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PLAZA DE TOROS DE VALENCIA

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Domingo, 18 de marzo de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Fuente Ymbro (bien presentados, bravos y encastados; excepto 3º y 6º).

Diestros:

Diego Urdiales: vuelta al ruedo tras petición de oreja y silencio.

Iván Fandiño: oreja tras aviso, oreja tras aviso.

David Mora: saludos desde el tercio y silencio.

Entrada: tres cuartos de plaza.

Crónicas de la prensa: El Mundo, EFE, La Razón, El País, ABC.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Fandiño, puerta grande a la verdad del toreo

Tarde muy ventosa para los toreros. Incómoda de veras. El peor enemigo del torero. Y no cesó nunca. El primero de Fuente Ymbro, bajo y rematado, tuvo una salida como acalambrada de los cuartos traseros y claudicante, pero se vino arriba en banderillas. Muchos matices en esa crecida encastada. Uno de ellos: que en cada tercer muletazo de las series por la mano derecha (la base de la faena) se vencía mucho y varias veces descolocó al firme Urdiales, que se reúne como pocos con las embestidas, con los cuartos traseros. Lo que empezó el torero a media altura acabó exigiendo mayor mando con el golpe de riñones del toro en el impulso hacia adelante. Eolo por momentos convirtió la muleta de Diego Urdiales en bandera. Se volcó en el volapié. La estocada tuvo su demora en el efecto. La presidencia remoloneó ante la petición. Hace una semana, no.

El jabonero segundo se pegó ya de salida una costalada que más que accidental anunciaba las paupérrimas fuerzas del toro. Fue devuelto y se corrió turno. En su lugar salió un cinqueño recortado y con la cara bien plantada. De nombre 'Escribiente'. Fandiño le voló y ligó la verónica sin enmendarse, sin perder un paso a lo peor necesario. La media fue una pintura. Los puyazos se los colocaron muy traseros a 'Escribiente' y el de Orduña se apretó por chicuelinas. Replicó David Mora con unas gaoneras muy enredadas. Iván le brindó el toro a Javier Aresti, una faena de planteamiento muy generoso en la distancia y en el lucimiento del bravo toro. Tres pases cambiados por la espalda de bestial valor pusieron la plaza a revientacalderas aunque no fuesen el inicio más idóneo para un toro que luego, camuflada en su alucinante movilidad, en sus trepidantes repeticiones, soltaría no poco la cara. Una serie de naturales fue sencillamente sensacional, y en otras ocasiones lo sorprendió o atisbó al torero para cambiar el ole por el ay. La oreja no pudo ser mas de ley tras la lenta muerte.

El tercero anunció su guasa por el pitón izquierdo desde que David Mora se hizo presente. Tomó nota y planteó la faena por la diestra en un esfuerzo quizá incomprendido pues en la muleta el rajado toro tiraba recados y su derrote a los muslos del matador. No se cansó Mora, que a la hora de matar se le fue la espada a los bajos.

Urdiales le puso fe al aire y al aire basto del cuarto toro, que embestia en un allá que te voy con los pechos. Seria la corrida de Ricardo Gallardo, por cierto.

El sobrero que quedó como quinto tuvo una bravura y una profundidad soberbias. Otra cosa al segundo, mas de publico. La embestida este 'Adulador' marcó la diferencia con toda la corrida. Por el pitón derecho. Y Fandino la marco con todo aquel que ha pasado y pisado Fallas. En torero a carta cabal, de perfecta colocación, planteamiento y ejecución. Como Dios dio a entender que es el toreo. Encajado, asentado, atalonado. Ligado y profundo en unas últimas tandas insuperables, vaciando el muletazo por la pala del pitón para volverlo a hacer. La penúltima aguantó todo y mas para tirar y rematar con la emoción de la verdad. Las manoletinas fueron de susto, como la forma en que se volcó sobre el morrillo con la espada, apoyado en la misma testuz. Encunado, la voltereta fue terrorífica. La espada quedó atravesada y el torero afortudamente indemne. Necesitó del descabello. Eficaz. La oreja de la autenticidad. Puerta grande de triunfador.

El sexto no valió nada y Mora quedó sin nada que hacer.

EFE

Iván Fandiño, por la puerta grande en Valencia

El vizcaíno Iván Fandiño se convirtió en el gran protagonista del décimo festejo de las Fallas al abrir la puerta grande tras cortar dos orejas, una de cada toro, y jugarse literalmente la vida en la estocada al quinto. La actuación ha supuesto un importante golpe de atención para un diestro que sorteó con agallas el mejor lote de la variada corrida de Fuente Ymbro.

Diego Urdiales, que dio una vuelta al ruedo, y David Mora, se fueron de vacío en una tarde en la que la plaza de Valencia completó dos tercios de su aforo y el viento molestó mucho a los toreros.

Iván Fandiño abrió la puerta grande de la plaza de toros de Valencia por su muchas ganas, que le llevaron a tirarse a matar o a morir al quinto, saliendo aparatosamente volteado de la suerte pero por fortuna sin resultar herido. Fue montar la espada el de Orduña y presagiarse lo que iba a suceder. Hambre de gloria en la mirada y mucho valor para hacer lo que hizo. Como valor tuvo ante ese quinto, al que cuajó seguramente los muletazos más profundos de la feria. Dos series de toreo en redondo, macizo y reunido al toro más entregado y agradecido de la corrida de Fuente Ymbro. Antes, avisó de sus intenciones en el quite por gaoneras, que surgieron templadas y ceñidas.

El final, también por ajustadas manoletinas, fue el preludio de la rúbrica que encabeza esta crónica. Oreja de ley que le valía para conquistar la primera puerta grande de su carrera en una plaza de primera. En su primer turno, Fandiño lució al encastado y bravo segundo toro que le correspondió. De bonitas hechuras, “Escribiente” debió lidiarse en quinto lugar pero su matador corrió turno tras devolverse por flojo el jabonero titular.

Con las virtudes de la transmisión, la fijeza y la prontitud, le dio distancia Fandiño en las tres primeras tandas y en la plaza hubo emoción. Después, ya más reunido con el toro, la faena no tuvo el mismo nivel que la ya comentada. Tras una estocada, le cortó la oreja.

Diego Urdiales debutaba en Valencia pese a acumular trece temporadas como matador de toros. A su primero, que flojeó en los primeros tercios y tendía a embestir por dentro, lo muleteó por momentos con buena clase y determinación y lo mató de una gran estocada aunque perdió la muleta. Tímida la petición y vuelta al ruedo para el riojano. El cuarto, un ejemplar deslucido y que nunca quiso romper hacia adelante, no era el mejor material para levantar su particular tarde, en la que fue muy molestado por el viento.

El lote de David Mora resultó sencillamente imposible. Manso y colándose por el pitón izquierdo su primero, al que intentó sujetar en la querencia sin recompensa alguna. Rajado y buscando tablas desde el principio el que cerró la función.

A buen seguro que el diestro de Borox, que también debutaba en esta plaza, imaginó una tarde más prometedora antes de hacer el paseíllo.

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Imagen: EFE.

La Razón

Por Patricia Navarro. Fandiño da el paso de los elegidos

«Un paso atrás y muere el arte, un paso adelante y puede morir el torero». El gran Pepe Alameda lo dejó por escrito, ayer Iván Fandiño lo hizo suyo. Cómplices todos. El impacto de lo que había pasado en el quinto (sobrero) nos dejó pensando. Haciendo cábalas de hasta dónde llega el valor. ¿Encuentra el límite en el cuerpo? El torero vasco había hecho la faena con mayúsculas de la feria.

Ya era suya, una deslumbrante actuación que nos impedía retirar la vista del albero. Se movió Fandiño implacable al borde de lo trágico, con ese valor que da base al arte. Y se perfiló después, moviendo, asegurando el movimiento de la mano derecha, la que porta el acero. Y la suerte… No fue suerte. Iván Fandiño se tiró encima del Fuenteymbro. A matar o morir, no había medias tintas para salir de ese embroque. El toro lo manejó en el aire, le desplomó después, más de media estocada hería al animal de muerte.

Fandiño, que se había llevado un golpe como para estar conmocionado, delegó en nosotros la aprensión. Ni gota de ella. Ni un resquicio. Todo lo había hecho Fandiño con la autenticidad que hace del toreo una cumbre inalcanzable. Memorable gozarla a través del torero vasco. Fue el único astado que acudió al engaño con profundidad, encastado y obedeciendo al toque. El resto de la corrida de Fuente Ymbro tuvo mucha movilidad, pero sin control, violenta, sin entrega, protestona… muy difíciles algunos ejemplares.

Fandiño se puso. Punto. Y daba igual cómo fuera el toro. Así lo hizo en el quite por gaoneras, de no moverse, de fracasar si cedes un milímetro de espacio al toro. Llegaron algunas tandas de derechazos sublimes, estaba toda la emoción contenida en esa ligazón, esa seguridad, ese aplomo y esa incuestionable verdad. Toreó. No acompañó. No vistió el embroque. Citó al toro con los vuelos, se tragó las miraditas inquisitivas, encajó los riñones, caderas hacia delante y el toreo por la barriga. Tocado en el momento exacto. Sin concesiones.

El toro se descomponía a la mínima que sintiera el engaño entre los pitones. Temple. Valor. Talento. Poder. Expresión. Todo cabía en una faena importante. Hasta en las manoletinas, revolviéndose el toro, imperturbable el torero.

La firmeza que tuvo con el segundo resultó inquebrantable. Se metía el toro por dentro una barbaridad. Pesaba en cada muletazo, venciéndose, aminorando espacios y con mucha movilidad. Transmitía. No cedió Fandiño ni en los pases cambiados por la espalda ni en la corajuda faena. Torerazo.

Diego Urdiales se tiró a matar muy de verdad con el primero, que midió mucho y se metía también por dentro. El viento reinó en esta faena y en la del cuarto, como a traición. Urdiales puso valor a las difíciles embestidas y no renunció a la pureza.

David Mora se las vio con el rajado y difícil tercero y con el mirón sexto, que ni arrancaba, sólo medía. Lo intentó Mora. Fandiño había eclipsado la tarde. Y la feria. Había dado un paso al frente, ése que sólo pueden alcanzar los elegidos.

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El País

Por Vicente Sobrino. Fandiño sale por la puerta grande

Pinchó Fuente Ymbro. Y de qué manera. Salieron siete al ruedo, aunque el bonito jabonero que hizo segundo volvió a los corrales por manifiesta cojera. De los seis que murieron en el ruedo, dos salvaron el honor ganadero. Poca cosa, si se tiene en cuenta lo mucho que se esperaba. Ambos dos entraron en el lote de Iván Fandiño, el quinto como sobrero. Este, con cierta diferencia, el más toro del lote, aunque no fuera el de más peso. Corrido el turno, tras la devolución del bonito jabonero, saltó en segundo turno un encastado toro. No fue gran cosa en varas, como el resto, pero tuvo ímpetu y nervio en la muleta. Fandiño le dio tres cambiados por la espalda para abrir boca; limpios, bien marcados. Luego hubo pelea. Si no gobernaba con la muleta, el toro le comía terreno. Le sorprendía. Así pasó hasta tres veces, las dos últimas utilizando la mano izquierda. Hubo mando del torero a veces; en otras, era el toro quien se imponía. Tablas, en fin.

El sobrero, lidiado en quinto lugar, fue el toro más toro de una correcta corrida. Salió escupido de la segunda vara; manseó pues. Fue toro de tener la mente clara y estaba prohibido atropellarse. Fandiño respondió. Una primera y muy buena serie con la derecha sirvió para dejar claro quien debía mandar. Tampoco era cuestión de agobiar, sino de dejar respirar al toro. Entre serie y seria, le dio tranquilidad al de Fuente Ymbro. Por la derecha todo pareció más sencillo, por la izquierda era otro cantar. Por aquí había que tragar y sacar aquello de la mejor manera posible. Una colada por ese lado no descentró al torero. De regreso a la derecha, Fandiño calentó con un par de series muy centrado y de firme decisión. El final de esa faena fue de ataque frontal y nada de tonterías. Y en las manoletinas que bajaron el telón de ese toro hubo algún apuro salvado con cabeza, tronco y extremidades. La media atravesada que cobró Fandiño fue a cambio de una seca voltereta por no cruzar: se echó materialmente encima del toro. Mucho mérito el de Fandiño en este serio toro.

Ni Diego Urdiales ni David Mora encontraron la brújula a mano. Urdiales muy mecánico en el flojo pero encastadito primero, que remataba el pase con la cara alta. No encontró el sitio. Ni terminó de aclararse. Sorteó aquello como pudo, pero con exceso de trompicones. El cuarto no se empleó nunca y tuvo su punto molesto. Muy deslucido y sin ninguna entrega. Urdiales pasó sus apuros, sufrió un desarme y con la faena perdida y muriendo de muerte natural, la música continuó tocando sin venir a cuento.

Tampoco David Mora encontró el camino a seguir. El tercero, suelto en las dos entradas al caballo, se venció ya de salida por el pitón izquierda. A oleadas y buscando las tablas fue toro complicado, que estuvo más pendiente del torero que de la muleta. Mora abandonó posturas y optó por ir directo a la batalla. Ni por esas. Al final, una pérdida de tiempo. Le cayó chalequera la espada y sin pedirlo nadie se fue al tercio a saludar. Otro manso el sexto, que tomó la primera vara del picador que hacía la puerta y en ambas se marchó suelto. En banderillas se refugió en tablas y las volvió a buscar en la muleta. Ya nunca más salió de ese terreno. Mora lo intentó en principio, pero pronto vio que todo el pescado estaba vendido y no quiso entrar en una guerra absurda.

ABC

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Por Andrés Amorós. Una pareja nada extraña

Los que amamos la comedia recordamos siempre «La extraña pareja», con Walther Matthau y Jack Lemmon. Ahora, Iván Fandiño y David Mora forman una pareja nada extraña: se han ganado el respeto de la afición con corridas duras, van a torear este año en todas las Ferias. Se lo merecen. Con mejor suerte en el lote, Fandiño abre la puerta grande pero Mora también está a buen nivel; Urdiales completa dignamente la terna. Los toros de Fuente Ymbro, encastados, presentan dificultades pero dan mérito a lo que hacen los diestros.

Fandiño se lleva los dos mejores. Devuelto por flojo un bonito jabonero, corre el turno: este «Escribiente» no echa ni un borrón. Iván lo recibe muy quieto, casi haciendo la estatua; quita por ceñidas chicuelinas, a las que replica Mora con gaoneras «al atragantón». Brinda a Javier Aresti. Después de los pases cambiados, le da distancia, logra series notables, por los dos lados. Culmina con una gran estocada: oreja. El sobrero quinto flojea, no se entrega. Ahora, las gaoneras impávidas son de Fandiño y las chicuelinas ceñidas, de Mora. Va a más el toro, Iván aguanta, consigue excelentes derechazos, sufre coladas, al natural. Se vuelca en la estocada, es revolcado: otra oreja y salida en hombros.

El tercero sale manseando, enterándose, pega arreones, huye a tablas. David Mora se dobla bien, aguanta mucho. Acepta la pelea en el sitio que quiere el toro, las tablas: faena emocionante, meritoria. Lo estropea porque se le va la mano y la espada queda muy baja.El sexto es incierto, mansea. A un toro que huye, a la defensiva, David Mora le saca excelentes derechazos, en tablas, pero la res se para por completo, se raja. No hay nada más que hacer. Esta vez sí acierta con la espada.

Inicia Urdiales una nueva etapa, apoderado por Santiago López. El primer toro flojea pero se viene arriba en la muleta. Molesto por el viento, Diego corre la mano con gusto en una faena larga, porfiada, con esfuerzo. Entra muy recto a matar: petición. Vuelve a «tragar» en el cuarto, reservón, «Hurón» en su madriguera. Con un lote nada fácil, muestra disposición y buenas maneras.

Veo a Fandiño muy seguro, muy puesto y confiado en sus posibilidades; además, es un gran matador. Responde al tópico tradicional de los «toreros de hierro» bilbaínos. Mora está menos toreado pero intenta seguir el camino de los lidiadores clásicos. Los esperamos a los dos en Madrid, el Domingo de Ramos, y en Sevilla. Pueden formar una pareja de toreros serios.


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©Imágenes del festejo: Francisco José Ferriz.

Valencia. Temporada 2012.

valencia_180312.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:22 (editor externo)