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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Lunes 1 de mayo de 2023

Corrida de toros

Ficha técnica del festejo

Ganadería: Toros de Miura (serios, algunos deslucidos, bueno el 4º).

Diestros:

Antonio Ferrera. Estocada (silencio); pinchazo, estocada caída (silencio); estocada (silencio).

Manuel Escribano: Estocada caída (ovación); estocada baja (oreja); estocada (ovación).

Banderilleros que saludaron: Ángel Otero y Alberto Carretero en el 1º; Alberto Carretero y Joao Ferreira en el 3º.

Incidencias: el matador de toros acartelado David Fandila El Fandi presentó antes del correspondiente sorteo parte facultativo que le impedía actuar en el festejo.

Sobresaliente: Antonio Fernández Pineda.

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: soleado, caluroso al principio.

Entrada: más de tres cuartos de plaza.

Imágenes

Video resumen AQUí

Crónicas de la prensa

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver. Faenón de Escribano, qué gran Feria ha echado, a un gran Miura

La miurada fue como todas, o casi todas, tres grandes y tres chicos, mal enlotados, es cierto, tal vez por la baja a última hora de Fandi. Con su ausencia ganó el cartel, no lo duden. Y un gran toro el cuarto, “Choricero”, que todavía no me explico por qué no se le dio la vuelta al ruedo, cuando otros no tan buenos se la llevaron. Creo que puede ser el toro de la Feria, en disputa con otros, sin duda. Ferrera anduvo por allí con sus detalles histriónicos, incluído el capote. Y Escribano cerró una gran Feria, la suya y la de los demás, tras un faenón: recibo a portagayola, brillante con el capote, riesgo en banderillas y muleta templada para ese “Choricero”. Se le fue algo baja la espada y eso impidió, con justicia, el segundo trofeo, aunque sea también verdad que a otros con faenas peores y espadas similares le han regalado las dos. Pero Sevilla debe ser así, esa es la medida. Y me pregunto: este Escribano de Gerena, que hace 10 años descubrió la gente sustituyendo a Juli en la Miura, que está en plena sazón y lo da todo cada tarde…porqué no ha estado este año en la Magdalena, Fallas, San Isidro…misterios de la tauromaquia.

Por Vicente Zabala de la Serna. El Mundo. La absoluta rotundidad de Manuel Escribano cierra una feria de Sevilla memorable

Miura cerraba una memorable feria de Abril 2023. Grabada a fuego con el nombre de Morante de la Puebla, no han cesado de pasar cosas día tras día. Rara fue la tarde sin un algo que echarse a la boca, con un nivel ganadero excepcional. «La Feria», con mayúsculas, como la bautizó Ramón Valencia, lo ha sido de verdad. La recuperación en líneas generales del cuatreño y las hechuras caras. No caben en un podio los toros de la excelencia, que acumularon hasta cuatro vueltas al ruedo en el arrastre: Ligerito, de Domingo Hernández [la enhorabuena legal para Concha Hernández; la felicitación moral para su hermano Justo]; Patatero, de Victorino Martín; Príncipe, de El Parralejo; y Filósofo, de Matilla, que si de bravura hablamos estrictamente, sin otras connotaciones virtuosas, se sale del mapa. Y la lista podría seguir larga con toros de nota sin pañuelo azul.

A la nómina vino a sumarse Choricero, un miura cárdeno salpicado, serio pero fino, con esa lámina que los grises han fijado en la legendaria ganadería, una morfología en cuesta abajo para toros tan altos. Y, lo que es más importante, con una capacidad para humillar. Que en este caso se acompañaba de una bravura franca, un motor importante, una entrega hasta los límites de Miura. Ese plus que nunca se olvida ni en la más notable embestida.

Manuel Escribano, que regresaba con la gloria aún fresca, reeditó su éxito con absoluta rotundidad. De princpio a fin. Desde el saludo a porta gayola -de escalofrío la espera-, pasando por un vibrante toreo a la verónica hasta una faena redonda, pluscuamperfecta por las dos manos. Encajado, largo en el trazo, poderoso con tanta potencia. Desde la apertura pendular por cambiados hasta la ronda de despedida, todo transcurrió por la senda de la emotividad, la que vierte lo auténtico. Lástima que la espada, pese a tirarse recto como una vela, se hundiera por los blandos. El palco desestimó la petición de la segunda oreja; la concedida desprendía un peso mayúsculo. Casi de dos. En cada uno de los tercios -también en banderillas- Escribano se había dado en cuerpo y alma.

Hasta el momento, los tres miuras lidiados en este nuevo lunes de resaca no habían valido nada. Mano a mano por baja de El Fandi, Antonio Ferrera y Manuel Escribano los habían ido despachando con intachable profesionalidad.

Ferrera se había encontrado con un formidable miureño, un tren, para abrir plaza. Su supuesta alegría en capotes se transformó rápidamente en un no pasar en la muleta, lo normal en ellos cuando se trata de embestir en serio. Ni una vez descolgó ni empujó una vez perdidas las inercias de los tercios previos. AF resolvió con el oficio de los años.

Escribano tuvo en sus manos el toro más liviano de la imponente miura, el primer cinqueño de un lote de tres, que se completaba con quinto y sexto. Este segundo se movió con una devanadera en la cabeza, siempre o por la esclavina o por el palillo, sin maldad. La agilidad de la bestia frente a la seguridad del sevillano, que entendió perfecto la altura. Entendimiento sin lucimiento, imposible decir nada. Curtida profesionalidad.

El hechurado cárdeno tercero se adornaba con una falta evidente de poder, abordable por el derecho y sin un pase por el izquierdo. Antonio Ferrera le sacó lo que había y lo mató con encomiable contundencia (tras un pinchazo). Ese ataque del volapié a ley lo reprodujo de nuevo el cinqueño quinto, de despampanante trapío. La maquinaria portentosa del miureño carecía del poder debido para impulsar lo que parecía buena intención. No hubo caso ni causa con tan trémulos apoyos. Ni se sostenía, y una caída en el incio de la faena lo terminó de sentenciar. De AF fue el lote más ingrato. En su haber quedaron las aladas y breves intervenciones en quites con su capote azul.

La tarde última la cerró Manuel Escribano otra vez en la puerta de toriles, de nuevo a la verónica -un lance mirando al tendido- con la plaza puesta en pie. El toro se empleó en bravo en el caballo como toda la corrida, fue a veces revoltoso y, luego, obediente, incluso soso. El torero le hizo todo con aplomo, lo requerido y preciso en cada momento, cerrando una feria, la suya, también para el recuerdo.

Por Jesús Bayort. ABC. El carisma de Manuel Escribano le pone la guinda a una Feria de Abril para el recuerdo

Andaba Sevilla revuelta con la baja de última hora de El Fandi, elucubrando con suspicacia sobre auténticas barbaridades. Dudar de la capacidad lidiadora del granadino a estas alturas es un disparate. Que por cierto, era uno de los pocos alicientes de este postrer cartel tan mal tirado. Pero la pregunta estaba equivocada en su planteamiento. La cuestión no era la gravedad de lo que le había pasado a El Fandi en su espalda, sino saber que qué hacía El Fandi toreando por la provincia de Guadalajara un día antes de venir a Sevilla. ¿Tanta necesidad tenía?

Aquello era difícil de explicar, como también lo fue la respuesta de la empresa Pagés, tirando por la calle de enmedio. Insiste Ramón Valencia en reprocharnos a los periodistas que hayamos catalogado por dos años consecutivos el sexteto de matadores de la provincia como la 'Corrida de la Oportunidad'. Y no le falta razón, porque oportunidad no era eso. Oportunidad hubiera sido marcar a mediodía el teléfono de cualquiera de esos seis. Incluso de cualquier otro, como por ejemplo Oliva Soto o Esaú Fernández. Pero prefirió llamar a un sobresaliente…

Una vez confirmado el despropósito, la corrida de Miura fue tan simple de presentación como de resultado en su conjunto. Realzada por un sensacional Choricero, lidiado en quinto lugar, que humilló tanto como gasolina traía. Un toro con matices en su lidia al que entendió en un encomiable esfuerzo Manuel Escribano que, al contrario de como apuntábamos durante la corrida de El Parralejo sobre Daniel Luque, trae media oreja cortada de casa. Un torero que cautiva a los tendidos, por su dignidad, por sus cariñosos gestos con la galería y por la verdad de lo que plantea en el ruedo.

La oreja que se llevó tenía mucho peso. Sin caer en el tópico, entrando en el sentido literal: medio lomo colgaba del apéndice que premiaba al de Gerena. Una oreja con la fuerza de dos, que son las que con mucha intensidad le pidieron los tendidos de la Maestranza después de su vibrante labor con Choricero, que por fin mezclaba emoción con humillación tras una cuestionable previa. La exhibición de fortaleza física del diestro arracancaba a portagayola, y le libraba por dos veces de la tragedia en banderillas. Mucho tuvo que tragar desde los medios cuando al de Miura le dio por frenarse en seco a mitad de su encuentro para el pase cambiado. Y ahí seguía Manuel, con su serenidad perpetua. Tejera también arrimaba el hombro, que ordenaba tocar tras la serie de péndulos. Aquello crecía en vibración, conforme el cardenito iba hondonando por el ruedo de la Maestranza, metiendo el hocico en su sustrato, violentándose en cada salida. No era fácil su lidia, de ahí la emoción que siempre tuvo. Sólo el bajonazo le impidió desorejar al de Miura, teniendo que reconocer el acierto de Fernández Figueroa, pese a la bronca que tuvo que aguantar.

No perdió el ánimo el de Gerena, que nuevamente se arrodilló frente a los chiqueros para recibir a Amargoso, insuficiente para el éxito que pretendía Escribano. Con un recibo explosivo, mirando entre eléctricos lances a unos tendidos que se ponían en pie antes de que llegara el remate. El carisma de este torero es innegable. Más tensión se generó cuando el algabeño José Luis Neiro evitó que este sexto entrara al caballo de la puerta, en una sucesión de lances que resolvió sin problemas. Poco pudo hacer el diestro con la muleta, ante un deslucido animal que se revolvía con mal estilo. Paradójicamente, ahí sí que rubricó con una buena estocada.

Yegüerizo, su primero, era un corredor keniata. Con las patas muy largas, con la velocidad extrema y con la finura en los cuernos del que hace largas distancias. Siempre sin humillar, sin entregarse, aunque arrancándose de punta a punta. Sorprendía Escribano con un inicio de faena por estatuarios, cuando más alzó la cara el cinqueño. Un defecto que no se corrigió en toda su lidia, sobrepasando el estaquillador, a la altura de la hombrera. Raro era lo que hacía por el izquierdo, contracturado en su gesto. Demasiado estuvo con él, para el contenido que tuvo. El capote de los Pitufos

La presencia de Antonio Ferrera traía consigo el regreso de su espantoso capote en tonos pitufinos. El poco bordado del terno le delataba: llegaba más ancho que el Simpecado de Umbrete. Despachaba en primer turno a Triguero, que era tan largo como alto, aunque sin exageraciones en su apariencia. Acapachado, con cuello. Derrochaba franqueza desde primera hora, para el caballo –que fue de largo– y para las banderillas. Ángel Otero y Alberto Carrero lo bordaron con los palos. Provocando la arrancada, dejando que el toro iniciara la trayectoria, sin cuarteos, yendo hacia el pitón. Mantenía la misma franqueza en la muleta, aunque tardo en su embestida. Lo buscaba Ferrera al pitón de fuera, sin terminar de confiarse. Que acaba ganándole el pitón, expulsándolo. Lo mejor fue la estocada: en el sitio, letal.

Más cuajado era Charrano, el tercero de la tarde, grande en su cárdena estampa. Se esmeraban en colocarlo largo del caballo mientras el miureño se preocupaba de seguirle la carrera a los capoteros. Expuso una barbaridad en banderillas Joao Ferreira, que clavó entre pitones. Muy pastueño y noble en la muleta, se iba rebrincando conforme Ferrera lo iba pasando y probando en una lidia siempre a la defensiva. Lo trataba como si en una retienta estuviese, poniendo y quitando la muleta, renunciando a un pitón izquierdo que se atisbaba complicado.

Torrealta, el quinto, fue la gran decepción. En un constante doblar de manos, sin poder, sin emoción y sin peligro, que son los mimbres que sostienen históricamente a esta legendaria ganadería. De bella lámina, bastas pezuñas y rabón, que hasta parecía postizo. Poco recordamos ya de su lidia, con un Antonio Ferrera que lo brindó al público para luego alargarse sin resultado.

Por Patricia Navarro. La Razón. Escribano, la explosión con Miura como colofón de la Feria de Abril

La mítica corrida de Miura cerraba la Feria de Abril de Sevilla. Con la baja de El Fandi, por el dolor lumbar, el festejo quedó en un mano a mano entre Ferrera y Escribano. Dos toreros que saben de qué va esto. A un toro más por coleta. Se notó un poco en el ocaso de la feria la asistencia de público, pero aun así hubo buena entrada en una serial que ha arrasado en taquilla. El primero nos hizo concebir ilusiones, pero duró poco después en la muleta de Antonio Ferrera. Explosivo había sido el tercio de banderillas en el que se desmonteraron Ángel Otero y Alberto Carrero. Cuando llegó la hora de empujar, ya no decimos humillar, la cosa no acabó de definirse y Ferrera anduvo certero a espadas.

Escribano estuvo fácil con un toro que no lo era. Ni una sola una vez humilló el animal, como tampoco lo hizo en la suerte suprema. A su vez en cada encuentro derrotaba y el esfuerzo de estar delante no tenía trascendencia en el público. Manuel tiró de oficio y se lo hizo perfecto, aunque pasara todo con discreción.

El tercero era un toro grandón tipo de la casa, que se dejó por el derecho, con la cara siempre por las nubes y no tuvo un pase por el zurdo. Antonio lo hizo fácil por ambos pitones. Exprimió el derecho y resolvió con la espada, que con este hierro sencillo meter la mano nunca es.

Escribano fue fiel a sí mismo. Una vez más, una tarde más, también con la de Miura y en el cuarto se fue a portagayola. La corrida no iba fina, pero no renunciaba a dejar su sello. En la de Victorino hizo una de las faenas de la feria, y en este caso es mucho decir. Después de la portagayola al toro de Miura le calzó unas cuantas verónicas de mucho mérito. Y a partir de ahí fue todo rodado. Exposición máxima en banderillas hasta dejarnos sin aliento y ver cómo estuvo a punto de cogerlo y faenón de muleta, como si fuera un toro más. Pases cambiados de comienzo y atornillado al suelo para componer una faena sincera a un toro que se dejó, que fue bueno y transmitió, pero con las inolvidables connotaciones de la casa. Torero en gran momento. Sobrado. Fue una pena que la estocada se le fuera abajo, a pesar de que lo mató a la primera y en la rectitud y eso hizo que el merecido doble premio se quedara en uno. (Pidieron los dos, pero el presidente puso el sentido común a una plaza de tanta categoría).

Intentamos aterrizar en el quinto de todas las emociones vividas, pero el primero que se vino abajo fue el animal, que no podía con su espíritu y no le aguantaba una tanda completa a Ferrera.

Volvió a hacerlo Escribano. Se fue a portagayola en el toro que cerraba plaza y feria y el Miura se lo puso difícil al desviarse de la suerte de salida. Resolvió Manuel con mucho sitio y logró que tras las verónicas, una de ellas mirando al tendido, la gente se pusiera en pie. Fue bravo en el caballo, como casi todas la corrida. Faltó vibración en la muleta, aunque la faena de Escribano fue rotunda. La ovación supo a poco. Escribano había echado un ferión. Madrid, donde no está anunciado, le espera.

Por Luis Carlos Peris. Diario de Sevilla. Qué buen torero es Escribano

Arriado el telón, todo llega y llegó de forma natural, como ordena la tradición, con el hierro legendario de Miura, la temible ganadería de la A con asas que fue labrando esa leyenda mediante un cúmulo de tragedias. Y el festejo, que se anunciaba con una terna, quedó en un mano a mano. El Fandi, a eso de la una y media de la tarde, tras muchos cabildeos que hicieron retrasar el sorteo, envió un parte facultativo y lo cierto es que no hubo devolución de entradas.

Y la corrida salió como era de esperar, con toros de presencia imponente, pero que no facilitan en nada el lucimiento de los toreros. Y que conste que esa falta de colaboración no fue porque metiesen miedo, sino por falta de clase. Sólo un toro metió la cara por abajo, pues el resto llevaba la cara por el pecho del torero, se revolvía o se quedaba corto. De todo un poco, agítese y sale lo que significaron cinco de los seis toros que saltaron al amarillo albero. Y otra cuestión que hay que tener en cuenta es el tiempo que hace que este hierro dejó de ser taquillero. Desde los tiempos de Limeño acá no se recuerda un lleno en los tendidos y ayer no faltó a la costumbre de mostrar demasiada ladrillería al descubierto.

Y para enfrentarse a estas moles con cuernos, dos expertos en corridas duras a la palestra. Dos toreros peritos en la materia, pero que cuando la materia es como la que ayer vino de Zahariche, de nada sirve ser especialista en este tipo de corridas. Antonio Ferrera sigue con esa costumbre de nuevo cuño que es sacar el capote azul horroroso con vuelta celeste incalificable. A guisa de capa de mago, de nada le sirvió ayer al ibicenco de cuna y extremeño de adopción ese artilugio más propio para la magia que para el toreo.

El primero que le cupo en desgracia, una mole de 590 kilos, lo lució en el caballo poniéndolo lejos y yendo con prontitud y fijeza, pero de ahí no pasó. Se llamaba Triguero, Ferrera, de rodillas en los medios, lo brindó a alguien del Cielo y por mucho que quiso apenas pudo. Rebrincado y sin humillar, unos redondos a media altura y a regatear preparándolo para morir. Y murió sin dejar de berrear de una estocada arriba.

En su segundo, un precioso cárdeno de 616 kilos que arrancó una ovación de salida, hubo de lidiar sobre las piernas y a través de muchas probaturas le robó cuatro o cinco redondos. Mató de estocada y un espeso silencio fue el obsequio de la Maestranza. En el quinto, otro cárdeno de 625 kilos y cinqueño que atendía por Torrealta, más de lo mismo y eso que Antonio algo le vería cuando lo brindó al público. Tras una tremenda costalada en los tanteos, el toro se negó a colaborar. Ferrera lo intentó por ambos pitones, echaba la cara arriba por el izquierdo y le robó algún redondo, pero aquello no tenía futuro y el torero lo despenó de un estoconazo.

El triunfador de la tarde fue Manuel Escribano, que aparte de encontrarse con el único toro potable demuestra a diario lo buen torero que es. Se fue a portagayola en cuarto y sexto, banderilleó a los tres, con pares especialmente arriesgados con Choricero, el toro del éxito. Si su primero echaba la cara por las nubes, Manuel aguantaba estoico. Si con el toro potable podía hacer el toreo bueno, ahí estaba el gerenense para llevarlo largo en unos muletazos largos y pletóricos de poderío.

Manuel Escribano, que ya dio talla de enorme torero la tarde de los victorinos, con la de Miura estuvo muy por encima de su lote y dando mucho más de lo que merecían. Poderoso con el capote, vibrante con los garapullos hasta jugársela en esos pares de dentro a fuera, Manuel tiene la virtud de impedir que alguien sea capaz de comer pipas en el tendido. La faena a ese toro cuarto será recordada por el buen aficionado, como buen aficionado demostró ser don Fernando Fernández-Figueroa Guerrero al no atender la tremenda petición de la segunda oreja de este Choricero, ya que la espada se le fue a los bajos. El premio se quedó en una sola oreja, pero Manuel Escribano se va de una nueva Feria con el crédito por las nubes. También con la confirmación una vez más de lo buen torero que es este Manuel Escribano.

Por Toromedia. Manuel Escribano cortó una oreja en la corrida de Miura que cerró la Feria

Manuel Escribano se ha ratificado esta tarde como uno de los más sólidos triunfadores de la Feria al cortar una oreja al cuarto de la tarde, un gran toro de Miura. Se pidió incluso el segundo trofeo para el torero de Gerena que el presidente no concedió. Escribano fue, por tanto, el triunfador en el mano a mano que libró con Antonio Ferrera, forzado por la baja a última hora de El Fandi, que presentó parte facultativo aludiendo a problemas de ciática. Ferrera no tuvo en su lote toros aptos para sumarse al triunfo.

Ferrera toreó con oficio de capa al 'miura' que abrió plaza, un toro que no se entregó en la muleta y que fue acortando cada vez más su recorrido. Ferrera lo intentó pero apenas pudo sacar una serie. Mató de estocada fulminante.

Escribano no pudo lucir con el capote en el segundo, pero sí en el tercio de banderillas, cerrando con un par al quiebro y al violín pegado a tablas. Comenzó con muletazos por alto y cuando intentó torear en redondo el toro no paró de dar cabezazos y echar la cara arriba de forma molesta. A pesar de ello, el torero no perdió la compostura, muy centrado y por encima de su oponente. Mató de estocada desprendida y tuvo que descabellar.

El tercero fue un toro de envergadura que se aburrió pronto de embestir al capote de Ferrera. En la muleta nunca se empleó y le costó ir hacia adelante. Ferrera tiró de oficio y le robó algunos por el lado derecho en una labor de mérito que remató de pinchazo y estocada.

Escribano subió el tono de la tarde al irse a portagayola en el cuarto, al que luego toreó de forma excelente a la verónica. El toro acudió bien al caballo en los dos puyazos y Ferrera entró en quite. Escribano arriesgó en un emocionante tercio de banderillas. Brindó al público y comenzó la faena con dos pases cambiados por la espalda. Cuando toreó en redondo, templó bien a un toro bravo que transmitía mucho, el mejor de la corrida. Pero fue al natural cuando la faena alcanzó la cumbre con dos series ligadas y bien rematadas. Ligó una última serie con la derecha y se adornó antes de matar de estocada un punto desprendida. Esto fue lo único que pudo apartarle de cortar las dos orejas.

Ferrera puso variedad en el recibo al quinto, echando el toro las manos por delante en el capote. La falta de fuerza fue el principal problema de este Miura, que por lo demás era noble. Por esa falta de poder se defendió e impidió el lucimiento del extremeño a pesar de que intentó sacar partido por todos los medios. Mató de buena estocada y fue silenciado.

Escribano volvió a irse a portagayola en el sexto, toreando de nuevo con vibración a la verónica. El toro se enceló largo rato en el peto en el primer puyazo y se arrancó de lejos en el segundo. En banderillas volvió a lucirse el torero, sobresaliendo en el tercer par al quiebro pegado a tablas. Brindó al público y citó desde los medios dando las ventajas a un toro que comenzó pronto a quedarse corto. Escribano se empleó para sacar partido a la media arrancada del de Miura. Volvió a ser superior y mató de estocada efectiva para recoger la última ovación de la Feria.

Fotografía: Arjona/Toromedia.

01_mayo_23_sevilla.txt · Última modificación: 2023/05/01 23:29 por paco