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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Viernes 29 de abril de 2022

Corrida de toros

Ficha técnica del festejo

Ganadería: Toros de Jandilla y Vegahermosa (1º) (mansos y descastados, sin fuerzas y pitados).

Diestros:

Morante de la Puebla: Estocada casi entera, aviso (saludos tras petición); meteysaca, media estocada, aviso, dos descabello (silencio).

Diego Urdiales: Estocada, descabello (silencio); estocada (saludos).

José María Manzanares: Estoicada (saludos); media estocada (oreja).

Banderilleros que saludaron: Daniel Duarte en el 3º, y Mambrú en el 6º. Ambos, de la cuadrilla de José María Manzanares.

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: soleado, agradable.

Entrada: hasta la bandera.

Video: https://twitter.com/i/status/1520141378843467777

Imágenes

Video resumen AQUí

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

La tarde se salvó en el cierre

Si es que puede decirse que la tarde se salvó, esto se produjo en el cierre. Y, sobre todo, porque la gente estaba loca porque pasara algo después de dos horas de tedio, aburrimiento y toros sin casta ni fuerza. Así fueron los de Jandilla, aunque el abreplaza de Vegahermosa le dejó a Morante hacer una faena deslavazada pero con algunos detalles por lo que hasta le pidieron la oreja. Después, nada: toros sin fuerza, sosos de embestida, sin casta, que se acababan antes de empezar la faena de muleta y a los que sólo se le podían administrar dos pinchacitos o picotazos leves para que la cosa no fuera a peor. Manzanares quiso en el 3º y Urdiales en el 5º, pero sin materia prima no salía nada. Y el cierraplaza, un toro codicioso en la muleta, pero que acabó en chiqueros después de recorrer la plaza entera, sí que le sirvió a Manzanares para hacer su faena, templando la embestida de la res pero algo despegado y al menos cortó la oreja. En el fondo, decepción en una tarde en que no cabía un alfiler en la plaza. Mañana, más.

Lo mejor, lo peor

Lo mejor. Estuvo bien que el presidente de Andalucía Juanma Moreno se bajara a los terrenos para contemplar la faena desde el mísmímo callejón y experimentar así cómo se cuece nuestra más solemne ceremonia. Como punto de humor podría apuntarse que quizá resultara del todo innecesario poner en su diestra al mediático futbolista Joaquín, quien al cabo se apropió de los trofeos y ahora fuerza que en la próxima se busque a un palangano chistoso y parlanchín para evitar siniestros resultados electorales. La bipolaridad de Sevilla no acaba en Joselito y Juan.

Lo peor. Los peor fueron los toros de Jandilla. Que aunque correctamente presentados fueron flojos, sosos, faltos de fuerza, deslucidos, inválidos, mansos, desclasados, descastados y qué se yo de cuántos defectos más presumían los cornúpetas que se lidiaron esta tarde en el albero maestrante. Parece mentira que los parralejos lidiados el día anterior llevaran su marca. Dieron al traste con las ilusiones, las esperanzas, las alegría y los ánimos a radudales que llenaba los ambientes al comenzar el festejo.

Crónicas de la prensa

Por Patricia Navarro. La Razón. Un huracanado Manzanares da la espalda a la Puerta del Príncipe

El día anterior habían pasado cosas y Sevilla no era la misma. No estaba todo igual. Ni en el mismo sitio ni a la misma hora. En el juego de las emociones los públicos cambian. Mutan. Se tambalean. Afligen. Como cuando asistes a algo muy espectacular y quedas tan lleno o vacío que no quieres más. Solo irte, seguir disfrutando de lo vivido. No era el caso, porque ayer toreaba Morante. Y Diego. Y Manzanares, que en otro tiempo fue Príncipe de Sevilla. Se colgó el cartel de «No hay billetes» y la Maestranza tenía ese ambiente de tarde grande, de acontecimiento. Morante se había guardado para su Sevilla como las novias el día antes de la gran cita. Lo era para él y para todos los que estábamos allí.

Los vuelos de su capote desprendieron los destellos como si no aguantaran más, como si el arte se le escapara a borbotones. La faena se ralentizaba en la informalidad del toro, que tenía nobleza, pero le faltaba continuidad. Dos muletazos seguidos con el de pecho hicieron sonar la música cuando estábamos más de despedida que de otra cosa. Todavía era el primero de la tarde. Fue ahí cuando llegaron los mejores momentos, los más templados y armoniosos. Con una estocada remató Morante. Morante en su año.

Nada más salir el cuarto a escena ya vimos que era necesario un milagro para que aquello funcionara. En agosto el animal hubiera cumplido los seis años, o lo que es lo mismo, ya no se podría lidiar en una plaza de toros. Ni por Morante ni por nadie. El cuadro flamenco del animal al pisar el ruedo fue la antesala de lo que vino después: las antípodas de la bravura. No era serio ni para la Maestranza ni a plaza llena. Esto es belleza pura. Lo que vimos, no.

A Diego Urdiales le salió cara la cogida de Valencia. Una de esas que pasó desapercibida en el momento y le hizo pasar por quirófano después y le provocó un problema en las cervicales del que sigue renqueante. La cara b del toreo. Lo que oculta el esplendor del traje de luces. Su paso por Sevilla fue un imposible. Su segundo era un inválido. Una pena. Y el quinto quiso ir a la muleta del riojano, pero entre el querer y el poder hubo un abismo insalvable. Una putada. La torería se quedaba huérfana sin enemigo delante.

José María Manzanares tuvo en sus manos la llave del cielo. Cosido a los vuelos del capote tuvo al tercero, que tenía cosas buenas y dentro de su bravura no quería remates por arriba. Entre las rayas del tercio ocurrió toda la faena de Manzanares. Entre el oficio y las líneas rectas. Eso sí un cañón con la espada. El sexto fue toro vivo, raudo y veloz en el engaño. No tenía la clase de tener tanta entrega, y tomó el engaño siempre rebrincado, pero sí con transmisión, vibración, era toro de triunfo. Manzanares recogió el guante de la prontitud del animal y le dejó la muleta en la cara, pero aquello resultó huracanado y a tirones. Valía, porque andábamos caninos y de viernes, pero a estas alturas en el ruedo se dirimían otras batallas. El lote, bien armado, era para salvarse.

Por Andrés Amorós. ABC. Con toros flojos, triunfos flojos

Cartel de 'No hay billetes', gran ambiente y decepción: los toros de Jandilla, flojos y deslucidos, dan al traste con las ilusiones. [Así lo contamos en directo]. Morante y Diego Urdiales apuntan detalles de su buen estilo pero, con estos toros, todo queda a medias. Sólo José María Manzanares arranca una oreja al último, el único que ha mantenido la movilidad. La lección es clara: con toros flojos, la emoción no existe, todo queda a medias, incluidos los los posibles triunfos . Lo vemos, por desgracia, demasiadas tardes.

A los toros conviene ir bien acompañado. Elijo yo, esta tarde, al entrañable y gran poeta don Manuel Machado: un acierto seguro.

Reaparece después de su lesión Morante de la Puebla. En el vigésimo quinto año de matador, es ahora, indiscutiblemente, el número uno. Torea tan bien como siempre pero, sobre todo, ha cambiado su actitud: actúa en ciudades y pueblos, acepta otros encastes, lidia clásico, arriesga. Ha asumido -¡por fin!- la responsabilidad de Gallito, su ídolo. El primer toro es muy noble pero muy flojo. De salida, dibuja José Antonio, con su capote de vueltas verdes un ramillete de verónicas que levantan un clamor; una, casi en la boca de riego, parece parar el tiempo. Lo lleva al caballo con sevillanísimas chicuelinas y todavía traza dos verónicas más. Sólo verle colocarse es una estampa antigua. Escucho, cerca de mí: «Gloria bendita». Me dice don Manuel, por lo bajo: «Juega, al estilo andaluz, / en una clásica suerte, / complicada con la muerte / y chorreada de luz». El comienzo de faena, con ayudados a dos manos, es primoroso. Con una banderilla en la mano izquierda, recogida del suelo, traza derechazos deliciosos. Todo respira armonía … pero es demasiado poco toro. Por eso, la petición no cuaja. Ha estado relajadísimo, muy a gusto.

El cuarto, en cambio, no le gusta ya de salida: se queda muy corto en el capote, no le deja lucirse. ¿Tiene algún problema en la vista? La res protesta, puntea los engaños. Como era de esperar, con este toro, Morante le quita las moscas y lo despacha, sin más. Otra tarde será… si hay toros.

El riojano Diego Urdiales tiene buen ambiente en Sevilla. Se lo ha ganado con su estilo clásico y por la bendición de Curro Romero, que acude a verlo, en un tendido. El segundo, muy flojo ya de salida, levanta protestas. La suerte de varas es un simulacro pero la res se derrumba. Ahora recuerdo yo a don Luis de Góngora, el ídolo de la muy taurina generación del 27: «Esa montaña que, precipitante, / ha tantos siglos que se viene abajo…» Por muy hermoso que sea el verso, un toro claudicante no tiene nada de gracia, es un inválido, de mírame y no me toques. Urdiales muestra su naturalidad con capote y muleta pero los pases no pueden tener eco. Mata con facilidad.

El quinto también flaquea, además de protestar y huir. Brinda al futbolista Joaquín, en una barrera, junto a Juan Manuel Moreno y el periodista Antonio Jiménez. Consigue dar suaves muletazos a un toro que muge incansablemente, a la defensiva. El trasteo es pulcro, casi sin toro, que pronto se para por completo. Lo mejor, la buena estocada. (Le ha cogido muy bien el sitio a la suerte suprema).

José María Manzanares ha triunfado muchas veces en esta Plaza de los Toros, es aquí tan querido como lo fue su señor padre, Sevilla casi lo ha adoptado. En el tercero, que parece cogido con pizas, por lo endeble, mece bien el capote. Se luce mucho Duarte, con los palos. (Me comenta don Manuel: «Llega, cuadra, para, / los brazos alzando, y allá por encima / de las astas que buscan el pecho / las dos banderillas / milagrosamente / clavando»). El toro, por flojo, protesta al final de cada pase, tropieza los engaños. Manzanares lo embarca con solemnidad y liga buenos muletazos pero ha de gritar «¡je!» tres veces para que el toro acuda. (Lo contrario, me decía Alfredito Corrochano, de lo que sucedía en su época). Así, la emoción es imposible. Con la espada, como de costumbre, José María es un cañón.

En el último se luce Paco María, midiendo el castigo, y Mambrú, de poder a poder (esperando que el toro arranque), con los palos. El toro protesta pero es el único que conserva la movilidad y repite. Manzanares lo engancha bien, tira de él, aguanta, le baja la mano, logra series que emocionan al personal. Escucho a don Manuel Machado: «Guarnecido de oro, / la clásica elegancia / con seriedad ejerce y arrogancia». El toro, Zafia (en femenino, ¡vaya nombrecito!), ha salvado esta tarde el honor de la ganadería pero, al final, canta la gallina, huyendo a chiqueros. Con buen criterio, José María aprovecha la querencia del animal para citar a recibir: un pinchazo hondo resulta suficiente y pone en sus manos la única oreja de la tarde.

Me consuela, al final, la belleza de los versos de don Manuel Machado: «El gran suspiro que es la tarde, crece / como de un pecho inmenso. Palidece / el sol. Y terminada / la fiesta de oro y rojo, a la mirada / queda un eco / de amarillo seco / y sangre cuajada».

Posdata. Al Pregón Taurino de Sevilla asistió el alcalde, socialista, y el Delegado de Fiestas Mayores, también socialista, que hizo un canto encendido y justo a la Tauromaquia. En el Ayuntamiento sevillano he visitado la exposición sobre Pepe Luis Vázquez, en su centenario. En Andalucía, como en Castilla la Mancha y Extremadura, el PSOE se apunta a defender la Fiesta porque sabe que le conviene. En Cataluña y Baleares, en cambio, la abandonó, y la alcaldesa de Gijón, socialista, sigue con su campaña feroz contra los corridas de toros. ¿Lo pueden explicar los socialistas andaluces a sus votantes que sean buenos aficionados?

Por Luis Carlos Peris. Diario de Sevilla. ‘Zafia’ salvó el honor de Jandilla

Todos los buenos augurios de los días anteriores estuvieron a punto de desdecirse a causa de un envío ganadero falto de raza y de fuerza en general, maquillando el prestigio de Jandilla el toro que cerró plaza. Muy bravo en el caballo sirvió para que se saliese de la plaza con mejor ánimo tras una tarde de puro y clavel, pero que rompió en tediosa a más no poder.

Y ante el envío de los herederos de Borja Domecq se estrellaron Morante y Urdiales para que Manzanares saliese mejor parado gracias a Zafia, un toro negro mulato que arregló la tarde. Y la arregló in extremis, ya que hasta entonces nos encontramos con un Morante toreando como de salón al desrazado de Vegahermosa que abrió plaza. Y como el toreo de salón puede ser bello, pero absolutamente falto de emoción, el recital de pulcritud que dio el cigarrero discurrió sin pena y también ayuno de gloria. Como además parece que prevalece el desencuentro entre torero y banda de música, pues nada de nada. Peor estuvo lo del otro del lote y al que el torero acusó de estar reparado de la vista. Tras unos lances de manos altas, como del maño Villalta, un trasteo sobre las piernas y a tirar por la calle de enmedio antes de despenarlo de metisaca y media estocada.

Desde que obtuvo el aval de Curro Romero, la presencia de Diego Urdiales en Sevilla viene precedida de expectación y en el recuerdo aquella faena a un toro de Garcigrande en San Miguel. Pero también el riojano fue víctima del mal juego del ganado. Brilló con el capote en ambos toros, pero entre que su primero no se emplea y que el quinto va quedándose corto hasta pararse completamente, el buen uso de la espada fue la cara buena de una tarde para el olvido. Ni siquiera el empeño que puso para justificar el brindis al bético Joaquín fue suficiente para que aquello rompiese para bien.

Tercero de la terna, uno de los toreros que Sevilla adoptó desde la primera hora. Josemari Manzanares, que ha abierto la Puerta del Príncipe un puñado de veces, se mueve por el amarillo albero como por el patio de su casa, pero el torero dispone y el toro descompone. Y eso que Josemari salió a revienta calderas con el capote, sobre todo en un quite por chicuelinas que recordó a las que daba su padre barriendo la arena con las manos muy bajas. A ese toro tercero le hizo un quite Morante con verónicas prehistóricas que, inspirado en las de Gallito, bien podría haberlas firmado Nicanor Villalta. Ese toro no tiene el mínimo de fuerzas para no ser devuelto, no existe ni una pizca de transmisión y el alicantino saluda una fuerte ovación que se gana gracias a un estoconazo fulminante.

…y salió Zafia para cerrar la tarde y con él afloró en el Baratillo la clase que prestigia a la ganadería de Jandilla. Tras un brillante recibo a la verónica surgió espléndida la cuadrilla que lleva Manzanares. Si antaño eran Trujillo y Curro Javier los que partían el bacalao, hoy fueron Mambrú, Duarte y Luis Bázquez con los palos y un gran Paco María a caballo junto a Chocolate. Y como picaron, lidiaron y banderillearon a Zafia fue la cimentación para que el matador se reencontrase con su Sevilla del alma.

Fue esa faena tantas veces vista en la Maestranza de redondos redondísimos y templados para el cambio de mano que hace crujir a la plaza. Redondos y naturales combinados en tandas largas que levantaron la tarde hasta lograr el milagro de hacernos creer que la tarde había merecido la pena. Un pinchazo hondo recibiendo bastó para que el toro doblase y para que Manzanares tocase pelo. Ahí se maquilló una tarde de expectación que fue de frustraciones hasta que Zafia salió por el portón de los sustos. Los buenos augurios estuvieron a punto de caer hechos trizas.

Por Toromedia. Manzanares puntúa en la de Jandilla

José María Manzanares ha sido el triunfador de la tarde en el quinto festejo de abono al cortar una oreja al sexto después de realizar una faena que tuvo mucha emoción. El alicantino cortó la única oreja, aunque también se pidió premio para Morante en el primero de su lote, al que hizo una buena faena. Diego Urdiales dejó momentos de su calidad en el quinto, un toro que se apagó pronto.

Morante se gustó a la verónica en el toro que abrió plaza, sobresaliendo lances por el lado izquierdo. Remató de larga y el toro enganchó el capote, cayendo el torero en la cara y haciéndose él mismo el quite. Llevó el toro al caballo con un galleo y el de Jandilla fue medido en el castigo. Hizo un quite con verónicas en las que elevó la mano de salida en una estampa antigua, rematando con dos medias. Urdiales quitó bien por verónicas. Morante comenzó la faena con estéticos ayudados con la rodilla flexionada y en la primera serie con la derecha hubo dos redondos excelentes. Siguió por ese pitón templando mucho en la siguiente serie, rematada con bonito pase de pecho. Faena de pulso y caricia a un toro con calidad pero justo de fuerza que de vez en cuando perdía las manos cortando las series. Al final toreó con la zurda logrando la tanda más rematada. La música sonó a destiempo y Morante prolongó una serie más. Mató de estocada y hubo petición de oreja, trofeo que el palco no concedió.

Morante mandó a su banderillero Lili parar al cuarto, que no le gustó de salida, haciendo gestos de que estaba reparado de la vista. El de Jandilla llegó a la muleta distraído y sin emplearse. Morante probó pero no encontró materia prima apta para su toreo. Mató de metisaca y media.

Urdiales toreó con limpieza a la verónica al segundo de la tarde, un toro medido de fuerza con el que poco pudo hacer más que intentar mantenerlo en pie. Optó por abreviar ante las protestas de algunos espectadores. Mató de estocada y descabello.

Al segundo de su lote le dio verónicas muy buenas, sobre todo por el pitón izquierdo. Brindó al futbolista Joaquín, que presenciaba la corrida en un burladero junto al presidente de la Junta de Andalucía, y comenzó toreando con suavidad con la derecha en dos series de bello trazo que fueron muy bien recibidas por el público. Cuando toreó al natural, el toro empezó a echar el freno y limitó la labor del torero. Una pena porque el de Jandilla tuvo calidad y el de Arnedo estaba en buen tono. Mató de estocada y fue ovacionado.

Suavidad, elegancia y temple en el recibo de capa de Manzanares al tercero. También se lució en un quite por chicuelinas marca de la casa en los medios. Abrió al toro y planteó faena directamente por el pitón derecho, ligando dos series que tuvieron transmisión. Cuando cambió a la zurda el 'jandilla' se apagó y también la faena a pesar de que Manzanares siguió intentándolo. Mató de estocada sin puntilla. Ovación.

En el sexto también se lució a la verónica. El toro fue bien al caballo en los dos puyazos y picó muy bien Paco María. Mambrú se lució con los palos, saludando montera en mano. Manzanares comenzó la faena bajando la mano, sometiendo al de Jandilla -que embestía con codicia- y llevándolo largo. En la segunda serie rompió la faena con muletazos ligados y mandones llevando la encastada embestida del de Jandilla. Fueron dos series más con emoción y al natural tuvo que provocar más al toro, de modo que volvió a la derecha, por donde el astado pedía que le hicieran las cosas siempre por abajo. Mató en la suerte de recibir y dejó un pinchazo hondo que fue suficiente. Oreja.

Fotografías: Arjona/Toromedia.

29_abril_22_sevilla.txt · Última modificación: 2022/05/09 11:00 por paco