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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

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Sábado, 20 de abril de 2013

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Torrestrella (bien presentados, desiguales de comportamiento. El 1º fue devuelto a corrales por claudicación).

Diestros:

El Cordobés. Estocada (vuelta al ruedo con petición de oreja); estocada tendida (silencio).

Juan José Padilla. Estocada (saludos desde el tercio tras petición); estocada caída (silencio)

El Fandi. Estocada (silencio); dos pinchazos, media estocada (silencio).

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: soleado, temperatura agradable.

Entrada: casi lleno.

Crónicas de la prensa: El País, La Razón, El Correo de Andalucía, Diario de Sevilla, EFE, Toromedia.

<iframe src="http://player.vimeo.com/video/64464432" width="384" height="241" frameborder="0" webkitAllowFullScreen mozallowfullscreen allowFullScreen></iframe> <p><a href="http://vimeo.com/64464432">Resumen 12º abono. El Cordobés, Padilla y El Fandi</a> from <a href="http://vimeo.com/maestranzapages">Maestranza Pag&eacute;s</a> on <a href="http://vimeo.com">Vimeo</a>.</p>

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Hay puristas para todo en esta ciudad. Vamos a ver: en la Maestranza se daba hoy la corrida de los mediáticos. Benditos mediáticos que llenan plazas mal que les pese a algunos. Claro, el público era distinto, villamelones, que dicen en México. El sol lleno de gente sencilla a la que gusta el toreo, el espectáculo, el show, del Cordobés, Fandi o Padilla. La sombra también con público distinto: los cuñaos de los cabales, las sobrinas, el vecino o el portero de la casa. Y resulta que El Cordobés hace lo suyo, lo que sabe y resulta efectista, Padilla también y El Fandi pone banderillas a la carrera que es lo que le va. La gente se divierte, aplaude y se emociona. Y si pide la oreja hay que dársela, porque así lo dice el reglamento. El reglamento no dice la primera oreja se dará en función de una élite de la plaza que puede o no estar en ella, sino por petición mayoritaria del público. El presidente, por tanto, no puede darla en función de lo que harían los del 5 si estuvieran en la plaza. Si le han dado la entrada al cuñao y éste saca el pañuelo…Ahora bien, exculpo al presidente, no como otros porque ha salvado la categoría de la plaza mancillada por los catetos, sino porque no había pañuelos suficientes. Y los Torrestrella no me gustaron , los del año pasado sí, estos no. Salvo excepción, sin raza, apagándose en el último tercio o parados directamente como el burraco quinto. Y si a alguien no le gusta esta opinión, es lo que hay.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Las ganas de divertirse del público. El sábado es el día por excelencia que va al Real más gente de fuera de Sevilla. Para esta fecha planean un día completo: por la mañana comida a la Feria, paseo por la calle del Infierno y por la tarde a los toros. La empresa Pagés, consciente de ello, programa siempre para esta jornada un cartel para atraer a otro tipo de público, lo que se conoce como “los mediáticos”. El Cordobés, Padilla y El Fandi hicieron el paseíllo bajo una Maestranza colorida y alegre. Manuel Díaz, cautivó a todos con su toreo de estilo personal con salto de la rana incluido, y David Fandila con sus espectaculares tercios de banderillas, destacando el último con el que se adornó con un sombrero que le pidió a un espectador. Juan José demostró casta y entrega e hizo lo mejor de la tarde en su primer astado con la zurda.

Lo peor: Polémica en el palco. La tarde comenzó con polémica tras la devolución del primer toro de Torrestrella por flojedad, algo incomprensible por varios sectores de la plaza, ya que durante la Feria ha habido toros que han acusado más la falta fuerzas y no han vuelto a chiqueros. La segunda bronca llegó cuando se le pidió la oreja enérgicamente al Cordobés en los tendidos de sol y el presidente consideró no concederla. Pero aún fue más fuerte la que obtuvo por el mismo motivo en el segundo toro de la tarde, correspondiente a Padilla, y habiendo esta vez, una mayoría más notoria. El palco presidencial hizo enfadar mucho a los tendidos que llegaron a increparlo.

El País

Por Antonio Lorca. El imperio del sol

Un día de feria, el sábado por más señas, los tendidos de sombra, reserva occidental y tradicional de la sapiencia, la esencia y el arte del toreo sevillano, pasa el testigo de su influencia a la zona de sol, gritona, bullanguera, festiva, entusiasta y triunfalista, que toma el mando de la tarde, jalea y anima a sus toreros y se lo pasa en grande. Ayer fue el día del imperio de la solanera, con un cartel de toreros populares, que casi llenaron la plaza, y se esforzaron por agradar a la parroquia, que tanto los quiere.

Pues hubo un señor en plaza que no lo entendió así. El presidente, Fernando Fernández-Figueroa, volvió a equivocarse porque, erigido en defensor de una pureza mal entendida, le robó una oreja a Padilla en su primer toro que solicitaba una mayoría suficiente de la plaza, aunque no toda; la sombra, por ejemplo, dejó los pañuelos en los bolsillos, pero el reglamento no dice que el primer trofeo deba solicitarlo toda la plaza, sino una mayoría. Se debe cumplir, entonces, aunque no nos guste. Es evidente que al señor presidente no le gustó Padilla, ni a este que lo es, pero había mayoría, con el sol al completo, y esa voluntad popular debe ser respetada. Una exigencia errónea deviene en una clara injusticia.

Ayer, y sin que sirva de precedente, mandaba el sol, y el presidente es el primero que debe respetar y aceptar esa realidad.

El caso de El Cordobés, por ejemplo, es digno de estudio. Es este un torero que llamó la atención por su buena concepción allá por sus inicios hasta que entendió que su público no le exigía tanta ortodoxía. Entre su simpatía natural, la escasa exigencia y el salto de la rana ha protagonizado una carrera tan respetable como vacía.

Ayer, en la Maestranza, contentó a sus partidarios, destrozó las reglas de la tauromaquia, y dejó intacto su prestigio popular. Intenta hacer las cosas bien, pero ya no se acuerda de cómo se torea como mandan las reglas. Su capote es una sábana colgada en un tendedero, y lo de la muleta es un horror, siempre al hilo del pitón, despegado, sin temple ni mando. No dice nada, a pesar de la euforia que levanta entre sus muchos partidarios.

Nobilísimo resultó su primero en la muleta y allí anduvo el torero como un pegapases cualquiera hasta que lo agotó. Fue entonces cuando tiró de repertorio, hizo el salto de la rana, tiró la muleta y el estoque y se desplantó de rodillas ante el animal entre la locura de los tendidos. Como es lógico, toda su labor la realizó en los terrenos de sol, y hasta allí, sin más miramientos, le llevaron el cuarto para que alegrara a los suyos. Otro toro noble y de calidad, y otra faena interminable de tirones, muletazos hacia fuera y aburrimiento letal. En esta ocasión se ahorró el número de la rana y el público silenció su labor. Para que se entere…

Caso distinto es el de Juan José Padilla. Será porque el año pasado se pudo relajar ante corridas menos duras que las que han jalonado su carrera, pero lo cierto es que se mostró como un torero más templado, con empaque y gusto en las muñecas. Se lució de verdad en las buenas verónicas con las que recibió a su primero, lo banderilleó dejándose ver y asomándose al balcón, y trazó muletazos limpios, largos y hondos por ambos a otro toro nobilísimo que dio pronto señales de agotamiento.

No fue la suya una faena de clamor, pero gustó a todos, y la mayoría pidió el trofeo para el torero, que el presidente negó en una clara transgresión de la norma taurina. Volvió a banderillear con precisión al quinto en dos pares al quiebro muy apretados, pero el toro llegó hundido al tercio final y no pudo reverdecer laureles. Ahí quedó, a pesar de todo, una más que buena imagen de un torero distinto.

Y ya se sabe que El Fandi centra su tauromaquia en el tercio de banderillas y ahí echa el resto, y bien que le acompañan los tendidos. Siete pares colocó y solo uno al sexto lo hizo de verdad, cuadrando en la cara del toro. Los demás, con excesivo alivio, lo que poco importa a los tendidos, también a la sombra, que aplaudieron con auténtico fervor. Sus dos toros se desinflaron en la muleta tras el duro esfuerzo al que el torero los sometió en el tercio anterior, y su labor fue mediocre, en un quiero y no puedo.

Por cierto, que no se olvide: buena corrida de Torrestrella, bien presentada, brava, con las fuerzas justas y con calidad en la embestida.

La Razón

Por Paco Moreno. Vuelta al ruedo de El Cordobés, lío de El Fandi en banderillas

Se hablaba ayer de El Juli, de la grave cornada que había sufrido el día anterior. La Maestranza quedó compungida aunque despertó con una nueva tarde de toros. Los tres toreros anunciados tuvieron suficiente tirón taquillero para cubrir la plaza. Además, el día era propicio para ir a los toros: un sábado soleado de feria. Además, los tres toreros, fieles a sus respectivos conceptos del toreo, no decepcionaron a sus parroquianos, aunque no se cortaran orejas.

Manuel Díaz «El Cordobés» vio como el primero de su lote, con nobleza y buen son, era devuelto al doblar las manos tras el tercio de varas. Salió un sobrero de la misma ganadería, gandrullón y bien armado, de igual nobleza y obediencia, aunque de escasa codicia en sus embestidas. El Cordobés cumplió con el capote y dejó una correcta faena al aprovechar las buenas condiciones de su oponente. Tiró con suavidad y templanza del toro, con la muleta a media altura. Su faena llegó fácilmente al tendido y más cuando, al final, apostó por el arrimón, el desplante y el salto de la rana, jaleado por el público.

Siguió fiel a su concepto del toreo ante el noble y manejable cuarto. Cumplió con el capote, y construyó una faena intercalando tandas por ambas manos. Tiró con suavidad del animal, que se venía a menos, pero el diestro le dio aire, perdió unos pasitos entre muletazos y estuvo muy relajado, sin que apareciera en este toro el tramo final de desplantes marca de la casa.

Juan José Padilla compuso templadas verónicas para recibir al primero de su lote y remató con una media de rodillas en tierra. El galleo para llevarlo al caballo, de sabor añejo, precedió al espectacular tercio de banderillas. Con la muleta, aprovechó la nobleza del toro sin forzar el justito poder del animal y consiguió tandas de naturales largos y profundos.

A su segundo le faltó fuerza durante toda la lidia. El jerezano dejó entonadas verónicas, aunque sin continuidad en el lucimiento por la falta de codicia del oponente. Volvió a entusiasmar con las banderillas, sobre todo al quiebro por los adentros, y comenzó la faena con ocho estatuarios, muy quieto. Luego, la faena se vino a menos, al igual que el toro. El «Ciclón de Jerez» aguantó parones del toro arrimándose.

El Fandi recibió a su primero con una larga de rodillas junto al tercio. Con las banderillas formó un auténtico alboroto. Estuvo muy centrado y a más, destacando el tercer par al violín y un cuarto que colocó de poder a poder. Sin embargo, con la muleta no pudo tener continuidad. El toro se quedó corto, de recorrido y codicia.

El sexto no se lo puso fácil. Se paró muy pronto en la faena de muleta y, además, sacó complicaciones. Arriesgó lo suyo el de Granada, aunque no pudo lucirse. Sí que lo hizo en el tercio de banderillas. Estuvo enorme con un par que remató ese tercio en el que pidió un sombrero en el tendido y se adornó con él. Sin lugar a dudas, sube muy alto el listón en este tercio, con buena técnica y excelente disposición. Lástima, que con el público ya entregado no pudiese rematar la faena.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Rentable ración de mediáticos

Había que tocar los ladrillos de Aníbal González, oír los vencejos del Arenal y las campanas del Sagrario o frotarnos los ojos para ver ondear el estandarte de la Real Maestranza para darnos cuenta de que sí, estábamos en la misma plaza de las dos últimas semanas. No nos habíamos mudado de galaxia. Los cambios de costumbres han hecho muy difícil encontrar las caras de siempre en sus sitios de toda la vida pero el Sábado de Farolillos el paisaje humano del coso sevillano se transforma de tal manera que a veces uno piensa que se encuentra inmerso en una de esas pesadillas en la que todo permanece igual pero en la que nadie conoce a nadie.

Era la llamada corrida mediática, que se reinventa año a año cubriendo las bajas que la edad y las retiradas han ido conformando en este cartel que –no se nos olvide– es un auténtico balón de oxígeno para empresas que pagan honorarios mucho más elevados a otros toreros que no son capaces de cubrir las plazas en su mitad. Ya lo hemos visto en esta misma Feria y así está el toreo, al revés, pero había que afrontar las dos tazas de caldo sacudiéndonos los prejuicios para andar pendientes de los lances interesantes y los momentos intensos que siempre pueden surgir en cualquier tarde de toros y toreros.

Aunque la tarde no empezó bien. Sin que nadie lo pidiera y después de dejar pasar demasiado tiempo tras el segundo puyazo, el presidente Fernández sacó el pañuelo verde para mandar a los corrales al primer torrestrella del encierro, un animal que había flojeado ligeramente pero que debía haber permanecido en un ruedo en el que se han aguantado toros mucho más flojos, en esta misma Feria. No fue el primer petardo del usía pero el caso es que el sobrero del mismo hierro, un torazo enorme y hondo, rompió en bueno y enseñó las ruinas de un Cordobés que ya es sólo mueca y cuchufletas. Perro viejo, conocía perfectamente la idiosincrasia del personal que se sentaba ayer en la plaza de la Real Maestranza y se empleó en un trasteo vacuo y populista, sin ponerse a torear de verdad ni una vez. A la gente le dio igual y se lo pasó en grande. No faltó ni el salto de la rana; una rana jubilada, eso sí. Toda la representación transcurrió en el Sol, en plena comunión con sus parroquianos, que le jalearon hasta el último aspaviento. Y hasta le pidieron una oreja que el señor del palco, esta vez con razón, no concedió.

Manuel Díaz repitió idéntico planteamiento con el cuarto al que, como el anterior, masacraron en varas con saña y alevosía. Se ve que el hombre ya no anda para muchos trotes pero al Cordobés ya le da igual ocho que ochenta y se marcó su particular excursión al Sol para emplearse en una ensalada de trapazos de todos los colores que ahogaron una embestida que, aunque acabó yendo a menos, tuvo mucho más que torear.

Torear, lo que se dice torear sólo lo hizo Juan José Padilla, que se empleó a fondo con el segundo de la tarde. Tardito y de buen fondo permitió al jerezano escenificar una lidia variada y trepidante: recibiendo por buenas y sedosas verónicas; galleando por rogerinas; quitando por gaoneras, banderilleando con corrección y metiendo los riñones en una faena templada que vivió sus pasajes más notables por el pitón izquierdo en un hermoso mazo de naturales bien hechos y bien dichos, templados siempre. Lo mató por arriba y la gente –también la Sombra– estaba encantada pero el presidente se enrocó y le negó la oreja que se había ganado a ley. Era su segundo gran resbalón. Mal…

Quiso repetir la misma canción con el quinto, un precioso ensabanado y capirote, pero el toro ya no fue igual. Padilla no pudo reprimir su mosqueo cuando el señor del palco ordenó la salida de los caballos antes de que hubiera podido fijarlo en el tercio. El propio matador frenó a sus picadores y después de pasarlo y comprobar que era un marmolillo agarrado al piso les indicó que podían acceder al ruedo. Padilla se mostró más fluido y brillante con los palos que en el toro anterior. Fueron dos precisos quiebros y un ajustadísimo par al cuarteo. Pero a pesar de sus ganas por sacar rendimiento de su enemigo éste se paró por completo impidiendo cualquier esbozo de faena, que Padilla había comenzado a pies juntos y dejándose llegar muy cerca los pitones. El jerezano llegó a pasarse de rosca queriéndole hacer embestir pero el toro era una roca. Lo echó abajo sin puntilla y miró al palco con cara de póquer. Aún le debe durar el cabreo, y con razón.

La parte más auténticamente espectacular la puso El Fandi con los palos. El tercero era un taco de toro: acapachado, de excelentes hechuras y algunos bríos en los primeros lances de su lidia. El granadino lo bordó en un tercer par entrando por dentro y clavando al violín. Aún hubo un cuarto, que colocó en un sensacional y corto cuarteo. En la muleta no terminó de emplearse ni entregarse el de Torrestrella. Porfión y machacón, lo mejor que hizo el torero fue matarlo por arriba. Pero El Fandi, que recibió al sexto con sendas largas en el tercio, iba a formar un nuevo gazpacho con los rehiletes. El primero fue esta vez de moviola; en el segundo pasó por dentro en falso para clavar apurando todos los terrenos; el tercero, al violín, culminó adornándose con un sombrero cordobés que había pedido a un cristiano de la barrera de Sol. Con ese sombrero brindó la faena pero el diestro mostró demasiadas carencias –muy descruzado y detrás de la mata– en la muleta y nada pudo hacer con un toro que, con sus problemas, tuvo mucho más que torear. Ignoramos si el buen señor recuperó su sombrero.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Padilla roza el triunfo

La corrida de Torrestrella fue un material más que aceptable, en su conjunto bien presentada y noble, para el triunfo. La terna compuesta por Manuel Díaz El Cordobés, Juan José Padilla y David Fandila El Fandi se marchó de vacío.

El Cordobés contó con el mejor lote del encierro, ya que sus toros llegaron con más movilidad a la muleta. También es cierto que fue el único espada que no banderilleó, por lo que sus oponentes no sufrieron un gran desgaste en el segundo tercio. El que abrió plaza, con calidad, fue devuelto en cuanto perdió las manos. En su lugar, saltó un sobrero del mismo hierro, noble y flojo.

El Cordobés realizó su faena junto a los tendidos de sol. Labor heterodoxa por ambos pitones, en la que las mayores ovaciones llegaron en los guiños a sus partidarios, como algún muletazo mirando al tendido, un par de saltos de la rana, un desplante de rodillas sin muleta y otros efectos de gran calado para la galería. Le solicitaron un trofeo -en su mayoría, los pañuelos ondeaban en sol- y el presidente denegó la petición. El Cordobés dio la única vuelta al ruedo del festejo. Con el noble cuarto, su labor por ambos pitones resultó bastante superficial.

Padilla y El Fandi dieron espectáculo en banderillas, si bien no compitieron entre ellos. El jerezano estuvo muy variado con el capote en su primero. Lanceó muy bien a la verónica, quitó por chicuelinas, galleó, gaoneras y libró una peligrosa colada con una inspirada tafallera. En banderillas, a destacar un par de largo y otro de dentro afuera. Pero el trasteo, entonado, se vino abajo de inmediato. El noble torrestrella, sin poder, se apagó pronto. La estocada contundente avivó la petición de trofeo, en este caso también con mayoría de pañuelos en sombra. Pero tampoco fue atendida, incomprensiblemente, por el usía, que recibió otra bronca. El torero saludó y no quiso dar la vuelta al ruedo.Padilla, ante el quinto, volvió a ser muy ovacionado con los palos, especialmente en dos pares al quiebro. Con la muleta no tuvo opción ante un animal más parado que el caballo de un retratista. El jerezano se equivocó en esta ocasión y alargó innecesariamente el trasteo, con desplantes como el teléfono, siendo pitado para que finiquitara al animal.

El Fandi, entregado y espectacular en banderillas, contó con el peor lote. Recibió al tercero con una larga cambiada junto a tablas del 5. Prendió tres pares vibrantes, muy ovacionados. En el tercero, tras clavar al violín, corrió hacia atrás templando la embestida del toro hasta pararlo, con parte del público puesto en pie. Clavó otro cuarto par, vistoso y ovacionado.La faena, a media altura, contuvo multitud de pases sin contenido artístico, deslucidos por un astado sin clase, que no humillaba tras la muleta. El Fandi, muy entregado, recibió al sexto con dos largas cambiadas de rodillas junto a tablas. En banderillas para el tercer par, al violín, empleó un sombrero de ala ancha que le entregó un espectador. Tras clavar, jugueteó con la embestida del toro, sombrero en mano, hasta que lo lanzó a la arena y ¡oh!… el público se puso en pie. El mismo sombrero lo utilizó el torero para brindar su faena. Un trasteo a menos, tras enroscarse al animal en una serie diestra. Luego, el astado se desfondó pronto y el granadino terminó la labor careció de emotividad.

En una tarde sin trofeos, el mayor contenido artístico llegó con el capote de Padilla, que rozó el triunfo en su primer acto.

EFE

Por Paco Aguado. Solitaria vuelta al ruedo para El Cordobés

Fue la clásica corrida del sábado de la Feria. Es decir, ese día en el que la plaza se llena de un público alegre y confiado que acude a divertirse a toda costa. Según los antecedenets había que estar muy atentos a la corrida de Torrestrella, castigada por las figuras y colocada en este festejo donde muchos aficionados se ausentan de la plaza. Este año no fue la misma corrida que la tantas veces premiada hace un año. De impechables hechuras, casi todos los toros se apagaron en el último tercio de forma llamativa.

Es cierto que se agotaron más los que fueron sometidos a las carerras de los tercios de banderillas de Padilla y El Fandi, pero la impresión es que Álvaro Domecq quiere que las figuras vuelvan a reclamar sus toros. Me parece que le ha echado un poco de agua al vino.

Los toros fueron un dechado de nobleza. También acabaron como marmolillos pegados al albero, boquiabiertos, sin posibilidades de embestir al trapo. No fue la misma corrida. Si se la cuida más en el tercio de varas, más todavía como se hace en las corridas de las figuras, los de Torrestrella serán reclamados para las corridas de fuste. No cabe mayor nobleza. Eso sí, una nobleza sin casta.

La gente so lo pasó bien, como siempre en estas corridas. Como norma general, los espadas se llevaron a las reses a los terrenos de sol. Ahí El Cordobés no disimula. Se los lleva un banderillero a la solanera. No le importó que pidieran el centro del ruedo. Al sol, que es la parcela en la que su toreo es mejor entendido.

Manolo Díaz va a lo suyo. El sobrero que mató en primer lugar, de nobleza extrema, fuerzas mínimas y cara alta, le permitió instrumentar seis tandas de muleatzos por ambos pitones, que remató con los saltos de la rana sin cortarse un pelo. Fue El Cordobés en estado puro. Tan puro que cuando lo remató aprovechó unas palmas de la solanera para dar una vuelta al ruedo sin encomendarse a nadie. Genio y figura.

Ya lo del cuarto tiene menos explicación. El toro, ancho de sienes y aparatoso, embistió con nobleza a su muleta cuantas veces lo provocó. Infinidad de muletazos sin apreturas y metiendo pico sin garcia ni contenido. Es decir, lo ya conocido de este simpático hombre.

En la bulla de la corrida hubo un torero: Juan José Padilla. Después del accidente torea mejor con el capote. Así se expresó en las verónicas al segundo. El galleo de frente por detrás le salió bordado. Después de las banderillas, el de Jerez se templó en tres tandas de naturales dignas de un artista. Ante un animal aplomado, dibujó pases de bella factura. Esa condición del toro impidió mayor liagzón en el tramo final. Ese mismo detalle fue determinante para que la plaza no pidiera con mayor fuerza la oreja.

Con el quinto colocó dos soberbios pares al quiebro. Perfectos. El burraco era una estampa, pero también se agotó pronto. Padilla lo intentó por todas partes, incluso llegó a ponerse pesado. En una corrida con bulla en la plaza y en el tendido, el jerezano puso la nota de seriedad torera.

Ver a El Fandi en la plaza los sábados de la Feria es como el día de la marmota. Esta corrida ya la habíamos visto. O quizás no, porque aunque pueda parecer extraño el granadino no fue el toreo de siempre. No faltaron sus lances variados en los quites, las largas en el tercio ni sus banderillas. Colocó cuatro pares en el tercero. Se lo pidió el público de sol. El torero, muy mal vestido con un terno de opereta, estuvo poco tiempo en la cara del toro con la muleta. El animal era un dechado de sosería, pero el espada acabó pronto y tiró por la calle de enmedio después de haber brindado a la plaza.

Y con el sexto, repetición de la jugada. A pesar de que Fandila parecía lastimado realizó un tercio tan portentoso de facultades como impuro por la forma de clavar a toro pasado. El último, con la ayuda de un sombrero de ala ancha que le sirvió para volver a brindar. Al final, lo de siempre. Torero que da pases a un toro que no puede con su esqueleto. Así, un año y otro.

No creo de Álvaro Domecq esté satisfecho de su corrida, pero seguro que las figuras se la piden ante tanta nobleza pajuna como la de su corrida sevillana.

Toromedia

El Cordobés y Padilla se acercaron al triunfo

A pesar de que no se cortaron orejas, el público asistente a esta corrida del sábado de feria se fue satisfecho. Dos toreros rozaron el triunfo y otro dio un gran espectáculo en el tercio de banderillas.

El primero de la tarde ya se mostró limitado de fuerza en el recibo de capa, en el que El Cordobés estuvo templado a la verónica. Después de un quite de Padilla, el presidente de forma inesperada devolvió al toro. Salió el sobrero y El Cordobés lo toreó de capa con más eficacia que brillantez. Comenzó la faena de muleta toreando por alto con buena compostura y después sacó al toro y lo toreó templado en las dos primeras series diestras. En la tercera estuvo menos cómodo y cambió a la zurda y le dio algunos naturales corriendo bien la mano. Cuando el toro se agotó se pegó un arrimón, hizo el salto de la rana y se desplantó tirando la muleta, llegando mucho sobre todo a los tendidos de sol. Mató de estocada baja. Hubo petición de oreja pero el presidente no la concedió.

El cuarto fue un toro muy serio que llegó sin humillar a la muleta. El Cordobés lo sacó a los medios y allí el toro le permitió ligar un par de series destacables. Al natural no se acoplaron igual toro y torero y las dos series que le dio por ese lado no trascendieron. Volvió a la derecha y extrajo un par de series más a un toro ya bastante agotado. Mató de estocada y su labor fue silenciada.

Padilla se lució a la verónica en el segundo de la tarde, rematando con media de rodillas. También fue vibrante el quite por gaoneras. Puso banderillas, sobresaliendo el tercer par arrancando desde el estribo. El comienzo de faena fue entonado y en la primera serie ya tuvo que llegarle mucho al toro y provocarle para que se arrancara. Al natural embistió con más generosidad el de Torrestrella y Padilla le dio una serie buena y en la segunda comenzó a sonar la música. El jerezano mantuvo el tono pero el toro se vino a menos. El torero estuvo muy entregado y metido en la faena y mató de buena estocada. Hubo petición de oreja y de nuevo el presidente no la concedió.

Padilla logró cuajar un buen tercio de banderillas en el quinto, clavando los dos primeros pares al quiebro. El comienzo de muleta tuvo mucha quietud y aguante, ligando muletazos por alto. En el toreo en redondo al toro le costó más, quedándose corto y protestando. Padilla estuvo firme y valiente, protestando incluso el público su entrega cuando ya llevaba mucho tiempo en la cara del toro. Mató de otra gran estocada.

El Fandi no pudo lucirse de capa en el tercero, un toro que embestía rebrincado. En banderillas brilló sobre todo en un segundo par de la moviola y en el tercero al violín entrando por dentro que puso la plaza en pie. Colocó un cuarto par a petición del público. El toro no se empleó nada en la muleta, sin humillar ni transmitir. El Fandi lo intentó por ambos pitones pero no pudo calentar. No tuvo enemigo. Mató de estocada fulminante.

El Fandi recibió al sexto con dos largas cambiadas en el tercio y posteriores lances a la verónica. En el quite por navarras le dio un golpe pero esto no impidió que cogiera los palos para volver a protagonizar un tercio brillante. Destacó el segundo par, de poder a poder muy arriesgado, y el tercero, adornándose con un sombrero. Brindó al público y ligó una primera serie que tuvo vibración. El toro no fue fácil y además se paró muy pronto. El Fandi le buscó las vueltas tirando de valor. Pinchó dos veces antes de dejar media suficiente.

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Sevilla Temporada 2013.

sevilla_200413.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:20 (editor externo)