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Pedro Beltrán

Guionista cinematográfico

Hablado sobre la película El Monosabio. Del libro “Pedro Beltrán, la humanidad del esperpento”.

“Jose Luis Borau quería hacer una pelicula con un director americano y me llamó porque consideraba necesario que participara. El americano, Ray Riva, que tenia un argumento disparatado: un torero herido que lo meten en un convento de frailes. Con aquello apenas se podia hacer nada y la manera de entenderse con el tampoco era fácil. Hablamos y discutimos muchisimo, pero tenía unas concepciones absurdas, que en algunos casos estaban cercanas a la moral cristiana, y se empeñaba en introducir ideas de esperanza y otras cosas parecidas. Había visto los toros en Méjico y se creía que todo era igual. Yo le dije a Borau que prefería hacerlo sin él, y terminamos haciéndolo todo entre Jose Luis (Borau) y yo.

El Monosabio era un sainete con toques esperpénticos que el americano jamás llegó a ver y por tanto nunca puso en las imágenes. Tampoco profundizó en los personajes. Yo trataba de explicarle que aquello era un esperpento, algo mucho más duro y áspero que la blandenguería en la que él se empeñaba. Pero Borau me decía que no insistiera porque Rivas jamás llegaría a comprenderlo.

Había un personaje muy gracioso que era la hija de Juanito, retratada como una especie de lesbiana viriloide, y nada de eso aparece en la película. También se cambió el final que yo imaginé, con el niño que nace antes de tiempo y el monosabio diciendo: “este sí que va a ser torero!!”.

El torero de la película es Curro Fajardo, novillero que está en la misma situación que en la ficción, hijo de un monosabio de la madrileña plaza de Vista Alegre.

La inclusión de Antoñita Linares también fue idea mía. Se ajustaba tan bien al papel que le pedimos permiso para respetar en la ficción su nombre verdadero, y no Emilia, tal como estaba previsto.

Juanito, el monosabio. En el mundo del toro hay muchos personajes parecidos: han fracasado en sus aspiraciones y viven a la sombra de la Fiesta en los oficios más dispares.

Juanito siempre quiso ser torero, tiene rota sus más grandes ilusiones y solo se alimenta de sueños incumplidos. Recuerda sus tiempos de banderilleros en festejos de segunda fila y cree hallar en su joven vecino una oportunidad para vivir, viendose reflejado en él todo aquello que nunca consigió.

La vieja moral. En una familia de un barrio popular de Madrid las reacciones no hubieran podido ser distintas. La fe religiosa y la moral antigua arraigan más cerca de los pagos que de los palacios. El último refugio de la moral vieja y trasnochada no restá en las clases dirigentes sino en los estratos populares. De ahí que la familia de la película entienda el honor con la misma hipocresía que fuinciona en las capas altas o burguesas de la sociedad.

Como en casi todas las películas taurinas aparecen los temas de la muerte y de la gloria, del éxito y el fracaso. La gloria y el éxito no son mas que un espejimos para los personajes porque allí todos estan frustrados o son fracasados de antemano. El chaval en realidad no qiere ser torero, es algo que le han metido en la cabeza y para lo que no vale. Y Juanito porque ya no puede serlo. La persona que ha querido ser torero y se queda en monosabio siente el fracaso en su propia piel.

pedro_beltran.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:26 (editor externo)