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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

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Miércoles, 17 de abril de 2013

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de El Pilar y Moises Fraile (desigualmente presentados, justos de fuerza, casta y raza; el 6º fue devuelto a corrales por claudicación de extremidades; 6º-bis, de Parladé, justo de fuerza, con movilidad).

Diestros:

Morante de la Puebla. Media estocada caída (ovación); estocada casi entera, descabello (silencio).

Miguel Ángel Perera. Estocada entera, rueda sin puntilla (saludos desde el tercio); pinchazo, meteysaca, estocada (silencio).

Daniel Luque. Estocada trasera y caída, tres descabellos (saludos desde el tercio); estocada entera, rueda sin puntlla (oreja).

Banderilleros que saludaron: Joselito Gutiérrez y Guillermo Barbero, de la cuadrilla de Miguel Ágel Perera, en el 5º.

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: soleado y caluroso.

Entrada: hasta la bandera.

Crónicas de la prensa: El País, El Correo de Andalucía, La Razón, Diario de Sevilla, Toromedia, Firmas.

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Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Los toros de Juan Pedro, que el hombre estará en el cielo taurino, están salvando las tardes en la Maestranza. Lo fue el día de la encerrona de Manzanares -que acaba de ser papá de una niña y se rumoreaba que no viene el viernes- y también este miércoles de farolillos. La corrida de El Pilar, cinqueña, bien presentada menos el devuelto sexto, no sirvió para mucho, falta de raza y de fuerzas. El primer colorado, manso de campeonato, al menos nos dejó otra media docenas de lances con el capote de Morante para media docena de carteles. Perera tuvo mal lote y aunque venía con ganas se fue de vacío, dejando sólo detalles en su primero. Luque estuvo por debajo en el tercero y remontó con el sobrero de Juan Pedro, flojísimo, pero que tenía un buen pitón derecho que aprovechó para cortar orejita tras faena de altibajos, bien rematada con la espada. Y contando, eso sí, con el favor de la solanera y con una bronca a la música que transformó a su favor para el éxito orejil. Pero el balance fue pobre, muy pobre, en tarde de sopor continuo, con ese epílogo polémico y triunfalista y ese bello prólogo que escribió el capote más prodigioso del toreo de la última época.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: expectación capotera. Sevilla esperaba hoy ansiosa la vuelta de Morante tras el lío del lunes. Agradecida por lo vivido, lo ovacionó tras el paseíllo. El coso del Baratillo estaba expectante con un silencio maestrante que envolvía al matador. El abanto astado de El Pilar hizo que tuviéramos que esperar para ver al de La Puebla con el capote. No defraudó. No fue como el otro día, pero nos evocó a aquella media para el recuerdo. Luque ha salvado la tarde en el sexto, cuando todo estaba perdido y la gente empezó a desalojar sus asientos. El punto culmen de su faena fue casi al final, antes de sonar la música, tres derechazos lentos. Perera por su parte ha estado firme. Se le nota que va evolucionando poco a poco a un toreo más profundo.

Lo peor: ¡Ay Señor Tristán! La banda vuelve a estar desafortunada este año otra vez. Si el año pasado era El Fundi el que mandaba callar a la banda, hoy ha sido un público muy enfadado y el propio Luque. Tristán, al que consideramos buen aficionado, se equivoca y lo peor es que lo está haciendo en exceso. Este año ya está bautizado como “el año de las portagayolas”. Rara es la tarde en la que un torero no se va a la puerta de toriles. ¿Será moda o tendrá la culpa un tal Julián?

El País

Por Antonio Lorca. Arrebato en mitad de la infamia

Otra vez se le aparecieron las musas a Morante para desgranar sobre Sevilla unas chispas del divino aroma que cimenta su toreo. Otra vez, su capote para dibujar lances tan bellos que solo parecen motivos de sueños. Otra vez, el genio transfigurado y arrebatado por una extraña disposición para la belleza.

Ocurría todo nada más comenzar el festejo. Era un quite a su primero, distraído y corretón, en el que cinceló el toreo a la verónica hecho realidad en cuatro lances embrujados y una media de cartel. Le respondió Perera con unas irregulares gaoneras, y allá que Morante le replica en una transgresión artística intermitente; dos verónicas, primero, dos excelentes chicuelinas bailadas, después; el toro busca las tablas y el torero va tras él y surgen otras tres verónicas de ensueño y toda la obra la remata con dos medias preciosas como llamaradas de ilusión.

No hubo más. Se acabó. Pero fue suficiente. ¿Qué es el arte si no un destello fugaz que dura para siempre? Ahí quedaron unas gotas ya convertidas hoy en océano por el imaginario popular.

Pero no fue el suyo el único capote que brilló en la Maestranza. Perera dibujó unas buenas verónicas a su primero y cerró la tanda con una ajustada y cantada media; y Luque volvió a demostrar que sus muñecas mejoran con el paso del tiempo. Chicuelinas, gaoneras y verónicas compusieron un repertorio que dice mucho y bien de su refinada estética y su buen gusto con la tela entre los dedos. Al final, cortó la oreja del sobrero sexto de la tarde por un empeño personal producto de su vergüenza torera y su ambición. Era ese un toro inválido, encastado en la muleta, que embistió repetida y cansinamente ante la constancia de un torero con una loable disposición. Fue una faena de menos a más, muy jaleada por el público, y en la que Luque consiguió pasajes muy meritorios por ambas manos, en pases ajustados y tandas ligadas. Se equivocó el torero al tratar de dar órdenes a la banda de música, primero con miradas insolentes porque no tocaba, y, después, con expresivos gestos con las manos para que callara, pero es de justicia reconocer que la oreja se la ganó a pulso por su buena concepción del toreo y su disposición para estar por encima de las adversas circunstancias de la corrida.

Es que la corrida tuvo adversas circunstancias, claro que sí. Primero, los toros que aprobó el equipo que dirige el presidente Fernando Fernández-Figueroa eran impropios, incluso, de una plaza de segunda. Tres becerros y tres novillos salieron al ruedo supuestamente sagrado de la Maestranza sin que nadie con dos dedos de frente pueda explicar los motivos. Segundo, esa becerrada vergonzosa e infamante, sin caras ni hechuras de toro, sufría una gravísima invalidez y todos sin excepción rodaron por los suelos. Tercero, nadie ha denunciado todavía a los toreros, verdaderos culpables de semejante tropelía por elegir raspas de sardina en lugar de toros, ni a la autoridad por aprobarlas; y cuarto, el público no dijo ni pío. Resulta tremendamente desolador comprobar cómo esta plaza calla ante los desmanes ganaderos y aplaude a los picadores cuando no pican al inválido de turno. Decepcionante resulta que semejantes atropellos se cometan impunemente en lo que algunos todavía consideran el templo de la tauromaquia.

No es necesario contar que no hubo más toreo que el ya reseñado. Nada pudo hacer Morante en el tercio final con su primero, exprimido en los capotes y hundido en la miseria de su penosa flojedad. Otro inválido fue el cuarto, que ya dio muestras de su enfermedad en los lances de salida.

Volvía Perera después de su ausencia del año pasado, y se ha ido de vacío porque le tocaron dos perritoros tontos, a los que aburrió con infinidad de pases pulcros y fríos. Resulta incomprensible que un torero tan poderoso como este se anuncie en Sevilla con becerros que son plena garantía de fracaso. Será incomprensible, pero seguro que estaba encantado con la elección y volverá a pedirlos en cuanto pueda. De momento, ha quedado inédito en Sevilla. A sus dos toros los recibió de rodillas en los medios y hasta las largas cambiadas surgieron desvaídas y sin alma. Se esforzó en hacer las cosas bien, pero no dijo ni mú. Su valor demostrado, su técnica y su poderío exigen un toro más serio.

Al final, se sobrepuso Luque y consiguió lo que parecía imposible. Su primero fue otro tullido que no servía ni para un festival; y el sobrero, tras una trabajada devolución del inválido sexto, le devolvió la sonrisa. Se la trabajó de verdad.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Luque corta una oreja sin corcheas

La oreja la cortó al sexto, y lo hizo gracias a un trasteo de ritmo e intensidad creciente que fue un bálsamo para una tarde que se volvía a marchar por el sumidero. También era una ancha bocanada de aire fresco para el joven diestro de Gerena que ayer –con ese sobrero de Parladé- despedía su particular Feria de Abril. Luque había recibido a este toro con firmes capotazos sin enmendar el terreno. Venía dispuesto a dejar clara su actitud y aptitud de cara al gran circuito y había que hacer olvidar el resbalón del mano a mano con los victorinos.

Después de mostrarse fresco y variado en la lidia –muy bien vertebrada por Abrahám Neiro- Luque comenzó su faena con unos ayudados por alto que pulsearon la velocidad y la calidad del toro. A esas horas ya no se oía la insoportable cantinela de los siete u ocho antitaurinos que llamaban asesinos a los espectadores. Y el trasteo fue fluyendo poco a poco, de menos a más, y muy a pesar de la insolvencia taurina del director de la banda de Tejera, que racaneó el comienzo de un pasodoble que habría venido muy bien para caldear los ánimos. Pero no importó. El joven matador fue sobando al toro en una primera parte de la faena templada, pulcra y estética que fue tomando vuelo poco a poco hasta que estalló en una sensacional serie diestra que, ahora sí, despertó a los músicos entre la rechifla del público, que ya anda mosca con la parquedad musical. A esas alturas podían haber guardado los instrumentos en las fundas. Pero Luque había conseguido despertar el entusiasmo y no le importó que el toro se hubiera quedado corto e hiciera hilo por el pitón izquierdo. La labor del diestro sevillano prosiguió por la mano derecha en un trepidante e intenso fin de faena en el que brilló un sensacional pase de pecho a pies juntos y esos remates de ayudados y molinetes ligados que pusieron a todo el mundo de acuerdo. La estocada, fulminante, no dejaba lugar a dudas y le permitía cortar esa oreja que le debió saber a gloria.

Antes había sorteado un toro bizquito y flojo –muy mal presentado para Sevilla- que fue muy protestado durante la lidia. La faena fue tan compuesta como falta de intensidad. No la podía tener por el escaso motor de un toro noblón al que toreó con facilidad y sin apreturas, ensayando sitios y terrenos que recuerdan a Alicante. El final de faena, con las famosas luquecinas, dio paso a una estocada entera que no bastó. Los tres descabellos posteriores enfriaron el entusiasmo.

Había ganas de que Morante pudiera repetir su recital capotero del Lunes del Alumbrado. Torero y público estaban por agradarse mutuamente pero el de La Puebla no tuvo enemigos para inspirarse por completo. El primero fue un toro suelto y manso al que costó una eternidad parar en el tercio. Pero algún atisbo de calidad debió ver Morante en su lidia para mecerse en el quite con esas verónicas que convierten todo su cuerpo en un instrumento de expresión artística. El personal se frotaba las manos y la firme pero tropezada respuesta de Perera por gaoneras espoleó de nuevo al diestro cigarrero, que exprimió la escasa bravura que aún guardaba el toro en un largo quite muy movido de terrenos en el combinó excelentes verónicas y chicuelinas que volvieron a levantar un clamor. Ahí se acabó el toro, que como había cantado siempre, terminó rajándose por completo.

Con el cuarto, un ejemplar astracanado y con el pelo del invierno no hubo mucho más que rascar. Sólo algún lance suelto de Morante, que poco o nada pudo hacer con ese animal después de brindárselo a Rivera Ordóñez en lo que pareció una reconciliación para zanjar la famosa afrenta de la Medalla de las Bellas Artes. Morante se empleó en una porfía inútil: el bicho pasaba a trompicones hasta pararse por completo. Habrá que esperar a mejor ocasión, quizá a esos seis toros que se rumorea podría matar en Ronda para la Goyesca. Un brindis también puede firmar un contrato…

Miguel Ángel Perera llegó dispuesto a todo pero se estrelló contra dos muros. En los dos toros se fue a portagayola siguiendo esa estela marcada por El Juli que pronto obligará a la empresa a montar un reclinatorio en la puerta de chiqueros. Surrealismo taurino aparte, el extremeño mostró su gran estado de forma toreando muy bien a la verónica al segundo de la tarde, al que cuajó un trasteo de trazo rotundo y exigente que no pudo dar más de sí por la sosería del enemigo. La misma canción se repitió con el quinto, otro toro soso y corto de viajes con el que Perera se entregó sinceramente. Pero el de El Pilar no transmitía lo más mínimo al tendido y así es imposible. Le quedan dos balas en la canana. Repite esta tarde.

La Razón

Por Paco Moreno. Luque y «Juglero» salvan la tarde

Volvió Morante de la Puebla a La Maestranza y llegaba Miguel Ángel Perera tras la ausencia de la pasada feria por motivos no taurinos. Con ellos, Luque, presto a desquitarse del mano a mano del día anterior. El termómetro haciendo la competencia a las alturas temperaturas de la jornada: calor veraniego y cálidas esperanzas por presenciar la tarde soñada. Todo ello incidió en que la plaza se llenara y los ánimos estuvieran incluso por encima del lujo arquitectónico de los arcos maestrantes. Luego, salió el toro y lo que iba camino de desencanto en cinco actos, al final, en el último suspiro se arregló a manos de Daniel Luque. Suya fue la oreja del sexto por la faena más entonada de la tarde. La casa por el tejado, cuando ya parecía que nos íbamos de vacío. Tuvo que salir un sobrero de Parladé con bondad, pese a sus limitadas fuerzas, para que Luque echara mano de temple y ligazón. Así, mantuvo en pie al astado, dejó que tomara el aire oportuno y le sacó derechazos de peso durante varias series. Respondió mejor en redondo el toro, porque al tomar la zurda descompuso mucho más el viaje. Por fin, el público pudo entusiasmarse. El lunar feo estuvo en la banda, que tocó a destiempo y fue pitada.

Había estado correcto y decidido tanto en el manejo del capote como con la pañosa en el tercero. Cumplió en los lances del saludo y cuidó en varas a un astado que sacó calidad, aunque con las fuerzas muy justas. Apenas lo obligó con la muleta para que se fuese afianzando. Poco a poco, el toro iba reponiendo sus fuerzas en los descansos y le permitió a Luque estar a gusto allí delante. Surgieron varias series estimables que no terminaron de coger vuelo, pero que le justificaron.

El de La Puebla se encontró con un primer toro que expuso rápidamente sus condiciones: mucha nobleza y sin gana alguna de pelea. Iba a su aire sin acometer a los capotes que le iban surgiendo a su paso de manos de los toreros. No obstante, el sevillano pudo deleitar al tendido dejando otra muestra de cómo se torea con el capote en las verónicas de recibo. Mejoró incluso en el quite, repitiendo suerte para rematar acto seguido con dos chicuelinas. Replicó Perera por ceñidas gaoneras y volvió Morante a torear con el capote para entusiasmar de nuevo a la verónica. Hasta ahí nos dejó el astado disfrutar del torero. Luego, se paró en la muleta y no quiso saber nada de sus intentos.

Menos opciones aún le proporcionó el cuarto. Estuvo dispuesto y tratando de aprovechar el buen fondo de nobleza que tuvo el animal, pese a cortarle bastante más que a sus hermanos desplazarse. El sevillano, que brindó a Francisco Rivera Ordóñez, le sacó un puñado de naturales de buen trazo. No encontraron eco en el tendido. Lo probó también en redondo, pero ya no había mucha más agua que sacar de ese pozo. Desencanto en la parroquia que, indudablemente, esperaba más.

Perera llegó muy dispuesto a Se villa. Tanto que se fue a portagayola a recibir a su primer toro de El Pilar. Era el anticipo de las claras intenciones del extremeño. Tres virtudes. Quietud, valor y temple para sacar una faena que tuvo momentos muy lucidos. Ayudó cuanto pudo a un toro que había claudicado de las manos en los primeros compases de la faena y al que faltó emoción.

Porfió el pacense, con más ilusión que provecho, ante el quinto. La tarde pesaba cada vez más en los aficionados, que no encontraban refugio de buen toreo. El de El Pilar tuvo nobleza, pero con el denominador común del resto del encierro: faltó la transmisión. Perera lo buscó del derecho y del revés para levantar la faena hasta asimilar que no había más opciones. Daba la impresión de que todo lo que pasaba en el ruedo apenas tenía importancia. Entonces, apareció ese «Juglero» de Parladé y Luque desvaneció el sopor.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Daniel Luque corta una oreja en el cierre a un sobrero de Parlade

Pésimo espectáculo. Faltó el toro. Corrida de El Pilar, flojísima, noble y descastada, en la que el tercio de varas se convirtió prácticamente en un simulacro. El sexto, por su invalidez, fue sustituido por un toro de Parladé, también flojísmo y muy noble.

Daniel Luque cortó una oreja de ese astado tras una labor en la que el animal se caía y en la que el sevillano se lució en un par de tandas diestras, con un epílogo de bellas trincherillas y otros adornos. Cuando la banda de música se arrancó para acompañar el tramo final del trasteo, parte del público protestó. Mató de estocada y, por petición mayoritaria, le concedieron una oreja, de escaso valor. Con su anterior, noble, realizó un trasteo correcto, escaso de emoción por la flojedad del astado.

Morante logró apasionar al público en su primero, en el que volvió a brillar a la verónica. No hubo faena, con un toro rajado. Brindó el cuarto a Rivera Ordóñez, en el tendido. Toros que no se tenía en pie, pese a que le cuidaron en varas. Labor sin contenido.

Perera, con actitud, recibió a su lote con sendas largas cambiadas de rodillas. Con su primero toreó bien a la verónica. Y con la franela, lo mejor fue una serie diestra con ligazón. Mató de entera muy caída y no hubo premio. Con el quinto, muy flojo, labor entonada.

Toromedia

Daniel Luque corta una oreja a un sobrero de Parladé

Daniel Luque compuso en el sexto de la tarde la mejor faena de esta octava de abono, una tarde limitada por la falta de fuerza de los toros de El Pilar. El torero de Gerena hizo una faena buena, basada en el toreo diestro, y terminó de una estocada fulminante que puso en sus manos el único triunfo de la tarde.

El primero de la tarde salió manseando, muy suelto y corretón, sin permitir a Morante dar ni un solo capotazo de salida. En el quite sí se lució en tres verónicas y media que calentaron el ambiente. Perera hizo un quite por gaoneras y Morante le replicó con un quite a la verónica con excelentes lances un poco inconexos porque el toro se iba muy suelto. El toro no sirvió para la muleta, quedándose corto y desarrollando peligro. Morante fue breve. Mató de estocada baja. Silencio.

Perera se fue a portagayola a recibir al primero de su lote, al que después toreó muy bien a la verónica. El toro fue cuidado en el caballo y Daniel Luque hizo un quite por verónicas. Perera firmó un bonito comienzo de faena y sacó al toro a los medios, donde lo fue templando en las primeras series, llevándolo largo. La faena bajó en intensidad aunque el torero lo intentó también al natural toreando con limpieza. Para finalizar buscó la cercanía con el toro en una faena seria. Mató de estocada baja y fue ovacionado.

El tercero de la tarde fue protestado en los primeros tercios por su falta de fuerza. Daniel Luque dio buenos muletazos iniciales y se gustó en la primera serie, componiendo muy bien la figura. Estuvo muy estético por el pitón derecho y también al natural, supliendo con su compostura la falta de emoción del toro. Terminó desprendiéndose del estoque y dándose un arrimón a base de cambiarse la muleta por la espalda. Mató de estocada trasera y tres descabellos. Fue ovacionado.

Morante volvió a prodigarse con el capote en el cuarto de la tarde, logrando algunos lances buenos. Brindó la faena de muleta a Rivera Ordóñez, que presenciaba la corrida en barrera, y el toro puso de manifiesto su falta de fuerza derrumbándose a las primeras de cambio. Morante le dio un par de naturales bonitos pero el de El Pilar se desfondó muy pronto y no hubo posibilidad de faena. Mató de estocada. Silencio

Perera se fue de nuevo a portagayola en el quinto, al que en la faena le dio mucha distancia para facilitar sus embestidas. Pero el toro, también justo de fuerza, no le permitió demasiado lucimiento. El diestro extremeño lo intentó por ambos pitones mostrándose profesional y por encima pero sin poder emocionar. Su labor fue silenciada.

El sexto fue un sobrero de Parladé que sustituyó al titular de Moisés Fraile, que fue devuelto por flojo. Luque empezó bien la faena con un par de series diestras de buena factura. En la tercera y la cuarta su labor subió de tono a pesar de que el toro estaba justo de fuerza. Por el pitón izquierdo el toro no pasaba y cuando volvió a la derecha dio las dos series más vibrantes de la tarde, tomando vuelo la faena. Hubo buenos muletazos al final y una etocada sin puntilla. Cayó la única oreja de la corrida.

Firmas

Por Gastón Ramírez Cuevas. El público feriante concede una orejita a Luque

Hoy fuimos obligados por el ganadero y la empresa a presenciar una de esas corridas de toros que ningún aficionado debe contemplar, por lo aburrido y anodino del festejo. Aunque, como siempre, hubo aunque sea unos momentos que compensaron el tedio coagulante de la tarde. Esos momentos los protagonizó ¿quién más? ¡Morante! Todo ocurrió en el primer tercio del que abrió plaza. El de La Puebla del Río recibió al astado con tres verónicas perfectas y una media de este mundo, no irreal como la del otro día. Perera tuvo la peregrina de hacer un quite por gaoneras, del cual sólo dos se salvaron de la quema. Eso provocó que José Antonio Morante le replicara con un par de verónicas, dos chicuelinas modernas y otro par de lances a la verónica, con lo cual borró al extremeño. En el último lance el toro le quitó el percal a Morante y como este torero le echa empaque hasta a los desarmes, salió torerísimo de la suerte, como manejando un capotillo transparente.

Luego el bicho claudicó y ese fue el fin de la alegría, ya que el cuarto de la tarde no tuvo un pase porque andaba muriéndose desde que salió por toriles.

Perera se fue a porta gayola en sus dos toros y porfió con denuedo, pero no triunfó, ya que necesita (como casi todos los toreros) enfrentarse a ganado bravo. En el segundo nos regaló capeínas, dosantinas, el arrimón, pases de pecho, una buena tanda de naturales, etc. Y en el quinto lució en la media larga de rodillas, las verónicas y poco más. Eso de intentar pegarle muletazos a una mueble con cuernos es meritorio pero inútil.

Luque, ¿qué escribir acerca de este muchacho antes conocido como El Dany? Diremos que estuvo mejor hoy ante los de El Pilar que ayer ante los de Victorino Martín, pero eso no era labor difícil. En el primero de su lote llegó hasta a tirar el ayudado y logró buenos y elegantes pases, aunque sin calar hondo en la multitud. Cosa difícil ya que el público que va a la feria y luego a la corrida tiene esa bendita bonhomía y esa apreciable generosidad que proporciona el meterse litros de refrescante manzanilla entre pecho y espalda.

Ese bullanguero público empujó a Luque a sublimarse con el sobrero de Parladé, una ratita impresentable. Y el de Gerena logró tandas muy largas y templadas, sobre todo un ramillete de derechazos. Hubo inclusive un enfrentamiento del coleta con la banda de música y todo tipo de miradas desafiantes y triunfalistas a la solanera. De tal modo, cuando Luque le atizó un medio julipié (o sea, una estocada caída y a medio lomo pero sin llegar a ser un sartenazo a la media vuelta) a la musaraña, los pañuelos –bastante empapados de sudor, por cierto- no se hicieron esperar y una raquítica oreja fue a parar al esportón de Daniel.

No hubo nada más sobre lo cual escribir a casa; no hubo más toreo para el recuerdo; no hubo más que supiritacos y vahídos mil en el tendido, con docenas de villamelones desmayados, los cuales hicieron trabajar a la Cruz Roja más que toda la clase política de cualquier país. Yo sigo insistiendo que la empresa debía apostar a un pequeño equipo de puntilleros en los tendidos de Sol para evitar estas molestas distracciones.

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Sevilla Temporada 2013.

sevilla_170413.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:17 (editor externo)