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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Tarde del domingo, 11 de abril de 2010

Corrida de rejones

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Fermín Bohórquez (bien presentados, con distinto juego; 5º rajado, 6º manso).

Rejoneadores:

Fermín Bohórquez: Rejón de muerte, dos descabellos (silencio); dos pinchazos, rejón de muerte contrario (silencio) .

Hermoso de Mendoza. Cuatro pinchazos y puntilla (palmas); dos pinchazos, rejón de muerte (silencio).

Diego Ventura. Rejonazo en su sitio (dos orejas); rejón de muerte trasero (dos orejas).

Presidente: Julián Salguero.

Tiempo: Soleado.

Entrada: Lleno.

Crónicas de la prensa: El Mundo, EFE, El País, Diario de Sevilla, ABC, El Correo de Andalucía.

©Diego Ventura abrió la Puerta del Príncipe. Fotos de Carlos Núñez/Toromedia.


Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Volvió a ganar el portugués de La Puebla, por goleada, pero con resultado engañoso. El domingo de Resurreción Diego Ventura me tocó al lado, junto a la puerta de arrastre, y se emocionó con su medio paisano, Morante. Ayer, fue el otro Morante, su caballo, el que levantó la pasión en los tendidos. Y la polémica: no es necesario humillar al toro con los bocaítos. Es heterodoxo, quién lo duda. Pero el rejoneo siempre avanza a golpe de revolución. Desde Cañero a Alvaro Domecq pasando por los Peralta, y después Vidrié y Hermoso de Mendoza. Ahora es el tiempo de este pequeño jinete de espectaculares montas. Tiene caballos buenos que gustaron, como Triana y Orobroy. Y el estellés también brilló con corceles como Icaro o Caviar. pero los caballos no ponen el rejón de muerte, aunque ayuden. Y se fue de vacío. El niño de Fermín, clásico, la ortodoxia campera, también fallo. Y de sus caballos no se suele citar el nombre, son más anónimos. En fin, que debutó el presidente que se preparó en la tempoarada pasada y estuvo muy generoso en la cuarta oreja, un regalo por el debut. Pero Ventura, heterodoxo, revolucionario y tal,sin embargo se mereció la Puerta Grande.


Lo mejor, lo peor

Por Juan Carlos Gil.

Lo mejor: la espectacularidad ecuestre

Diego Ventura, por tesón, afición, ahínco e incluso hasta un tanto de vehemencia en el manejo de las cabalgaduras, se ha convertido en el número uno de los rejoneadores en la actualidad. Un triunfo incontestable, rotundo y un pelín excesivo, pues tres orejas habrían sido suficiente, ha constituido la primera Puerta del Príncipe de la Feria de abril 2010. Su toreo a caballo no se detiene en matices, es espectacular, arriesgado y disfruta de las cercanías de los pitones en su magnífica cuadra. Al tercero de la tarde supo pararlo en un palmo de terreno con mucho temple y gran compás. En el segundo tercio electrizó al respetable con las banderillas cortas en una rueda interminable. Fue inteligente y cortó la faena justo cuando el pupilo de Bohórquez aun le restaba un hálito de vida. Con el sexto, rajado y sin celo en los caballos, tuvo la virtud de la paciencia y supo buscar los terrenos para ofrecer su faena. Se le nota la experiencia y nadie daba nada por el toro apretó el acelerador y clavó en la yema, buscando siempre la facilidad de la querencia. Fueron magníficos los quiebros, el galope a dos pistas y resultaron eficaces los rejones de muerte.

Lo peor: el mal uso del rejón de muerte

Fermín Bohórquez y sobre todo Pablo Hermoso de Mendoza echaron por la borda límpidas faenas por el pésimo uso del rejón de muerte. El navarro pudo triunfar ante sus dos oponentes por una técnica envidiable y una sabiduría poco común. Sin embargo, y hay que censurarlo, apuró al máximo la lidia de sus dos cuatreños y en el último instante no le ayudaron nada. Esperaron con la gaita en lo alto y no descubrieron nunca… El resultado fue una demora imperdonable en la muerte de su lote, lo que le privó del corte del algún apéndice. Y es que, como todo en el toreo, la medida es una virtud que debe aplicarse siempre.

Hay que condenar los continuos silbidos del personal cuando alguno de los peones salen con sus capas a colocar al toro en suerte o simplemente o dejarlo en el centro del ruedo. Cumplen eficazmente con su trabajo y sus capotazos no merman a las reses, salvo que abusen… y ayer no fue el caso. Habría que pedir a los toros de Fermín Bohórquez un poco más de bravura y menos sosería.


El Mundo

Por Zabala de la Serna. Puerta del Príncipe para Diego Ventura

Fermín Bohórquez abre plaza. El toro, también de Bohórquez, tiene un tranco magnífico, sostenido de temple. Clásico el jerezano, que pincha finalmente y estropea lo hecho.

El segundo es poquito toro por fuera y por dentro. Escasas las fuerzas y pobre continuidad. Pablo Hermoso de Mendoza le pisa terrenos para provocarlo. Pero falta emoción y falla con los aceros.

La faena de Diego Ventura tiene intensidad. No hay respiro. Todo tiene un ritmo frenético. Valiente Ventura, que mata como un cañon. Llega mucho al público porque le ha llegado mucho al toro. Dos orejas. El toro veía venir al huracán de La Puebla por todos los lados.

El cuarto es más toro que los tres anteriores. Parece pararse tras el rejón. Bohórquez le cambia la distancia, se la amplía, porque de cerca el toro camina y no quiere, y mejora la cosa. Otra vez falla con los aceros.

Hermoso lidia con cabeza un quinto rajado de salida. Lo aleja de la querencia y le hace faena en los medios. Lo más de todo llega con 'Silveti': dos banderillas en sendos encuentros de parón. Falla de nuevo en el momento definitivo.

El sexto mansea y embiste a arreones. Ventura lo sujeta lejos de tablas, el refugio natural del toro. Faena de oficio que termina por los adentros con las cortas y valor. Lo revienta de un rejonazo muy trasero y bajo. Dos orejas exajeradas ahora.


El Mundo

Por Carlos Crivell.

Con la corrida de ayer se vuelve a la eterna discusión sobre el lugar que ocupa el rejoneo en la tauromaquia. Siempre fue considerada como una materia taurina, especialmente con la presencia en los ruedos de Antonio Cañero, Álvaro Domecq y Ángel Peralta. En los tiempos actuales, el gran maestro es Hermoso de Mendoza, que introduce alardes que ya comenzaron a mostrar un rejoneo más cercano al espectáculo que al toreo. En nuestros días, casi no queda nada de tauromaquia clásica. El rejoneo no se ajusta ya a los cánones eternos.

La pregunta sería si en el toreo a caballo hay cánones, reglas o normas clásicas. Según los grandes maestros sí hay cánones. Sin embargo, los públicos ya no admiten un toreo a caballo exento de piruetas, giros, vueltas, carreras a dos pistas y semejantes histrionismos que consiguen el clamor en los tendidos. Será preciso admitir que algo ha cambiado en el toreo a caballo.

Los expertos en cuestiones equinas admiran la doma excelsa a la que se ha llegado con los caballos toreros. Al margen de la doma, apenas se valora el temple al fijar un astado de salida, la lidia siempre en el centro, la capacidad para hacer las suertes con torería y señorío, la entrada y salida de la cara del toro con limpieza, la preseverancia para citar siempre de frente y clavar al estribo… Sin embargo, son muy celebrados algunos alardes de valor incuestionable, aunque de complicada explicación dentro de los cánones, como provocar las palmas con balanceos al citar o la célebre suerte del bocado al pitón o la divisa. Como quiera que carezco de argumentos precisos para fijar normas, será preciso considerar que ya todo es distinto y que el rejoneo del siglo XXI debe ser el de la espectacularidad y el exhibicionismo, mientras que el silencio que provoca un caballero cuando se empeña en hacer bien las suertes debe ser la expresión de ese estilo ya no se lleva.

Desde el prisma de la doma, el dominio de las cabalgaduras y la variedad de suertes llamativas, el toreo a caballo de nuestros días tiene como paradigma a Diego Ventura, que en su tarde sevillana mostró todo su arsenal y poderío, ya con los caballos consagrados - Morante, Califa y Nazarí -, ya con los nuevos, tales como Triana, Revuelo y Orobroy. Ventura conectó con el tendido que le agradeció su entrega y espectacularidad. Como mató pronto, el palco, con un alarde de generosidad llamativo, le premió con cuatro orejas. Pablo Hermoso está a mitad de camino entre la pureza y la espectacularidad. En esta corrida sevillana rayó a buen nivel, aunque el fallo con el rejón de muerte le privó de cortar trofeos. Al navarro se le vio algo frío, carente de la chispa que le caracterizó siempre, a pesar de las maravillas de su cuadra, como Ícaro y Silveti, por no hablar de Chenel, escasamente utilizado en esta ocasión.

Los cánones los puso sobre la plaza Fermín Bohórquez, pero el público lo recibió con cierto aburrimiento, debido a que en el toreo a caballo del jerezano no hay alardes. Posiblemente, lo mejor de la tarde fue la forma de parar al cuarto sobre la yegua Rubia, sencillamente perfecto. El probelma, además, es que habitualmente Fermín está negado con el rejón de muerte. Se llevó dos silencios. Su labor en el cuarto mereció mayor reconocimiento del tendido, pero hay que admitir ya de forma terminante que en cuestiones de toreo a caballo se han olvidado los cánones y reina el toreo que exige a las cabalgaduras verdaderas maravillas, de forma que el concepto toreo ha quedado desterrado. No importa el señorío, el temple o la torería, lo que gusta es que un caballo le quiera dar un mordisco a un toro.


EFE

Por Juan Miguel Núñez. Cuatro orejas para Ventura, el triunfador de la tarde

El “derby” Hermoso de Mendoza-Ventura, los dos nombres destacados del rejoneo actual, se ha resuelto en Sevilla por cuatro a cero a favor del más joven. Números aparte, ni Hermoso ha estado tan mal ni Ventura tan bien. En todo caso, para tan contundente resultado el triunfador ha contado con colaboraciones que al otro se le han negado.

Determinantes fueron los toros. Los que le tocaron a Hermoso no colaboraron lo más mínimo. Los dos muy parados y yendo a menos, además de que el que hizo quinto manseó más de la cuenta.

Esa fue la tónica de la corrida de Bohórquez, pero con la suerte para Ventura de que su primero resultó la excepción por bueno. No obstante tuvo también el sevillano-portugués un sexto toro amigo de las tablas que a otro cualquiera hubiera traído de cabeza.

Pero como resulta que Ventura puede con todo, o casi, también al malo le dio “fiesta”. Su rejoneo en uno y otro fue intenso y sincero. Ajustado y siempre acertado al clavar, se adornó también con torería en las oportunidades al caso.

En los dos mató a la primera, de sendos y fulminantes rejonazos.

Hay que anotar eso y un ambiente muy a favor tanto en el tendido como en “el palco”, pues en ningún momento remoloneó lo más mínimo el usía para sacar los pañuelos, al contrario, casi antes de que la petición fuera mayoritaria de antemano asomaban los suyos.

Pero quede claro que a pesar de las concesiones, también hay una larga lista de méritos en las dos faenas de Ventura.

Frente al tercero, el toro de embestida más franca, destacó el caballo “Nazarí” en los galopes a dos pistas al entrar y salir en banderillas, dejándose acariciar por los pitones siempre a milímetros de la montura. El dominio del jinete para clavar fue absoluto, a veces dejando las banderillas por sorpresa en pleno galope.

Con “Revuelo”, provocó ídem en el sexto, sobre todo al ir a buscar al toro a la querencia. Pasión, entrega y mando en banderillas. En los adornos, un vistoso balanceo tierra a tierra para abundar en el clima de frenesí que presidió la faena. Total, dos y dos, cuatro orejas. Y la foto a hombros en la Puerta del Príncipe.

A Hermoso, está dicho, le tocó la china. Por un momento estuvo cerca del triunfo en el primero de su lote, por la forma de encelar de salida, por los ajustados quiebros y por la precisión y arrojo en banderillas. Pero el fallo al matar fue estrepitoso.

El quinto se desentendía en la segunda carrera, y se negó en redondo al sentir los hierros. Toro también flojo de atrás, muy quedado. Hermoso se obligó a sí mismo una barbaridad. Pero no fue posible. Y encima otra vez el fallo en la suerte suprema.

Bohórquez cumplió también una notable actuación en el toro que abrió plaza, que aún a pesar de su escasa presencia tuvo buen son.

Faena clásica, de líneas muy puras, los cites en corto y las reuniones al estribo para clavar siempre arriba.

Especialmente emotiva la intervención de “Sinfonía”, uno de sus caballos estrella del jinete jerezano, que hoy intervino por última vez en su vida en La Maestranza.

Con él, dos banderillas de auténtico acabose, citando a caballo parado, dejando llegar, ajustándose mucho y saliendo limpiamente de la suerte. También alcanzó nota alta con “Melero” en el par a dos manos. El cuarto fue toro más difícil de pelar, y aún así Bohórquez hizo un toreo muy expresivo. Lo malo fue que no mató a ninguno.


Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Diego Ventura retoma el vuelo

El rejoneador Diego Ventura se alzó triunfador del festejo de rejones celebrado ayer en la Maestranza, tras una actuación completa en la que imperó la espectacularidad, y cortó un total de cuatro orejas. Pablo Hermoso de Mendoza, muy por encima de un pésimo lote, y Bohórquez, con un bello toreo campero, no pudieron triunfar.

Tras los primeros compases del toreo a pie, se celebró ayer este espectáculo de rejoneo en el que los protagonistas, en gran medida, son ese ejército de caballos alados, maravillosos, a los que únicamente les falta hablar. Los tendidos se renovaron con un público más proclive a divertirse en un festejo muy distinto en exigencias al toreo a pie. Un espectáculo que se presentaba como un nuevo duelo entre Hermoso y Ventura, con el permiso del telonero Bohórquez. Todos los trofeos fueron a manos del sevillano nacido en Lisboa. Pero, en honor a la verdad, Hermoso deleitó con una lidia de muchos quilates ante el lote más complicado y Bohórquez brilló en algunos pasajes por su temple, dentro de su habitual y sobria tauromaquia campera.

Diego Ventura recogió bien -caracoleando encima de su cabalgadura- al tercer astado, el mejor del encierro, que resultó manejable. Se lució en banderillas y llegó fundamentalmente al tendido cuando Morante mordió por tres veces al toro. Tras un pinchazo, en el que se empleó en un frenético carrusel, y un rejón que provocó vómito al astado, el presidente sacó los dos pañuelos a la vez, para premiar la labor con dos orejas. Faena intensa y con fuerza, en la que clavó con acierto y legó con suma facilidad a los espectadores.

Ante el sexto, la faena tuvo sus dificultades por la mansedumbre del astado, con tendencia constante a los tableros. Aquí estuvo mejor Ventura, con menos alardes efectistas y mayor chicha lidiadora. Dio la talla de un torero cuajado. Se entregó en un esfuerzo denodado por obtener el éxito, que consiguió manejando a Orobroy y otros dos nuevos caballos de su amplia y magnífica cuadra: Triana y Revuelo. Hubo un par de quiebros que conquistaron al personal y también clavó arriesgando mucho. Como colofón, cortas, y varios desplantes, como el del teléfono. Uno de sus auxiliadores fue pitado en varias ocasiones, por intervenir reiteradamente, sacando al toro de sus querencias. En la suerte suprema clavó otro rejonazo fulminante, también con vómito del astado, para desorejar a su segundo oponente.

Pablo Hermoso de Mendoza estuvo pletórico ante un manso lote. Con el segundo, un animal muy deslucido, que pareció mejor en sus manos, se lució parando al ejemplar de Bohórquez en el primer tercio. Brilló con Chenel y hubo toreo por los adentros, con auténticos trincherazos. Arriesgó en todo momento una barbaridad y estuvo soberbio al prender un par a dos manos. Todo lo emborronó con el rejón de muerte y perdió premio. Con el quinto, un manso aquerenciado en tablas, lidió con poder y conocimientos. Erró de nuevo en la suerte suprema.

Fermín Bohórquez se lució con un toreo campero muy bello y suave, sin vender en ningún momento la mercancía a la galería. Con el noble, pero sosote, primero, carente de fuerzas, destacó por su temple y se lució especialmente en un banderilla al estribo y en otra de frente. Fabuloso Sinfonía, en la que puede ser su última actuación en la Maestranza. Como suele sucederle al jerezano en demasía, falló a la hora de la verdad con el rejón de muerte. Al cuarto, que se lastimó al comienzo de la lidia en los cuartos traseros y lo acusó durante la faena, el torero jerezano lo recibió a portagayola. Entre sus mejores pasajes destacó un par a dos manos con Melero. De nuevo, fallo con los aceros.

El festejo se lo llevó de calle un espectacular y sólido Diego Ventura, que del ruedo a la calle fue encumbrado a hombros, en el primer triunfo de Puerta del Príncipe de esta Feria de Abril de 2010. De nuevo, tras una lesión por la que pasó por el quirófano a finales de la pasada temporada, Diego Ventura retoma el vuelo con mucha fuerza.


El País

Por Antonio Lorca. Diego Ventura, el encandilador

El rejoneador Diego Ventura salió a hombros por la Puerta del Príncipe después de cortar cuatro orejas y embelesar al público sevillano, que asistió emocionado a dos faenas espectaculares y apasionadas. Ventura es, hoy por hoy, el gran encandilador del rejoneo; el hombre más capacitado para conectar con los tendidos y hacerlos partícipes de su toreo a flor a piel, a lomos de una cuadra bien domada, perfectamente unida al torero, que enloquece a los espectadores. Se trabajó de lo lindo el triunfo y lo consiguió sin discusión.

Sin discusión? Según y cómo. El rejoneo de hoy ha superado la modernidad. Ya no importa el toro, ni cómo se clavan banderillas ni rejones. Hoy importa el caballo, la exposición suprema ante el supuesto peligro de pitones bien despuntados, las cabriolas, el baile equino, el caballo que muerde y, eso sí, una muerte rápida, aunque sea como consecuencia de un toro degollado, como hizo Ventura con los dos suyos.

Hoy lleva las de perder el rejoneo sobrio y sin estridencias que practica, por ejemplo, Fermín Bohórquez. Se ha quedado antiguo, no dice nada y su presencia en el cartel no parece tener más objetivo que ser convidado de piedra. Ya no es el Bohórquez elegante y certero de sus buenos tiempos, y aunque tuvo momentos brillantes con las banderillas, es el exponente de que no ha sido capaz de subir al carro de la posmodernidad rejoneadora.

Incluso al consumado maestro Hermoso de Mendoza se le vio apurado para estar a la altura del grandilocuente Ventura. Mantiene su condición de primera figura, dio toda una lección de torería ante el muy manso quinto, pero falló con estrépito con el rejón de muerte en su lote y toda su grandeza se diluyó. Ahí quedó, no obstante, su dominio de la situación ante ese parado toro, acobardado en tablas, al que toreó por derechazos a lomos del caballo Silveti, y banderilleó de frente con Ícaro en una preciosa muestra de su condición de consumado artista. También brilló a gran altura en el segundo, ante el que volvió a fallar a la hora de la muerte.

No falló, sin embargo, Ventura. Conoce a la perfección los resortes para movilizar al público, exprime a sus caballos hasta lo indescriptible, se juega el tipo de verdad y encandila a todos. Utiliza métodos poco ortodoxos, como ese caballo Morante que muerde al toro entre la algarabía de los tendidos, o esos desplantes estentóreos ante un toro que vomita sangre, pero se trabaja el triunfo de principio a fin. Estuvo muy por encima de sus dos toros en todos los tercios, menos a la hora de matar. Pero una muerte rápida lo perdona todo.

Por cierto, el rejoneo posmoderno también necesita un toro a modo, que permita la sensación del máximo riesgo. Los de ayer salieron por pies, se hundieron al minuto y medio y se comportaron como perritos falderos ante el juego de los caballeros y caballos. ¡Qué raro…!


ABC

<img src="http://www.portaltaurino.com/images/criticos/fdo_carrasco.jpg"/> Por Fernando Carrasco.

Diego Ventura se desata

Diego Ventura se encumbró en la Maestranza. Por enésima vez. Porque si en la temporada de 2008 batió todos los récords en este coso —cortó un total de siete orejas—, ayer dio una nueva vuelta de tuerca y con cuatro apéndices se fue en volandas por la del Príncipe. Otra vez.

El lisboeta de La Puebla del Río apasionó a la concurrencia y, sin bajar la guardia en ningún momento, construyó dos faenas muy distintas —por las condiciones de sus enemigos—pero de de un gran nivel. Porque si su primero fue un toro colaborador, no se lo puso fácil el que cerró plaza, un manso que quería irse constantemente a tablas. Pero ahí radica la grandeza de este jinete.

Enceló muy bien a su primero, llegando mucho al respetable cuando clavó el rejón de muerte. El de Bohórquez dijo que iba a colaborar y Ventura, asentado pero sin olvidar su estilo característico, dio un recital con «Nazarí» a dos pistas, de lado, por toda la plaza y con el astado embebido y a milímetros de la cabalgadura. Clavó arriba. Luego, con «Morante», vino el delirio: cites espectaculares y conjunción a la hora de clavar. El caballo provocó también pasiones mordiendo al toro. «Califa» para las cortas y carrusel vertiginoso sin tiempo para que reaccionase el astado para hundir el rejón de muerte y caer de forma fulminante el de Bohórquez.

Distinto fue el sexto, que en cuanto sintió el hierro de castigo huyó a tablas. La labor de Ventura fue ardua ya que luchó por evitar esta circunstancia en su enemigo. Apostó por caballos nuevos como «Orobroy» y «Revuelo», que respondieron, aunque quizá no era toro más adecuado. Hubo algunas pasadas en falso porque el de Bohórquez le costaba ir. Por eso, con «Gines», fue sobre seguro Diego. Los cites con el caballo bailando sobre las manos levantaron al público. Lo mismo que con las cortas, por los adentros. El público ya estaba enfervorizado y cuando, nuevamente, dejó el rejón entero, la plaza se tiñó de blanco. Otras dos orejas. Quizá aquí una hubiese sido el premio justo. Mas no hay que escatimar el derroche de este Ventura, encumbrado de nuevo. Y van…

En cuestión de duelos, ganó por completo la partida Ventura a Hermoso de Mendoza. Sin embargo, la labor realizada a su primera es digna de elogio, sobre todo porque no consintió que en ningún momento saliesen los auxiliadores. Destacaron sobremanera las banderillas a una mano con «Chenel» y su forma de andarle al toro que, aunque con tendencia a tablas, buscó las cabalgaduras. Siempre muy en corto el navarro a la hora de citar, supo darle la lidia precisa. Igual con «Caviar» y sus giros espectaculares y con «Pirata» para las cortas, donde sobresalió un par a dos manos. Faena justa, medida, merecedora de oreja… hasta que cogió el rejón de muerte y como nos descuidemos todavía está pinchando.

Aguantó bien al manso y rajado quinto, y casi siempre lo mantuvo en los medios. Las banderillas a una mano tuvieron el problema de la falta de acometividad de su oponente, muy parado en los últimos compases. Lo hizo todo Pablo, que tuvo un mérito extraordinario. El rejón de hoja de peral, de nuevo, un desastre.

Fermín Bohórquez cuajó una actuación precisa y preciosa en su primero, el mejor del encierro. Sin alardes y siempre en la línea más clásica, el rubio de Jerez clavó siempre arriba con parsimonia. Se le veía relajado y asentado delante de la cara del astado. Siempre a la primera, echó todo por la borda con el rejón de muerte.

Recibió al cuarto en la puerta de chiqueros y la galopada inicial resultó espectacular. Empero, el animal se paró enseguida y se negó a a seguir las cabalgaduras. Lo puso todo Fermín, sobre todo en un par a dos manos vibrante. No anduvo tampoco certero a la hora de matar.


El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Ventura, en el patio de su casa

Esta vez no se le podía escapar. Ventura volvía a la Maestranza determinado a triunfar contra viento y marea y lo consiguió arropado por un público que nunca dejó de empujarle y una presidencia dadivosa que le abrió de par en par esa ansiada puerta que se mira en el Guadalquivir. Pero con o sin la generosidad de ese palco en el que se estrenaba como titular el señor Salguero, no se le pueden ahorrar méritos al ciclón de la Puebla del Río, que supo aprovechar la nobleza del ejemplar que sorteó en primer lugar y que se sobrepuso a la mansedumbre del que cerró plaza.

Con ese material, la faena más brillante fue la instrumentada a ese tercero. Ventura lo paró con autoridad toreándolo a la grupa en los medios y cambió el tercio con un solo rejón de castigo para prologar el tercio de banderillas con una espectacular cabalgada a dos pistas por todo el ruedo. El jinete ya tenía metido al público en el bolsillo de la guayabera. De ahí ya no se movieron. La peculiar parroquia que suele acompañar a este espectáculo ecuestre gozó de lo lindo con el amplio despliegue artillero de Ventura, que expuso siempre, que buscó toro en todas partes y que acertó a clavar con precisión en una lidia trepidante y llena de ritmo. El joven rejoneador hasta se marcó un bailecito antes de clavar las tres cortas sin solución de continuidad. Un rejonazo trasero y fulminante ponían en sus manos las dos primeras orejas. Pero Ventura aún conseguiría otras dos del sexto por una labor que tuvo la virtud de poner todo lo que le faltaba al manso y rajado animal que tuvo que sortear. Animó el cotarro con sus alardes y apuró hasta el infinito en el remate de una faena a la que le vino un poco larga la segunda oreja. Sea como sea, Puerta del Príncipe de ley para Diego Ventura, al que ayer le faltó enfrente el rival legítimo para haber dado auténtico contenido al espectáculo.

Ese rival era el triunfador de la pasada Feria: el joven Leonardo Hernández, que quedó fuera del cartel por la negativa de Pablo Hermoso a rompr plaza. En su lugar volvió a actuar el telonero de cámara del navarro, el más que veterano Fermín Bohórquez, que alarga su carrera despejándole el ruedo a Hermoso mientras el cartel estrella de rejones se vicia por falta de aire fresco. El jerezano no aportó nada nuevo más allá de un rejoneo poco comprometido que tiene pocas disculpas con la boyantía -a menos, eso sí- del toro de Bohórquez que inauguró la tarde. Al cuarto lo recibió a portagayola y aunque una banderilla citando muy de largo y un par a dos manos pusieron a todo el mundo de acuerdo su labor no pasó de correcta, o más bién un poco espesita.

Y si acusamos a Pablo Hermoso de Mendoza de falta de generosidad para darle nuevos aires al cartel más repetido en las ferias, no se le puede negar ni un ápice del magisterio que volvió a presidir su puesta en escena. Los mejores momentos los firmó montando a Chenel ante el segundo de la tarde, al que toreó a caballo de una manera global, más allá de los hierros y los embroques: tirando de él hasta donde no quería ir, jugando con sus embestidas en las pasadas por dentro, en las batidas a pitón contrario, en las piruetas y las cortas a dos manos. Pero el acero no quiso entrar y el posible trofeo voló. Mucho mérito tuvo también con el rajado quinto, un animal que nunca quiso pelea, que se rajó desde el principio y al que tapó el indiscutible magisterio del figurón navarro.

Sevilla Temporada 2010

sevilla_110410.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:12 (editor externo)