Sevilla, 1942
Nieto de Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio. Hijo de Juan Pedro Domecq y Díez y sobrino de Álvaro Domecq y Díez. Hermano de los ganaderos Borja Domecq, propietario del hierro de Jandilla, y Fernando Domecq, propietario del hierro de Zalduendo. Padre de Juan Pedro Domecq Morenés, propietario del hierro de Parladé.
El Lunes Santo del 2011, 18 de abril, conducía hacia su finca Lo Álvaro, en Sevilla, cuando el vehículo en el que viajaba colisionó frontalmente con un camión en el término de Higuera de la Sierra, un impacto que le arrebató la vida. Juan Pedro Domecq falleció con 69 años, dejando tras de sí uno de los mayores imperios de cría de reses bravas de España. Admirado por toreros y ganaderos, su pérdida ha conmocionado al mundo taurino del que solo han salido palabras de admiración y de alabanza para el fallecido. Sus restos fueron trasladados a la capital onubense para practicarle la autopsia. Su cuerpo es incinerado en Valverde del Camino (Huelva) y sus cenizas, esparcidas en su finca Lo Álvaro.
Hasta Valverde del Camino se trasladó gran parte del mundo del toro que para arropar al ganadero en una multitudinaria despedida. Entre los asistentes al tanatorio valverdeño destacan toda la familia Domecq, los toreros Curro Romero, Javier Conde, Paco Ojeda, Dávila Miura o Miguel Báez 'Litri', entre otros, así como el ganadero Eduardo Miura y Fernando Cuadri y los apoderados Simón Casas, Victoriano Valencia o Curro Molina… Con anterioridad, la familia y amigos más íntimos despedieron al mediodía a Juan Pedro Domecq en una misa celebrada en su finca de 'Lo Álvaro' a la que asistieron los diestros El Juli, José María Manzanares, Morante de la Puebla, Javier Conde y Francisco Rivera Ordóñez.
Al día siguiente, miércoles, se oficia en Castillo de la Guardas (Sevilla) uno de los tres funerales, por expreso deseo de la familia, mientras que los otros dos tendrán lugar en las ciudades de Jerez de la Frontera (Cádiz) y Madrid, sin ser comunicadas las fechas por el momento.
“Juan Pedro es un ganadero histórico”. Con estas palabras el torero Enrique Ponce definía a Juan Pedro Domecq Solís, fallecido el lunes, 18 de abril de 2011, en un accidente de tráfico. Según fuentes del 112, los hechos ocurrieron en el kilómetro 69,700 de la N-433, donde el vehículo del ganadero colisionó con otro, cuyo ocupante resultó herido. Hasta el lugar se trasladaron agentes de la Guardia Civil y servicios sanitarios.
Tras el trágico suceso, toreros y ganaderos, como el propio Enrique Ponce, quisieron transmitir su pesar y sus condolencias a los familiares. El matador de toros Manuel Jesús “El Cid” destacó el legado de Domecq como “una de las ganaderías más importantes de todos los tiempos”. Según el torero Salteras, Juan Pedro era un hombre “de gran personalidad que sabía lo que quería y que peleó toda su vida por ello. De esos hombres desgraciadamente van quedando cada vez menos”, añadió.
Nacido en Sevilla en 1942, Juan Pedro Domecq consiguió llevar la ganadería que le legó su padre en 1978 a lo más alto en el mundo taurino. En su faceta como ganadero, desarrolló sistemas de cría, saneamiento y alimentación en la búsqueda de un toro acorde con los gustos del público.
“Buscaba un toro bravo, pero también enclasado y con ritmo, que es lo verdaderamente difícil”, apunta Enrique Ponce, para rematar: “Él lo logró y por eso su ganadería ha dado tardes históricas a los toreros y a la afición en las plazas más importantes”. En una nota de prensa, el torero recordaba que él mismo ha matado muchos toros de la ganadería Domecq, que era “predilecta para cualquier toreo”.
El mundo ganadero también mostró su consternación ante la pérdida del criador. José Luis García-Palacios, de la ganadería “Toros de Albarreal”, aseguró que Juan Pedro ha representado una generación de ganaderos que apostaron por “una expresión plástica, con unas características propias de la toreabilidad” a la par que destacó “la búsqueda de sus orígenes hasta conseguir “el toro artista””, como él lo llamaba.
Otro de los grandes, el ganadero Eduardo Miura, destacó la figura de Domecq como presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL) desde 1984 hasta 1994 y afirmó que, como ganadero, fue “el espejo para muchos ganaderos que lo conocieron”. “Era un hombre inquieto que siempre tenía ganas de innovar”, subrayó.
A todas estas muestras de tristeza y admiración se sumaron la palabras del alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, quien, en nombre de la corporación municipal y de la ciudad expresó su “dolor” y “consternación”. “De extraordinaria cultura y sensibilidad, era, asimismo, un gran devoto del patrimonio monumental y cultural sevillano, como destacó públicamente en reiteradas ocasiones”, recordó el edil el.
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Juan Pedro Domecq Solís nació en Sevilla en 1942, aunque se crió en la localidad gaditana de Jerez de la Frontera. Miembro de una familia dedicada al negocio vinícola y ganadero de gran raigambre —uno de sus tíos era el recordado Álvaro Domecq y Díez—, tras estudiar el bachillerato esta última localidad, en 1958 realizó en Sevilla el curso de acceso para estudiantes de ingeniería y un año más tarde se trasladó a Madrid. En 1966 terminó los estudios de ingeniero agrónomo en la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos de Madrid. En 1972 se trasladó a Barcelona para cursar estudios de dirección de empresas en el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa.
En 1968 se encargó de la dirección de las explotaciones familiares de viñedos, Pedro Domecq SA y al año siguiente fue elegido vicepresidente de la Cámara Agrícola de Cádiz y presidente de la Unión de Empresarios Agrarios de la Provincia. Poco después, fue nombrado vicepresidente provincial de dicha Unión.
Es en 1978 cuando se hace cargo de la ganadería que tuviese su padre Es en 1978 cuando se hace cargo de la ganadería que tuviese su padre, Juan Pedro Domecq y Díez. Desde entonces, su actividad profesional se desarrolló, fundamentalmente, en tres aspectos distintos y complementarios: la actividad ganadera, la actividad pública profesional y la actividad empresarial privada.
Un investigador del toro
Respecto a su actividad como ganadero, Juan Pedro Domecq supo recoger y lanzar el fermento ganadero que comenzara su abuelo, Juan Pedro Domecq Núñez de Villavicencio y, sobre todo, su padre, Juan Pedro Domecq y Díez, en la búsqueda de un animal bravo, que cómo él mismo propugnaba, fuese capaz de embestir hasta la muerte.
Además de fijar unas características inconfundibles del toro de juampedro, como ganadero invirtió largos años de trabajo e investigación, en convenio con la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, para desarrollar un programa informático, único en el mundo, tutor de la selección genética de la ganadería.
Ese extraordinario control en la selección le permitió no solo culminar temporadas de una sorprendente regularidad, especialmente la del 2000, sino convertirse en semillero selecto de otras ganaderías que buscan en los «juampedros» un aporte de clase, transmisión y, evidentemente, desarrollo comercial para sus ganaderías
Juan Pedro Domecq suscitó no pocas polémicas con la definición de su toro como el toro artista, un animal armónico, noble y vibrante, frente al tan de moda toro grande y destartalado. Buscó siempre, por encima de todo,un animal capaz de colaborar en la creación artística de los toreros, los denominados por él mismo como «toros artistas» y que son exigidos por las figuras del toreo.
Fue presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia durante diez años, entre 1984 y 1994, donde impulsó un cambio fundamental de esta organización centenaria, líder absoluta del sector, que fue estructurada como una empresa profesional y eficiente en sus aspectos organizativos, administrativos, veterinarios y jurídicos.
Igualmente, fue miembro de la Junta Directiva de la Confederación de Asociaciones Profesionales Taurinas, fomentando entre 1995 y 1996 el estudio de sistemas de modernización de la estructura de la Fiesta, como la redacción del libro blanco y la propuesta de un sistema de consorcio público-privado para la corresponsabilidad de los profesionales en la definición y el control de los espectáculos.
«Del toreo a la bravura»
En 2009 Alianza Editorial publicaba la obra de Juan Pedro Domecq «Del toreo a la bravura», un libro en el que el ganadero dejaba claras sus formas y su idea de lo que debe ser la bravura del toro de lidia. En la presentación que hizo en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla —donde estuvo acompañado, entre otros, de Manuel Benítez «El Cordobés», Curro Romero y Juan Antonio Ruiz «Esparttaco»— Juan Pedro Domecq refería que «el que tira de la bravura es el torero, que con sus exigencias al toro hace que el ganadero se tenga que quebrar la cabeza». «Queremos explicar de dónde venimos y qué hemos hecho hasta ahora», defendiendo que el futuro de la Fiesta no estaba muerto, aunque muchos así lo pronostican.
EFE, 18/04/2011. Por Juan Miguel Núñez. El ganadero Juan Pedro Domecq Solís, fallecido en accidente de tráfico, sintió siempre una palpitante inquietud por el toro, en la búsqueda permanente de sus orígenes y métodos de selección, hasta conseguir lo que él llamó “el toro artista”, reflejo de calidad y bravura.
Portador de uno de los apellidos más ilustres del olimpo taurino -su abuelo fundó en 1930 la ganadería Domecq comprando la ganadería Veragua, que a su vez era heredera del encaste “vazqueño”, cuyo rastro hunde sus raíces 250 años atrás- Juan Pedro Domecq fue un gran teórico de la bravura, término que manejó siempre con especial sensibilidad y mucho optimismo. “El toreo se ha mantenido en una permanente evolución positiva en el que el ayer es siempre alcanzado por el hoy”, sentenciaba Juan Pedro en su libro “Del toreo a la bravura”, volumen que contiene una serie de estudios ganaderos y veterinarios muy interesantes desde un punto de vista científico y de investigación.
Defensor a ultranza de una teoría que combate los postulados mas agoreros, esos que según algunos mostraban un maravilloso ayer, un hoy decadente y un mañana casi muerto. “Es al revés”, replicaba al explicar “de dónde venimos y qué hemos hecho hasta ahora”.
Toro, torero y toreo son los tres vértices a partir de los cuales Juan Pedro Domecq defendió también esa creencia de que 'la Fiesta' de ahora, después de superar tantos desafíos y cambios, “tiene una salud de hierro”. Su pálpito como “ganadero artista” ha sido incesante, manejando datos y postulados que han puesto siempre la genética al servicio del sentimiento. “El que tira de la bravura es el torero, que con sus exigencias al toro hace que el ganadero se tenga que quebrar la cabeza”, dejó caer a modo de reflexión y análisis de la actual tauromaquia, con motivo de la aparición de su libro.
Para hacer buena tanta teoría, Juan Pedro Domecq fue también aficionado práctico, que toreó en muchas ocasiones, en tentaderos y no sólo en su propia ganadería, y más de una vez también junto a las primeras figuras del momento. Y su afición al toro y el campo le acercó también al mundo del caballo, en el que fue asimismo un reconocido especialista, como lo prueba que en 1979 ganó el campeonato de España de acoso y derribo. Un hombre que vivió por y para el toro, por las teorías que manejó, el trabajo que desarrolló y, como resultado de ambas, el ideal que deja.
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Un apasionado del toro y del toreo. Por Luis Nieto
Juan Pedro Domecq Solís (1942) no solamente fue un emblemático ganadero por el que han bebido los vientos las figuras del toreo, sino que también fue uno de los aficionados prácticos que mejor toreaban en el campo. Tuve la fortuna de verle en su finca Lo Álvaro manejar la muleta con una naturalidad que únicamente está al alcance de los privilegiados. Y es que, aunque parezca increíble y casi nadie conozca el dato, llegó a torear en el campo más de 2.000 becerras entre los 12 y los 60 años.
Por el trato que durante toda su vida tuvo con los grandes maestros del toreo, fue adaptando su toro a cada época. Y dentro de las denominadas ganaderías comerciales, en las que su divisa había sido catalogada, era todo un referente por sus toros en los que predominaba una nobleza extrema, propicia para la estética, pero con el inconveniente de un poder y fortaleza escasos. El propio Juan Pedro Domecq llegó hasta el extremo de calificar sus toros como artistas, algo que siempre ha inquietado a una parcela de aficionados, que apuestan más por la fiereza del toro bravo que por la docilidad.
En la selección de ese toro especial fue uno de los pioneros en la aplicación de programas informáticos para conocer y dirigir su ganadería, con la creación de una gigantesca base de datos sobre los distintos caracteres que hacen posible un estudio genético de los mismos en la propia ganadería; así como una fototeca, de la que se sentía muy orgulloso y donde tenía registrados minuciosamente datos de los últimos 25 años. Su inquietud por trabajar con nuevas tecnologías lo lanzó a la creación del portal taurino Mundotoro. Otra de sus pasiones fueron los caballos, siendo en 1979 campeón de España de acoso y derribo.
Como ganadero, también hizo popular su tauródromo, espacio destinado a correr los toros en la dehesa, para prepararlos “como si fueran atletas”, antes de enviarlos a las plazas para su lidia. Como curiosidad, en el tauródromo, de 1,5 kilómetros, sus toros corren tres veces por semana.
De todos estos aspectos y de la evolución del toreo reflexionó en su obra Del toreo a la bravura (Alianza Editorial, 2009), donde quedó constancia de que su mayor preocupación era encontrar el toro que en cada época precisa el torero. De hecho, se sentía orgulloso de que otros hierros actuales, como Garcigrande o El Ventorrillo, que han triunfado en los últimos años, sean “líneas puras de Juan Pedro” y que de su línea se había formado hasta un 60% de la cabaña brava española.
De sus plazas importantes, Sevilla fue fundamental. Desde que heredó la ganadería, en 1978, sólo faltó en la Maestranza en tres ocasiones; las dos últimas en la temporada pasada y en la presente, tras el traspiés que sufrió en la Feria de Abril de 2008. Sevilla -nos explicó en una entrevista- es mi plaza de referencia, donde me siento mejor comprendido y donde mejor comprendo el toreo“.
En Madrid, sin embargo, tardó 26 años para lidiar una corrida completa. Su hierro volvió en 2007 a Las Ventas, precisamente la plaza donde el hierro veragüeño tuvo el honor de haber lidiado por primera vez un toro, el 17 de junio de 1931.
Durante una década, entre 1984 y 1994, asumió la presidencia de la Unión de Criadores de Toros de Lidia. En su periodo se puso en marcha, tras un acuerdo con el Ministerio de Agricultura, el Libro Genealógico de la Raza Bovina de Lidia.
Los primeros secretos como ganadero los vivió de niño, de la mano de su padre, Juan Pedro Domecq y Díez, de quien se le quedó grabado que “la bravura es la capacidad de luchar hasta la muerte”. Su abuelo, Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, adquirió la ganadería en 1930, con reses de Veragua, antecedentes que se remontan a más de dos siglos y medio, con varios propietarios, entre ellos, Fernando VII, que la compra en 1830. En la actualidad, uno de sus hijos, Juan Pedro Domecq Morenés, dirige la otra divisa familiar, Toros de Parladé, con la misma procedencia. Diario de Sevilla, 19.04.2011
Juan Pedro Domecq, apasionado del toro. Por Carlos Núñez Dujat.
Una vida por y para el toro. Por Enrique Ponce.
Ganadería Juan Pedro Domecq.