torero. La corrida de Torrestrella (la viví a unos metros del ganadero, Álvaro Domecq en la barrera del 7) estuvo muy bien presentada, era bonita y hubo tres que embistieron, que sirvieron. Y uno excepcional, bravo en el caballo, noble en su conducta, codicioso en su embestida, ese cuarto de nombre “Ruidoso”. Garrido que es el más cuajado de los “nuevos” estuvo bien, pero me gustó casi más con el capote que con la muleta esta vez. Y, si uno no es apasionado acérrimo, debe reconocer que estuvo por debajo del 4º. Cosa normal en uno que empieza, porque el toro regalaba más premios y sólo cayó uno a pesar de que no hubo fallo en la estocada. Álvaro Lorenzo hizo cosas buenas en el 2º y no pudo en el 5º, dejando un buen sello de futuro, aunque mató de forma horrible, que debe mejorar. Y Ginés Marín dejó escasos detalles, porque tuvo el peor lote y porque es el más joven en la categoría. La corrida fue entretenida, lo peor la entrada, una media plaza o así. Cosa de los empresarios, si los jóvenes vienen exigiendo dinero y sitio les pueden decir “entre los tres sólo habéis traído media plaza”. Y también de las figuras que no quieren cargar solos con la responsabilidad de llenar la plaza. En fin, mañana no hay billetes, vienen las figuras, en preferia. Y con un encierro de Garcigrande “exclusivos” para ellos, que dicen es una preciosidad y con garantía de que van a embestir. Así son las cosas: cuando seas padre comerás huevos.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Garrido, único trofeo de un gran 'torrestrella'

Interesante corrida de Torrestrella, en conjunto bien presentada, en la que José Garrido se erigió como triunfador, al conseguir el único trofeo de la tarde de un buen astado, bravo, noble, con fijeza y que hizo una buena pelea en varas.

En el balance, con más de media entrada, se lidió un encierro de Torrestrella, en conjunto bien presentado y de juego interesante, destacando especialmente el cuarto, 'Ruidoso', negro bragao, de 587 kilos, ovacionado con fuerza en el arrastre. José Garrido, silencio y oreja; Álvaro Lorenzo, silencio tras aviso y silencio tras aviso; Ginés Marín, silencio y silencio. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Palomo Linares, fallecido el pasado lunes.

José Garrido, el triunfador del festejo, lanceó a la verónica con buen aire al cuarto toro, bravo, noble, con fijeza, que hizo una buena pelea en varas, derribando a la cabalgadura al segundo encuentro, cayendo el picador, afortunadamente, de pie. El pacense comenzó la faena de rodillas por ayudados, con el remate de dos vistosos pases del desprecio. En los tercios, se creció con una serie muy intensa con la diestra. Entre los sones de un pasodoble hubo altura en otra tanda por ese lado, vaciando con el de pecho. Faltó más rotundidad a una obra que rubricó con una estocada efectiva, decisiva para que el público pidiera mayoritariamente la oreja.

Con el que abrió plaza, al que recibió con una larga cambiada a portagayola, Garrido bordó el toreo a la verónica, jugando bien los brazos y las muñecas y mandando en las embestidas del toro hasta la boca de riego. Se gustó en un galleo para llevar el toro al caballo y en unos delantales y una media. El público estaba entregado. Pero el toro se afligió tras el tercio de varas y se defendió en la muleta. El torero cumplió en un trasteo marcado por las condiciones del animal.

Álvaro Lorenzo, que rindió su particular a homenaje a Palomo Linares con un traje blanco y plata, con un crespón negro en una manga de la chaquetilla, estuvo a punto de conseguir un trofeo de su primer oponente, un manso con movilidad, en una faena marcada por el temple, acompañada por la música, pero que no finiquitó adecuadamente con la espada.

Con el quinto, un astado manejable, Lorenzo, voluntarioso, no llegó a acoplarse.

Ginés Marín, variado con el capote, se mostró incómodo con el tercero, un toro con muchos cambios de ritmo en sus embestidas.

Ante el manejable sexto, al que recibió con una larga de rodillas frente a toriles, Marín, en los medios y muleta en mano, logró como más destacado una serie diestra con entidad y un par de naturales.

Una tarde entretenida por la interesante corrida de Torrestrella, que no llegó a aprovecharse totalmente y en la que el triunfador, José Garrido, además de conseguir el único trofeo de la tarde, toreó espléndidamente con el capote a su lote.

ABC

Por Andrés Amorós. Garrido corta una oreja a un gran torrestrella en la Feria de Abril

Comienza la serie continuada de festejos con un cartel interesante. Esté bien que los jóvenes aspirantes a la gloria alternen con las figuras pero también lo está que rivalicen entre ellos: la competencia – decía Cañabate – es la salsa de la Fiesta, que añade sabor al guiso. Pero sólo se ocupa media plaza: hasta en Sevilla, el gran público no acude si no hay nombres famosos.

Las figuras eluden ahora los toros de Torrestrella, más encastados – se supone – que otros domecqs: buscando la comodidad, suelen causar el tedio de los espectadores. Los de esta tarde dan buen juego, con casta y movilidad; alguno, flojea. Destaca el magnífico cuarto, “Ruidoso”, al que Garrido corta el único trofeo.

José Garrido, lidiador de la línea de Antonio Ferrera, demostró su capacidad en Bilbao, el pasado agosto, con “Barbadura”, de esta ganadería. El primero repite, mete bien la cabeza pero, falto de fuerzas, queda corto y se defiende. Se luce el diestro en excelentes verónicas, con la “pata p’alante”, cargando la suerte, hasta la boca de riego. Brinda a su banderillero Chacón, herido. Empieza bien, con ayudados por alto, pero el toro se defiende, puntea la muleta y todo se desluce. Vuelve a repetir el brillante comienzo por verónicas en el cuarto, que derriba. El toro va a más, resulta de bandera, se come la muleta, transmite vibrante emoción a toda la faena, desde el comienzo, de rodillas, hasta las series de valientes muletazos. Logra la estocada y la oreja.

Como el llorado Sebastián Palomo, Álvaro Lorenzo procede de la escuela de los Lozano, basada en el mando, la castellana sobriedad y el clasicismo. El segundo flojea un poco pero dura más que el anterior. Traza el diestro suaves verónicas, brinda al cielo y muestra su buen estilo, muy “toledano”: engancha al toro por delante, tira de él, manda y liga. Algunas series son francamente buenas. Le hubieran pedido la oreja si mata bien… pero lo hace desastrosamente. No es su fuerte pero debe corregirlo. Vuelve a manejar con gusto el capote en el quinto, manejable pero sosote; aguanta algún derrote, muestra su bien aprendido oficio y, otra vez, mata mal.

Desde que le ví debutar en Olivenza, hace tres años, advertí, en Ginés Marín, cualidades de figura: facilidad, inteligencia delante del toro, estética. Sin estar mal, ésta no ha sido una de sus tardes más felices. Se luce parando al tercero, rodilla en tierra. El toro acude alegre en banderillas, humilla pero protesta algo, al final. Brilla Ginés en una serie de derechazos de mano muy baja, muletea con facilidad y gusto pero no calienta al público, ni cuando concluye con los naturales de frente, a pies juntos, tan sevillanos. Lo mejor, la estocada. El último se mueve, algo irregular. Ginés va a porta gayola, enlaza verónicas con chicuelinas. Inicia la faena con el “cartucho de pescao”, al natural; va metiendo al toro en la muleta, aguanta, se justifica con valor. Ha estado – me temo – más vistoso que profundo.

Los tres jóvenes diestros han mostrado sus cualidades pero ninguno ha “roto”, como la ocasión y las reses merecían. Sólo en dos toros, segundo y cuarto, ha sonado la maravillosa música de esta Plaza. Y eso que es el día de San Isidoro de Sevilla, que escribió: “Sin la música, ninguna disciplina puede ser perfecta, porque nada existe sin ella”. Así ha sido la tarde…

En el recuerdo, me quedo con el cuarto toro, no “Ruidoso”, sino clamoroso, que contará, al final de la Feria, para los premios. Una vez más, me pregunto: ¿por qué no matan las figuras estos toros? Ellos se lo pierden… Sus nobles embestidas me han recordado a Manuel Machado: “Acomete / rebramando / arrollando…” Y a Rafael Alberti: “Ese toro metido en las venas / que tiene mi gente”.

POSTDATA. En ABC leo, esta mañana, que el Ministerio de Educación busca otra palabra para sustituir el antipático “suspenso”. Los taurinos se han adelantado: al toro flojo, le llaman “justo de fuerzas”; al parado, que “se agarra al piso”; al fácil y cómodo, “toreable” y hasta “artista”… También lo hacen algunos políticos: a la ruptura independentista, la llaman “procés”; a España, “este país” o “el Estado”. Variando sólo el nombre, no se cambia la realidad ni se resuelven los problemas.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Garrido corta una oreja a 'Ruidoso', un torrestrella de triunfo grande

Qué pena que no durase el galopito alegre del guapo y burraco primer torrestrella que José Garrido había cuajado a la verónica. Cómo sería la rítmica concatenación de lances barrocos hasta la boca de riego que, abrochada la media, ya nadie se acordaba de la larga cambiada a portagayola. Como un esfuerzo baldío. Galleó Garrido por chicuelinas y quitó por delantales. Tan coreado por la Maestranza como merecía el son de todo aquello. El toro, pese a ser cuidado en el caballo como oro en paño, apuntó ya en banderillas el escaso fondo quedándose por los adentros. Los peores augurios se cumplieron en la muleta: el toro de Álvaro Domecq se paró a plomo. Apenas sacó José Garrido en limpio los ayudados por alto de la apertura de faena, cuando ya se defendía el domecq de guapa cara que había olvidado su alegría.

Álvaro Lorenzo rindió su particular homenaje a Palomo Linares con su vestido blanco y plata -siempre de blanco y plata Palomo-, un crespón negro y su brindis al cielo. El torrestrella recogido de cuerpo, cara y alma se movía con una calidad prendida con alfileres. Sufrió un arrebato de rajarse en el tercio rehiletes. El temple de Lorenzo lo mimó en series necesariamente suaves y cortas por la diestra. La embestida al natural tardeaba y se resistía sobre la izquierda: un solitario pero soberbio natural a favor de querencia marcó la diferencia entre los demás. La templanza del joven toledano degeneró en su destemplado acero: dos bajonazos horrorosos taparon con un manto de silencio el suave tacto de su faena.

A Ginés Marín le sucedió exactamente lo contrario: su certera espada camufló una actuación dormida y espesa con un toro de armoniosa testa sevillana que, si bien no terminaba de humillar, tenía una nobleza amable. Especialmente a derechas ya que a izquierdas había soltado más la cara. Ginés anduvo más pendiente de componer que de torear y se dejó tropezar mucho. Su labor concluyó con un deslucido desarme. Como el raro saludo capotero de verónicas, tijerillas y chicuelinas.

La corrida de Torrestrella, que venía apuntando cosas, rompió con clamor con 'Ruidoso'. Toro cuajado, hondo, engatillado, descolgado. Ruido de bravura en el caballo, ruido de profundidad en la embestida, ruido de generosidad en el tranco rebosante de salirse de los vuelos. Esa forma de planear se había intuido en el alado quite de Álvaro Lorenzo por Chicuelo. O quizá ya antes, en otra notable salutación a la verónica de José Garrido. El caso es que Garrido supo que había motivos, ofreció la muerte de “Ruidoso” al público y se clavó de rodillas. De la apertura vibrante, lo mejor surgió cuando se incorporó y dibujó un hermoso pase del desprecio. Esos remates toreros, esa muñeca en los broches, fueron el argumento constante en todas las series. Ya fuese en forma de tinchera, trincherilla, garbosos adornos. En el toreo fundamental hubo momentos de reunión. Pero a todos los momentos, o a todas las tandas, parecía faltarles algo: o por uno o dos muletazos más que se añoraban o porque la calidad de 'Ruidoso' se hacía demasiado ostensible en sus repeticiones, siempre por abajo, escandalosa en ese generoso metro de más que recorría al abandonar la muleta. 'Ruidoso', tan diferente a aquel otro torrestrella con el que José Garrido se jugó la vida y rindió Bilbao. Las últimas filigranas y el recto tino con la espada consolidaron el premio de la oreja; la ovación en el arrastre para 'Ruidoso' sonó a triunfo grande. De los mejores toros que saltarán en la Feria, con el hándicap de ser lidiado demasiado pronto para aspirar al premio del toro más importante de abril.

El quinto devolvió la corrida a otra realidad, ni siquiera a la anterior a 'Ruidoso', con su desabrida condición, su espera y su ataque. Álvaro Lorenzo resolvió, simplemente, y volvió a demostrar sus carencias con la espada, que se le va a los blandos con pasmosa facilidad.

Ginés Marín quiso con un sexto que cabeceaba y se rebrincaba con cambiante empleo. El valeroso trasteo derivó por su prolongación en una callejón sin salida. Cuando ya no quedaba nada por apurar.

El País

Por Antonio Lorca. Un carretón para Álvaro Lorenzo

Álvaro Lorenzo se perfiló para la suerte suprema; fijó la mirada en el morrillo del toro, levantó los talones y se fue al encuentro. La primera impresión fue que había enterrado la espada hasta los gavilanes. Pero hete aquí que el animal se dio la vuelta y enseñó a los incautos espectadores la verdad de la historia. Sin saber por qué, la mano del torero se había ido hacia los costillares del toro, cerquita del número que identifica a la res, y en lugar de atravesar la carne, quedó la espada ensartada en la piel como en los espetos de sardinas, y asomándose al final. ¡Mala suerte la del chaval! Cualquier artista echa un borrón.

Se perfila de nuevo (“A esta va a ser”, comenta el vecino); apunta con más atención a lo negro, y otra vez yerra con la puntería. El estoque cayó más abajo que el primero, si tamaño desatino es posible. Suspenso. Queda para septiembre. Es difícil ejecutar de forma más fea la suerte suprema. Y es que Lorenzo venía a Sevilla a examinarse; y lo hacía como alumno aventajado, al igual que sus compañeros de cartel. Pero el borrón fue mayúsculo. Una vez, vale, pero dos… Inexplicable.

Tuvo suerte, no obstante, porque cuando acabó la faena de dos descabellos, el público, generoso, guardó un respetuoso silencio. Si le toca hace unos años, todavía le resuenan en los oídos la más que merecida bronca.

Y lo cierto es que no muleteó mal a ese primer toro de su lote, blando y noble como los demás, y con escaso fuelle. Sus tandas son cortísimas, no se recrea en los muletazos y su toreo emociona con cuentagotas. Dijo poco, que es de lo que se trataba: contar a Sevilla que quiere ser figura. De momento, en su primero, lo que dijo ser es un pinchaúvas de nulo acierto.

Repitió ante el quinto el defecto de las tandas cortas; dio la impresión de traer la lección aprendida, y el público lo esperó con paciencia y la generosidad que merecen los toreros nuevos. La faena avanzaba, surgió una brisa fresca y las palmas con desgana cantaban a leguas que el misterio de Lorenzo sonaba a moderno. Su oponente no era gran cosa, y acudió a los cites con más obligación que brío. Llegado el momento de la muerte, parte la plaza se puso los prismáticos y el resto afinó la vista. Pues otra vez se fue a los bajos. ¡Vaya tarde…! Un carretón para Lorenzo… Esa es la pena que debe autoimponerse tan mal matador de toros.

El que toreó bien de verdad, especialmente con el capote, fue José Garrido, torero que ofreció una imagen de madurez y buen gusto. Recibió a su primero de rodillas frente a la puerta de chiqueros y el toro le hizo poco caso. Ya de pie dibujó un buen manojo de verónicas preñadas de temple; galleó por chicuelinas, y, momentos después, se lució por delantales. Cuando tomó la muleta, el animal ya había llegado al límite de su capacidad pulmonar, y optó por mostrarse como una caricatura birriosa de toro bravo. En fin, que hubo decisión y ganas de agradar, pero poco más.

Volvió a lucirse a la verónica ante el cuarto, excelentes algunas de ellas. Se echó de rodillas en el inicio de la faena de muleta e ilusionó a los tendidos con ayudados por alto muy ajustados. El toro, el mejor hasta entonces para la franela, repetidor y noble, le permitió algunas tandas apasionadas que no alcanzaron el clímax deseado. Comentó el vecino que el toro estuvo por encima del torero. Quizá, tuviera razón. Lo cierto es que le concedieron una oreja que supo a orejita.

¿Y Ginés Marín? Allá que se fue a toriles antes de la salida del sexto de la tarde, pero lo pensó mejor y se quedó casi en el centro del ruedo. De rodillas, eso sí, pero lejos de chiqueros. Una larga cambiada, un par de verónicas, otro par de chicuelinas, una media y una larga. Todo a la velocidad de la luz, sin tiempo para paladear el toreo. Pero bien.

Había aburrido de lo lindo ante su primero, que embestía con la cara alta, y con el que se mostró vulgar y pegapases. Solo le quedaba un tema para el aprobado. Noble tonto y escaso de fortaleza era el animal, y el muchacho se puso bonito, dibujo algunos muletazos aceptables, pero no consiguió calentar a la fresquita parroquia.

¿Y los toros? Decadentes animales sin casta. Otra corrida para el olvido.

Sevilla Temporada 2017

26_abril_17_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)