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Puertas de Arrastre 2017

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver Los modernos Miuras y un torero palaciego

Redacto esta crónica de urgencia, “Puerta de arrastre” porque es el sitio que ocupo en la Maestranza desde hace décadas, con un solo párrafo de seis o siete líneas. Por aquello de la eficacia del mensaje, de la síntesis infomativa, o porque me gusta lo que se llama en redacción periodística una crónica impresionista, que a base de unos simples brochazos, en forma de frases, conforme un cuadro que, visto de lejos, te de una imagen de lo que ha sido una corrida. Si el festejo fue bueno hay que emplearse a fondo en la síntesis, pero si es malo hay que esforzarse mucho en la extensión. Hoy le pido permiso a mis lectores (no sé cuantos hay, se sabe cuántos te retuitean o te siguen, pero no los que te leen: eso de leer es otro oficio) para extenderme un poco más y hacer de paso que nos toca la última crónica de Feria.

Verán ustedes. Corría la Feria de abril de 1914, exactamente el martes 21 de abril, y se lidió en la plaza de Sevilla la de Miura, para el mexicano Gaona, Gallito y Belmonte, la segunda corrida de éste en el coso del Baratillo pues se había presentado como matador el domingo de Resurrección tras su alternativa en Madrid el otoño anterior. Toreó maravillosamente al miureño “Rabicano” y ya dominado, el joven matador tuvo el atrevimiento de hacer un desplante como tocarle la punta del pìtón al de Zahariche. No le dieron oreja (en Sevilla no se daban y los críticos habían visitado esos días al gobernador para pedirle que nunca se estableciera en Sevilla esa bárbara e indecorosa costumbre que se estaba imponiendo en otras plazas), pero lo llevaron a hombros a su casa. Y el mayoral fue a contarle a don Eduardo lo que había hecho el mozo de Triana (nacido en la Cruz Verde), a lo que el ganadero contestó entrando casi en depresión: “No pué ser, no pué ser”…

Murió poco después pero, posiblemente, si viviera y le hubieran contado lo que pasó en la corrida de hoy en el mismo escenario, ciento tres años después, también habría dicho “no pué ser, no pué ser”…Porque los seis miureños que salieron ayer al ruedo, un par de ellos con menos fuerza y los otros con más brío, dejaron hacer faena a los toreros, “duraron mucho” que se dice en las crónicas, embistieron en varias tandas de muleta y, por lo general, no tuvieron una mala mirada. Todo lo más, una “revolviura” algo rápida cuando iban aprendiendo de qué iba la cosa. Hubo muy buenos, como el segundo y el quinto, y buenos como el tercero, que se estropeó y nos quedamos con las ganas, y el sexto,

Cómo han cambiado las cosas, pero no tanto. Porque esta Feria, y en esta corrida, hemos vuelto a hablar de que no se debían dar orejas que no es forma de contabilizar los triunfos, igual que decía la crítica sevillana entonces de esa “bárbara manía de premiar con despojos”. Eso sí, en el siglo XIX los miuras los lidiaban todas las figuras, desde Lagartijo a Frascuelo, pasando por Currito, Desperdicios, Reverte o el Gordito. Y ya en el siglo XX los que mandaban, como Gallito, Rafael, Belmonte mataban todas las de Miura que hiciera falta. Y a los toros de Zahariche se apuntaban los Manolete, Pepe Luis, Bienvenida…y así podíamos seguir hasta hace unas décadas en que la máximas figuras (excepción hecha de Espartaco aquella tarde) no los quieren ver ni en pintura. Muchas de estas figuras de hoy se van a retirar sin haber visto la divisa verdirroja. “No pué ser, no pué ser”, digo yo ahora.

Y eso que los miuras “modernos” no se comen a nadie. Este año le ha tocado a tres de la tierra y han estado, cada uno a su nivel, con dignidad y oficio, Y hasta con brillantez como ese muchacho de Los Palacios que le ha cortado oreja a los dos y ha estado a un repique de salir por la Puerta de las glorias taurinas. Centímetro arriba o abajo de la espada es lo que parece ha determinado que la presidenta, manteniendo su criterio, no diera el segundo apéndice. Valiente y decidido también el torero nazareno, con el peor lote sin duda. Y el camero Esaú Fernández, tras el violento principio, tuvo arrestos para salir de la enfermería a la carrera y lidiar los dos suyos, con poca fortuna en el tercero y tal vez falto de “oficio miureño” con el buen sexto.

En fin, que aquí he dejado hoy unos trazos de más en mi crónica porque la obra así lo requería. Si no, cómo les voy a contar a ustedes toda esta historia, y la leyenda que la sustenta. E incluso lo del “no pué ser, no pué ser”, que a lo mejor no es cierto, sólo una leyenda más de este hierro. Pero merecía ser cierto, como cuando Curro dijo que él no toreaba Miuras, porque le daba miedo hasta darle la mano a don Eduardo. Por lo menos fue sincero, no como otros. Hasta la feria que viene.

puertas_de_arrastre.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:08 (editor externo)