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PLAZA DE TOROS DE VALENCIA

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Sábado, 17 de marzo de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Zalduendo (de distinta presentación y juego desigual).

Diestros:

Enrique Ponce: silencio tras aviso y silencio tras aviso.

Sebastián Castella: saludos desde el tercio tras aviso y vuelta al ruedo tras fuerte petición de oreja y aviso.

Arturo Saldívar: silencio tras aviso y silencio tras aviso.

Entrada: casi lleno.

Crónicas de la prensa: El Mundo.

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©Imágenes del festejo: Francisco José Ferriz.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Solitaria vuelta al ruedo para Sebastián Castella

Buen ambiente en la octava corrida fallera. Sin reventón el lleno. O sin apreturas. Enrique Ponce sorteó en primer lugar un toro voluminoso, atacado de kilos, enmorillado, que pregonó su mansedumbre desde los compases previos. Las coces se estrellaron en el peto del caballo que guardaba puerta tras escupirse en la contraquerencia y seguir abanto por el mundo. Ponce le planteó la faena genuflexo, por si lograba sujetarlo. Pero no hubo modo hasta que el toro lo arrastró a su terreno, metido en tablas, de las rayas hacia adentro, en los terrenos opuestos a donde había empezado. Allí, a base de dejársela en la cara y taparle las puertas del campo. Un esfuercito donde antes dominaba la facilidad. A la hora de encarar la espada, el esfuerzo, las 23 temporadas de alternativa pasaron su factura sin que el torero hiciese la cruz. Se lo llevó el diablo.

Sebastián Castella se entendió con el segundo, que se tapaba por la cara en cierto modo, por el camino del temple. La medicina exacta que necesitaba su escaso poder. Javier Ambel cuajó dos estupendos pares de banderillas y su jefe de filas se explayó en un discurso que arrancó sentado en el estribo. La suavidad predominó en todo, el sitio siempre en la ayuda del toro y su bondad. Faltaba la importancia de una embestida entera. Y sobre la nobleza acabó Castella montado después de haber toreado largo y en las líneas naturales del toro. Más caliente la gente en el arrimón final. Media estocada arriba y dos descabellos redujeron a saludos desde el tercio un posible premio mayor.

Arturo Saldívar ya se había hecho presente en un quite apretadísimo como violento por chicuelinas con el toro anterior de Castella. Casi se lo lleva por delante en un empellón que no pasó de ahí. Y repitió suerte con el compás abierto en el quinto, ahora conseguida la voltereta. El pitón no atravesó la tela del capote que hizo de parapeto. Saldívar no le halló el punto a los constantes derrotes de un toro que de manera constante solataba la cara o quería coger las telas con el pitón contrario. Muchos enganchones fueron el producto. Demasiados. Novel, arrabatado y desordenado el mexicano.

Arrastrado el cuarto, sumábamos cuatro avisos, el último caído en la cuenta de Ponce cuando todavía seguía pegando pases a un zalduendo vulgar, sin clase ni empleo.

El quinto, cinqueño como los cuatro últimos de la corrida de Zalduendo, con más cara que la otros del desigual conjunto, tenía la tendencia incrustada de abandonar la suertes rebotado por arriba, pero fue obediente a las correcciones. Sebastián Castella no consintió que le enganchara las telas una sola vez en una obra larga y sólida de frío valor. Inteligente el francés, delgado como nunca. Un desplante después del dominio. Estocada pasada y atravesada y descabello. El presidente pasó de la mayoritaria petición. Castella paseó el ruedo.

El sexto, que con el penúltimo y el primero subieron la desigual presentación de la corrida, subió también el bajo nivel de casta de la misma. Saldívar anduvo lejos de la buena impresión causada el 23 de julio en este mismo escenario.


Imagen: Derechazo de Sebastián Castella. | Efe

Valencia. Temporada 2012.

valencia_170312.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:17 (editor externo)