Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


sevilla_200414

Real Maestranza de Sevilla

Domingo de Resurrección, 20 de abril de 2014

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Miura (bien presentados; deslucidos, parados, con escaso recorrido; el mejor, el 2º).

Diestros:

Manuel Escribano. De azul marino y oro. Media estocada, aviso, dos descabellos (saludos); tres pinchazos (silencio); estocada entera en su sitio, rueda sin puntilla (saludos desde el tercio).

Daniel Luque. De blanco con golpes de oro. Estocada (silencio); estocada casi entera (palmas); estocada cas entera (silencio).

Banderillero que saludó: Curro Robles, de la cuadrilla de Daniel Luque, en el 6º.

Sobresaliente: Antonio Fernández Pineda, de azul y oro.

Presidente: Gabriel Fernández Rey.

Tiempo: lluvioso.

Entrada: lleno, con huecos.

Galería gráfica de Maurice Berho: http://issuu.com/mauriceberho/docs/sin_t__tulo-2

Crónicas de la prensa:

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Ea, pues llegó el día esperado, el Domingo de Resurrección, en el que yo siento que estoy a las seis y media en el único sitio del mundo en que tengo que estar. Este año con más expectativas e incertidumbres. La primera, la del público, que respondió, casi lleno en los tendidos, ni una entrada en sol. Otra, la del tiempo, que amenazaba lluvia y nos mojamos aunque no mucho. Y la tercera, la de los toros y los toreros en este cartel extraño, que se dio cinco veces en la Maestranza pero en el siglo XIX, mano a mano con Miuras en la apertura. Los Miura, gran presentación, impresionante el sexto, salieron como siempre, avispados, se te revuelven en un palmo, y normalmente no te dejan hacer un toreo templado y relajado. A Luque le van a contraestilo, que se dice. Pero le tocó el bueno, un extraño sardo que -fue su error- echó por delante y no entendió. Cuando quiso con los otros dos no pudo. Escribano sí estuvo en su papel, a portagayola en los tres, con gran susto incluido, en banderillas en los tres con desigual acierto y fortuna, y queriendo en la muleta, pero no se encontró los del año pasado. La gente se lo agradeció obligándolo a saludar tras primero y quinto. Hubo emoción, eso sí, y uys y ays, que son fundamentales en el toreo. En fin, que se cerró este primer capítulo, con melenudo espontáneo y todo. A ver los que siguen ahora, ya en la Feria.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Las ganas de triunfo. La Maestranza abría hoy su temporada 2014 con el mano a mano entre Escribano y Luque con los toros de Miura. Un cartel muy comentado por los aficionados y un tanto extraño para tal efeméride, hasta el punto que, hasta última hora, existía la incógnita de si se llenaría o no la plaza. Al final, los tendidos se poblaron en más de sus tres cuartas partes. Destacó el arrojo y la valía de Manuel Escribano. Fue a recibir a sus tres oponentes rodillas en tierra a las puertas de chiqueros, siendo incluso arrollado por su segundo. Una oreja pudo cortar de su primero tras dar una gran dimensión y mostrar una gran disposición, pero la espada le jugó una mala pasada. Estuvo vibrante en todos los tercios de banderillas, sobresaliendo el último, sentado en el estribo, por los adentros, pegadísimo a tablas. Mientras tanto, Daniel Luque lo intentó y le puso tesón, pero sólo se le vio detalles y un buen quite por verónicas a su primero.

Lo peor: De la expectación a la desilusión. Era muy esperada la miurada en Sevilla tras su triunfo del año pasado. Pero en esta ocasión se echó en falta algún “Datilero” que posibilitara el triunfo de los diestros. La lluvia, que hizo presencia en el cuarto de la tarde, tampoco ayudó mucho en el lucimiento. La otra nota negativa la puso un espontaneo que saltó sudadera en mano en el tercero y fue rápidamente reducido.

<img width="380px" height="250px" src="http://elcorreoweb.es/wp-content/uploads/2014/04/escribano-maestranza.jpg"><img width="380px" height="250px" src="http://elcorreoweb.es/wp-content/uploads/2014/04/daniel-luque-maestranza.jpg">

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El mal juego del ganado y la climatología sentencian el mano a mano de Sevilla

La primera victoria fue el aspecto de los tendidos: más de tres cuartos y lleno absoluto en el Sol en una tarde que se había convertido en una puesta a prueba de los nuevos planteamientos de la empresa Pagés, obligada a recomponer el guión habitual de una feria que tenía a sus actores naturales actuando en un escenario lejano.

En esa tesitura, Escribano y Luque tuvieron que sentirse confortados al realizar el paseíllo en medio de una plaza con una excelente entrada que invitaba a realizar algunas reflexiones. Sólo faltaba el factor toro: la poderosa estela del gran encierro lidiado por los hermanos Miura el pasado año seguía pesando en los planteamientos previos a una tarde que, entre unas cosas y otras, acabó decepcionando.

El primer elemento adverso fue la climatología: el día se había torcido desde su inicio aunque el Sol quiso asomarse a la hora fijada para el comienzo de un espectáculo que volvió a verse condicionado en sus minutos previos por esas manifestaciones antitaurinas que –sin ir más lejos- han sido prohibidas en la desacomplejada Francia siempre que se convoquen en coincidencia con la celebración de las corridas.

El caso es que la lluvia volvió a hacerse presente en la segunda mitad del festejo y ya no dejó de hacerse presente en la lidia de los tres toros que restaban para culminar un empeño difícil que ambos matadores solventaron con solvencia aunque con distinta capacidad.

Posiblemente, el mayor peso del cartel recaía sobre Manuel Escribano, devuelto a la vida taurina a lomos de aquella sustitución abrileña y del gran encierro miureño que arrasó con todos los premios puestos en lid.

El matador de Gerena se fue a porta gayola en sus tres toros. Al primero, cambiándolo por alto después de venírsele al relance de un burladero. Embistió después como un gato rabioso al capote de Escribano, que se mostró solvente, fresco, templado y seguro en todo lo que hizo; luciéndose en banderillas, especialmente en un segundo par en el que dio todas las ventajas al toro.

El animal casi se lo llevó por delante en el péndulo que inició la faena de muleta, que resolvió mejor por el lado derecho con trazo suave, dictando los muletazos de uno en uno y sabiéndolo provocar con los toques precisos. La faena acabó muy metido entre los pitones y la culminó con media estocada tendida.

Pero Manuel Escribano nos daría el susto de la tarde cuando volvió a marcharse a la puerta de chiqueros a recibir al tercero. El toro le pasó por encima, hizo por él y le propinó una fuerte paliza que no tuvo consecuencias. Volvió a brillar en un segundo par asomándose por completo al balcón aunque tuvo que esperar que las cuadrillas redujeran y retiraran a un espontáneo que se había tirado al ruedo.

Violento y descompuesto en la muleta, este toro –que brindó a Juan José Padilla- sólo le permitió mostrar su indudable disposición y enseñar sus lagunas con el acero. La espada sí entró a la primera para despenar al quinto, otro animal deslucido y de viajes cortos que no era apto para florituras.

Pero el momento artísticamente más intenso de la tarde se vivió durante la lidia del sardo que hizo segundo, al que Luque lidió con recursos e imaginación en los dos primeros tercios. Antes había brillado con el capote pero Escribano le acabó de provocar en un quite por faroles que el propio Luque replicó con dos grandes verónicas y una larga cordobesa que arrancaron los oles más intensos de la tarde.

La cuadrilla de Luque también mostró un gran nivel en ese astado, al que el segundo espada de Gerena toreó abusando de recursos técnicos, desaprovechando el franco y boyante comportamiento inicial que acabó diluyéndose a la vez que el ‘miura’ se rajaba a mitad de faena.

Poco más hay que contar. La lluvia arreció cuando Daniel Luque toreaba al deslucidísimo quinto aunque supo vender mucho mejor su labor ante el sexto, al que pasó sobre las piernas con sabor decimonónico con una peculiar esgrima de muleta que le dio resultados. Con la espada, como toda la tarde, anduvo eficaz y fulminante.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Manuel Escribano y Daniel Luque, mano a mano sin trofeos

De una esplendorosa Semana Santa soleada a un comienzo de temporada lluvioso en lo climático y desangelado en el ruedo. Pese a la ausencia de las figuras del G-5 por el litigio mantenido con la empresa Pagés, se registró una buena entrada en la Corrida del Domingo de Resurrección celebrada en la Maestranza, con algo más de tres cuartas partes de su aforo cubierto y eso que la climatología, con rachas de lluvia en las horas previas, no ayudaba a un espectáculo cuya taquilla precisa del sol.

Cuando los operarios retiraron del ruedo una gigantesca lona pudimos comprobar que el piso de plaza presentaba una buena imagen. Los aficionados, muchos de ellos llegados de Gerena, localidad natal de Escribano y Luque, los dos diestros del mano a mano, comenzaron a llenar los tendidos, pese al cielo cárdeno y amenazante. Los toreros fueron ovacionados antes y después del paseíllo.

Escribano, triunfador en la pasada edición con toros del hierro sevillano, aportó pundonor a raudales y se libró por tablas de una cornada seria por el tercer toro. Luque salvó con oficio y seguridad con la espada su estreno miureño. Pero el espectáculo nunca llegó a romper, en gran medida por la materia prima, una corrida de Miura, bien presentada y en el tipo, que resultó deslucida y con escaso motor.

Manuel Escribano, que recibió a sus tres toros frente a toriles con largas cambiadas y banderilleó, en conjunto, con solvencia, se mostró voluntarioso con el primer astado, pronto, cumplidor en varas, pero que fue a menos hasta buscar tablas. Lo mejor, el segundo par, en el que se jugó la barriga, como se dice en el argot, y la serenidad en el trasteo.

En el tercero, susto de órdago en la larga de rodillas, en la que tuvo que tirarse cuerpo a tierra, para librar una cornada casi cantada de un imponente cárdeno. El toro, mugidor, le buscó en la arena y Escribano logró zafarse, aunque con una caricia en el muslo izquierdo. Aquí, de nuevo, el segundo par fue el mejor en ejecución: de poder a poder y con facilidad. Saltó un espontáneo, al que la cuadrilla detuvo, hasta sacarlo del ruedo. En la labor, con brindis a Padilla, que se encontraba en el callejón, no tuvo opciones al lucimiento.

Con el manso quinto, un galán, se mostró porfión y prendió un par temerario, al quiebro, tras citar sentado en el estribo. Lo mejor, una gran estocada al volapié en la que se jugó el tipo de verdad.

El segundo miura, único sardo del encierro, de nombre Macareno, resultó manejable, pero se rajó pronto. Aquí se vivió el único pique en quites de los gerenenses, con unos faroles de Escribano y contestación de Luque con dos espléndidas y bellas verónicas y remate con una airosa larga cordobesa. Luque concretó una labor con la franela que no pasó de voluntariosa.

Con el cuarto, Osito, un ejemplar de pinta negra y de respeto –pese a su diminutivo–, como lo fue toda la corrida, Luque cortó pronto en medio de un diluvio y no llegó a exprimir las embestidas del astado.

El imponente sexto, de 625 kilos, el de mayor peso de la corrida, salió barbeando tablas. Se lució en banderillas Curro Robles. Luque apostó por una labor encimista, robando muletazos a un astado que, por otro lado, no tenía apenas recorrido.

En definitiva, apertura con escasa historia. Y es que la corrida de Miura, decisiva para un mano a mano sin brío, careció de viveza y buenas embestidas en su conjunto.

El País

Por Antonio Lorca. Los miura, en el laberinto

Pero, ay, la leyenda de Miura tiene su razón de ser, y el toro Datilero de 2013, que propició el triunfo de Escribano fue una gota de noble bravura en un océano de mansedumbre, sosería, falta de clase y dificultad, que es lo que de verdad caracteriza a este hierro de leyenda.

Nada fue posible ayer porque los toros no ofrecieron opciones, porque su físico temeroso no encerraba más que quintales de vulgaridad. Ni uno solo destacó; ni uno solo evidenció parentesco, aunque fuera lejano con el recordado Datilero; ni uno solo acudió ni a los caballos ni a los engaños con un mínimo de bravura, nobleza, recorrido o fijeza. Es decir, los miuras volvieron a su sitio y es cierto que lo ocurrido el año pasado fue un asunto de casualidad que cualquiera sabe cuándo volverá a repetirse.

A pesar de ello, hubo de todo: viento, lluvia, frío, entrega, arrojo, disposición, toreo vulgar, banderillas para no recordar, un par de pares de Curro Robles al sexto para el recuerdo y alguna pincelada de buenos lances. Y hasta un espontáneo, que no llegó a tocar toro y se ganó una buena tunda por su mala cabeza. Y hubo, sobre todo, la seriedad y el respeto que impone la ganadería de Miura. Porque no es lo mismo, ya que El Juli y Morante, se han empeñado en comparar, lidiar toretes en Málaga elegidos con mimo por tu equipo de veedores en ganaderías de cómodo postín, que los toros te lo elijan Eduardo y Antonio Miura en su finca de Zahariche. ¡Vaya que no es lo mismo…!

Quede constancia, por tanto, de la consideración que merecen los toreros actuantes en Sevilla, que no triunfaron, pero dejaron la estela de la vergüenza torera, que es una condición de figura.

No estuvo bien Escribano. Fue todo disposición, valor y entrega, pero no lució en ningún momento. Recibió a sus tres toros de rodillas en los medios y fue arrollado sin consecuencias por el tercero, que le perdonó la cornada. Banderilleó a los tres, y no puso ni un solo par medianamente aceptable. Aguantó lo inaguantable sentado en el estribo para colocar banderillas al quiebro y se quedó sin salida en el quinto. Valor sin cuento, pero no más. Clavó siempre a toro pasado y con toscas maneras. Poco se le puede criticar su labor con capote y muleta. Lo intentó sin éxito por las escasas condiciones de sus descastados oponentes.

Mejor imagen ofreció Daniel Luque, y suyos fueron dos preciosos lances a la verónica al segundo de la tarde. Se le vio más experimentado, más suelto, y lo intentó de veras en todo momento, pero sus buenas intenciones no encontraron colaborador posible,

En fin, que después de una Semana Santa calurosa, llegó un domingo fresco, invernal y lluvioso; y lo que es peor, toros guapetones, pero cansinos de carácter y burdos para el toreo de hoy. De cualquier modo, lo ocurrido en Sevilla fue más puro y más legal que el teatro que El Juli y Morante montaron en Málaga.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros

Quienes esperaban un batacazo en la Maestranza se sorprendieron con la entrada; quienes anhelaban que desbarrancase la taquilla se quedaron con las ganas. Tocado pero no hundido el espíritu de Sevilla. A pesar de los vetadores y pese a Eduardo Canorea, hay algo más grande, una fuerza titánica, un misterio poderoso, una 'meiga' gitana. Frente a la Puerta del Príncipe los antiturinos -100 a ojo de mal cubero- gritaban entre sus consignas: «¡Esta plaza, la vamos a cerrar! ¡Esta plaza, la vamos a cerrar!» Pónganse a la cola que ya hay pretendientes. Sólo que antes habrán de derribar la pirámide inexplicable bajo la que sobrevive a todos los puteos. Que ayer hubiera tres cuartos largos de público en sus tendidos y en sus palcos reconvertidos y en sus gradas reformadas es un encuentro en la tercera fase: Spielberg congregaba a una multitud a la espalda de la Montaña del Diablo que había acudido por una serie de señales que no sabía explicar.

O eso o el reclamo del nombre de Miura, que a la vera del Guadalquivir encuentra uno de sus feudos históricos. Pamplona es el otro. Tan cerca y tan lejos de Zahariche. La empresa Pagés probablemente dio en la tecla con su anuncio. A priori. Porque en Sevilla por Resurreción lo más bravo fue el pregón de Esperanza Aguirre. Esperanza 'La Brava' debió haber añadido a su elegante vestido un florete para desenfundarlo en el momento de pronunciar aquello de Dios, Patria y Toros, más o menos. Y la mirada perdida en los focos del Lope de Vega. O un cañón como Agustina de Aragón: «Los españoles que quieren dejar de serlo luchan contra la Fiesta de los toros», afirmación que siendo cierta en la Cataluña abolicionista o en el abolicionismo de San Sebatián no cuadra en las bárbaras campañas persecutorias que sufren nuestros hermanos aficionados de Francia. Aquellos antis, es verdad, tampoco quieren ser españoles. A la encastada presidenta se le escapó el pequeño matiz de la internacionalidad del movimiento antitaurino, financiado mayormente desde el extranjero.

La amenaza de los 100 hijos de su remota madre que se concentraban en la Puerta del Príncipe («¡esta plaza la vamos a cerrar!») casi la perpetra finalmente la corrida de Miura, que devolvió de un tirón todos los premios de la pasada Feria de Abril con su morucho comportamiento y su mentirosa acometida a los caballos; sus testas por encima de los palillos de las muletas; su peligro sordo de la falta de fijeza. Siempre sin ser ni el miura bueno ni el miura malo, malo. Contra 'Zamarrito', 'Macareno', 'Lesnero', 'Osito' -tiene huevos el nombre- 'Ladino' y 'Bravío' se estrellaron las ilusiones de Manuel Escribano y Daniel Luque. A Escribano y a Luque los recibieron con una ovación de aliento, una palmada en la espalda, un venga muchachos a por ellos, valientes.

Manuel Escribano se lo creyó. Y se fue en sus tres miuras a portagayola, una suerte que plantea sobre la pizarra del albero muy lejana a la puerta de toriles. De purita potra se salvó cuando el inmenso y cárdeno tercero le saltó por encima como un tigre de Bengala. Cuerpo a tierra (eso digo yo a veces cuando vienen los nuestros, y los nuestros, o los de Sevilla, ayer eran los miuras). Increíblemente, el toro con ese tonelaje de 609 kilos en su amplísimo esqueleto se revolvió como un santacoloma. Escribano perdió pie, soltó el capote, trató de rodar… Pero los pitones lo alcanzaron para empujarlo cinco metros de un topetazo. Nueve capotes se presentaron raudos al quite. Diría que todas las cuadrillas comandadas por Luque. Un puntazo en el azul oscuro de la taleguilla pero nada más.

Igual que marchó a paso de legionario a la boca del miedo en sus tres miuras, en los tres agarró los palos con desigual fortuna, mucha exposición cuando no lanzaba los garapullos en cuarteos de poca fe. A los quiebros por dentro o al violín todo el mérito para Manuel Escribano. La única opción con la que contó en la muleta sería la del más encastado primero, a pesar de que derrotaba por arriba. Mas, una vez que le cogió el aire por el derecho -por el izquierdo no había caso ni causa-, evitó el derrote con la muleta por debajo de la pala. Erró al prolongar la faena y querer hacerlo además por el pitón malo. De sus otros miureños, nada que extraer: el tercero se metía por dentro y se defendió como el quinto. La contundente estocada a este último sería la única de su actuación.

A Daniel Luque apenas le concedió opciones un sardo que humilló como ninguno (en Miura siempre es dentro de un orden), aun en sus pocas fuerzas y su escasito fondo noble. Luque con el capote lo bregó y, sobre todo, le dibujó unos lances templadísimos a la verónica en un quite. Los dos toreros de Gerena no se perdonaron ni uno. Por chicuelinas, faroles invertidos, delantales… Un motón. Hasta que se rajó, Luque lo toreó compuesto por la mano derecha. Después el cuarto resultó infumable de cabrón (sin poder) y el último tampoco pasaba. Anduvo resolutivo con la espada.

La frase de los antis quedó como un eco en la tarde: «¡esta plaza la vamos a cerrar!». Ellos no son los nuestros, pero me dan menos miedo.

La Razón

Por Paco Moreno. Disposición en un mano a mano sin toros

La esperada, y tan vendida por la empresa Pagés, corrida de Miura ofreció pocas opciones para el mano a mano de Gerena. Más para lidiarla que para saborearla en una tarde fría y lluviosa por momentos. Desapacible. Manuel Escribano llegó muy dispuesto a esta importante cita con La Maestranza, que le había lanzado con estos mismos toros hace un año. Tanto que se fue a portagayola para recibir al que abrió la temporada sevillana. Y primeros momentos angustiosos porque el toro salió distraído y el torero tuvo que resistir impávido de rodillas. Suerte superada y buenos momentos posteriores con el capote. Acertado y variado con las banderillas, dejó luego una faena más que aceptable, sobre todo, por el pitón derecho. Por ahí se desplazó mejor el animal. Lo probó sobre la zurda en dos tandas de naturales en las que el animal protestó y deslució su labor. Se le atragantó el descabello, pese a lo cual saludó una ovación.

De nuevo se fue a chiqueros para recibir al tercero de la tarde y otra vez los mismos segundos de tensión al salir el toro sin fijeza. Escribano aguantó lo indecible y fue arrollado quedando a merced del toro que, a punto estuvo de darle un disgusto mayor. Sin inmutarse se estiró en lentas verónicas que calaron hondo al respetable. Otra vez fácil con los palos en el segundo tercio. Su faena estuvo bien planteada, pero no tuvo la colaboración del burel, que se vino pronto a menos y comenzó a defenderse. Labor meritoria, mejor en redondo. No hubo dos sin tres y tripitió a portagayola en el quinto. De nuevo, brillante con los rehiletes. El tercer par fue muy arriesgado. En el último tercio, no tuvo toro el clase el toro, sin humillar y cada vez más corto. Al menos, le pudo recetar una estocada de efecto fulminante, que le hizo rodar sin puntilla.

Daniel Luque cumplió en el recibo de capa al primer «Miura» de su carrera. Se lució en sendos quites posteriores, el segundo como réplica a su compañero de cartel. Parecía convencido de las posibilidades del toro, de buenas maneras, pero se esfumaron muy pronto. Suelto de la suerte y deseoso de rajarse el sardo, Luque mostró disposición insistiendo en tandas por ambas manos sin que la faena despegara. Poco pudo hacer ante el segundo de su lote, un animal brusco y complicado que se quedó corto y buscó lo que dejaba detrás. Lo intentó el diestro, lo mostró y tuvo que lidiarlo por bajo. Una excelente estocada para cerrar esta labor. También tuvo que porfiar con otro toro deslucido que cerró la plomiza y, a veces, lluviosa tarde. Estuvo firme y seguro con un «Miura» que se quedó muy corto y cabeceó. De nuevo, notable con la espada. Más no pudo hacer. Igual que Escribano. Tarde de desencanto.

Toromedia

Gestos y detalles en el mano a mano de Miura

Escribano se fue a portagayola a recibir al primero de la tarde y se mostró firme con el capote, llevándose la primera ovación. Después se lució en un quite por chicuelinas y el toro se arrancó bien a la segunda vara. Luque hizo un quite en su turno y Escribano se lució en banderillas, destacando el segundo par de dentro a fuera. El torero de Gerena se la jugó al iniciar la faena con un pase cambiado y después ligó dos series por el pitón derecho. Al natural el toro era más complicado. Cuando volvió a la derecha ligó tres y el de pecho con mucho mérito. Siguió intentándolo hasta apurar todos los muletazos que tenía el 'miura'. Mató de media y varios descabellos y fue ovacionado.

Luque se mostró lidiador de salida con el segundo de la tarde, al que hizo un buen quite con dos verónicas y media de calidad. Replicó Escribano con lopecinas y respondió Luque toreando de nuevo muy bien a la verónica. Hubo competencia en quites. La faena de muleta la basó en la mano derecha, mejor pitón del toro aunque siempre con tendencia a echar la cara arriba. El de Miura se apagó pronto y terminó rajado, limitando la labor del torero. Lo mató de buena estocada. Silencio.

Manuel Escribano se la jugó al irse a portagayola en el tercero de la tarde. El toro le pasó por encima y luego hizo por él en el suelo. Por fortuna no pasó nada y después lo toreó muy bien a la verónica. Se lució en banderillas, destacando un par de calafia que puso en tercer lugar. Antes de comenzar la faena se lanzó al ruedo un espontáneo que fue reducido por las cuadrillas. Cuando comenzó la faena, Escribano se encontró con un toro que se agotó pronto y al que le costaba pasar. Lo intentó por ambos pitones pero su esfuerzo fue en vano. Dos pinchazos y media. Silencio.

En el cuarto la lluvia hizo acto de presencia y empañó la actuación de Daniel Luque. Para colmo el toro fue de esos 'miuras' que no tienen ni un muletazo: peligroso y orientado por los dos pitones. Lo mejor fue la gran estocada con la que despachó a su oponente.

Escribano se fue a portagayola también en su último toro de este mano a mano. En banderillas hizo despertar a la plaza con un tercer par por los adentros de máximo riesgo. Comenzó la faena por el lado izquierdo y después se cambió a la derecha, intentando sacar partido de la corta y dificultosa embestida del toro. No pudo construir faena, pero mató de una gran estocada.

En el sexto saludó en banderillas Curro Robles. Luque le plantó cara en la muleta a un toro nada claro y muy brusco al que le buscó las vueltas para sacarle algunas series por el derecho. De mitad en adelante, la faena se convirtió en un toma y daca en el que quedó demostrada la buena disposición del torero y la poca condición del toro.


*Sevilla Temporada 2014.

sevilla_200414.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:18 (editor externo)