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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

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Viernes, 19 de abril de 2013

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Victoriano del Río (desigualmente presentados, con diferente juego; el 3º fue devuelto a corrrales por debilidad manifiesta).

Diestros:

El Juli. Resultó cogido grave en su primero.

José María Manzanares. Media estocada, descabello (siencio) (en el de El Juli); estocada caída (saludos desde el tercio); estocada trasera (oreja).

Antonio Nazaré. Pinchazo hondo, tres descabellos (saluds desde el tercio), estocada desprendida (dos orejas); pinchazo que escupe, estocada (saludos desde el tercio)

Incidencias: El Juli resultó cogido durante la lidia del primero de la tarde. Parte médico: “Herida por asta de toro en cara interna 1/3 inferior pierna derecha con trayectoria ascendente de 15 cm afectando músculo vasto interno y alcanzando paquete vascular femoral, provocando herida de vena femoral. Tras control vascular de vena se realiza venorrafia con control satisfactorio del sangrado, revisión y hemostasia del lecho quirúrgico. Drenajes y cierre de herida. Pronóstico: Grave, que le impide continuar la lidia siendo hospitalizado”. El doctor Octiavio Mulet informa a @portaltaurino que el tiempo de baja estimado es de dos a tres semanas.

Presidente: Ana Isabel Moreno.

Tiempo: soleado, caluroso al principio.

Entrada: hasta la bandera.

Crónicas de la prensa: El País, La Razón, El Correo de Andalucía, Diario de Sevilla, Toromedia.

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Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

La tarde de este viernes de farolillos tuvo de todo. Voy a intentar sintetizarlo en las diez líneas que me autoconcedo. Hubo tres toros mansos de Victoriano del Río, uno devuelto y tres que sirvieron en la muleta. Lo de El Juli en el primero estaba cantado, supimos antes de la cornada que lo cogía. Es grave pero estará pronto en activo, aunque va a desbaratar el cartel de Miura y muchos allá en México, por segunda vez este año. Manzanares estuvo bien con el manso primero, algo despegado, y muy bien con el quinto, con su esencia torera recobrada. La espada algo caída impidió la segunda oreja. Y Nazaré estuvo como pensábamos que iba estar los que conocemos su toreo hondo y profundo, tan de verdad. Pudo cortar oreja en el segundo y en el sexto, pero la espada le privó de salir por la Puerta del Príncipe. Y en el cuarto escribió una de las faenas de la Feria. Nadie duda ya que con este toreo va salir, y más de una vez, por la puerta de la gloria. La presidenta bien, aunque le silbaran. Y la música también. Hubo un gran picador José Antonio Flor y un gran banderillero Emilio Fernández, además providencial en el quite. Y además de todo eso: emoción, sangre, conmoción, belleza, torería, pasión… Todo cabe en diez líneas, ¿ven ustedes?.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: La garra de Nazaré. Desde que se anunció el cartel de hoy y más desde la última semana, Nazaré era el menos nombrado de cara a esta tarde. El diestro sevillano tenía mayor responsabilidad si cabe que Juli y Manzanares. Era un cara o cruz. Necesitaba un triunfo a toda costa que le terminara de abrir las puertas de las próximas ferias. Antonio Nazaré llevaba dos temporadas dando fuertes toques de atención en La Maestranza pero sin rematar. Hoy la espada le ha robado su salida por la Puerta del Príncipe, pero ha cortado dos orejas de mucho peso. Nazaré pide paso y se le vaticina futuros triunfos. Por su parte, Manzanares actuaba en su última comparecencia esta Feria y ha demostrado que vuelve a estar a la altura de las circunstancias.

Lo peor: Fuerte cornada de El Juli. Había muchas ganas de volver a ver a Julián después de la Puerta del Príncipe del Domingo de Resurrección y todo se truncó en el primero de la tarde. Ya de salida no gustó el toro de Cortés, pero Juli no se deja escapar una oportunidad de triunfo. Julián lo intentó por ambos pitones, sabía que no podía hacer nada, pero él nunca tira la toalla. Tenía que ganar la batalla. Pero inesperadamente el toro se le vino y en suspiro le entró el pitón en el cuádriceps. Rápida y espeluznante fue la cogida. El horror se dibujó en la cara de todos. Se sabía que era fuerte por cómo sangraba la pierna de El Juli y por su rostro blanco, pálido, mientras sus compañeros y su cuadrilla se lo llevaban a la enfermería. El corazón encogido teníamos con las noticias que nos llegaban de la enfermería. Finalmente, se confirmaba que la cornada era extensa. Sevilla se quedó sin ver al “César”. El domingo tampoco luchará contra los Miuras. Pero Julián es fuerte y tiene una grandeza única que sólo tienen las figuras. Seguro que pronto dará guerra por las plazas. Ahora toca recuperarse, sin prisa. No las tengas Juli porque La Maestranza y los aficionados te esperemos siempre.

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El País

Por Antonio Lorca. El drama y la gloria

La corrida que había despertado la mayor expectación de todo el ciclo ferial se convirtió por el azar del destino en un cúmulo de sensaciones. De la fundada esperanza de que El Juli corroborara su extraordinario momento como mandamás del toreo, a la desolación producida por una tremenda cogida que lo mandó a la enfermería y trastocó todos los planes; del drama de la fiesta a la gloria de toros y toreros, pues hasta cuatro toros de Victoriano del Río expresaron una exquisita nobleza y suprema calidad para el toreo de hoy, lo que provocó el triunfo de Nazaré y Manzanares. Y una sensación más: Antonio Nazaré tuvo abierta la Puerta del Príncipe por dos veces, y las dos se la cerró él solo. Mala cosa. Quizá, el suyo sea un triunfo amargo, porque demostró que es un artista, pero fue incapaz de dar ese aldabonazo necesario para salir disparado hacia el estrellato.

Imaginen la escena. Un día de calurosa primavera; la Maestranza de bote y bote con el cartel de “no hay localidades para hoy” en las taquillas. La ilusión, en las alturas. El Juli, con un vestido nuevo catafalco y plata (lagarto, lagarto…), y sale ese primer toro de Cortés, corretón y suelto, que no permite ni un solo capotazo largo. Es blando de remos y solo lo señala el piquero; huye en el tercio de banderillas y acude con un molesto cabeceo y sin emplearse. El Juli toma la muleta, y desprende, no se sabe porqué, una sensación de seguridad, de conocimiento, de técnica… Y con esos mimbres lo va metiendo en la franela. Ya en la segunda tanda, el animal echa la cara arriba y avisa que carece de clase. Al inicio de la tercera con la mano derecha, El Juli cita y un derrote imprevisto, seco e instantáneo lo levanta del suelo y lo lanza contra la arena; el torero da varias vueltas sobre sí mismo, el animal no hace por él, y cuando Julián se levanta busca con la mirada el auxilio de sus hombres que corren veloces hacia los medios. Se deja caer en sus brazos, ya con la cara lívida, y desde la grada se puede percibir que lleva el muslo derecho ensangrentado y sus gestos de dolor.

El toro lo mató Manzanares y el festejo quedó en un mano a mano imprevisto. Se acababa de romper el encanto de la corrida más esperada, pero, por fortuna, comenzó otra. He aquí la grandeza de esta fiesta. Mientras un hombre se pone en manos de los médicos con una pierna abierta, otros toros salen al ruedo para que sus compañeros compitan por la gloria.

Y así fue. El destino, la suerte o la casualidad, quién sabe, quiso que la vida torera de Antonio Nazaré tuviera un antes y un después de la cogida de El Juli. Porque es con el segundo toro del lote del torero herido con el que Antonio alcanza ese triunfo soñado de las dos orejas en Sevilla. Duende era el nombre del animal, muy flojo de remos, pero de embestida templadísima en la muleta, a la que embistió incansable con fijeza y recorrido en una faena excesivamente larga. Nazaré lo había recibido con unos capotazos sin alma, y lo muleteó con mucho aroma, con elegancia, con esmero, pero sin contundencia. Tiene maneras de torero muy caro, pero carece de la osadía de los héroes. Su gusto es exquisito con el capote y en el toreo fundamental en el último tercio, muletazos largos y hondos, en tandas muy cortas —grave defecto— y en los adornos. Lo cierto es que le concedieron de manera benevolente dos orejas porque no dio el paso al frente que sus circunstancias exigían, porque no conmocionó a la plaza y porque no se rompió toreando. Toreó muy bien, pero ya está.

Algo parecido le ocurrió con su primero, otro carretón con las fuerzas muy justas y el arte en las entrañas. Demostró otra vez que su concepción está basada en la cadencia y el buen gusto tanto como en una aparente displicencia o conformismo. Tandas cortísimas todas, incapaces de calentar el ambiente. La ovación más sentida se la ganó el toro, y el cerrojo de la Puerta del Príncipe se volvió a echar.

Y una tercera oportunidad ante el sexto, otro merengue, que le permitió el lucimiento de los artistas. Brotaron de nuevo los muletazos hondos, la ligazón y el empaque, las trincherillas, los ayudados y los remates; y junto a estos destellos, la frialdad, la ausencia de enfado, y la posibilidad de la gloria a hombros volvió a esfumarse tras un pinchazo. Se impone, pues, una seria reflexión. Oportunidades como estas solo las aprovechan las auténticas figuras. Y ojalá estas palabras se las tenga que comer el que las firma.

Quedaba el quinto toro, —pues el primero de Manzanares fue un manso que se rajó pronto y no quiso pelea—, otro noble y, esta vez, muy encastado animal, que cumplió en varas, galopó en banderillas y embistió con dulce fiereza en la muleta, aunque solo por el lado derecho. Manzanares compuso una faena de menos a más en la que destacaron pasajes de toreo elegante, ligado y hondo. No quiso el toro embestir por el lado izquierdo, pero aún retaba al torero con mirada altiva momentos antes de su muerte. Faena de oreja y no de dos como pidió parte del público.

En la anochecida, El Juli adormecido por la anestesia; Manzanares, reconciliado consigo mismo, y Nazaré… Ay, Antonio, lo que puedes llegar a acordarte de la tarde en que un toro hirió a Julián López… El drama y la gloria.

La Razón

Por Paco Moreno. Cornada «grave» a El Juli en Sevilla

No cabía un alfiler en La Maestranza. Era la atardecida que nadie quería perderse, la cita obligada de cualquier aficionado. La empresa Pagés había dado en la diana: El Juli, Manzanares y un Antonio Nazaré que pide paso, dos orejas mediante, a marchas forzadas. Al primero, sin embargo, le llegó la cara más amarga. La cornada le sobrevino a El Juli nada más empezar el festejo. Una herida grave para un torero entregado, con una raza enorme, que se fue al centro del ruedo con un toro complicado, que no llevaba visos de servirle. Pero había que sacar la vergüenza torera, la casta de los toreros buenos, que no quiso ni mucho menos defraudar tras el triunfo del Domingo de Resurrección. No quería apagar los calientes rescoldos de aquel triunfo. Y El Juli se llevó la cornada de la feria. Muy mala suerte para el torero madrileño, que sorteó un animal de cinco años largos, muy armado de pitones y que sacó tanta mansedumbre como poca fuerza. Se quedó corto en el capote y cabeceó en la muleta. El torero se fue a los medios y allí le plantó cara, pero muy pronto le prendió con un derrote seco que le perforó la cara interna del muslo derecho. Susto tremendo y abundante sangre manando de la pierna del diestro. Nos dejó frío un reguero rojo camino de la enfermería, muy rápido lo llevaron las cuadrillas, pero se nos hizo eterno. El torero había pagado con sangre el ahínco de una primera figura, ésas que no se quieren rendir ante la evidencia de un toro deslucido.

José María Manzanares, que ya se había hecho cargo de la res que hirió a El Juli, pechó con un primero de manifiesta flojedad, reemplazado por un sobrero del mismo hierro. Complicado en banderillas, tuvo luego buen ánimo en la muleta, cuando la tomó, porque bien temprano quiso irse de la suerte. Muy dispuesto el alicantino, que logró series estimables en redondo. También lo entendió al natural. Todo muy bonito y sin dominar la situación para no forzar en demasía a un rival muy rajado. Estuvo a gusto Manzanares, que roció de buenos momentos una faena a la que faltó continuidad.

Más acople hubo en la que hilvanó al quinto. Toro bravo y encastado, con temperamento, al que le trazó una faena marca de la casa. Muy del corte del alicantino, con temple, suavidad, y buen gusto sobre la derecha. Más zozobra hubo en la izquierda, pitón por el que punteó el animal la pañosa. Incluso le desarmó. Tuvo importancia lo que hizo Manzanares, porque en el ruedo se encadenaban riesgo y belleza a partes iguales, a pesar de que no hubiera las tandas de naturales macizas que redondearan la obra. Mató de un estoconazo. Oreja. La segunda quedó en el tintero.

Tras correrse turno, Antonio Nazaré lidió en segundo lugar el jabonero sorteado tercero por la mañana. El sevillano llegó muy dispuesto a esta nueva cita con el ruedo maestrante. No podía ser de otra manera, necesita el triunfo y ya sabía de su valor aquí mismo en temporadas anteriores. Cumplió con el capote y tuvo un detalle muy torero al brindárselo a Manzanares y a Álvaro Montes, banderillero de Julián, al faltar el madrileño, ya para entonces dentro del quirófano. Faena meritoria en la que tuvieron temple y armonía los muletazos. Primero, por la derecha; más tarde, al natural. Variedad en los remates. Unas veces por arriba y otras con trincherillas. Burel ideal por su raza y bondad, aunque justo de fuerzas. Lo entendió perfectamente, aunque quizás pudo alargar algo más la faena. Lástima que emplease por dos veces el descabello después de la media estocada. El tendido, muy caliente, se enfrió.

Sí acertó al pasaportar a su segundo, enlotado por la mañana por El Juli, pero que tras el percance cayó en sus manos. Un gran toro que se llevó una mejor faena a los desolladeros. Nazaré estuvo muy centrado y cuajado. Fue siempre a más, acompasando el creciente fervor del público. Toreó muy despacio, bajando la mano y tirando con suavidad y temple. Excepcionales, los naturales. Pura delicia, los remates. Originales. Esta vez sí lo remató con la espada para confirmar, con dos orejas, que es uno de los toreros jóvenes que más sitio debe tener en el circuito de ferias.

Estuvo a punto de remachar el triunfo grande ante el sexto, animal de 614 kilos, que galopó con buen tranco en sus embestidas, aunque ya en la faena blandeó. Con él, el diestro de Dos Hermanas edificó un quehacer más que aceptable dibujada sobre las dos manos. Naturales muy templados, bajando la mano, y llevando largo al animal. Le proporcionó todo el tiempo posible para que no se agotase. Con la tarea hecha y el tendido conquistado, marró con la espada. Un pinchazo previo a la estocada le privó de la oreja, llave necesaria para abrir la soñada Puerta del Príncipe. No obstante, su tarde está sobre la mesa, ahora deben llegar los contratos, justa recompensa. Buena tarde en conjunto gracias, que no se olvide, al buen juego de los astados de Victoriano del Río: posibilitaron momentos intensos, triunfos sonoros y ese único lunar del tabaco gordo de El Juli.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Juli cierra su Feria con sangre y Nazaré da un nuevo paso

La plaza se llenó en tarde de calor primaveral. Brillaron los hombres de la cuadrilla de José María Manzanares. Durante la faena de muleta del primero de la tarde El Juli fue alcanzado por el toro recibiendo una seca cornada y un golpe en la cabeza. Según el parte emitido por el doctor Octavio Mulet el diestro madrileño presenta: “Herida por asta de toro en cara interna, tercio inferior de la pierna derecha con una trayectoria ascendente de quince centímetros afectando músculo vasto interno y alcanzando paquete vascular femoral, provocando herida de vena femoral”. El pronóstico es grave.

La presencia de El Juli, máximo y rotundo triunfador de la corrida de un Domingo de Resurrección demasiado lejano, se convertía en el eje orbital del último tramo de una feria que se nos escapa de las manos con sabores agridulces. Su último duelo con Manzanares y la esperanza de poder verlo con los temidos toros de Miura en el cierre del ciclo eran los máximos alicientes de una tarde en la que volvió a llenarse por completo la plaza de toros.

Todos dábamos por seguro un nuevo golpe de autoridad del madrileño pero tuvo la mala suerte de enlotar el garbanzo negro de un excelente encierro de Victoriano del Río que ya puede contar para los premios. Ya se había quedado cortito y había echado las manos por delante en el inicio de una lidia en la que no paró de blandear. Sin darse coba, El Juli fue a buscarlo a los medios pero el toro protestó y se violentó en la muleta de puro flojo. En una de esas se quedó debajo de la muleta tirando un certero derrote que alcanzó el muslo derecho del torero. Se lo llevaron para dentro desvanecido y sangrando a chorros con la impresión de cornada fuerte.

Manzanares se hizo cargo del toro y la corrida quedó en un inesperado mano a mano que iba a dejar la lidia completa de tres toros en manos de Antonio Nazaré, que se enfrentó al noble jabonero que hizo segundo, un toro un punto distraído que se entregó en el caballo. El toreo brotó con suavidad, dicho a sorbitos cortos y buscando la colocación. Muy generoso con el toro en las distancias –quizá demasiado- fue cuajando una faena a la que quizá le faltó apurar aún más las posibilidades de su enemigo. Lo mejor fue la lentitud y la cadencia de sus muletazos, especialmente con la mano izquierda, aunque la gasolina que tenía guardada el toro le complicó la vida para echarlo abajo. En cualquier caso, podría haberle cortado una oreja.

Pero las orejas sí cayeron con el cuarto, un torazo hondo y enorme pero de excelente clase que pertenecía al lote de El Juli. Nazaré retomó las distancias largas y comenzó su labor por el pitón izquierdo. El toro se desplazaba, se rebosaba en el engaño y el diestro de Dos Hermanas fue sumando la calidad de su toreo a la administración de una faena que no podía obligar más de la cuenta a su enemigo, no excesivamente sobrado de fuerzas. Las series de muletazos –no demasiado largas- se fueron sucediendo envueltas en una enorme cadencia y un delicado sentido del temple. Pero el trasteó reventó por completo en un excelente mazo de muletazos diestros que ligó a un cambio de mano genuflexo con los que formó un auténtico alboroto. La faena había llegado a su cima pero aún hubo sitio para unos naturales dichos muy de frente, con el compás abierto y unos ayudados genuflexos que precedieron a la estocada. Cayeron las dos orejas y se olía a Puerta del Príncipe. Pero esa puerta se quedó cerrada en la punta de su espada y en las escasas fuerzas del sexto, un toro de buena condición que doblaba las manos cada vez que le obligaba el diestro de Dos Hermanas, que pudo esbozar algún muletazo de buen trazo sin que el motor del toro pudiera prestarse a más. No importa. Otra vez será.

Con tres orejas en la talega –que pudieron ser cuatro- Manzanares despidió una feria en la que algunos siguen discutiendo su papel en la famosa encerrona. Decimos que pudieron ser cuatro ayer porque la presidenta Moreno negó el segundo trofeo que el público pidió para el alicantino por la emocionante y larga faena que instrumentó al codicioso quinto de la tarde, con mucho el mejor y más importante toro del interesante encierro de Victoriano del Río.

La mayor parte de la faena transcurrió delante de la Puerta del Despejo, bajo el palco de una música que esta vez tocó cuando debía. Pero no era un toro fácil: humillando como un tejón, exigiendo en cada embestida, obligó a Manzanares a citarlo con la muleta enterrada en la arena para cuajar excelentes muletazos en los que nunca pudo bajar la guardia. No fue igual por el lado izquierdo y el Manzana insistió por el otro lado hasta meter en la talega a ese animal, un auténtico tejón, con el que también nos regaló alguna pieza de recreo como un trincherazo enorme o un molinete de sabor añejo que anudaron una faena larga y algo desigual. Pero intensa y hermosa. A pesar del espadazo contundente el palco no quiso verlo así. Ella misma.

Manzanares se había esforzado antes con el manso tercero, un ofensivo y enorme sobrero que se acabó rajando por completo. Algún muletazo poniéndolo todo mientras se marchaba a tablas y cantaba la gallina fue lo único que pudo arrancarle el alicantino, que estrena paternidad. Felicidades.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Expectación, drama y triunfo

Cartelazo, máxima expectación. El Juli, único espada que ha abierto la Puerta del Príncipe, se enfrentaba a Manzanares, el torero consentido –como dicen los mexicanos de sus diestros predilectos– de Sevilla, con el local Antonio Nazaré como tercer hombre. Tarde espléndida, Ambiente por todo lo alto en la Maestranza.

El Juli se enfrenta a un primer toro manso, flojo, que se queda cortísimo, cabecea con peligro y otras veces se marcha a su aire. El madrileño, en las afueras, no se da coba con la muleta y le planta cara. Con la diestra le grita en una tanda: “Tira palante”, entretanto atornilla las zapatillas. El derrote seco del animal le abre el muslo derecho de manera brutal. La sangre salta a borbotones y el torero se despeña hacia la arena. Se lo llevan las asistencias de inmediato a la enfermería. El percance es grave. Finiquita al astado José María Manzanares.

Manzanares y Nazaré hablan y se cambia el turno. Se desvirtua para sus respectivos partidarios y gran parte de los aficionados el duelo previsto entre el madrileño y el alicantino. Nazaré, en el cartel de su vida, contará con otro toro, con otra oportunidad más para consagrarse.

Antonio Nazaré da una buena medida de sus virtudes y tras ser ovacionado en su primero, la presidencia le concede dos orejas en su segundo. Muy buena faena, con muletazos largos y profundos, aunque con series cortas. Llega al último con la Puerta del Príncipe entreabierta. El sexto es el más apagado del encierro y la labor del nazareno no cobra la altura suficiente para ese tercer trofeo preciso para abrir la mítica Puerta del Príncipe.

Manzanares se las ve con un sobrero de Victoriano del Río, tras perder las manos el toro titular. Toro huidizo, noblón, pero que no humilla y el trasteo carece de emoción. Con el quinto, que tiene un buen pitón derecho, aunque se mete bastante, Manzanares apuesta fuerte en una labor basada en la diestra. Logra dos series de gran emotividad, intensas y en las que hilvana hasta cuatro muletazos con el de pecho. En una de ellas, intercalando un inspirado molinete. Una tercera, con un cambio de mano fue también de altura. Faena con la ligazón como bandera, que tras un estocada es premiada con una oreja. Protestas a la presidenta por no conceder la segunda.

Una hora duró la operación a El Juli, que pasó a la clínica Sagrado Corazón. La cornada supone, lamentablemente, que no estará presente en la corrida de Miura, que cierra el domingo la Feria. Los aficionados tenían puestos sus ojos en su actuación ante los temibles toros de Zahariche.

Toromedia

Antonio Nazaré corta dos orejas, Manzanares una y El Juli resulta herido

Las corrida comenzó con el grave percance de El Juli, al que hirió de gravedad un toro que tuvo mucho peligro. En lo positivo, destacar el triunfo de Antonio Nazaré en el cuarto, al que desorejó después de una faena muy completa, y el logrado por Manzanares en el quinto, al que estuvo a punto de cortar las dos orejas, premio que la presidenta dejó en una sola.

El primero de la tarde no estaba sobrado de fuerza de salida. El Juli le hizo un quite por chicuelinas y a la muleta llegó con muy corto recorrido. El Juli lo intentó primero por el derecho, apretando el toro y quedándose abajo. Al insistir por ese lado el toro le alcanzó de forma certera, teniendo que ser conducido a la enfermería, donde le operaron de una cornada grave. Mató al toro José Mari Manzanares.

El segundo de la tarde fue un bonito jabonero al que Nazaré toreó bien a la verónica y posteriormente le hizo un buen quite por chicuelinas. Brindó a Manzanares y a Álvaro Montes en representación de El Juli. Estuvo templado en la primera serie y también ligó en la segunda y sonó la música. En la tercera el toro empezó a salir con la cara alta y algo distraído. Al natural dio una primera serie muy redonda y en la segunda el toro ya estaba desfondado. Mató de media tendida y fue ovacionado.

El tercero fue devuelto por flojo y en su lugar salió un sobrero del mismo hierro que no embistió bien en el capote, impidiendo el lucimiento de Manzanares. Puso en apuros a los banderilleros, cortando y echando la cara arriba. En la muleta Manzanares comenzó en buen son por el lado derecho dando una serie que creó buen ambiente. En la siguiente por ese lado tuvo que dejar la muleta en la cara para evitar la huida de un toro rajado. El torero supo aprovecharlo también al natural, sacando todo el partido a este manso animal. Mato de estocada y hubo una leve petición.

No se pudo lucir Nazaré en el capote en el cuarto, toro que tuvo que matar por estar El Juli en la enfermería. El sevillano brindó al público y le cogió la izquierda sin probaturas. No obligó al toro en la primera serie y tampoco en la siguiente por el lado derecho. La tercera fue templada y rematada con un precioso cambio de mano. Se cambió a la zurda y apretó más al astado, logrando naturales de mano baja, igual que en la siguiente. Hubo una más por la derecha de mano baja y otra al natural. Y un bonito final de faena con doblones y ayudados. Mató de estocada y cortó dos orejas

En el quinto Nazaré volvió a brillar en un quite por chicuelinas al toro de Manzanares. Saludaron en banderillas Juan Jose Trujillo y Luis Blázquez. Manzanares abrió al toro y le dio una primera serie muy ligada y bien rematada. Hubo dos más por ese pitón de buena factura. Al natural el toro apretó más, lo desarmó y la música paró. Volvió a coger el tono con la derecha dando dos series buenas a pesar de que el toro apretaba cada vez más. Mató de estocada y cortó una oreja con petición de la segunda, premio que la presidenta no concedió.

Al sexto le costó humillar. Picó bien Teo Caballero y Nazaré brindó a Pedro Rodríguez Tamayo. La faena comenzó con dos series diestras muy bien ligadas y templadas. Al rematar la segunda tanda el toro cayó mal y pareció lastimarse, limitando las siguientes series. El torero lo sacó con buen criterio y lo toreó suave de uno en uno al natural. Pinchó y perdió posiblemente un trofeo que le habría valido para salir por la Puerta del Príncipe.

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Sevilla Temporada 2013.

sevilla_190413.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:08 (editor externo)