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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

<img width="460px" height="150px" src=" http://www.estrelladigital.es/cultura/diestro-Manuel-Benitez-Cordobes-segundo_ESTIMA20100424_0037_10.jpg">

Tarde del sábado, 24 de abril de 2010

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Torrestrella (de diferente presentación, anovillados algunos, sosos y descastados en general; el 5º fue devuelto a corrales por debilidad; 5º-bis, de La Plata, inválido; el 6º fue el mejor).

Diestros:

El Cordobés: Estocada traserra (silencio); meteysaca, estocada (silencio).

Francisco Rivera Ordóñez. Dos pinchazos, estocada desprendida (silencio); pinchazo, estocada (silencio).

El Fandi. Meteysaca, estocada caída (saludos desde el tercio); pinchazo, aviso, estocada tendida (saludos desde el tercio tras leve petición de oreja).

Presidente: Francisco Teja.

Tiempo: Nublado y caluroso.

Entrada: Hasta la bandera.

Crónicas de la prensa: EFE, El Mundo, Marca, El País, El Correo de Andalucía, ABC.

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© El Cordobés en la Maestranza/EFE. El Fandi/Foto de Roberto Pardo.


Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

En la Maestranza no estaba ni el uno por ciento del abono. Sábado de farolillos, corrida del tomate. La plaza era de pueblo, el público de pueblo y la banda de música también de pueblo. Hasta tocaron un pasodoble cuando el respetable, también de pueblo, lo pidió, mientras El Fandi perpetraba mantazos a uno de los pocos toros potables de Torrestrella. El granaíno viene a lo suyo, a poner banderillas, pero esta vez ni eso hizo bien. En el primero las puso a toro pasado y en el segundo lo hizo sin brillantez. Con los trapos ya es proverbial su falta de manejo: no es lo suyo. El Cordobés estuvo correcto y hasta comedido, aunque pudo hacer algo más a su primero. Rivera no tuvo suerte con el lote y hasta mató mal. Le echaron al corral al quinto y salió uno de Trapote -uno a uno, va a acabar matando una corrida- y las pasó mal. Con otra terna es posible que se hubiera salvado algo más la corrida. Pero el pueblo es soberano y llenó la plaza, que es lo importante. Una corrida del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Pero no la presidió Belén Esteban, sino la duquesa de Alba, de mantilla en el palco de convite maestrante, para ver su ex yerno.


Lo mejor, lo peor

Por Juan Carlos Gil.

Lo mejor: El pundonor de El Fandi

El toreo admite muchas versiones y cada una de ellas tiene sus matices. No todos los toreros poseen ese duende que nos encandila con el mínimo detalle, ni la precisión técnica de los cirujanos o, ni siquiera, el valor arrollador que nos apabulla a cada instante. Sin embargo, hay matadores pundonorosos, honrados, profesionales… y que ofrecen la versión más auténtica de su tauromaquia todas las tardes. David Fandila El Fandi es un ejemplo paradigmático de esta estirpe de espadas que no se queda nada en el esportón, aunque su expresión torera sea más o menos discutible. Esta tarde en el coso del Baratillo sacó a relucir su valor, sus ganas, sus recursos banderilleros, sus ganas de agradar con la muleta y su variedad con el capote. A su primer oponente, un toro estrecho de sien, violento, pronto y de mínimo recorrido, le recibió con una larga cambiada en los tercios para después sacárselo a los medios toreramente. Con los palos lo bordó. Tres pares distintos: el primero andando hacia atrás y arriesgando una enormidad; el segundo de dentro a fuera y el tercero, el más heterodoxo, al violín. Todos fueron clavados en todo lo alto. Luego con la muleta estuvo porfión y se la puso muchas veces por ambos pitones… Sin embargo, el astado, se metía por dentro, daba un derrote al final de cada pase y no disponía de calidad en la embestida. Las series a diestra y siniestra no fueron lucidas, pero no se le puede reprochar nada al torero. En el sexto estuvo a punto de arrancarle una oreja, porque tragó lo suyo, enceló a “Toledano” y se lo pasó por ambos pitones. Dos series con la mano diestra tuvieron trazo largo y los pases de pecho eran de pitón a rabo. Correcto técnicamente y valor para aguantar las arrancadas. Más no se le puede pedir.

Otro elemento positivo de la tarde fue el lleno de no hay billetes. La empresa se estará frotando las manos, pues con carteles de esta calidad y costes “reducido” es como se hace caja. Nos alegramos por ello, pero luego que no se quejen cuando otros toreros pidan lo que vale su “caché.”

Lo peor: La aplastante vulgaridad

Los otros dos toreros del cartel, en las condiciones en las que se encuentran, no deberían anunciarse en una feria del tronío del abono maestrante. El rubio torero madrileño desperdició un gran lote, el primero por la bondad y la largura de las embestidas y el segundo por su nobleza y recorrido. Además, sus formas y su estilo, amén de populares, carecen de la mínima corrección técnica. Abusa de los toques hacia fuera y se queda siempre descruzado. Rivera Ordóñez no es ni una sombra de lo que fue. Nunca le echa la bamba de la muleta al hocico sino todo lo contrario, el pico de la muleta al pitón contrario y de forma muy descarada. En los pases de pecho se queda al hilo del pitón… Y ni siquiera hace por sacar la muleta por debajo de la pala del pitón… siempre a media altura y finalizando los muletazos por alto… En fin… será cuestión de gustos… pero hay otros escenarios más propicios para su fiesta… y no la Maestranza.

<img src="http://www.elpais.com/recorte/20100425elpepicul_5/LCO340/Ies/Francisco_Rivera_Ordonez.jpg"/>

© Francisco Rivera Ordóñez da un derechazo a su segundo astado.- EFE


EFE

Por Juan Miguel Núñez. Máxima rentabilidad, mínima seriedad

No se esperaban quejíos, entendidos éstos desde el punto de vista taurino, de los que ponen la carne de gallina. No era cartel para estremecimientos. La empresa en este día va a lo barato, en busca de la rentabilidad en la taquilla.

Un cartel “de pueblo”, que ya es clásico en el ciclo abrileño, el sábado. La gente, sobre todo foránea, llega en avalancha a Sevilla, ávida de los acontecimientos que definen la feria, uno de ellos sin duda la corrida en la Maestranza. Lleno asegurado, y más con los llamados toreros “mediáticos”.

El festejo en si tiene poco que ver con lo que es habitual en Sevilla, sin la solemnidad y las pautas que dan carácter al toreo en La Maestranza. Imperdonable, por ejemplo, que se pase por alto el minuto de silencio que recuerda la gloria de los toreros importantes cuando dejan esta vida.

Al valenciano Jaime Marco “El Choni” -“el barrio de Sagunto tiene un torero, se llama Jaime Marco 'El Choni', Jaime primero”, canta la letra del pasodoble que lleva su nombre-, se le ha ignorado hoy por completo, un día después de su muerte en Murcia, donde pasó los últimos años.

Parece mentira, en Sevilla, la tierra de los silencios. Éste que no se ha guardado da una idea del devaluado ambiente que había en la plaza. También por eso no hizo falta que los toreros se esforzaran por disimular la vulgaridad de sus respectivos estilos.

El primer toro de “El Cordobés” no terminó de humillar, pero se movió por allí. En el argot se dice que “sirvió”. No obstante, “El Cordobés” anduvo con el complejo de que lo suyo es otra cosa, desperdiciando la ocasión. El cuarto tuvo pocas arrancadas, pero las tuvo, lo que con otro talante hubiera sido suficiente para el triunfo. Pero no se metió el hombre en faena, dejando que pasara el tiempo hasta que el animal acabó también “rajado”. Rivera Ordóñez salió del paso en su primero, toro tan noble como apagado. El quinto bis, de “La Plata”, traía un nefasto precedente por la guasa que había sacado un hermano suyo también sobrero, que días atrás no llegó a traer de cabeza a Enrique Ponce por el valor y los recursos que éste le echó. El toro en cuestión, por no tener, no tuvo ni peligro. Rivera firmó, no obstante, un notable tercio de banderillas, clavando fácil y seguro, sin “los ruidos” que tanto se llevan en el segundo tercio cuando toma “los palos” el matador de turno.

Y ya “El Fandi”, y su acostumbrado guión. La larga de rodillas pegado a tablas, los lances más o menos airosos, incluido un quite por chicuelinas con tafalleras en su turno al toro segundo, unas chicuelinas al paso ya en el primero de su lote, y por supuesto las banderillas.

Polvareda de aplausos, que no de la otra -estaba el ruedo muy bien regado-, levantó el granadino en el tercio de banderillas a sus dos toros. Más redondos lo tres pares a su primero. En el sexto falló uno y pasó sin clavar en otro.

Pero lo bueno de “El Fandi” esta vez fue la firmeza, el aguante y hasta la sinceridad que puso en la faena de muleta al último. Tenía el toro sus “cosillas”, pues tomaba los engaños sin terminar de entregarse, ayuno de clase, un punto descompuesto. Y “Fandi” lo aguantó, aún sin obligarle para evitar que se le negara, haciéndole pasar por uno y otro pitón con cierto relajo.


ABC

<img src="http://www.portaltaurino.com/images/criticos/andres_amoros_bn.jpg"/>Por Andrés Amorós. Sábado de Feria

Se acercan a su final las dos Ferias, la de farolillos y la de la «plazalostoros». Por la mañana, tempranito, las calles sevillanas están casi desiertas: sólo algunos turistas, con el plano en las manos, preguntando por dónde se va a la Giralda…

Paseo yo por las viejas calles, saboreando hasta sus nombres: de la Judería, Jamerdana, Mármoles, Pimienta, Mesón del Moro, Alcaicería, Ataúd, Muerte, Cuna, Gloria, Vida, calle del Agua y del Aire… Explicaba Corrochano que el encanto de Sevilla consiste en «su rebeldía a ponerse ese uniforme en el que el mundo ha querido vestir a todas las ciudades».

¿Qué diría don Gregorio si viera ahora, en pleno centro histórico, el horror de las «setas» de la Encarnación, un tributo a la «modernez» que no permitirían en ciudades comparables a Sevilla como Florencia o Venecia?

Tampoco el ambiente de la Plaza es el habitual, por la tarde. La multitud de gente hace casi imposible cruzar la calle Iris o entrar por la Puerta del Príncipe. ¿Se debe eso a la fecha o al cartel? Juzguen ustedes.

El resumen de la corrida es fácil: tarde calurosa, cartel mediático, toreo populista, público peculiar; sopor, peticiones de música, gritos femeninos, aplausos a los gestos de los toreros más que a sus muletazos…

Ninguno de los diestros muestra facetas nuevas en su toreo. Los toros de Torrestrella flojean pero no presentan dificultades.

El primero entra bien al caballo y galopa, le permite al Cordobés dar derechazos aceptables y remates a su estilo, que provocan clamor. Curiosamente, lo mata de una estocada y nadie lo aplaude… Algo parecido en el cuarto, muy manejable, que se mueve pero cae varias veces. En la solanera, alterna derechazos templados con enganchones. El toro acaba rajándose y todo se diluye.«El resumen de la corrida es fácil: tarde calurosa, cartel mediático, toreo populista…»El segundo también flojea, se mueve bien en banderillas pero pronto se apaga. Rivera Ordóñez prodiga muletazos correctos pero sin relieve, mecánicos, y mata mal.

El quinto es un sobrero cinqueño de la misma ganadería que el que amargó la vida a Ponce. Los mejores aplausos los consigue Rivera al cuartear, fácil, con los palos. El toro se para, se raja, se echa antes de entrar a matar y barbea tablas…

El Fandi es el que sale mejor parado, con sus brillantes tercios de banderillas, en los dos, y sus voluntariosos muleteos. Pero entra a matar de lejísimos, en el tercero. En el último se empeña en una muy larga faena, que el público agradece.

Recuerdo mi paseo matinal, alternando deleites y berrinches. Como decían los Quintero, así vamos «divagando por la ciudad de la gracia».


El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Empanada mediática

Cualquiera convence a la empresa de que urgen cambios en la fórmula -tan manida y previsible- del Sábado de Farolillos. Los mediáticos llenaron los tendidos de la plaza y atrajeron la bulla más compacta que se recuerda en los alrededores del histórico coso, que parecía una iglesia antes de la salida de la más populosa cofradía de barrio. No se podía dar un paso por la calle Iris y entrar a la plaza por la Puerta del Príncipe era un empeño casi imposible para el espectador pagano.

Pero la corrida respondió punto por punto al guión establecido. Hubo ejemplares interesantes en el encierro de Torrestrella que quedó incompleto por la insolvencia taurina del palco. El señor Teja se apresuró a devolver a un ejemplar de preciosas hechuras, el quinto, que se dejó el morro por el suelo y se entregó a tope en el caballo. Nos quedamos con las ganas de verlo en la muleta por no se qué manita doblada que sólo sería un calambre. ¿Es eso defender la integridad del espectáculo? ¿Así se protege al aficionado? En los corrales esperaba un horrendo ejemplar de Toros de la Plata que cantaba su mal juego antes de salir al ruedo. Además, contaba con pésimos antecedentes después del que le echaron a Enrique Ponce el pasado miércoles con el mismo hierro. Esa autoridad y su legión de veterinarios es la misma que permitió que el sexto saltara al ruedo con una cornada en el anca de la que colgaba un largo cuágulo. A ése no lo devolvió. Vaya petardo.

De los toros interesantes que mencionábamos más arriba, el mejor fue el primero. Un ejemplar sensacional para el torero, seguramente el mejor de toda la Feria, que certificó que la guerra de El Cordobés -rey de Taifas en los pueblos- pertenece a otros escenarios. El simpático Manuel Díaz se hartó de darle mantazos sin cruzarse ni una sola vez. Mientras, el peculiar público del Sábado de Farolillos no decía esta boca es mía al ver las rebosantes, enclasadas y nobles embestidas de un ejemplar que habríamos soñado ver en otras manos más solventes.

Manolo, que se llevó el lote del desigual encierro de Torrestrella, tampoco se decidiría a dar el paso con el cuarto, un animal de fondo noble que respondía bien cuando se le llevaba bien tocado, aprovechando la inercia de sus embestidas. Pero el encierro aún tuvo más matices. El segundo fue otro toro de nobleza algo sosa que quedó un punto inédito. Rivera anduvo mucho tiempo en la cara, siempre periférico y escaso de compromiso, en una faena a la que le faltó hilván. Con el matador gravitando por las afueras, los muletazos surgieron de uno en uno, mientras los tendidos se impacientaban. Con el horrible sobrero que hizo quinto no tuvo opciones. Sí pudo banderillearlo con corrección y sobriedad antes de comprobar que el animal no quería pelea. Sólo salió de su refugio de las tablas para ponerse andarín e impedir que Rivera pudiera cuadrarlo para matar.

Con el lote más exigente, El Fandi no desaprovechó una sola ocasión de agradar y se empleó en los tres tercios de la lidia con distintos resultados. Brillante con el capote, banderilleó con precisión y espectacularidad al tercero de la tarde: el primer par se resolvió con una deslumbrante moviola; el segundo, con un leve cuarteo dejando llegar al toro; el tercero fue de violín, parando al toro en los medios. Lástima que el astado no le dejara andar agusto después. Cortito de viajes, orientado, no había manera de estar delante. Pero El Fandi iba a mostrar su cara más seria peleándose con el sexto, que le sopló un guantazo en un difícil y esforzado tercio de banderillas. El animal llegó a la muleta con una descompuesta y bruta movilidad que sirvió para certificar la solvencia del granadino, que se fajó de verdad y pudo cortar un trofeo si llega a andar más fino con el acero.


El Mundo

Por Zabala de la Serna. Meritoria faena de Fandi en tarde para el olvido

Otro público. Otro ambiente. Otra plaza. Mucha cámara de fotografía y mucha niña mona. Corrida mediática. Se coloca el cartel de “no hay billetes”. Ahí queda eso.

El primer toro de Torrestrella no parecía los 570 kilos de la tablilla. Quizá por su cara lavada y su largo esqueleto. Blandea de principio pero se recupera. Es noble. Y la sigue bien por el pitón derecho. Manolo Díaz se coloca fuera de cacho y se deja ver malamente. Duda no poco y hace como que torea.

El segundo, también burraco, es más recortado y concentrado. Amplio pecho. Pero vacío. Muy descastado, se agarra mucho al piso. Rivera anda con su estética habitual. Sin opciones.

El tercero es más terciado y enseña las puntas. El Fandi lo recibe con una larga cambiada. Gallea por chicuelinas y en un recorte con el capote el toro hace un feo que definiría cómo sería en la muleta. Antes Fandi despliega sus facultades en banderillas. El lucimiento se complica en el tercio de muerte con el genio del torrestrella, cada vez de más corto viaje.

El cuarto no sube el listón en nada. Totalmente descastado. Manejable sin fondo ni duración, se raja pronto. Díaz conversa con los tendidos de sol… Rivera le tira una larga cambiada al quinto, que al final es devuelto por su absoluta falta de fuerza. El sobrero es un cinqueño castaño de Toros de la Plata. Se sacude el capote con genio. Un volatin le merma. Rivera Ordoñez pone banderillas de forma vulgar. El toro no tiene nada dentro y se raja. Y se echa. Lamentable todo. Lo levanta pero el toro gazapea al hilo de las tablas. Lo mata de pinchazo y estocada.

El sexto tiene cara, pero galopa como desriñonado. Parece que lleva una cornada en el anca derecha. Se queda sin picar. Echa la cara arriba y no le facilita la tarea al Fandi con los palos. Mantiene la tónica rebrincada en la muleta, que toma con nobleza. La faena de Fandila tiene mérito. Le consiente mucho y le engancha menos de lo que el toro pretende. Pincha.


El Mundo

Por Carlos Crivell. La solanera se lo pasa en grande

El sábado se ha convertido en un día especial. La empresa, que debe entender que lo único que importa es llenar la plaza, opta por los toreros llamados mediáticos. Es día de bullas, de lleno en los tendidos sin preguntar ni quién torea ni de quién son los toros. El aficionado abandona la plaza y por allí aparecen los feriantes, visitantes de un día, amigos de los abonados, en fin, una fauna variopinta de mínimos conocimientos taurinos que acude a pasárselo bien, como si el toreo fuera algo divertido. El toreo es algo emocionante, nunca divertido. El ser humano ha desarrollado múltiples actividades para la diversión.

La plaza se llena, se anuncia una corrida de toros que suele embestir y aparecen los toreros populares. Entre la masa, algunos entendidos se lamentan. No hay lamentos que valgan cuando ya se sabe de antemano lo que va a ocurrir. Quienes se lo pasan bien son los que toman asiento en los tendidos de sol.

No todos los espadas afrontan la corrida de igual forma. El primero de ellos, Manuel Díaz «El Cordobés», no tiene complejos y realiza sus faenas en los tendidos de sol, sea el toro bravo o manso. Sabe que allí es bien aceptado, que sus mantazos son recibidos con agrado y que su simpatía es un perfecto reclamo para el aplauso. Así planteó sus dos trasteos, descaradamente en el sol. Allí se dejó ir dos toros con muchas posibilidades de triunfo. Manolo es consciente de que su tauromaquia tiene más tirón en la solanera y no se esconde. Pero su presencia ya no se sostiene en una Feria como la de Sevilla, cuando hay muchos espadas capaces en su casa y no hay derecho a que llegue un tío a matar dos toros por el simple hecho de que es muy simpático.

El caso de Rivera Ordóñez es distinto. El hijo de Paquirri puede estar bien o mal, pero respeta las normas. Su lote fue el de menos juego. El segundo se defendió cerca de las tablas y llevó siempre la cara alta. Mató un sobrero de Toros de la Plata, de poca casta, al que puso banderillas con voluntad y no pudo torear con la muleta. Rivera jugó su papel de torero atractivo para la masa, fue fiel a las normas y no pudo dejar nada destacado. El torero que divierte a las masas es El Fandi. Su estilo se basa en una fuerza física enorme, que en los tercios de banderillas alcanza su cenit, especialmente cuando para al toro con la mano.

El de Granada se anuncia en este cartel aunque no es exactamente mediático, pero gusta a los que pasan por la plaza por un día porque su movilidad resulta interesante para los ignorantes. Como es normal, David Fandila ha desarrollado un estilo torero con algunas virtudes, mala cosa sería que no fuera así después de tantos años, pero su número fuerte sigue siendo el tercio de banderillas. Utilizó el capote con soltura, hizo quites variados, regaló una larga en el tercio al tercero y puso sus palitroques. No fue su mejor día. Clavó siempre a toro muy pasado.

La frase rutinaria de que Fandila baja con la muleta no es un tópico, es una triste realidad. Baja tanto que incluso aquel torero que algún día nos sorprendió con la izquierda parece ya cosa del pasado. En la corrida de ayer tropezó primero con un toro áspero al que no pudo hacer faena. El sexto, toro amplio y alto, sí fue bueno. El Fandi, fiel a lo visto en sus compañeros, se fue al sol. Allí dio pases de todo tipo. La plaza estaba contenta, se organizó un cisco porque la banda no tocaba y al final no lo mató. El objetivo estaba cumplido. La solanera había gozado de una corrida en la Feria. La empresa ganó mucho dinero. Pero nada justifica un espectáculo tan pobre de contenidos taurinos.


Marca

Por Carlos Illián. Toreros mediáticos, ¡qué cruz!

Comienza a ser insoportable el cartelito de los llamados mediáticos que nos obligan a tragarnos en no pocas ferias importantes. Las empresas hacen un buen negocio porque se trata de toreros de la clase media del escalafón que matan la ganadería que les pongan por delante. Curiosamente les embisten los toros. Lo cierto es que llevan un público hambriento de famosos que aplaude todo. Se trata de un chollo para la empresa y los toreros y una cruz para el aficionado medianamente enterado.

De nuevo nos pasamos dos horas y media en una secuencia sin fin de trapazos, banderillazos y otras lindezas. Para colmo, y ya tiene guasa el asunto, la corrida de Torrestrella, desigual de presentación, envió tres toros que se dejaron torear y que de caer en otras manos habría facilitado un triunfo. También el toro devuelto, en claro error del presidente, enseñó una clase magnífica en el caballo y en los pocos lances que ejecutaron las cuadrillas. En su lugar salió un manso insoportable, un mulo total, de La Plata.

Lo más parecido al toreo corrió a cargo de El Fandi que en el sexto toro hasta se permitió algunos naturales de aceptable factura. Sobra añadir que en banderillas montó su espectáculo, aunque esta vez con varios fallos. También puso banderillas Rivera Ordóñez y en ese tercio pudo lucir cierta soltura. Con la muleta se esmeró con el primero y nada pudo sacar del imposible sobrero.

El Cordobés se llevó el mejor lote, que deshonró con un toreo de plaza de pueblo. Ya está bien que este hombre siga ocupando puestos en las ferias cuando hay tantos chicos por ahí hambrientos de oportunidades y que tienen condiciones sobradas.


El País

Por Antonio Lorca. La familia y uno más

Los toreros de ayer son como de la familia. Bueno, más o menos. El Cordobés, sí, un joven simpático y cordial, que cae bien en todas las casas, aunque su problema como torero es que carece de toda la gracia que desborda como personaje público. Rivera es menos familiar, esa es la verdad. Es más serio y estirado, y sonríe con cara de pocos amigos, pero cae bien porque aparece todos los días en casa a la hora de comer. Y El Fandi es un caso aparte. No frecuenta la prensa el corazón, habla poco y se prodiga menos, pero cae como anillo al dedo a las amas de casa y a todo público festivo.

Pues, a pesar del ambiente familiar y cariñoso, no hubo besos y abrazos. Y eso que los toros no quisieron comerse a nadie. Por el contrario, destacaron por su nobleza y por sus miles de embestidas para que cualquier diestro con dos dedos de personalidad hubiera triunfado con holgura. Inválidos, sí, tullidos todos, pero cumplieron a su modo en los caballos y todos -a excepción del muy manso sobrero- se dejaron torear. Toretes a modo para el toreo de hoy, gatitos que se dejaban acariciar. Pero nada fue posible. Ni una vuelta al ruedo, ni una faena medio decente, ni una secuencia lucida. ¿Qué pasó, pues? Pues pasó que los tres tienen un concepto del toreo que sólo puede gustar en las plazas portátiles.

El Cordobés, por ejemplo, triunfa cuando torea como es; es decir, dicharachero y gracioso, salto de la rana incluido. Pero ayer, por respeto a la plaza, se supone, se puso serio, y de tal modo aburre hasta a los suyos. No es él. Es de una vulgaridad increíble. Da pases muy despegados, siempre mal colocado y con la muleta retrasada. Vamos, un sin vivir. Naufragó ante sus dos corderitos, a los que se les caía la cara de bueno, y sus muchos partidarios quedaron decepcionados. No era para menos.

Rivera, como es menos familiar, tiene menos partidarios, pero como siga en el plan actual, se quedará solo. Rivera ha sido un buen torero, ahora es una sombra de sí mismo. Parece que la ilusión la perdió hace tiempo, al igual que el sitio, y se le vio desbordado por el noble torete que le tocó primero. Por desgracia, su forma de torear es un compendio de defectos. Quedó justificado ante el deslucido y mansísimo sobrero, que no tuvo un pase, y se limitó a despacharlo sin lucimiento.

El Fandi puso siete pares de banderillas, y sólo el último mereció la pena. Paupérrimo balance, a pesar de la euforia de los tendidos. Mantiene la ilusión y el deseo de agradar, que no es poco. Se esfuerza con capote y se lució en un galleo por chicuelinas en el primero y unas verónicas de salida en el sexto. Es difícil que emocione con la muleta mientras siga citando fuera de cacho y con el pico. Total, que serán uno más en la familia, pero los besos quedan para ocasión más propicia.


Sevilla Temporada 2010

sevilla_240410.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:16 (editor externo)