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Real Maestranza de Sevilla

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Sábado, 27 de septiembre de 2014

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de García Jiménez (bien presentados, con diferente juego, sosos, mansos y descastados en general).

Diestros:

Pepe Moral. De de amapola y oro. Tres pinchazos, estocada entera (saludos desde el tercio); meteysaca, estocada trasera y caída (silencio).

Juan del Álamo. De rosa palo y oro. Pinchazo, estocada (silencio); meteysaca, municipal, descalleo (silencio).

David Galván. De grana y oro. Estocada (saludos desde el tercio); pinchazo, estocada trasera y tendida, aviso (palmas).

Indicencias: se guardó un minuto de silencio por Paquirri, en el 30 aniversario de su muerte. Un tercio de entrada.

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: nublado, caluroso al principio.

Entrada: menos de media plaza.

<iframe src="//player.vimeo.com/video/107349232" width="500" height="275" frameborder="0" webkitallowfullscreen mozallowfullscreen allowfullscreen></iframe> <p><a href="http://vimeo.com/107349232">Resumen 21ª de Abono 2014. Pepe Moral, Juan del Álamo y David Galván</a> from <a href="http://vimeo.com/maestranzapages">Maestranza Pag&eacute;s</a> on <a href="https://vimeo.com">Vimeo</a>.</p>

Crónicas de la prensa:

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

He leído por ahí a algún compañero lo de “Matillazo” y eso fue lo que pasó en la primera de San Miguel, un “gatillazo” de Matilla en toda regla. Las cosas pasan porque tiene que pasar. Cuando alguien, o una “Casa” como es el caso, es empresario de plaza, ganadero, apoderado y todas las cosas a la vez en el toreo, se consiguen estos resultados: Seis toros - dos novillos del 1 recién cumplidos en julio- que fueron una mierda, sin fuerza, mansos, sin casta, sin raza, rajados…Lo tenían todo, vamos todo lo malo. Se salvó el primero, noble, pero sin fuerza ni calidad. Con eso poco pudieron hacer los tres toreros que venían bien dispuestos - de lo más dispuestos del escalafón en este final de temporada. Moral pudo cortar orejita pero pinchó y ahora se estará acordando del rédito del Corpus perdido. Aunque, no lo duden, hay que seguir apostando por él. Del Álamo fue todo voluntad y un oficio no despreciable. Y Galán lo puso todo de su parte, hasta una considerable arrimón, para un resultado a todas luces baldío. Mal comienzo de San Miguel, pero que tuvo un único responsable: los que pusieron los toros en la Maestranza. Ya saben, lo de los cambios de cromos: te vendo una corrida, me pones un torero y yo luego te pongo otro de compromiso en mi plaza. Ah, y no nos mojamos. Fue un milagro tal como estuvo el día.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Pinceladas de bello trazo. La Maestranza volvía a abrir hoy sus puertas tras el parón veraniego para vivir su Feria de San Miguel. Lo hacía con un cartel prometedor. Una terna que a priori pisaría el albero con ambición y ansias de triunfo. Así lo hicieron salvo por un hándicap con el que se toparon: el juego del ganado. Pepe Moral firmó los mejores pasajes de la tarde frente a su primero. Hubo una serie al natural de esas en las que se te encogen el corazón. La muleta acariciando el albero con la despaciosidad en plenitud de su toreo. Instantes de emoción que terminaron truncados por la poca duración del astado y el fallo a espadas. Galván volvía a Sevilla tras la cogida que sufrió la pasada Feria de Abril. Exprimió al máximo las pocas virtudes de sus oponentes. Derrochó gusto y sabor con el tercero y arriesgó pegándose un arrimón en el sexto. A Juan del Álamo le faltó un poco de ajuste con su lote. Dejó detalles, intermitentes, que no llegaron a calar lo suficiente en los tendidos. Tres jóvenes. Tres conceptos. Una misma ilusión por alcanzar. Llegar lejos en el toreo.

Lo peor: Sevilla sin brillo. Sevilla ha estado huérfana de toros durante dos meses. La Maestranza no merece estar sola tanto tiempo y menos que el reencuentro con la afición haya sido de esta forma. Tendidos despoblados como viene siendo la tónica general de este año. Y un ganado de García Jiménez manso, sin fondo ni clase.

El Mundo

Por Carlos Crivell. Seis bueyes para tres valientes en Sevilla

Los bueyes no son aptos para la lidia. En la primera de San Miguel, celebrada sin lluvia cuando todo hacía presagiar lo contrario, se lidió una mala corrida de García Jiménez que destrozó las ilusiones de una terna joven y necesitada del triunfo. Fue, sin embargo, un fracaso ganadero previsible. Hace un año, por la misma fecha, se lidió otra corrida del mismo hierro que no llegó a ser tan mala como la de ayer, pero que ya fue un prodigio de falta de casta. Al cabo de un año, la ganadería ha dado un paso atrás. Esperemos que no vuelva en los años venideros.

La corrida estuvo bien presentada. No se puede decir otra cosa, lo que no quiere decir que fueran toros bonitos ni con hechuras de embestir. Algunos, muy altos; otros, sin cuello; el quinto, un zambombo que superaba los seiscientos quilos. Estaba cantado que no podían embestir. Para colmo, la mayoría fueron mansos y carecieron de fuerzas. Se repitió la triste escena tan frecuente de presenciar una corrida de seis toros sin que ninguno de ellos tomara un puyazo en regla. Una corrida para el matadero.

No es lo que se merecía una terna que llegó a Sevilla a apurar sus posibilidades de final de temporada. Han demostrado que son buenos toreros, pero ayer apenas pudieron poner buena voluntad, robar pases sueltos, echarle mucho valor al asunto y marcharse al hotel con la cara alta.

Había esperanzas en ver a Pepe Moral de nuevo en Sevilla, la plaza que este año lo ha lanzado. El que abrió plaza fue el menos malo del encierro. Moral toreó con gusto a la verónica y logró centrarse con la noble embestida del toro de mitad de faena en adelante, sobre todo cuando cogió la izquierda y templó en muletazos largos. Esa fase final despertó a la plaza y sonó la música, aunque el trasteo pareció muy largo. Sobró el arrimón final con enganchones poco toreros y, por supuesto, sobraron los pinchazos.

El cuarto fue un toro antitaurino. Manso, descastado, con la cara por las nubes, el animal fue un regalo en toda regla. Moral se la puso en la cara, lo intentó, se fue con el burel a las tablas cuando el de García Jiménez cantó la gallina, pero todo resultó gris y espeso.

Juan del Álamo también se estrelló en esta tarde sevillana. El primero de su lote fue manso. Se lució en las verónicas del saludo y porfió con la muleta con la derecha. Hasta la tercera tanda no logró ligar algunos muletazos a base dejar la franela en la cara del toro. Pero al animal no le gustó que lo sometieran y se rajó. Algunos pases de buen corte pusieron el colofón a su digna labor.

Con el quinto, casi la misma historia. Se hincó de rodillas en una larga cambiada en el tercio. Este no fue tan manso, pero no tenía fuerzas. En la muleta se frenó de forma descarada y echó la cara arriba. El salmantino puso sobre el tapete decisión, voluntad y valor para llegar a ligar algunos pases sin que su labor alcanzara la unidad necesaria.

El lote de David Galván también fue de pronóstico reservado. Galván estuvo en torero toda la tarde. Pisó terrenos comprometidos, intervino en quites y puso de manifiesto su toreo de elegancia refinada. Esta actitud de entrega del diestro de San Fernando tropezó con dos bueyes casi imposibles. Quitó al tercero por gaoneras como tarjeta de presentación. No cabe más firmeza. Tras un precioso comienzo a media altura, dibujó derechazos de buen trazo, cambios de mano solemnes, todo adornado con una quietud pasmosa. Las virtudes del torero quedaron frenadas por un animal parado, hundido, sin embestidas, una basura en toda regla.

La tarde murió con otro toro sin vitalidad. Los pocos pases que le robó Galván con la diestra fueron la base de exponer una barbaridad. Este torero dio un curso de valor sereno en este festejo. A pesar de dejar la muleta en la cara, de no mover las zapatillas, de tirar con temple del animal, todo resultó insuficiente para prender la llama en el tendido.

Fue de esas corridas en las que se dice aquello tan socorrido de que la terna estuvo por encima de los toros. Nunca este aserto fue tan verdad. La corrida fue plomiza, como la gris y amenazante tarde, pero al menos nada se les puede pedir a tres jóvenes de nuestro tiempo que tropezaron con bueyes en lugar de toros de lidia.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Pepe Moral deja buenas sensaciones

Con nubes amenazantes y menos de media entrada, la apertura de la Feria de San Miguel transcurrió de manera grisácea debido a una corrida de Hermanos García Jiménez, marcada por su flojedad -el primero, con el hierro de Olga Jiménez, misma casa ganadera (los Matilla)-. Y eso que el tercio de varas fue un puro trámite para no molestar a unos toros que, para colmo, se rajaron pronto. Bajo el mar de nubes que pasaban raudas sobre el albero de la plaza sevillana, la terna formada por Pepe Moral, Juan del Álamo y David Galván aportó algunos momentos de claros. Así, Moral, el menos placeado -media docena de festejos este año- brilló en varios naturales de calidad ante el primero, Del Álamo se lució especialmente en un par de tandas diestras en el quinto y Galván, con muletazos sueltos por ambos pitones en el que cerró plaza. Dentro de este panorama, la faena más redonda, además de las verónicas con más prestancia, llegaron de las manos de Pepe Moral, quien entró en sustitución del diestro herido Joselito Adame y que volvió a constatar que es, sin duda, el torero revelación de la temporada.

Moral jugó bien los brazos a la verónica ante un primero manejable, al que le costó embestir por su flojedad. Apretó y se venció el toro y el palaciego resolvió con medias verónicas y una muy torera revolera a pies juntos. Con firmeza con la franela, se mostró entonado con la diestra. Sin embargo, lo mejor llegó con la zurda en unos naturales de mano baja, que fueron muy bien acogidos. Muy relajado, con los hombros descolgados, enhebró varios muletazos con cadencia y ritmo al toro más potable del pésimo encierro de la casa Matilla. Sin embargo, tras ese buen trasteo, faltó contundencia con la espada. El diestro palaciego se las vio en segundo lugar con un ejemplar sin clase, que no humillaba y se rajó pronto, buscando tablas. Tras ganar terreno a la verónica, Moral se mostró voluntarioso en su trasteo.

Juan del Álamo lidió en primer lugar un toro manso, que acometió rebrincado en la muleta y que se rajó de inmediato buscando los tableros. Destacó en una tanda diestra de muletazos ceñidos. Al quinto, un galán de más de 600 kilos, que se desinflaría sin apenas picar, el salmantino lo recibió con una larga cambiada de rodillas junto a tablas. Hubo dos series con la derecha de distinta intensidad y calado, aplaudidas; pero todo se desvaneció cuando el astado se rajó.

David Galván con un flojo tercero, al que le faltó celo en sus embestidas, le dio varios pases con cadencia, especialmente con la diestra, componiendo muy bien la figura. En cualquier caso, faltó emoción a la faena por la flojedad del animal, con el que el isleño se había lucido en un quite por gaoneras. El diestro gaditano se esforzó en levantar el festejo en el cierre. Pero al sexto, manejable, también le costaba embestir. Hubo muletazos sueltos de calidad por ambos pitones, tras un desarme inicial y una tanda diestra con ligazón. También brilló, como en su anterior toro, en macizos pases de pecho.

En resumen, faltó toro en un espectáculo con escaso ambiente, que comenzó con un minuto de silencio por el maestro Francisco Rivera Paquirri, fallecido hace tres décadas por la cornada mortal sufrida en Pozoblanco y en el que el sevillano Pepe Moral, con la faena más redonda, aunque sin rematar con la espada, dejó buenas sensaciones.

El País

Por Antonio Lorca. El toro ya no es el rey

No está claro si alguna vez lo fue, pero es cierto que el toro de hoy no es el protagonista de la fiesta. El rey -el que alguna vez debió ser entronizado, venerado y respetado como tal- no es más que un comparsa y una triste caricatura de sí mismo. Si no fuera así, la corrida de Hermanos García Jiménez no se hubiera lidiado en la feria de San Miguel de Sevilla, en este autodenominado santuario de la tauromaquia que cada día baja un peldaño más de su bien ganado prestigio.

‘Aun regalada, esta corrida es cara’, comentaba un vecino, desencantado y desesperado un día más ante el pésimo juego de los toros. ¿Cuál habrá sido el precio pagado por la empresa Pagés al ganadero por estos toros? Hay quien pensaba en el tendido que habría sido un regalo, compensado, sin duda, por el dudoso honor de lidiar en la Maestranza (dudoso, claro está, después del fracaso cosechado). Bueno, pues aunque haya sido un regalo, la corrida ha salido cara. Y lo ha sido porque ha servido para aumentar el dolor de quienes aún sueñan con el toro bien plantado, bravo y de encastada nobleza; y lo ha sido porque ha acrecentado la decepción y la tristeza de quienes todavía suspiran con una emocionante tarde de toros.

Pero esta fiesta está en manos de quienes está, que serán los auténticos culpables de su aireada desaparición más pronto que tarde; y nunca, para su desconsuelo, será por causa de los antitaurinos, que son otros los enemigos que pululan dentro del espectáculo con el único objeto de finiquitarla.

En suma, que la corrida de los Hermanos García Jiménez estuvo mal presentada, careció de fuerzas, de bravura, de casta, de codicia… No quiso comerse a nadie (es decir, que fue tontuna), pero fue la antítesis del toro. Claro está que no se picó, y parte del público (¡ay, público sabio de la Maestranza…!) aplaudió a los montados por ello. Algunos ejemplares parecieron borrachuzos, otros se rajaron descaradamente en el tercio final, y todos embistieron de mala gana porque en aquel preciso momento no tenían nada mejor que hacer.

Con material tan desechable, qué pueden hacer tres jóvenes con aspiraciones de ser alguien destacado vestido de luces. Poco, muy poco, no más allá de mostrar voluntad, buenas maneras, decisión y entrega.

Esa fue la tarjeta que enseñó Pepe Moral, henchido de ánimo y buenas maneras después de las fatigas que le ha hecho pasar el maldito destino. Moral quiere cambiar el suyo y volvió a decir que sabe torear con capote y muleta. Apuntó su buen estilo a la verónica, y dejó claro que siente el toreo, que no sale, como tantos, a dar pases, que corre la mano con templanza, y que su toreo tiene hondura, clase y gusto. Así lo hizo ver ante su primero, el de más clase de la tarde, al que muleteó por ambas manos con reposo y mejor empaque. Con el otro, un toro rajado y sin una gota de calidad, se justificó.

Del Álamo lo intentó con todas sus fuerzas de principio a fin; pero ni tuvo oponentes, ni su tarde fue la más entonada. Acobardado fue el primero y tullido el quinto, y el diestro se entregó con un toreo acelerado, superficial y en línea recta que pasó desapercibido incluso para los que aplaudían a los picadores por no picar.

Y Galván es otro muchacho con serias aspiraciones. Le sobra el valor, posee la técnica suficiente y pisa terrenos comprometidos. Apuntó, incluso, que sus maneras son de torero hondo, pero no tuvo opciones ni con el apagado tercero ni con el sexto, de muy corta embestida.

En fin, que la corrida -aun cuando haya salido gratis- era un regalo envenenado; y algo peor: el negro presagio de que esta fiesta se está desangrando y los responsables solo ocupan su tiempo en echarles las culpas a los antitaurinos.

ABC

<img src="http://www.portaltaurino.com/images/criticos/fdo_carrasco.jpg"/>Por Fernando Carrasco. Mansada infumable de Matilla en la Feria de San Miguel

No pudieron tener peor vuelta los toros a la plaza de Sevilla después de casi dos meses sin un pitón por el coso del Baratillo. Ayunos como estábamos de festejos, viendo cómo en toda España se prodigaba en espectáculos taurinos entre agosto y septiembre, aquí nos conformábamos con lo que retransmitían por televisión de pago.

Ayer, por fin, se abrió la puerta de cuadrillas. Había caído la mundial dos horas antes pero la lona hizo su trabajo en el albero y cuando se escuchó el sonido seco y contundente del cerrojo y los sones de «Plaza de la Maestranza» por la banda de Tejera, nos olvidamos de la sequía taurina en Sevilla.

Empero pronto volvimos a la cruda realidad de este espectáculo que, cuando no tiene toros, se derrumba. Porque los bien presentados astados de Hermanos García Jiménez —Matilla, para que nos entendamos— derrocharon mansedumbre a raudales. Se salvó el primero, con el hierro de Olga Jiménez —tanto monta— pero adoleció, por el contrario, de fuerzas. Con material así, la terna estuvo queriendo, que no es poco.

Pudo haber cortado oreja en el que abrió plaza Pepe Moral, sustituto de Joselito Adame. El palaciego, muy puesto y con mucha hambre de triunfo, se gustó a la verónica, rematando con dos medias «achicuelinadas» muy vistosas. Brindó al respetable y citó Moral de largo, en los medios. Se vino el morlaco, justo de fuerzas, para intentar repetir cuando le adelantaba el engaño el torero. Sin humillar y casi sin pasar, Pepe Moral puso todo lo que le faltaba a su enemigo e incluso dejó dos series al natural de buena factura. Bien plantado en el ruedo, le «robó» lo que no tenía. Faena de mérito que emborronó con la espada.

Cuidó al cuarto en el caballo y siempre lo toreó en corto en el tercio final. El animal protestaba, echaba la cara arriba y se defendía. Cuando entró un par de veces se rajó y no quiso pelea. Se dio un arrimón el sevillano.

Oficio mostró Juan del Álamo a la verónica ante el segundo, un toro con muy pocas fuerzas al que pecó de pegarle demasiados trallazos en el inicio de faena. Luego se acopló mejor, acompasó el ritmo del toreo a las embestidas y ligó. Pero se retorcía demasiado el joven diestro. Poco le duró de todas formas, ya que se rajó y se fue a tablas. A chiqueros, para ser más exactos. Larga cambiada para recibir al quinto. El toro se tragó una primera serie diestra —había brindado Del Álamo al público— y otra más. Y ahí se acabó todo. Mansón, sin entregarse nunca y dejando medias arrancadas, que no embestidas.

El gaditano David Galván dejó verónicas enjundiosas en el tercero, así como un buen quite por gaoneras que tuvo réplica en el capote de Pepe Moral. Al astado le costaba un mundo repetir y cabeceaba cuando tomaba el engaño. A pesar de ello David estuvo por encima. El sexto no mejoró la tarde aunque el de San Fernando lo intentó por todos los medios. Pero el astado, desrazado a más no poder, iba con una sosería insultante y desesperante. Se arrimó como un jabato e incluso dejó una postrera serie de manoletinas. Pero aquello ya estaba visto para sentencia…

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Pepe Moral certifica su buen momento

La actitud y la aptitud de la terna de jóvenes paladines quedó fuera de toda duda. Pero los esfuerzos de los matadores que deberían encarnar el relevo natural del estancado escalafón mayor se estrelló con las escasísimas posibilidades que ofreció el pésimo encierro enviado por los Matilla.

A pesar de todo, dentro de la oscuridad hubo algunas luces. La más fulgurante la encendió el diestro palaciego Pepe Moral, que certificó su excelente momento con la única faena compacta y resuelta con planteamiento, nudo y desenlace. Se la instrumentó al toro que rompió plaza que, a la postre, fue el único que ofreció algunas posibilidades de lucimiento dentro del decepcionante envío de los campos de Salamanca.

En cualquier caso, la papeleta no fue fácil. Para construir ese valioso trasteo era necesario asentar las zapatillas, tirar del toro con temple milimétrico y, en definitiva, gozar de ese estado de gracia que ha revelado el ancho futuro del torero de Los Palacios. Moral sabía que no podía dejar pasar la oportunidad y fue desgranando lo mejor de sí mismo desde que se abrió de capote.

El torero cuajó un puñado de capotazos hondos, macizos y muy bien dibujados. Comprobó algún extraño por el pitón izquierdo y abrochó los lances con dos medias verónicas de frente que acabaron siendo resueltas como chicuelinas. Había sido toda una declaración de intenciones.

Pero lo mejor estaba por llegar. Después de brindar al escaso público, Moral tomó la muleta para desgranar un trasteo de excelente trazo, firme planteamiento y excelente sentido de la expresión que no llegó más al tendido en su primera fase por el escaso fuelle del enemigo.

Una serie diestra redonda y rotunda fue el preludio de la fase más intensa de su labor. Cuando se echó la muleta a la mano izquierda terminó por reventar definitivamente la faena. Hundido, encajado y reunido con el toro, Pepe Moral enseñó un toreo tan bello como macizo que exprimió todos los bríos del soso y noble animal. Aún quedaba un angustioso y sincero arrimón que extrajo la última gasolina que le quedaba al toro.

La espada se empeñó en aguar la fiesta y lo que iba camino de un triunfo incontestable se quedó en una sincera ovación. Desgraciadamente, el diestro palaciego no iba a tener opciones con el manso y rajado cuarto. La faena tuvo un eco mucho más sordo y se acabó diluyendo cuando el animal, manso y sin entrega, renunció a la pelea y se rajó por completo. Esta vez no había nada que hacer.

Ya hemos dicho que sus jóvenes compañeros de terna se mostraron muy por encima de sus respectivos lotes aunque Juan del Álamo enseñó algunos vicios y feos muñecazos que deslucen el trazo de sus muletazos. Sobraron algunos tirones con el segundo de la tarde, un animal que amagó por entregarse en la muleta en un espejismo que duro una sola serie. Como todos, acabó rajado.

Volvió a entregarse a tope con el quinto, tirando de él con autoridad y espatarrado. Pero el toro, al sentirse podido, echó el freno y busco la huida. A éste lo mató fatal.

El gaditano David Galván enseñó otros progresos pero sobre todo ofreció un toreo lleno de matices, de toques delicados, de trazo minucioso y ritmo musical. Es verdad que no tuvo suerte con sus toros pero los registros revelados demandan verlo con otro tipo de ganado. Galván tiene calidad y capacidad de resolver aunque el tercero sólo le permitió enseñar chispazos de virtuoso y el sexto, demostrar autoridad.

La Razón

Por Paco Moreno. Fortaleza en los toreros y debilidad de los toros

Pepe Moral estuvo a punto de estrenar el casillero de orejas en esta recién comenzada Feria de San Miguel Sevillana. El diestro sevillano, que llegó por la vía de la sustitución -Joselito Adame- y tras su triunfo en la tarde del Corpus en esta misma plaza en donde le cortó las dos orejas a un toro del Conde de la Maza, estuvo muy decidido con el noble y colaborador astado de Olga Jiménez que rompió plaza. Mostró buenas maneras en los lances de recibo y cuajó una meritoria faena con la muleta, sobre todo en las tandas al natural que enjaretó a este animal. Su toreo con la zurda tuvo mando, temple y buen gusto, tanto que hizo sonar el pasodoble torero «Maestrante» y las ovaciones del público. Cumplió también en las tandas sobre la derecha hasta que el toro se fue agotando. Intentó entonces el toreo de cercanía, pero la obra ya estaba hecha. El lunar estuvo en la espada y ahí se le escapó la oreja.

Ninguna opción le dejó el cuarto toro de la tarde, el de peor juego del encierro. Fue un animal reservón y que sacó complicaciones, como la de mirar al torero y no emplearse nunca. El diestro de Los Palacios apenas se inmutó, todo lo contrario, puso firmeza y tiró de oficio, para tapar algunos defectos de los que tenía el oponente, que además buscó pronto los terrenos de tablas.

Juan del Álamo comparecía por segunda ocasión en el abono sevillano tras su paso por la Feria de Abril y se encontró en esta ocasión con un primer animal que tuvo nobleza pero que acabó con muchas ganas de irse a tablas. Estuvo muy dispuesto el diestro, en una faena inteligente en la que destacaron las tandas sobre la mano derecha, una de ellas de alta transmisión a los tendidos. En la siguiente ya el oponente le dijo que «nones», como que lo suyo ya se había acabado. Porfió el diestro, lo sacó a los medios y cambió de mano, ahora sobre la zurda. Pero el toro insistió en su postura y se fue descaradamente. Ya en terreno cercano a chiqueros, intentó cerrar su labor el torero, que al menos estuvo decoroso y dispuesto.

La misma disposición que puso ante el quinto, otro animal que no quiso colaborar, no humilló y apenas pasaba, a pesar de que el torero siempre estuvo a su favor, sin apenas forzarlo y dándole facilidades para que pudiese embestir. Volvió a gustar el torero sobre la mano derecha, pero queda dicho que el astado no estaba por la labor de embestir. Y si un toro no embiste, difícil es que el torero pueda triunfar. Decoroso en definitiva el diestro de Ciudad Rodrigo.

David Galván estuvo participativo con el capote y dejó una faena vistosa con la muleta. Sacó un repertorio pausado, relajado, con temple y gusto, dando tiempo de recuperación a un toro que tuvo nobleza y muy poca raza. Fue la del torero una faena más para dejar entrever sus indudables cualidades para el toreo estilista que de labor compacta y completa. Compuso muy bien la figura, en contra de una descompuesta embestida del animal, que se fue apagando muy pronto. El que cerró plaza pidió descaradamente riesgo. Y el torero se lo dio. Fue otro animal desrazado, que no quería repetir las embestidas y que se fue parando. El torero se pegó un tremendo arrimón y estuvo muy firme y seguro con este oponente. Fue, en definitiva, una tarde de fortaleza en los toreros y de debilidad en los astados. ¡Qué le vamos a hacer!

Toromedia

Ovaciones para Pepe Moral y David Galván en la primera de San Miguel

Pepe Moral se lució en el recibo de capa al primero de la tarde. Cuidó al toro en el caballo y Juan del Álamo hizo un quite notable. En la faena supo aplicar temple a un toro justo de fuerza al que sacó partido con la derecha en varias series que hicieron que el trasteo fuera a más. También al natural logró torear despacio, haciendo sonar la música. Estuvo muy por encima del toro hasta que este se agotó, pegándose un serio arrimón final. Pinchó en varias ocasiones y fue ovacionado.

Pepe Moral también brilló con el capote en el cuarto. El toro embistió a media altura sin emoción y Moral estuvo firme con él, mostrándose muy por encima de su oponente hasta que el de García Jiménez se rajó. Mató de metisaca y estocada y fue silenciado.

Juan del Álamo entendió bien a su primer toro, basando la faena en el toreo diestro. Cuando su labor tomaba vuelo con una buena tanda de redondos, el toro hizo amago de rajarse. Él lo sacó a los medios y lo intentó al natural pero el de García Jiménez ya no quería más pelea, por lo que no pudo haber mayor lucimiento. Palmas.

Del Álamo brindó al público su segunda faena y ligó bien las primeras series con la mano derecha a un toro que tampoco estaba sobrado de fuerza. Por eso duró poco, pero el torero salmantino estuvo firme e inteligente y le sacó todo el partido posible. Mató de forma defectuosa.

Buen recibo a la verónica de David Galván al tercero, con lances acompasados y lentos que fueron de lo mejor de la tarde. También se lució en el quite por gaoneras. Tuvo compostura el inicio de faena con muletazos por alto. Después pulseó bien por el lado derecho a un toro débil que no prestaba emoción a lo que le hacía el torero. También lo intento al natural con buenas formas, pero ya con un toro muy apagado. Mató de estocada.

El sexto no dio opciones de lucimiento a Galván en el recibo de capa. Fue bonito el inicio de faena pero a partir de ahí el toro no dio facilidades y el torero se mostró muy firme y dispuesto con él. Fue faena de valor y entrega con un arrimón final de gran mérito. Fue ovacionado.


©Imagen: Pepe Mora/Foto Toromedia.

Sevilla Temporada 2014.

sevilla_270914.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:21 (editor externo)