Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


sevilla_250415

Real Maestranza de Sevilla

<img width="270px" height="160px" src="http://www.aplausos.es/galerias-noticias/galerias/28282/medium/5.jpg">

Sábado, 25 de abril de 2015

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Jandilla y Fuente Ymbro (el tercero). Con diferente presentación y buen juego en general.

Diestros:

Juan José Padilla: de purísima y oro. Media estocada tendida, aviso, seis descabellos (ovación); estocada tendida (oreja).

Miguel Abellán: de vino tinto y plata. Estocada (saludos desde el tercio); pinchazo, pinchazo hondo y descabello (aplausos).

El Fandi: de coral y oro. Media estocada fulminante (saludos); media estocada (ovación).

Presidente: Gabriel Fernández Rey.

Tiempo: soleado, con bochorno al principìo y fresco al final.

Entrada: lleno con hueco.

Video resumen del festejo de Canal Plus Toros: http://www.canalplus.es/toros/videos/sevilla/

Crónicas de la prensa:

<img width="270px" height="200px" src="http://estaticos03.elmundo.es/assets/multimedia/imagenes/2015/04/25/14299893004870.jpg">

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Llegó el sábado de Feria y con él la mediática, que le llaman. Cambia el público por completo -evidentemente, no están los llamados cabales de la Maestranza- cambian los toreros y cambian las exigencias que se les piden a estos, muy pocas, sea cual sea el comportamiento de los toros. Que sirvieron casi todos y también el Fuente Ymbro que remendó el encierro de Jandilla. La tarde comenzó con la tremenda voltereta del primero a Padilla que quedó en susto y rotura de taleguilla. Por lo demás, el Ciclón de Jerez hizo lo que sabe: entusiasmar a sus partidarios con su toreo tosco, reñido con la estética. Y se llevó una oreja de su público. Miguel Abellán estuvo mejor en su primero, poniendo su parte de oficio, que en el quinto más complejo. Y El Fandi también a lo suyo, banderillas a veloz carrera para atrás y para delante, y muletazos de sobra, pero plenos de vulgaridad. En el primero -estuvo muy por debajo del de Fuente Ymbro- hasta le pidieron la oreja en insólita solicitud en la Maestranza. Y del insulso trasteo al segundo también salieron contentos sus partidarios que eran mayoría. Aún así, a mí que no me gustan nada estos carteles, reconozco que son para un público determinado, que mira la Fiesta con otros ojos y otros valores estéticos. Y que no se vayan de la Fiesta -yo no seré quien lo pida- que, si no, nos quedamos unos pocos -cabales y talibanes- y se acaba esto. Ah, se me olvidaba, hay que poner un cartel en la Maestranza como en las tabernas antiguas: “Se prohibe el cante”.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: El pirata guerrero. Hoy Padilla llegó a la Maestranza como si fuera a una batalla. Como un jabato que se juega la temporada en una tarde. Recibió a su primero a portagayola. Se llevó una brutal voltereta cuando intentaba lancear al animal a la verónica. Se vivieron momentos de conmoción en la plaza al ver que el diestro jerezano estaba inmóvil en el suelo. Recuperado y con un pantalón vaquero a modo de taleguilla volvió más enrazado a la cara del toro mientras la plaza estallaba en una clamorosa ovación. Una tarde de entrega total. Del cuarto obtuvo un trofeo tras una faena larga, con mucha disposición y bien rubricada con la espada. Las otras ovaciones más fuertes sonaron en los tercios de banderillas de El Fandi, llegando a poner al público en pie. Se mostró el granadino con ganas de agradar pero no terminó de rematar sus actuaciones. Por su parte, Miguel Abellán poco pudo hacer con el lote que lo tocó. La corrida de Jandilla, rematada con un toro de Fuente Ymbro, hizo que nos acordáramos mucho de la de Cuvillo de ayer.

Lo peor: Un espectáculo bochornoso. El momento más vergonzoso de la corrida llegó justo cuando Padilla pasaportó al primero. Dos antitaurinos con pancartas se lanzaron al ruedo. Uno de ellos incluso llegó a tirarse encima del astado justo cuando lo iban a arrastrar. Todo el mundo merece respeto sea cual sea su opinión. Pero lo que hicieron estos dos sujetos fue precisamente lo contrario. Les faltó el respeto a las diez mil personas que estaban en la plaza y más a los que sí se juegan la vida poniéndose delante del toro.

El País

Por Antonio Lorca. Una mala película de aventuras

La lidia del primer toro fue una película de acción. Todo transcurrió a un ritmo trepidante, en el que se sucedieron secuencias de amor, aventuras, sustos, carreras, una buena dosis de dramatismo y hasta la inesperada presencia de dos extras que desataron la pasión en los tendidos.

Todo comenzó cuando Padilla enfiló parsimonioso el diámetro de la plaza, capote en mano, para recibir a su primero de rodillas en los medios entre la algarabía popular. Hasta tres largas cambiadas -las dos últimas en el tercio- ejecutó, y ya inhiesto citó por delantales. Tan confiado estaba que el toro se le vino encima y lo volteó con saña en un golpe seco que hizo temer que se había producido la cornada. El torero quedó inerte en el albero mientras las cuadrillas acudían a socorrerlo y la plaza se encogía ante la dramática escena. Tardó Padilla en incorporarse y a duras penas consiguieron llevarlo hasta la barrera más cercana, donde lo volvieron a bautizar con agua mineral sin gas y se enfundó un pantalón vaquero tipo pirata para esconder el estropicio que el pitón del toro había hecho en el traje de luces. Afortunadamente, no había sucedido nada irreparable, pero el susto fue tremendo.

Puso banderillas con más voluntad que acierto, brindó al público y se dispuso a torear. Bueno, eso es un decir. Lo que hizo Padilla no se puede llamar toreo, por mucho que el público lo jalee. Siempre despegado, en línea recta, sin gusto ni hondura, con el pico por bandera, nunca se colocó en el sitio que exigía un toro correoso y dificultoso que no dejó de embestir y acudir al cite del torero. Después, mató muy mal y hasta sus fervorosos partidarios se desinflaron, Pero, héte aquí que cuando el toro cayó por fin, saltaron al ruedo dos antitaurinos con el torso desnudo, que corrieron como descosidos con papeles en las manos mientras la plaza estallaba en un griterío y los operarios de la plaza y varios policías trataban de detenerlos. Uno de los activistas consiguió llegar hasta el toro, que yacía fenecido, y se abrazó al animal, momento en que fue reducido y expulsado del ruedo. A renglón seguido, apareció una pancarta en el tendido que decía ‘Queremos que la fiesta vuelva a Barcelona’, que fue recibida con una ovación de los tendidos, pero la alegría duró poco porque un guarda de seguridad decidió incautarla y ahí se acabó la presente historia.

El comienzo fue espectacular. Una pura aventura; el resto de la película, infumable. Ante el cuarto, Padilla cambió el pantalón vaquero por un espectacular vendaje, pero su sentido del toreo fue el mismo. ¡Un horror! Le concedieron una oreja porque esta plaza no la conoce ya ni el que la fundó, pero lo que mereció fue una seria reprimenda.

Tampoco tuvo su tarde Abellán, voluntarioso y valentón, pero muy por debajo de la corrida, que obligaba a dar un paso que no dio. Y El Fandi fue la misma versión de sí mismo. Fácil y espectacular con las banderillas y un dolor con la muleta.

¿Y los toros? Una corrida para toreros que quisieran jugarse el tipo. Pero eso no interesó a los de luces, y, lo que es peor, ni a los bullangueros espectadores.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Padilla escapa con vida de la Maestranza

De milagro escapó Juan José Padilla. Todavía casi no se había acomodado la gente, el gentío del sábado feria. Librada la larga cambiada en la puerta de toriles y otras dos más en el tercio, a pies juntos se le venció el torazo de Jandilla. Por la ingle la taleguilla rajada y Padilla hecho un ovillo de dolor en el suelo. Blancos los forros afortunadamente cuando el corro de asistentes despejó el albero. Un pantalón vaquero pirata para El Pirata. Y de nuevo fresco. Como si nada. Como un gato. El toro quedó muy entero en el caballo y apretó al Ciclón de Jerez en banderillas. Embestía fuerte el domecq en la muleta. El pecho por delante más que la cara colocada. Pero con recorrido. Ante los apuros, por los costillares la vuelta, la revuelta, la 'reolina'. Una batalla y un último atragantón al entrar a matar. Inocua la espada tendidísima. Y muchos descabellos. (Unos espontáneos antitaurinos se tiraron en defensa del animal a toro muerto, claro).

Miguel Abellán resolvió de cuasi perfecta estocada. Otro tipo de jandilla. Más descolgado. Abellán también se había ido a portagayola. Entre el espadazo y el saludo, una faena a la que le faltó continuidad. De la embestida probablemente. Sangró mucho el toro, que se fue apagando.

A Fandi le tocó el remiendo de Fuente Ymbro y resultó el mejor de los jandillas. Fina la cara que anunciaban unas armónicas hechuras. 'Belicoso' se llamaba. Y de 'Belicoso' nada. Fandila lo cuidó en el caballo, quitó por zapopinas y explotó en banderillas. La faena fue al por mayor. A bocajarro, a granel. La ejecución del volapié dejó media en sitio mortal. La petición no pasó el filtro.

Padilla cambió los 'jeans' por un vendaje y el jandilla brutote por otro gordote y santo varón. Chochón de bueno. Mejor todavía por el izquierdo. El Ciclón de Jerez le cortó la oreja por una estocada de lenta ejecución en todo lo alto, digo. Disfrutó la vuelta al ruedo con parada en todas las estaciones. Destino final la boca de riego para coger un 'puñaíto' del albero. Y al corazón. Siete vidas he apurado, decía la canción de Antonio Flores.

Altísimo era el acaballado e impropio quinto de Borja Domecq. Abellán brindó a José María Manzanares, que ocupaba una contrabarrera. Y leyó perfectamente la embestida por una mano derecha que la esperaba retrasada y por abajo. Tres tandas de torero entendimiento que se perdieron al insistir por el pitón desagradecido del uro o lo que fuese aquella mula.

Fandi puso la Maestranza en pie con los palos ante un sexto de hechuras ideales. Cuatro pares, cuatro, de largo recorrido. Hasta parar al jandilla marcha atrás con una potencia de cuádriceps asombrosa. Ahí los tendidos se rindieron. Y a lo peor también el toro. Fandila, que tan variado es con el capote, puso el piloto automático con la muleta. Volvió a agarrar media estocada mortal de necesidad y se le despidió con un estruendo de ovaciones.

Yo, que había comido con Curro, me fui de la plaza así como con la cabeza baja, como cuando no nos entendían…

ABC

Por Andrés Amorós. Juan José Padilla, en vaqueros en la Feria de Abril

Sábado de Feria, cielo nublado, muchos turistas, cartel de gancho popular. Toros de Jandilla-Vegahermosa (y tercero de Fuente Ymbro): serios, encastados, de juego aceptable. Esta tarde, no podemos hablar de una «Plaza dura» (como las que, con toda razón, censura el maestro Antonio Burgos) sino de un coso amable, complaciente, que agradece todo lo que hacen los diestros. Sólo Padilla corta una oreja, pero los tres están muy dignos y profesionales.

En el primer toro, Padilla da una larga, a portagayola, y la enlaza con dos más. En las verónicas posteriores, recibe un porrazo tremendo, en la cadera. Felizmente, no parece estar herido y vuelve a la cara del toro, después de enfundarse unos pantalones vaqueros: una estampa añeja, que nos hace recordar, por ejemplo, a Diego Puerta. Banderillea Juan José con conocimiento de los terrenos, domina al toro por bajo, logra buenas series por la derecha, templando y ligando. Se vuelca en una estocada a toma y daca que resulta tendida y falla con el descabello. Era faena de oreja.

En el cuarto, ha cambiado los vaqueros por un blanco remiendo. Brinda a una chiquilla. (Me informa Joaquín Moeckel: es la hija del buen poeta Joaquín Caro Romero, que ha tenido problemas de salud. Por eso le dice: «Tu sí que eres un ejemplo de superación»). El toro flaquea, el diestro anima las sosas embestidas tirando de recursos. Le cantan flamenco, en el tendido. Gran estocada: una oreja, que no premia a esta faena, creo, sino al conjunto de su labor.

Abellán vuelve a mostrar la seria actitud que ha tenido en esta segunda época y le ha dado buenos éxitos. El segundo toro queda algo corto, se apaga y acaba flaqueando. El diestro muestra su poderío por bajo, corre bien la mano, liga los muletazos, aguanta parones. Faena seria, estimable. Mata con decisión. El quinto, alto, largo, hace buena pelea en varas: se aplaude mucho a «El Jabato». Brinda a José María Manzanares (la gente sigue hablando de sus faenas del día anterior). Muy tranquilo, le va metiendo en la muleta pero el toro es suelto y soso. Ha estado más digno que lucido.

El Fandi es siempre garantía de entrega y espectáculo. En el tercero, de Fuente Ymbro, gallea y quita por zapopinas. El tercio de banderillas resulta muy vistoso. El toro protesta pero repite, no para. El diestro le va cogiendo el ritmo cuando modera la velocidad de sus embestidas. Mata de media en lo alto, de rápido efecto.

Recibe al último, en tablas, directamente por zapopinas (nunca lo había visto ni me parece lo más adecuado). Aplauden en varas a Juan de Dios Quinta, que mide el castigo. Las banderillas son espectacularísimas, por la velocidad con que el diestro corre hacia atrás, hasta que lo para. Comenta un vecino: «¡Es de medalla olímpica, más que de oreja!» ¡Lástima que este deporte no esté reconocido! A la muleta llega el toro corto, quizá agotado. La faena no pasa de voluntariosa.

Toros con casta y tres buenos profesionales: ¡que la peor fuera como ésta!

La Razón

Por Patricia Navarro. Premio de Padilla; recuerdo efímero

Estaba todo por hacer. O nada según se mire, pero eso lo supimos después. Juan José Padilla se asomó a las puertas del miedo, a la puerta de toriles ante el primero de la tarde, pasadas las rayas del tercio, esperó y le dio la larga, otras más aguardaba después. Todo en orden. Pensábamos. Creíamos. ¡Y un carajo! Fue tal vez al tercer lance cuando arrasó el toro con el capote y con quien estaba detrás. La cogida fue muy fea. Muy espectacular y además los percances tienen esa facilidad de desatar la imaginación y por supuesto no a un pensamiento idílico. Como el torero no parecía moverse del ruedo, saltaron todas las alarmas. Hubo que esperar un tiempito para cerciorarnos que ni cornada ni huesos. Se había salvado. Un milagro más. Y van unos cuantos esta feria. Después el toro de Jandilla, como casi toda la corrida, incluido el remiendo de Fuente Ymbro, sacó nobleza y se dejó mucho en la muleta, aunque estuvo muy desigual presentada y con el fondo justo. Punteaba el engaño el primero de Padilla, aunque en verdad se dejó hacer. La faena del gaditano estuvo presidida más por la voluntad que por los resultados.

En el cuarto cortó una oreja. Complicado de explicar. Le pegó una estocada de las buenas para acabar faena. Pero antes, el contenido a un toro noble, que repitió aunque punto soso, fue una suma de muletazos y buenas intenciones que al parecer valió.

Boca abajo puso la plaza El Fandi tras acabar el tercio de banderillas del sexto. En pie, en serio. Fue un tercio muy atlético, en claro alarde de facultades, que las tiene, y buen encuentro con el toro al clavar. Si en ese momento hubiera acabado todo hablaríamos de éxito. Pero quedaba el tercio final y además al toro le dio por moverse, con cierto poder y repetición. El Fandi alternó la faena de una mano a la otra, matemáticamente y ni por una ni por otra metió al toro en vereda una sola vez. Los muletazos de arriba a más arriba todavía y escondiendo la pierna una barbaridad. Acabó gris la cosa después de la explosión inicial. Con similares mimbres acompañó la buena embestida del Fuente Ymbro que salió en tercer lugar. De aquí para allá, de allá para acá sin ton ni son, pero ¿qué más da? Así y una eternidad.

Miguel Abellán imprimió al panorama la sensatez de las formas. Pasó por una portagayola antes de ponerse a torear con la muleta al segundo. El toro tenía bríos aunque le duraron poco, y se fue apagando sin más. Solvente y centrado el madrileño dejó la faena en el tercio.

El quinto quería salirse suelto, pero en ese lío cogía la muleta con cierta armonía y bondad. La primera parte de la faena de Abellán tuvo mucha hilazón y firmeza, aunque al natural perdió la onda del temple. Y entonces, ya sí que sí, la tarde se nos echó encima. Ya al final de feria, Juan José Padilla sufrió una espeluznante cogida y cortó un trofeo después. Lo primero no se olvida, el resto vuela efímero en algún lugar de la cabeza. O ni eso.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Padilla, raza, percance tremendo y premio

Tras salvar de rodillas, a portagayola, con una larga, la salida del toro que abría plaza, Padilla se hincó de hinojos para otras dos larga cambiadas. Ya de pie citó a la verónica, a pies juntos, y el toro embistió hacia él como una locomotora, se venció y casi lo mata. Le rasgó la taleguilla a la altura de la ingle. Milagrosamente no le empitonó. Las asistencias llegaron de inmediato. Tardó el jerezano en levantarse y la plaza, con el corazón encogido, estalló en una ovación cuando el torero se fue hacia tablas, tomó aire y se colocó un vaquero. El Pirata estaba vivo después de esa oleada gigantesca que le había envuelto. Y se encaramó como protagonista, con raza, en una tarde en la que se entregó de principio a fin para ganar el único trofeo en una tarde con un público entregado, que aplaudía con la misma fuerza tanto lo bueno como lo malo.

El primer jandilla, bajo, derribó en el primer encuentro a la cabalgadura, mal colocada. Padilla, tras haberse repuesto del terrible percance, prendió cuatro pares de banderillas con fortuna desigual. Tras un buen comienzo, genuflexo, con muletazos largos, la faena, a la que se sumó la música, se convirtió en una pelea, con la virtud de la ligazón en alguna serie y con falta de poso en otras ante las acometidas con recorrido del astado. El público estaba entregado, como el torero. En la ejecución de la estocada salió tropezado por el pecho. La espada quedó muy tendida, no hizo efecto y sumó hasta siete descabellos, por lo que se esfumó el posible trofeo. Un par de antitaurinos saltaron al ruedo, con el toro muerto, ya enganchado en las mulillas. La autoridad se los llevó. Lo que no entendía la mayoría es que los de seguridad de la plaza retiraran una pancarta en la que un grupo de aficionados pedía la vuelta de los toros a Cataluña.

Padilla, al que habían recompuesto la taleguilla con un vendaje, se las vio en segundo lugar con un ejemplar de buenas hechuras, que embestía bien. Tras otro tercio de banderillas sin gran brillo, la faena, que comenzó de rodillas, tuvo altibajos, con una tanda diestra con muletazos de calidad. La estocada entera y de efecto fulminante fue decisiva para que le concedieran el trofeo.

Miguel Abellán también se la jugó, frente a toriles, ante su primer oponente y en otra larga más. El trasteo, con el toro a menos, no levantó el vuelo preciso para que la parroquia se entusiasmara. Mató de una gran estocada.

El quinto, en comparación con el resto del encierro, era por su altura un pivot de la NBA. Suelto de salida, llegó a esperar en banderillas y resultó manejable tras la franela de Abellán, que brindó su faena a Manzanares. El madrileño concretó un trasteo a menos, con un epílogo al que el toro llegó totalmente apagado.

El Fandi estuvo espectacular y extraordinario en banderillas, especialmente en el que cerró plazaa. Con el tercero, del hierro de Fuente Ymbro, con un buen pitón derecho, El Fandi entusiasmó a la plaza en el segundo tercio. Tras el primer par libró una cornada al ser perseguido cuando entraba a un burladero. El segundo a la moviola -corriendo hacia atrás- fue muy ovacionado. Y otro, de dentro afuera, fue muy meritorio. La faena, sin embargo, extensa, no pasó de correcta. La cantidad de pases se impuso a la calidad.

Al largo sexto, lo recibió El Fandi con dos lopecinas junto a las rayas. Lo llevó magníficamente al caballo. Y en banderillas estuvo soberbio. En el par de la moviola recorrió en esta ocasión un cuarto de plaza con la potencia de un mercedes. En el último, jugueteó con el astado hasta ponerle una mano encima y hacer el ademán de frenarlo. Quedó clavado el toro. Y el público se levantó de los asientos como un resorte. Luego, el trasteo, que inició con un par de muletazos de rodillas, se vino abajo, como el toro, apagado, reventado tras tanta carrera.

El espectáculo, que ofreció muchos matices, tuvo como protagonista a Juan José Padilla, por su raza, por un desgraciado percance que afortunadamente no acabó en tragedia y por el premio que consiguió en el segundo, único trofeo de un entretenido festejo.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Rentable y aburrida ramplonería

La corrida no comenzó con buen pie. Ni por unas cosas ni por otras. En la consagración de esa política de tiempos muertos que se están cargando la duración tradicional de una corrida de toros, los tres matadores se hicieron de rogar sin asomar por la puerta de cuadrillas más tiempo del que aconseja la prudencia y el respeto a una plaza que ayer parecía otra cosa. Esa demora que hizo que se soltara el primero cuando el reloj había marcado ocho interminables minutos desde el comienzo del festejo.

Ya hablaremos del asunto largo y tendido. El caso es que Padilla, Abellán y El Fandi, naufragio de ese cartel que se vino en llamar mediático, lograron meter en la plaza de la Maestranza más de tres cuartos de aforo con el indudable apoyo de los farolillos húmedos del Sábado de Feria y el concurso de ese público peculiar que acude al Baratillo en esta fecha sin hacer demasiadas preguntas, con ganas de pasar el rato. La verdad es que ya no había ni rastro de los parroquianos que hasta no hace tanto daban cierto lustre a la plaza y alumbraban sus reacciones en los momentos clave.

También será motivo de alguna reflexión pero hay que ir al toro, que ayer salió a Sevilla sin saber que a veces -los toros, digo- también tienen mala suerte. Jandilla llevó al coso maestrante un interesante envío que se remendó con un tercero -tanto monta, monta tanto- del hierro filial de Fuente Ymbro, propiedad de Ricardo Gallardo que tuvo en Borja Domecq el mejor libro de bitácora para formar una ganadería que ya tiene camino y vida propia. Hubo dos toros de encastada movilidad; un tercero -el de Ricardo- con un fondo importante y tres más que se dejaron en mayor o menor medida sin que la terna de mediáticos logrará apurar -ni de lejos- las posibilidades que ofrecían esas embestidas.

El espectáculo, si alguna vez fue tal, no pasó de ramplón a pesar de los indudables esfuerzos derrochados por la terna, en especial ese Juan José Padilla que camina por el callejón como un rey Midas que abraza a las señoras, besa a los niños, palmea con los señores y departe con todos. El diestro jerezano mantiene intacta su popularidad y una enorme conexión con el público, al que da todo lo que tiene y todo lo que puede. Pero si tenemos que hacer honor a la verdad se le ha visto mucho mejor en Sevilla. Padilla se fue a portagayola en su primero, salió aparentemente indemne de una escalofriante voltereta y se empleó en un trasteo más firme que brillante que culminó con media tendida. Como la tarde iba de contratiempos, hubo que lamentar la invasión del ruedo de dos activistas antitaurinos que fueron reducidos sin contemplaciones. Inasequible al desaliento, el jerezano cortaría la única oreja del festejo al noble cuarto, al que dio fiesta a su modo y lo mató de una estocada. El festejo, en otro ambiente, ni se habría pedido.

En medio de los dos banderilleros andaba Miguel Abellán, que tuvo enfrente un toro con movilidad al que toreó con corrección pero sin lograr levantar el vuelo de una faena que culminó de una buena estocada. Al quinto, basto de hechuras, alto de cruz y de escasa humillación pero que repetía cuando no se le dejaba parar, le enjaretó un trasteo espeso y sin rumbo que no convenció a nadie.

El Fandi protagonizó el momento más brillante del larguísimo festejo. Fue banderilleando -colosales los pares andando hacia atrás- y parando al sexto, que anunciaba cosas buenas pero llegó muy parado al último tercio. El granadino volvió a brillar con el capote -hubo zapopinas, rogerinas y hasta lopecinas-, manejando bien los resortes de la lidia pero no logró estar a la altura de las posibilidades que le ofreció el buen tercero.

Toromedia

Juan José Padilla corta una oreja

Padilla se fue a portagayola a recibir al primero de la tarde, al que dio tres largas cambiadas, resultando aparatosamente cogido cuando comenzó a torear a la verónica. Afortunadamente todo quedó en el fuerte golpe y el torero volvió a la cara del toro. El de Jandilla derribó al caballo en la primera vara y Padilla fue a más en el tercio de banderillas, destacando el último par al violín. El jerezano se dobló muy bien en el inicio de faena y sujetó bien al toro en la primera serie, ya que el animal tuvo intención de rajarse. En la segunda logró que arrancara la música y aprovechó al 'jandilla' para hacer una faena interesante que alcanzó su mejor momento cuando ligó por alto sin moverse. Mató de estocada corta, resultando tropezado, y varios descabellos. Ovación.

Padilla volvió a lucirse con los palos en el cuarto y comenzó la faena de muleta de rodillas dando pases por alto. El toro estaba aplomadito cuando lo toreó con la diestra pero supo sacarle partido hasta exprimir sus embestidas. Logró los mejores muletazos al natural en una faena de entrega total por parte del torero que remató bien con la espada. Cortó una oreja.

También se fue a portagayola Miguel Abellán en el segundo de la tarde, mostrándose decidido con el capote. El toro llegó algo aplomado a la muleta y Abellán estuvo firme y valiente, sacando todo el partido posible. Mató de estocada y fue ovacionado.

El quinto, un astado de gran alzada, se lo brindó a Manzanares y poco a poco fue metiéndolo en la muleta por el lado derecho en tres series que tuvieron mérito. El toro empeoró y la faena no pudo tomar vuelo a pesar del interés que puso el torero. Silencio.

El Fandi toreó con facilidad de capa a su primero, al que hizo un quite por zapopinas y banderilleó de forma brillante. El toro tomaba bien la muleta por el pitón derecho y El Fandi toreó por ese lado con limpieza y ligando los muletazos. Hubo tres series buenas e insistió hasta apurar al toro de Fuente Ymbro. Mató de media que fue suficiente. Hubo petición de oreja que el presidente no concedió. Ovación.

En el sexto sorprendió con mucha variedad en el capote, tanto de salida como para llevar al toro al caballo. En banderillas formó un auténtico alboroto con cuatro pares espectaculares que pusieron al público de pie. Comenzó de rodillas la faena pero se tuvo que levantar porque el toro de vencía por el derecho. Cambió de mano y tampoco al natural el de Jandilla se desplazaba mucho. En la última fase de la faena le obligó a embestir por el izquierdo en una labor de mérito por la que se ganó una ovación después de matar de media.


©Fotografías de EFE.

Sevilla Temporada 2015.

sevilla_250415.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:16 (editor externo)