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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

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Tarde del domingo, 5 de junio de 2011

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de Javier Molina (de diferente presentación y juego desigual; el mejor, el 2º).

Diestros:

Thomas Duffau. De azul marino y oro. Estocada casi enteras (saludos desde el tercio); pinchazo hondo (silencio).

Diego Silveti. De verde y oro. Meteysaca, estocada atravesada, aviso, descabello (vuelta al ruedo); pinchazo hondo, dos descabellos, aviso, descabello (silencio).

Javier Jiménez. De turquesa y oro. Estocada casi entera trasera (ovación); estocada tendida y caída (palmas de despedida).

Saludó: Rafael Vittoli, de la cuadrilla de Thomas Duffau, en el 4º.

Presidente: Anabel Moreno.

Tiempo: Sol y nubes, temperatura agradable.

Entrada: Media plaza.

Crónicas de la prensa: Diario de Sevilla, El Correo de Andalucía, ABC.

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Lo mejor, lo peor

Por Juan Carlos Gil.

Lo mejor: una tanda de naturales

Diego Silveti pudo esbozar un toreo macizo y hondo por el pitón izquierdo ante el segundo ejemplar de la tarde, un precioso castaño, montadito arriba, descolgado y de embestida vibrante y pegajosa. El mexicano lo citó de largo, embarcó la embestida con suavidad y condujo a la res hasta el final del brazo con mucho mimo y temple. Fueron dos series ligadas, de mucha transmisión y bien rematadas con sendos pases de pecho y un pase del desprecio. Lástima que el chaval no pudiese sacarse al bravo utrero a los medios por la fuerza de Eolo. Con la diestra estuvo entonado mediada la faena. El pupilo de Javier Molina quería comerse la muleta y necesita un espada valiente. Silveti hizo todo lo que pudo, pero al final quedó la sensación de que hubo tablas… y una vuelta al ruedo no refleja el ímprobo esfuerzo del novillero.

El segundo de la tarde ha sido el novillo más bravo que se ha lidiado en lo que llevamos de novilladas. Bien hecho, un tanto altón y escurridito de carnes, sin embargo, no tuvo dificultad para coger los avíos por bajo y perseguirlos con casta. Fue pegajosillo, pero cuando Silveti le bajó la mano se atemperó y cogió los vuelos con más templaza. Acudió al caballo con prontitud y se dejó pegar dos puyazos, el primero muy severo. En la faena se desplazó con mucho brío por el lado derecho, aunque siempre obedeciendo a los toques y con fijeza. Por el izquierdo, mas su embestida era más dulce, por la largura y la humillación. Su temperamento exigía una faena a cara o cruz en los medios. Lástima que se fuera con las orejas puestas.

Lo pero: el modestísimo viento

Sin duda, el mayor enemigo de los toreros es Eolo. Las razones son variadas: no te deja plantear la faena en los terrenos exigidos por la condición del animal, no te permite manejar con soltura los engaños y te descubre en el momento más inesperado. Antes esas adversidades es casi imposible terminar de confiarse. Y, aunque los novilleros se mostraron voluntariosos y firmes por momentos, las faenas no terminaron de remontar, ni de prender la mecha del triunfo por algunos enganchones a destiempo, la mayoría de los cuales estaban provocados por las fortísimas rachas de aires. Ocurrió en las dos faenas del francés Thomas Dufau y en la última de Javier Jiménez.

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Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Excesivo metraje, escaso lucimiento

La novillada de Javier Molina, de dispar presentación, ofreció ayer oportunidades en la Maestranza a una terna novilleril internacional compuesta por el francés Thomas Dufau, el mexicano Diego Silveti y el sevillano Javier Jiménez. Una solitaria vuelta al ruedo a cargo de Silveti fue un resultado bastante pobre, en un espectáculo muy largo y, en conjunto, pesado.

Diego Silveti, con el bravo segundo, Inventor, realizó una faena desigual. En las afueras, tras una tanda con la diestra marcada por la ligazón, continuó por ese pitón en otra entonada. Elevó el listón en una serie con la izquierda, en la que hilvanó muletazos largos. Luego, hubo naturales aislados de buen trazo. Como epílogo, cerró con unas bernadinas muy ceñidas. El mexicano, desgraciadamente, clavó la espada en una banderilla y perdió pie. Silveti, con reflejos extraordinarios, se hizo un oportunísimo quite desde el suelo, arrojando la muleta al novillo y librándose de una cornada cantada. Tras una estocada entera arriba y un descabello, dio una vuelta al ruedo.

Con el manso quinto, tardo y parado, Silveti sufrió un porrazo feísimo, cuando el novillo le arrolló tras un testarazo en el inicio de un quite por chicuelinas. Afortunadamente, todo quedó en un susto. Labor porfiona ante un astado tardo y parado.

Thomas Dufau dio infinidad de muletazos a sus dos astados. Pero el francés, que peca de excesiva frialdad, apenas llegó al público. Con el primero, el de menor trapío del encierro, cuya faena brindó al maestro Manolo Cortés, realizó un trasteo entonado a un animal mansote, noble, pero soso. Al cuarto lo recibió con una larga cambiada. De nuevo, hubo multitud de muletazos, especialmente por el pitón derecho, por donde embestía bien el astado. Pero la respuesta del público fue el silencio.

El espartinero Javier Jiménez tampoco estuvo brillante. Con el tercero, que resultó manejable, aunque se apagó pronto, la labor no pasó de entonada, consiguiendo lo mejor en una serie con la diestra, con muletazos largos, bajando la mano. Aunque mató al primer envite, el reconocimiento quedó en una ovación.

Con el sexto, que topaba, no tuvo opción al lucimiento. Se libró milagrosamente de una cornada por un descuido, cuando perdió la cara al novillo. Con la muleta no hubo nada destacable.

El espectáculo en la Maestranza fue tan excesivo en metraje como en escaso lucimiento. Se saldó con una solitaria vuelta al ruedo de Diego Silveti, con un buen novillo, que ofreció opciones para un triunfo mayor.

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El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Más novillos que novilleros

El argumento de la interminable novillada dominical -¿cuando saldrán los caballos de picar por la puerta de arrastre?- hay que contarlo desde la perspectiva del ganado, un interesantísimo encierro de Javier Molina que brindó teclas distintas y variadas que tocar y muchas posibilidades para salir triunfador de un festejo que, como tantos, ya es sólo estadística y números.

Haciendo honor al carácter ecuménico del evento, el francés Thomas Dufau abrió plaza para sortear un primer novillo que sin estar sobrado de clase se movió y repitió siempre con alegría en los caballos, los capotes y en la muleta del novillero galo. Tomasito, que así se hacía llamar en sus inicios, se empleó en una labor tan solemne como fría, ayuna de contenido y escasa de transmisión que daría la medida de la faena que iba a instrumentar al cuarto de la tarde, un utrero bravucón en los caballos que humilló y hasta desarrolló clase en la muleta antes de cantar su condición de manso. Es verdad que se quedó más corto por el izquierdo pero también es cierto que el francés anduvo por allí sin decir nada.

Rodeado de cierto ambientillo y precedido de buenas referencias, el mexicano Diego Silveti volvía a la plaza de la Maestranza después de encomendarse a la Piedad del Baratillo en una oración tan bella como secreta en los previos del festejo. Pero la verdad es que el manito no logró brillar a la altura de la excelencia del segundo novillo de la tarde, un boyante ejemplar, tan bravo en los montados como pronto en los engaños, que se fue para dentro con las dos orejas puestas. Ésa es la verdad, Silveti no pasó de correcto y la faena, con detalles de buena factura, no llegó nunca a estar a la altura de un animal que era de triunfo gordo. Al quinto se lo asesinaron con premeditación y alevosía en el caballo y quedó sin gas para la muleta. Silveti lo atacó en corto y el torete no pasó de embestir a trompicones con el freno de mano puesto.

Hay que salvar de la quema la disposición del sevillano Javier Jiménez, ya cuajado como novillero y con hechuras de hombre, que se mantuvo firme y hasta templado con el tercero de la tarde, un utrero de movilidad un punto descompuesta al que atacó más de la cuenta. Habría servido más y mejor sin obligarlo tanto pero tampoco se pueden censurar las ganas de estar bien y por encima, las mismas que le llevaron a andar más tiempo de la cuenta con el bruto y protestón sexto, el garbanzo negro de un buen encierro que esta vez no puede ser puesto como excusa para justificar lo que no fue.

ABC

Por Lorena Muñoz. Solo una vuelta de Silveti en un festejo eterno

Estrenaba horario la novillada y bien que se alargó con dos horas y media. La lidia de los novillos se hizo eterna, un festejo con muchos tiempos muertos y con tres integrantes destacados en el escalafón novilleril y con proyección. No sirvió de mucho para animar la senda del festejo que estuvieran animosos en los quites ya que no ocurrieron muchas cosas interesantes a pesar de tener material propicio.

Thomas Dufau abrió cartel con un novillo que manseó de salida y que estuvo aplomado durante la lidia aunque bien que apretó en banderillas. Despertó en el tercio final donde tuvo tres interesantes arrancadas con recorrido e incluso algo de transmisión pero fue a menos. Dejó estar a gusto al novillero que se adornó en varios circulares, manoletinas pero soso y noble el astado y frío el francés.

El cuarto manseó en los primeros tercios pero acabó también metiendo la cara. Dufau se perdió en una primera serie de probaturas se alargó en la faena pero después de muchos pases con la diestra y con la zurda, metido en las cercanías, agobió al novillo. Debió darle más distancia porque tras muchas series sin interés, el astado hizo por irse a chiqueros.

Diego Silveti tuvo la fortuna de sortear a Inventor, un excelente ejemplar de Javier Molina que se empleó en el caballo y que embistió en la muleta si no para inventar el toreo, al menos sí para torear y mucho. El mexicano tuvo una magnifica oportunidad para triunfar con fuerza pero se tuvo que conformar con una vuelta al ruedo. Quitó por gaoneras pero no llegó a la conjunción necesaria para redondear. Mas reposado con la izquierda, brilló al natural pero un metisaca con voltereta incluida enfrió la petición de oreja que fue minoritaria.

El quinto tuvo un comportamiento parecido al de todo el encierro ya que empujó en el caballo y manseó en los primeros compases. Silveti se llevó una voltereta cuando intentaba un quite por chicuelinas por fortuna sin consecuencias pero en esta ocasión tenia delante un material muy distinto. La pelea del mexicano fue la de tocar e intentar que pasara pero no hubo forma. Entro a matar pegado a tablas

Javier Jimenez que volvía a la Maestranza después de una grata impresión y la vuelta al ruedo de septiembre del año pasado, no tuvo fortuna con su lote. El tercero, con el que no pudo lucirse con el capote, puso en apuros a la cuadrilla en banderillas aunque él estuvo inteligente en una faena técnica y correcta en la que le dio tiempos entre series y bajó la mano pero sin transmisión.

El que cerró plaza puso la emoción en los momentos de apuro, cuando perdió el capote Jimenez y el novillo hizo hilo y en dos saltos al callejón, muy aplaudidos. Brindó al publico pero el de Molina echaba la cara arriba y topaba la muleta. Técnico pero la ya noche pedía el fin del festejo.

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©Vuelta al ruedo de Diego Silveti/Arjona. Duffau, Silveti y Javier Jiménez/Empresa Pagés.

Sevilla Temporada 2011.

sevilla_0506511.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:17 (editor externo)